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viernes, 10 de abril de 2020

JOSÉ LUIS IBAÑEZ SALAS: EL PRIMER CONGRESO SOBRE LA REALIDAD Y SUS TORPEZAS



Sucede que cuanto ocurre sucede, hasta ahí las conclusiones a las que ha llegado un simposio dedicado a la realidad que ha venido teniendo lugar en las sombras de la certeza, organizado por la Sociedad Internacional para la Verdad y la Memoria Memorable: docenas de intelectuales de todos los lugares del Universo universal han constatado dos ocurrencias en las conclusiones de esta reunión milagrosa, que a la vida le viene bien la risa y que en los congresos (internacionales) se gana una pasta gansa.

Al evento, que contó con una participación excesiva, a decir de los camareros del hotel donde se llevó a cabo, se le ha catalogado ya entre los más importantes acaecidos sobre estos asuntos de cuantos se tiene noticia desde que, allá por el mes de febrero del año 1876, se reunieran en la ciudad indostaní de Cifhuentez representantes de todos los diletantismos universales del Universo, auspiciados por la entonces preeminente Liga de los Hombres (no había mujeres pero nadie pensó en que sólo se tratara de cosas de varones: ¿nadie?) Memoriosos, presidida por un señor francés de madre argentina y apellidado Funes. La Liga de los Hombres Memoriosos que nadie recuerda cuando se disolvió, si es que tal suceso ha sucedido en alguna ocasión, aunque algunos iniciados hayan tenido la ocurrencia de considerar que la última de las convenciones de dicha Liga (Sociedad, según algunas de las traducciones que han vertido su denominación al idioma de Cervantes y Gasset) se llevó a cabo el 11 de septiembre de 2001, en la ciudad de Nueva York, capital del mundo civilizado y del mundo por civilizar.

La realidad ha estado siendo vista para sentencia por los concurrentes al susodicho congreso internacional, vale decir, mundial, universal, se ha dicho. Y si hubiera que destacar alguna intervención, nos quedamos (nos soy yo pero con prestancia de multitud alerta) con la del representante iraní de la Sociedad Internacional para la Verdad y la Memoria Memorable, el clérigo shií, chií, no shhiita, no chiita, Ghadir Agassi III, descendiente, nieto para ser más exactos, de Ghadir Agassi, el fundador del Coñac Fundador, quien comenzó a predicar en el desierto (de Almería) cuando Jomeini salía en el Hola. Las reproducimos a continuación. Las palabras de Ghadir Agassi III, se entiende:

“¿Qué es lo que se precisa para entender el pasado, para comprender la realidad toda, pero, primeramente, aquello que fue y que ya no podremos presenciar jamás tal y como fue porque nunca jamás nadie pudo hacerlo, no, nadie pudo presenciar nada tal y como fue? Qué pregunta más larga, me responderéis. Pues sí: ¡qué pregunta más larga! Y os la voy a responder que para eso os la hago. Menuda es la retórica, y menudo soy yo. Allá voy…

Saber, se necesita saber. Se necesita saber saber, pero sobre todo saber decir, saber contar, saber acercar, saber desdecirse, saber comprenderse a uno mismo, saber ser fiel no a lo que uno necesita sino a lo que uno cree, ser fiel a lo que uno sabe que sabe. Todo ello desde la templanza, el rigor alegre, resuelto, optimista sin atavíos ni rencores. Todo ello sin esa fabulosa costumbre de aquellos que consideran que todo fue ruina antes de la llegada de los suyos, todo ello menospreciando desde la inteligencia cuanto defienden los que se tienen por muy dignos y elevados. He dicho.”

Y hasta aquí nuestra referencia a un simposio, el Primer Congreso sobre la Realidad y sus Torpezas, que dará que hablar por los siglos de los siglos. Si no… al tiempo.



José Luis Ibáñez Salas
Nací el año que mataron a Kennedy. Que ya ha llovido. Decir que desde pequeñito me gustaron los libros y que por eso me hice editor sería faltar a la verdad. No del todo. Pero la faltaría. Comencé a ser algo parecido a un editor cuando en 1991 ¿o fue en 1990? disfruté del privilegio de trabajar a las órdenes de Ricardo Artola en la indispensable Enciclopedia de Historia de España que dirigía su padre, Miguel Artola, maestro mío en las aulas de la Universidad Autónoma de Madrid y maestro asimismo de este que firma en aquellos días de aprendizaje de los entresijos de la edición. Tal vez cosas así contribuyeran a que Santos Rodríguez me ofreciera en 2008 dirigir la colección Breve Historia que enseñorea su catálogo de Nowtilus y que cuatro años más tarde Ramiro Domínguez contara conmigo para dirigir la colección Biografías de su prestigiosa editorial, Sílex, y me publicara en 2013 mi primera obra historiográfica, El franquismo y, dos años después, La Transición. Ah, y los libros de texto que en McGraw-Hill y en Santillana dejan constancia de mi labor también deberían de aparecer aquí. Y aparecen. Y no me olvido de mis cinco años, los que transcurrieron entre 1995 y 2000, al frente del área de Historia de la Enciclopedia Multimedia Encarta de Microsoft, ni de los muchos que hasta su desaparición dediqué a asesorar, escribir y colaborar de todas las maneras posibles en una obra pionera y malhadada. Además de haber escrito para la revista digital española Fernando Martínez y para la colombiana Al Poniente, ahora colaboro habitualmente con el diario digital Nueva Tribuna y soy el director editorial de Punto de Vista Editores. Quizás por ese tipo de cosas es por las que mi amigo el historiador José Luis Gómez Urdáñez me llama “agitador cultural”.
Foto: moonmagazine / anatomiadelahistoria.com /narrativabreve /



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