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viernes, 3 de agosto de 2018

JOYCE CAROL OATES : POEMAS



Vi a una mujer que entraba en una vidriera


Vi a una mujer que entraba en una vidriera
como si entrara en el cielo.

Vi a su muerte avanzar a encontrarse con ella,
oscurecida por el vidrio impecable.
Flores de cornejo la arrastraban, con un aire drogado de lilas,
era la fachada antigua de la belleza,
enceguecedora,
ciega: la transparencia
que, al tocarla, se vuelve opaca.

El friso que pisaba se dobló de furia
deshaciéndose en piezas de puzzle sobre su cabeza.



Vi a una mujer que entraba en el sol, confiada y compuesta,
serena hasta el final.

Vi a una mujer que entraba en algo que parecía nada.
Como solemos decirnos.

El truco de la belleza está en ser inalcanzable,
una galaxia de reflejos rutilantes,
cada pieza del puzzle en su lugar.
No esta lluvia de vidrios y de sangre
sobre la cabeza sorprendida.

Las profundidades insondables hacia las que avanzaba se volvieron
la superficie más simple,
dolor y ruido.




Vi a una mujer que entraba en su propio cuerpo destrozado
como si fuera una novia.

Vi su alma pegada al suelo porque el espacio
no podía aguantarla encima.

Vi cómo la ventana al final enmarcaba solamente lo que estaba ahí,
más allá del marco,
que no podía caerse.

La garganta se me llenó de sangre:
si hubieras visto con cuánta rapidez.




Anécdota de amor

Mientras se enamora, él le extrae los secretos
de su “vida anterior”.

Mientras le extrae los secretos de su “vida anterior”,
él se enamora.

Es salvaje, embriagador y ácido, vertiginoso. Es un interrogatorio.
Le dice, contame. Por favor, contame.
No dudes. No tengas vergüenza. Es humano, dice.
Le ruega: no es avidez mía, te define.
No mientas.

Él es dedicado. Es insaciable.
Su sombra se extiende desde sus pies, henchida y generosa,
hacia ella. Pero seguro te olvidás de algo, le dice.
Primera desaprobación, la hoja del cuchillo, entre las cejas perfectas,
esa no puede ser toda la historia, dice.
No convence. Casi ni es una anécdota.

Él es tierno, es el ala lustrosa de un avión enorme,
es el olvido, todo hambre, sed inextinguible, abnegación.
Hay más, dice con calma, vos no me estás diciendo toda
la verdad, me estás mintiendo, dice, ¿no sabés que
nada que descubra me va a hacer enojar?

Mientras drena su “vida anterior”, el amor de él disminuye.
Pronto va a ser camaradