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viernes, 30 de agosto de 2013

IBARRECHEA: EL SEÑOR JOSÉ ANTONIO TUVO UN SUEÑO


El señor José Antonio tuvo un sueño. No lo recordaba con exactitud cuando se despertó, pero le pareció que eran como puertas que se cerraban y de puertas que se abrían. Se sintió bien descansado.  Desayunó un café fuerte, oscuro, casi sin azúcar y luego de la ducha de la clara mañana se afeitó lentamente. Eligió unos jeans, zapatillas y campera para salir. El aire frío de esa hora golpeaba su rostro, puso las manos en los bolsillos y caminó por la avenida que lo llevaba hacia el centro. 
Y se perdió entre la gente.

A esa hora, una de sus amigas acomodaba el escritorio de su oficina, repasaba papeles escritos a mano, mezclados con formularios y se dispuso a dejar su lugar de trabajo impecable. En uno de los cajones, encontró un viejo poema de su amigo el escribidor, lo leyó llena de nostalgias,  recordó aquellos momentos vividos a su lado y cobijó la esperanza de volverlo a ver. Ahora se mostraba decidida, quizás hasta de animarse a decirle lo que alguna vez calló. Buscó su número. El llamado tropezaba con una casilla de contestador automático.

Algunos manifestantes hacían sonar los redoblantes y lanzaban bombas de estruendo para hacer sentir sus reclamos. El tránsito se interrumpía y el ensordecedor tumulto originado por las arengas continuadas de los líderes que impulsaban la protesta, sumergieron al señor José Antonio en sus viejas épocas de obrero del transporte. Ése recuerdo le hizo sonreír y por ello, acompañó sin rumbo a los manifestantes por unas cuadras, hasta que recobró el camino anterior, absorto en sus expectativas.

Otra de sus amigas intentó comunicarse con él. Lo hizo desde su casa, mientras miraba televisión y que le pareció verlo por los canales que trasmitían en directo la protesta. Pero no obtuvo respuesta. Pensó en insistir más tarde, mientras encendía la computadora para mandarle un mensaje por ese medio. Quería saber si ese hombre que caminaba entre tamboriles retumbantes era él y qué diablos hacía allí. De curiosa, nada más.

El cielo empezaba a nublarse. Desde el sudeste, algunas nubes amenazaban con su presencia inquietante. Y dos horas más tarde, todo estaba cubierto. El viento que soplaba desde el sur era más intenso. Las hojas de los árboles revoloteaban por las veredas y la gente se apresuraba a guarecerse. El escenario por donde él caminaba, tenía ahora otros aromas. Volvió a su casa mojado por la intensa lluvia.

La amiga que desde su escritorio abarrotado de papeles, lo había llamado, se retiró antes de su horario habitual, llegó apresurada a su casa y resignada por haber dejado las ventanas abiertas, empezó a secar el agua que había ingresado por ellas. Después hizo la comida para esperar a sus hijos y a su nieto, que cuidaba por la tarde. Olvidó por ello el llamado de la mañana, mientras que aquel poema encontrado, ahora dormía la siesta, esperando al lado del teléfono, en su cartera.

El señor José Antonio, preparó sus valijas, acomodó en ellas su ropa, sus zapatos y sus escritos para llevar a la Editorial. Recordó que no había guardado el perfume ni los elementos de su aseo personal,  que finalmente acomodó en su maletín, a lado de los regalos para sus nietos. Su computadora permaneció apagada todo el tiempo. A cierta hora, aproximó a la puerta todo su equipaje, desconectó las llaves del gas y del agua, y cerró con llave.

Salió a despedirse de su antigua amante.
Las calles y veredas estaban mojadas. Aunque el cielo de la tarde ya no tenía nubes para mostrar, cuando ellos, en silencio, caminaban hacia el parque. Eligieron una húmeda hamaca donde ella se sentó y él la balanceaba, como parte de la magia que habían perdido. La miraba y se preguntaba que telarañas escondidas en ella no pudo romper, mientras el vaivén del columpio se desdibujaba como una antigua fotografía expuesta al sol. 

Ella, en silencio, imaginaba su vida sin él. Con el mismo silencio que se dieron el beso de despedida, y con el mismo silencio en que lo vio cruzar la calle, cuando lo vio doblar en la esquina, y cuando lo vio perderse entre la gente. Intentó llamarlo y decirle que siempre lo quiso. Al cerrar la puerta, supuso aliviada, que los adioses eran así.

Él subió al taxi después de acomodar su equipaje, y le indicó el viaje hacia la terminal de ómnibus. Ya era de noche, y el andar sobre aquel vehículo le parecía interminable, mientras miraba las luces de las vidrieras y de las ventanas de los edificios. Golpeteaba suavemente los dedos contra el vidrio de la ventanilla, mientras tarareaba una canción. De repente, sintió la llamada a su teléfono celular. Una sonrisa apacible, mansa y llena de dulzura, como un amanecer, apareció en su cara. Por el espejo retrovisor y mientras esperaba la luz del semáforo, el taxista lo miraba atentamente.

Entonces él le indicó un nuevo destino, esta vez en dirección totalmente opuesta y le pidió que se apresure en llegar.

El Chófer hizo sonar varias veces la bocina del auto, hasta que salieron unos  jóvenes perturbados por los ruidos y a quienes les dijo: “Que el hombre que venía con él y la señora que abrió la puerta de esta casa, se abrazaron cuando se vieron, y que los dos salieron corriendo por la vereda, tomados de las manos, como si fuesen unos niños, como jugando a las escondidas... Me parece que se volvieron locos.”

Supongo que las bienvenidas son así. - Dijo uno de ellos.


VELVET LOUNGE PROJECT con NIDIA ORTIZ :"Somos Amigos"


“EL SEÑOR JOSE ANTONIO TUVO UN SUEÑO” 
autor: IBARRECHEA - Copyright 2013 
 - PASEN Y VEAN – 
Tema musical: “Somos amigos"
Intérprete: VELVET LOUNGE PROJECT y NIDIA ORTIZ Gentileza YouTube -Pierre Alard-
Hasta el próximo Viernes

OTRAS TORPEZAS

(Fragmento de una carta)


      "...Más algunas precisiones relacionadas con mi comportamiento algo parco y hasta pendenciero, si podemos llamarlo así, cada vez que aparecían en mi vida algunos conatos de amor, se debían sin lugar a dudas a aquellos repentinos abandonos, rupturas lastimosas, largos adioses y otra torpezas que ilustran mi vida.
     Para mayores datos, te cuento un poco apesadumbrado, que a pesar de esas desgraciadas circunstancias, mi corazón siempre se mantuvo intacto y fuerte. Fue mi ego, el que cayó dolorido por haber recibido aquellos tremendos golpes, por las malas experiencias vividas. 
         Tal es así, que hasta hubo un momento que, para ahuyentar cualquier llegada del amor por donde fuere, decidí tenderle algunas trampas y hasta recurrí a crear ingeniosos escondites secretos. Como por ejemplo, arrojarme debajo de la cama o taparme hasta la cabeza, antes de entrar en el escandaloso pánico que me producía el temor a las nuevas pasiones trágicas por venir. Hasta que te conocí.
        Dentro de este cuadro conmovedor, y en este contexto, tengo la prematura certeza, que valió la pena resistir. A pesar de tus inquietantes ronquidos, que seguramente esconden... Algún temible secreto."


Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com
Copyright 2012

MERCEDES

Recuerdo como el sol pintaba las sierras, 
a medida que avanzaba.

Y que el rocío, adormecido en los rosales,
pausadamente se secaba.

El patio estaba fresco, 
esparciendo los aromas de la mañana.

Y las palomas entre las plantas,
se enseñoreaban.

Daba gusto tomar mates con menta,
bajo la parra.

Allá al fondo, mi abuela esparcía maíz y migajas.
Yo la miraba. 

Salieron las gallinas todas juntas, alborotadas,
a ofrecerle algunos huevos para su canasta.

A mi me parecía, siendo niño,
que ella, agradecida les hablaba.

Como un lejano susurro.
Eso, me parece que le escuchaba.

Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com

viernes, 23 de agosto de 2013

FRÍO, VIENTO Y OTRAS TEMPESTADES

Lunes
Papá subía al tren que lo llevaba a hacer un curso sobre material rodante a Buenos Aires, cosas de ferroviarios, de los de antes. Yo me quedaba mirando desde el resguardo del andén, como el tren humeante que llevaba a mi padre se hacía chiquitito así. Junten los dedos índice y pulgar, ¿vieron? Chiquitito así.

A los pibes de antes no se les permitía esa cosa de andar por los andenes de la estación  mariconeando,  mostrando algunas lagrimitas. Había que hacer como si el viento te hubiese salpicado los ojos con arenilla, y que el frío te llenaba de mocos la nariz.
Eso estaba mejor.
Y “volverse pa’ las casas” pateando tarritos.

Eso ocurría los domingos a la noche.
Adivinen cuáles son las horas más tristes de la semana.
Acertaron, las tardes noches de los domingos, y encima te recuerdan a cada rato que “mañana es lunes, y tienes que ir a la escuela”

Después del domingo los días de la semana tienen por costumbre llamarse lunes.

Los lunes a la mañana temprano, las señoritas maestras tenían por costumbre pedirles a los alumnos que saquen una hoja en blanco, tintero y lapicera pluma, para la temible prueba escrita.

Mamá, eh mami ¿porqué existen los malditos lunes?


Agosto
Mamá me despertaba y me decía que me cambie para ir a la escuela, aunque a eso yo ya lo sabía, pensaba que mi madre me lo recordaba para ver mi cara de fastidio. La vestimenta para salir a la cancha y  enfrentar al temible agosto de Deán Funes, consistía en camiseta, camisa, pullover,  pantalón corto, medias tres cuartos y zapatos lustrados, un buen desayuno en un tazón grande de café con leche y pan casero con miel. Después repasaba mi peinado con raya al costado y jopo. El jopo estaba de moda. Me ayudaba con el guardapolvo, después me vestía con el sobretodo y finalmente la bufanda, que me daba tres vueltas y me tapaba las orejas.
La escarcha era algo así como cientos de espejitos desparramados camino a la escuela, y el viento frío, otra vez el viento, sacudiendo mi portafolios de cuero marrón, que con gran esfuerzo sujetaba con mis manos enguantadas.

Niño que llega a la escuela: uno.
Frio de agosto: cero

Mamá me decía antes mis quejas por el viento que sopla en agosto, que todavía faltaba esperar la tormenta de Santa Rosa.
Para hacer las compras, me subía a mi bicicleta y ponía la bolsa en la parrilla. Pedaleaba hasta el almacén donde ella me decía que las cosas estaban más baratas. El viento se ensañaba con las personas que salían a hacer las compras después de dormir la siesta, o de comer, como yo, pororó mientras leía una y otra vez, las aventuras del "Quijote de la Mancha." 
El viento te esperaba en las esquinas para sacudirte un poco más fuerte. Hasta que te entraba tierra en los ojos.

 
Niño que va a hacer compras: cero
Viento de Santa Rosa: uno

Creo que no me llevaba bien con el viento que había adoptado a mi querida ciudad, para quedarse a vivir. Pero con el paso del tiempo, lo recuerdo con cariño.


Tempestades
La doctora Susana me mira y sus pestañas suben y bajan, se separan y se vuelven a juntar doce veces por minuto. Apoya los codos en la mesa, cruza los dedos y encaja su cara sobre ellos.

- Veamos, apoya una mano sobre tu pecho Ibarrechea, un poco más a la izquierda, ahí. Ahora cuéntame que sientes.

A saber:
Amores desencajados / Intentos temerarios / Amantes nihilistas / Pasiones desanimadas / 
Cariños insulsos / Promesas prescindidas / Ausencias definitivas / Instigaciones fraudulentas / Sueños truncos / Entendimiento incompleto / Manifestaciones espirituales / Olvidos veloces / 
Preceptos determinados / Conceptos estancos / Celos ardientes / Fracasos violentos / Obstáculos insuperables / Alegrías efímeras / Sensibilidad estoica / Dignidad latente / Engaños astutos / Temblores conmovedores / Dudas acertadas / Desgracias dispuestas / 
Lealtad irreverente / Errores sensoriales / Actos ilegales / Estigmas escarmentadores / 
Abandonos inmorales / Torpezas nobles / Miedos profundos / Pérdidas irreparables / Orgullo herido / Culpas desechadas / Ideas vulnerables / Atisbos pendencieros / Tristezas latentes / Simpatía extraviada / Amistades sospechadas / Traiciones cognitivas / Odio efervescente / Estímulos contradictorios / Ignorancia fingida / Alertas presentes / Caridad ingeniosa / Calmas fugaces / Separaciones traumáticas / Encuentros esperanzados / Silencios sonoros / Licencias poéticas…

Ya basta, no sigas. Sé que no hay muros que detengan tus sueños, pero tu corazón Ibarrechea, a esta edad, es como un barco demasiado frágil para soportar semejante cantidad de tempestades, por este mar que atraviesas.  
Me dice la doctora Susana, después de apoyar su mano derecha sobre mi boca para que me calle.

A ver vos, que te quedaste pensando, tócate el pecho, eso es, un poco más a la izquierda, ahí.


Ahora cuéntame que sientes, dale.











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derechos reservados http://diceelwalter.blogspot.com
imagen de Google dibujo: LeKibutedeveraeiken

viernes, 16 de agosto de 2013

"CÚTER" (Algunas imágenes del pelotón del sargento Tavares)



Parte tres
I
- Aquella mañana que inspeccioné al pelotón y le impartí las directivas finales de su misión, quedé gratamente sorprendido por la instrucción que tenían los suboficiales asignados y por la capacidad y el entrenamiento de los soldados seleccionados, señor periodista. - Me decía por teléfono el Coronel retirado Benavídez. - Si, recuerdo que era una mañana lluviosa, como los días anteriores y el piso era un fangal maloliente, porque salieron por el portón de las caballerizas y cerca de los retretes de campaña. Pero como dice el informe que luego se hizo público, ellos tenían las botas lustradas, los uniformes de combate, impecablemente limpios y planchados. Como era de rutina reglamentaria. Si, yo mismo le entregué en sobre cerrado al Sargento Cipriano Tavares, las instrucciones de la misión. 
Si me da un tiempo para coordinar mis recuerdos, le diría que de aquel suboficial, recuerdo su mirada triste, su saludo militar enérgico y el modo paternal con el que se dirigió al resto. 
Si señor, creo que tendría entre veintiocho o treinta años aproximadamente.
Si, apenas eran cuatro hombres, aquí tengo los datos, tal cual acordamos previamente. - Me dice desde su lejana voz por el teléfono. - El tal Tavares, el cabo primero Guillermo Jensen, y los soldados Leopoldo Vizgarra y Jorge Colque, ambos eran tiradores excepcionales. 
Ellos habían sido reclutados para aquella misiòn por sus cualidades, sus particularidades, sus potenciales demostrados en todo el período de instrucción. Adaptados perfectamente a la selva húmeda y carecientes de una familia bien constituída.
Así es señor periodista. Todos eran solteros y gozaban de mala fama en los bares. Consta también eso en los informes de aquellos años. 
No, los pelotones no llevan oficiales. En ése momento yo tenía el grado de Teniente antiguo y era el jefe a cargo de la Compañía.
Como consta en los juzgados y los informes que tuve que elevar, la tarea pesada era de Tavares, el explosivista, en cambio, Jensen era el comunicante, y los soldados eran expertos en el uso de armas de fuego de largo alcance.
La última imagen de ellos con vida fue retratada por el fotógrafo del diario “El Regional” un señor Carrizo, que estaba invitado a retratar algunas actividades, pero no puedo recordar qué oficial superior le autorizó.
Usted tiene también una foto, señor Arenas, donde no se ve claramente a Tavares, pues está entrando a la selva, si en cambio, se aprecian las manos haciendo una señal que no entiendo, de Jensen bajo el sombrero de lona, la cara sonriente del soldado Colque, que se da vuelta a saludar, Vizgarra, en cambio es el que ya ha desenfundado el machete y se ve su enorme espalda de hachero, casi en un primer plano. A partir de allí empezaron a cantar. 
Si, ellos empezaron a cantar pero no  recuerdo qué.
No, a mí no me consta que ése Sargento Tavares que estuvo a mis órdenes haya sido el mismo que la Justicia estuvo buscando por asesino durante tanto tiempo. Sólo se, que recibí instrucciones inmediatas de retirar su legajo y enviarlo por Correo al Estado Mayor y al de Jensen también. A los dos los di por desaparecidos en mi informe final.
Lo que pasa. ¿Cómo me dice? No. No es así, lo que ellos tenían era claras instrucciones de llamar dos veces por día. Durante el primer día, las comunicaciones se efectuaron sin novedad, al segundo no hubo forma de entablar contacto, esta todo eso escrito en los libros que fueron resguardados de las comunicaciones. Sí, así es, nosotros pensamos que era por la fuerte tormenta de agua y viento que azotaba toda la región, pero al tercer día, en que hubo tiempo despejado, mandé otro pelotón a auxiliarlos, con equipos nuevos. Ellos trajeron la fatídica noticia de los cuerpos muertos de los dos soldados y del tiroteo en Naranjillos. No se porqué fueron a parar allá. Pero así es cómo comenzó la guerra.
Creo que un día y medio después encontraron el cuerpo del Soldado Vizgarra, con un tiro certero en la cabeza que le entró por encima de la oreja izquierda y le reventó el cráneo, cayó de costado, sin soltar su machete y con el fusil colgado del hombro.
Así es, señor Arenas, murió asesinado mientras caminaba abriendo paso por el follaje. Sin saber siquiera que su hermana menor estaba embarazada. De eso nos enteramos cuando llevamos a entregar su cuerpo. El Mayor Castro y yo. El soldado Colque en cambio, fue encontrado con los cargadores de su fusil vacíos. Tiró todo, incluso los proyectiles de la pistola de Jensen, a su alrededor encontramos cuatro cadáveres más, todos indocumentados y con armas de grueso calibre. Colque murió como mueren los soldados, como me hubiese gustado morir si estuviese en actividad y no me hubiese fracturado la pierna derecha. No señor Arenas, nunca combatí, todos fuimos relevados. Terminé mi carrera en los escritorios.
Así es. Parte del equipo de Jensen fue encontrado junto con los restos del puente que finalmente volaron aparentemente ellos dos.
Yo recuerdo que la búsqueda estaba a cargo del entonces Mayor Castro. Fue infructuosa, durante más de dos meses por el río y sus canales, por el monte y poblados cercanos. Nunca supimos más nada de ellos. Pero si recuerdo que cada cadáver que encontramos de nuestros enemigos, tenían la marca de Tavares. Un cúter clavado en la garganta.
Ah, ¿Usted no sabía que a él le decían cúter desde antes? Si, era así porque tenía una gran puntería en el lanzamiento de cuchillos, llevaba tres en cada borceguí y ganaba los torneos lanzándolos contra muñecos de estopa. Había que zurcirlos siempre en el cuello.
Pero hubo algunos cuerpos mutilados según describe en su informe el Mayor Castro. Hubo ensañamiento, quizás antes de seguir hacia el puente los suboficiales se metieron al poblado y mataron todo lo que encontraron vivo, se llevaron documentación y probablemente, torturaron gente. Vaya uno a saber. Pero estoy convencido que allí murió Tavares. Probablemente álguien ocupó su lugar, por aquellos lados todos eran cuchilleros. Trato de convencerme de ello. - Su voz parece quebrarse -
Creo que el río finalmente se los llevó a los dos, para siempre. El que mataron en la puerta de aquella casa, veinte años después, era mas petizo y no tenía las señas particulares de su legajo. Cuando dije eso me salió el retiro. Adiós, señor. - Colgó su teléfono y pienso que se sentó a mirar por la ventana de los recuerdos, creo, que por la misma ventana que entran los aromas que el tiempo devuelve cada tanto, mansamente.


II

Encontré en los archivos del fotógrafo Efraín Carrizo, aquella foto tomada hace muchos años atrás, cuya copia yo también tenía y que el Coronel retirado Benavídez hizo referencia. Carrizo, muy amablemente, entre pocillos de café, puestos en una bandeja para cama, me dijo que, el Periódico “El Regional” cerró sus puertas diez después de aquel acontecimiento y que la mayoría de los que allí trabajaban quedaron desempleados. La foto estaba algo arrugada y que varias copias habían sido entregadas a la Justicia, me dijo que no había sido una buena toma por la lluvia que había empezado a caer y que justo en el momento de tomarla, él se estaba resbalando en el barro, quizás por eso el soldado Jorge Colque se reía.
También entre gestos amables y un muy buen trato, el señor Efraín me contaba anécdotas de aquel pelotón a los que llamaron de “mártires.” Mucho tiempo después.
- Mire joven, de lo que yo sabía, ellos eran cuatro sujetos que desde que estaban juntos por la selección que hizo el sargento Tavares, tenían instrucción militar casi dieciséis horas por día, y ocho horas de divertimento. Estaban separados del resto de la tropa, pero parece ser que después de las duras jornadas, se iban a la casa de una catequista, la señora Corina Tapia de Sánchez primero, y que allí pedían por la salvación de sus almas y aprendían sobre cosas de la iglesia. Pero luego pecaban con las chicas malas de “La Rosa Blanca.” Un antiguo lupanar que ahora se llama “El Cabarute.” - Me contaba haciendo un gran esfuerzo, ya que ahora don Efraín Carrizo tiene ochenta y dos años. - Había algo que me llamó la atención, señor Arenas, yo no creo que en tan poco tiempo de instrucción, ellos se podían volver tan religiosos. Le cuento lo que recuerdo, los cuatro, al internarse en la selva por el sendero sur, empezaron a cantar una canción religiosa, con una mano sobre sus escapularios y sin temor a la muerte cantaban algo así como… “Vamos con alegría Señor. Cantando vamos con alegría, Señor. Caminando por la vida, Señor. Sembrando Tu Paz y Amor…" Increíble ¿No? Nunca más los vimos. Nunca más. -  Agregó el señor Carrizo.
Después de comparar las fotos y ver que no hubo retoques respecto de la original, el señor Carrizo me dijo que Tavares daba miedo.
A él le parecía que cuando caminaba había sobre él una especie de aura en su cabeza. Mire, era algo como  una luminosidad que la cámara no pudo detectar. Me dijo que le parecía que era como una sensación extraña. Lo mismo le dijo doña Corina, la catequista, una tarde que la retrató sentada con un gato en la falda y que, lamentablemente, falleció antes de ayer. La señora Corina pudo habernos contado algo más, pero ella nunca habló con nadie. Creo que se llevó su mejor secreto a la tumba. Me dijo, desde su cama de enfermo, mientras dejaba la bandeja con los pocillos de café en la mesa de luz y cerró los ojos, solo y olvidado.


III

- Nosotros, sus compañeros de promoción, lo buscamos, adentrándonos en la selva, aún cuando sabíamos del peligro, pero nunca nos dimos por vencidos, necesitábamos, ver el cuerpo de Cipriano. - Me dijo el suboficial mayor retirado Eugenio Quiroz, una tarde ventosa en la que lavaba su auto, luego de un día de pesca.
Nunca lo encontramos, nunca vimos ni un pedazo de ropa de su uniforme, nada. Es mentira de ése oficial que dijo que pusieron el máximo esfuerzo por tratar de localizarlo, los compañeros de Jensen también estuvieron buscándolos, pero en otra dirección. Ellos fueron los que trajeron parte del equipo de Jensen, algunas partes manchada con sangre y ellos aceptaron que murió en la explosión y que fueron despedazados y gran parte de los cuerpos, supusieron, fue arrastrado por el río o que fueron comidos por las fieras salvajes o buitres. En cambio, nosotros sabíamos de que madera estaba hecho Tavares, y pensamos que de alguna forma habría sobrevivido. Nunca obtuvimos datos reales de su muerte en aquel combate. Había un oficial, un tal Castro, que hizo cagadas tras cagadas, hasta metió todos los cadáveres de Naranjillos en una fosa común. Mire, había cada uno. En el Ejército lo dieron por desaparecido en acción. Para mis jefes murió allá. Para mí, anda por ahí, matando a los que escaparon.
¿Qué hicimos cuando nos enteramos de que ese tal cúter el acribillado, era nuestro ex compañero? Mire, le cuento que formamos una comisión que pidió acceso a las investigaciones que se realizaban, pero encontramos un montón de  obstáculos, nos denegaron todos los pedidos y viajamos por nuestra cuenta a esa ciudad de mierda. Las fotos del cadáver eran de una persona irreconocible, no tenía rostro visible. No tenía nada que lo identifique, solo el peinado parecido. - Hace una seña sobre su cabeza el suboficial retirado Quiroz - Cipriano se peinaba con una raya al costado y usaba bigotes finos. A simple vista parecía él. En las fotos de un cuerpo despedazado, sin rostro daba la sensación que era él, excepto por un detalle, la cicatriz de la pierna, en las fotografías no sale.
Así es, Tenía una larga cicatriz en la pierna izquierda, no sabemos cómo fue que se la produjo pero siempre  la vimos y creemos que nunca habló de eso, pero era visible. Debe haberse lastimado en la época en que vivió con los niños expósitos, al morir sus padres, antes de ingresar al ejército, supongo que fue allí que se lastimó. Quizás con un cuchillo. Para nosotros no era Cipriano aquel cadáver, pero las conclusiones de la Justicia y de quienes lo mataron, los hermanos Barragán, así lo aseveran. - Decía con un cierto tono de duda. - Es triste saber que haya desaparecido así una persona, muerta a treinta y seis tiros por la espalda. Fuese quien fuese.
De sus familiares sabíamos poco,  sus padres habían fallecido mientras él no se encontraba en el país, era soltero, mujeriego, bebía, fumaba, jugaba a las cartas, llegaba tarde siempre, contestatario, rebelde, pero buen amigo. Un gran compañero. - Saca cuentas con los dedos, mientras pasa el trapo mojado sobre la carrocería del auto. - Tenía treinta y dos años cuando desapareció en la selva, al cadáver acribillado le calculaban unos cincuenta. Sólo los asesinos lo reconocieron. Festejaban haberlo matado, cuentan.
¿La tal señora Beatriz Pereda? Así se llamaba, es cierto. Ni idea tenemos de quién podía ser ésa mujer, la dueña de la casa acribillada que dijo que era un ladrón al principio, pero que ese ladrón tenía una carta para ella, y varios dimes y diretes sobre ella, pero fíjese una cosa, nosotros le conocimos varias de sus amistades mujeres y si es como dicen, que eran amantes, realmente Cipriano había perdido el juicio. No era su estilo de dama. No, no joven, para nada. - toma agua y me alcanza un poco, el agua está helada - 
Veo que está bien informado, de todos modos ya la historia de Cipriano se contó una vez, pero es cierto, su domicilio fue siempre la unidad militar donde  revistaba. 
Es verdad. Cuando logramos que se nos pague a nosotros, que éramos sus albaceas, todos los seguros correspondientes,  éstos fueron depositados directamente en la cuenta de una señorita que creo que era la hermana de uno de sus soldados un tal no me acuerdo. 
-Vizgarra, le recuerdo. - Si, ése mismo. Creo que esa es una larga historia.
No, usted no sabe, la burocracia militar era terrible, pero finalmente y de repente alguien firmó de conformidad y empezaron a efectuarle los pagos a esa chica, pero yo no estaba en eso, yo ya revistaba en otra unidad, en el sur.
Sí, después de casi ocho años de lucha, de repente salió todo. Todo lo que solicitábamos,  y que casualidad, fue justamente cuando aparecieron dos cadáveres más acuchillados en la vía pública de la capital. Los que tenían un cúter clavado en la garganta y los números veintitrés y veinticuatro escritos en los cuerpos. Eran dos maricas comunistas. ¿Usted se acuerda, no?
No teníamos en claro dónde fue que adquirió esa cualidad de cuchillero excepcional. ¿Sabe una cosa? pelaba una sandía como si fuese una naranja, a una velocidad increíble.
La larga historia de la que hicimos referencia siempre, es ésta. - Deja de repasar el auto, se seca las manos y me dice que espere, que ya viene. Entra a la casa y sale con unos papeles. 
- Cipriano era soltero, - lee - vivía solo y se hacía cargo de los hombres a su mando. En eso nos hacía quedar mal al resto pues nosotros le decíamos que él, al no tener familia, niños que atender, no se apuraba por volver a su casa, se quedaba en la unidad y por la noche visitaba y controlaba a los soldados y a sus subalternos. Hacía un mes que había llegado a la Compañía del Norte. Con los oficiales no tenía buen trato y ellos buscaban tener razones para sancionarlo, por su soberbia, más que nada. Si Usted quiere seguir escuchando la larga historia, se lleva este historial que tenemos cientos de fotocopias para que todos nosotros digamos lo mismo, siempre. - Me alcanza las hojas blancas, tipeadas y abrochadas.
- Guárdelas para que nadie lo confunda - toma màs agua y sigue con el relato - Cipriano llevaba un control total sobre su gente,  hasta era capaz de leer la correspondencia, antes que el destinatario. Le aclaro que nosotros le objetábamos todo, pero él solamente nos miraba, sonreía y parecía que nada le importaba. Pero haciendo eso, es que se entera que uno de sus soldados iba a ser tío. Parece ser que al soldado Vizgarra le habían embarazado la hermana. Y era uno de sus soldados seleccionados por la habilidad que tenía con los cuchillos y con las armas de fuego. Cipriano no quería que se enterase, pues se desconcentraría rápido el negro, nos decía, y ya era tarde para seleccionar otro. Así nos dijo una vez antes de partir y nos dejó algunas instrucciones, por las dudas.
No sé. En realidad no se a ciencia cierta si era un tipo previsor, o un adivino.
Pero dos días antes le contestó la carta a los padres del soldado Leopoldo Vizgarra, - señala en uno de los papeles - que si el novio de la niña no aparecía más, él se haría cargo. Aún sin conocerla y que su hijo, el soldado, volvería como un gran héroe.
Tome, llévese una copia, hable con quién hable, todos sus compañeros le dirán lo mismo. - se vuelve a secar las manos, esta vez en su pantalón. 
- Hágame un favor. - Me dice cuando trato de salir apurado por la hora de la noche, y ya pienso cenar en el hotel.- Hable bien de él. Hable bien de él. 
Y averigüe este otro dato: Porqué hay dos tumbas con su nombre.
Quiroz entra a su casa, cierra la puerta y enciende la luz de afuera. A lo lejos, unos perros ladran y yo llego a la esquina. 
Cansado, muy cansado.


Hasta la próxima entrega

Capítulo extraído del libro "CÚTER"
Copyright 2012 -2013
Ibarrechea & Al Ibarguren











diceelwalter@gmail.com; http://diceelwalter.blogspot.com
Canción "Machete" Intérprete NOVALIMA  Bajo licencia YouTube.



viernes, 9 de agosto de 2013

JUEGOS DE SEDUCCIÓN

Mientras el señor José Antonio, encendía el horno de la cocina para poner un pollo relleno acompañado de papas y manzanas, la señora que esa noche estaba invitada a cenar con él, elegía la ropa y el calzado que luciría para ir a visitarlo. Así, una vez que se sintió segura en la elección, que se vio en el espejo armónica y elegante, tomó la cartera, salió a la calle, y llamó un taxi.

En cada acontecimiento de este tipo, el señor José Antonio lucía afeitado, él se veía distante de aquel tipo bohemio, que se había dejado crecer la barba y el pelo, que usaba sombrero, vestía bermudas y ojotas aun, cuando llevaba sus discos y algunas notas escritas a último momento para su programa de radio, en Brasil.

Se consideraba un hombre distinto, ante la vista de sus nuevas amistades, aparentaba haber olvidado aquello y se mostraba coherente, tanto en su vestimenta, ahora más sobria, como en sus actos, alejados de las contravenciones. Buscaba enderezar ciertos rumbos y caminos errados, redimirse ante sus hijos y amigos y hallar en su derrotero, una mujer a quién acompañar y sentirse pleno de confianza.

En eso pensaba, mientras ponía la mesa para dos.

Por eso, no lo sorprendió el llamado por el portero, el ruido que hacen los ascensores cuando suben, ni la cierta belleza de la dama, que apenas conocía a través de fotos por internet, cuando la encontró parada en el palier.

Se dieron la mano, un simple beso cordial en la mejilla y la invitó a pasar.

El señor José Antonio se mostró atento y locuaz, y ella le manifestó que sentía cierto temor por haber tomado ésa decisión, ya que según confesaba, era la primera vez que visitaba a un señor en su departamento, sola y de noche. Entonces él le agradeció cálidamente ese gesto, y la invitó a conocer la vivienda. Le pidió que se ponga cómoda y le hablo de lo que estaba cocinando para cenar, mientras abría el horno para enseñarle la comida. Ella aprobaba con gestos, y mostraba cierta candidez en el rostro perfectamente maquillado.

Conversaron entusiasmados sobre la receta. Él le decía que una de las cosas que consideraba primordial en la cocina, era hacer comidas rendidoras, especialmente los fines de semana y cuando tenía invitados. Seguía hablándole de que para él, era muy importante recibir a la gente, compartir una conversación amena, y mostrar lo que estaba cocinando. En cambio ella le decía que tenía por costumbre rellenar el pollo el día anterior y que lo cocinaba y guardaba en la heladera. Normalmente lo sirvo frío, decía con una agradable sonrisa en su rostro inspirado, pero para quienes lo quieren consumir caliente se lo puede cocinar unas horas antes. - Como haces vos. 

El señor José Antonio, le decía que esta vez había empleado un pollo deshuesado, queso de barra, jamón cocido, zanahorias ralladas, pickles, huevos duros, mostaza, algo de provenzal y sal y pimienta. También le comentaba que para él era fundamental tomar una copa de vino mientras preparaba todo. Le ofreció algo para tomar, desde una variedad de tragos que podía hacer para la previa de la cena, lo que ella le pidiese. Pero ella se negó argumentando su escasa afición a las bebidas alcohólicas, y le aceptó de buena gana una gaseosa helada.

La velada había comenzado de forma estupenda para ambos que se sentaron a hablar sobre las ocurrencias escritas por él, y que ella leía con cierto entusiasmo, mientras él le explicaba que algunos escritores tratan de seguir un orden lógico que normalmente comienza con los orígenes del motivo por el cual se escribe y terminan con la solución o comprensión del mismo. En cambio, - le aclaró - Los míos, no se de que diablos se tratan. Le dijo elevando los hombros para que ella lance una frase, que él tomó como de aprobación.

 "Eres un tonto," le contestó sonriente y siguieron la conversación animada, recordando aquellos primeros contactos y algunas frases que se habían mandado por la red social y que hicieron que ella se distendiese y lanzara algunas risas cantarinas, mientras controlaban la cocción del pollo, y hasta que finalmente, convinieron en cenar, escuchando música chillout, la preferida del señor José Antonio.

Ella le decía en cambio, que no estaba acostumbrada a ésa música, que era algo nuevo para sus oídos, ya que sus preferencias radicaban en los románticos Latino Americanos pero para la ocasión le parecía perfecta, y le pidió que le hablase de su vida aventurera, - para conocerte un poco más. - Argumentó.

Con la suave música de fondo, él comenzó un extenso relato que por momentos la hacían mostrarse alegre y que por momentos parecía sentirse compungida, emocionada. Como si hubiese visto las cicatrices que él llevaba guardadas en el corazón. Así es que rescató una frase que le había escuchado decir y que se la repitió mientras él cambiaba el disco compacto en el equipo musical. - Dijiste que eres un experto en cometer errores, que te perfeccionas en eso, que cada vez te equivocas mejor, y que tal vez por eso es que vives solo.- 

Hubo un tiempo pequeño, pero eterno a la vez, de un raro silencio, donde la música jugó el papel de acompañar los pensamientos. Ella se puso de pie y avanzó hacia él. Le pidió que no le cuente nada, si lo lastimaba. Pero volvieron a la mesa y él le dijo que se prepare a oír todos sus tropiezos amorosos. Entonces, ella le prestaba mucha atención. Una enorme atención.

Y mientras él hablaba estaba segura de que aceptar la invitación había resultado ser una idea magnífica, incluso para él, que le hablaba con simplicidad y un alto estado de ánimo, casi con una completa sinceridad y sintió que ella también debía mostrarse más auténtica y que en realidad, también ella añoraba no tener alguien con quien hablar así, de repente, de su fracaso matrimonial y algún atisbo amoroso que dejó pasar.

Por momentos, pensaba en sus hijos, aquellos que no sabían dónde estaba ella, aquellos que sólo la llamaban para que cuide de sus nietos. Y por momentos abría los ojos bien grandes para observarlo y convencerse de que estaba sola, en la casa de un hombre a quién recién conocía y que presumía, era un hombre bueno.  

A los postres aceptó con ganas un helado de dulce de leche y dos bombones y disfrutó el momento en que de una forma casi mágica, él le alcanzó una rosa, mientras lavaban juntos los platos. - Para usted, señora. - Le dijo sonriente. Ella tomó la flor, la aprisionó contra sus pechos y buscó absorber el aroma de sus pétalos. Le agradeció con una sonrisa encantadora y soportó los embates de otros recuerdos, de otras flores, de otros hombres, de proyectos truncos y descorazonadores que merodearon por su vida. 

Ahora si te acepto ese trago, - Le dijo cuando finalizaron la tarea en la mesada -. pero con poco alcohol, por favor.

El señor José Antonio, le preparó un trago con base frutal para ella y uno algo mas especial para él, y brindaron por ese momento, por esa primera cita, por esa linda amistad.

Se quedó apoyada en una de las paredes observándolo, mientras él le hablaba sobre un intérprete que ahora iban a escuchar, lo vio caminar hasta el equipo musical, veía sus movimientos mientras buscaba entre sus discos, mientras encendía un cigarrillo, cuando él le entregaba uno y cuando se le acercó para ofrecerle fuego, y casi sin darse cuenta, por primera vez en la velada, sus cuerpos se rozaron y en ése roce, iniciaron los movimientos acompasados que la música sugería y decidieron bailar sobre la alfombra.

Algo ruborizada, le preguntó si le molestaba que ella baile sin los zapatos. Él, con un gesto natural y espontáneo la ayudó a descalzarse.

Bailaban. Bailaban apretados, y él le contó que la música le gustaba desde que era pequeño, le decía que recordaba a sus padres bailando la "Serenata a la luz de la Luna", que estaban pasando por radio El Mundo, y que él los veía tan juntos y mirándose a los ojos, que en silencio se fue a dormir, y que los dejó solos, ensimismados, con la música de la orquesta de Glenn Miller. - Hay pequeños instantes, muy felices en mi vida, que quedaron capturados para siempre en mi memoria, verlos a ellos bailar, es uno de ésos momentos Inolvidables. - Le dijo. 

Se sintieron bien, se miraban, ya sin hablarse, moviéndose cadenciosamente y ella apoyó su cabeza en el hombro de él, y tuvo allí un instante más para pensar en sus hijos, en su vida y en darse cuenta de que, de ella, no habían hablado, y que él tampoco le había preguntado nada. 
No sabes nada de mi - le dijo despacio, al oído, mientras se dejaba guiar con el ritmo de la música. - Tus ojos ya me han contado todo.- Le contestó él, casi en un murmullo. - Gracias.-

Luego de sentirse cautivos del momento, hubo una pausa serena y conmovedora, que él aprovechó para ofrecerle un café. La notaba algo confundida, quizás nostálgica.

La dama en cuestión, le pidió un té con edulcorante, y lo tomaron sentados en los sillones.
Ella le dijo que estaba haciendo un curso de Programación Neuro Lingüística, como queriendo de ese modo, dar lugar a que se le calme, aquel latido intenso que sentía en todo su cuerpo, como queriendo aplacar cualquier impulso desacostumbrado.

El señor José Antonio, le dijo que recordaba haber leído en un manual de PNL, algo que hablaba sobre la estructura gramatical de las proposiciones. - Si mal no recuerdo, una proposición se hace en primera persona, se emplea, yo te propongo, yo deseo. Eso, nos va llevando a la acción directa, a la acción deseada. Para eso, debemos sincronizar la postura, los gestos, la voz y la respiración. Y también leí que hay que estar atentos a las reacciones de la persona a quién nos dirigimos, porque hay ciertas palabras que tienen un efecto mágico. Entonces, a una proposición la debemos expresar claramente, en un estado mental positivo, con el mismo timbre de voz, con la misma entonación y acompañar todo con el gesto específico. Y además, me hiciste recordar un proverbio Japonés, que dice. "Pedir, sólo cuesta un instante de molestia. No pedir, nos lleva a estar molesto toda una vida." - Le dijo mientras dejaba la tacita de té en la mesa, y la de ella también, que se paró delante de él.

Con una mensurable ternura, se tomaron de las manos, se preguntaron si se sentían bien, si ambos estaban a gusto. - Que un hombre y una mujer estén juntos, es un hecho natural. Si lo hacen porque a la vez, le han agregado todo el inmenso valor del amor, es seguro que Dios verá eso con buenos ojos. - replicó ella convencida.

Y en un acuerdo común, salieron al balcón.

Miraron la Luna, que brillaba en todo su esplendor, a esa hora quieta de la madrugada.


- Jorge Luis Borges le decía a María Kodama que, a la Luna, ha través de tantos siglos, la vigilia humana la ha colmado de un antiguo llanto. Si yo pudiese escribir mensajes en la luna, lo haría, para que todo el mundo los lea. - Dijo él, y señalando hacia el cielo totalmente estrellado, continuaba - Fíjate bien, aquella de allá, ésa es la constelación de Escorpio.


El rostro de ella pareció iluminarse, por su enorme sonrisa.

Y de repente se sintió animada en cuerpo y alma, como envuelta en un manto de algarabía juvenil, y se despojó de todas sus preocupaciones. 

Se sintió parte del universo, y levantó los brazos como queriendo alcanzar las estrellas. Como sabiéndose una más de ellas.


Hizo dos o tres giros completos sobre si misma, con los brazos abiertos, hasta que finalmente se detuvo frente a él y los dos se estremecieron en un abrazo intenso.

Y en aquel abrazo, ella se sorprendió diciéndole:

- Lléveme adentro caballero, tengo frío en mis pies descalzos. 

Una tenue brisa, venida desde el sur, hacía flamear su pollera, mientras cerraban la puerta.

Fin

"JUEGOS DE SEDUCCIÓN" Autor: IBARRECHEA. Todos los derechos reservados. Copyright 2013 diceelwalter@gmail.com - http://diceelwalter.blogspot.com  PASEN Y VEAN de Ibarrechea & Al Ibarguren; Tema musical: Obsession; Intérprete: GIACOMO BONDI. myspace.com/giacomobondi bajo licencia de YouTube estándar. Imágenes de Google.(regiayfashion)



Hasta la próxima entrega. Buenas noches.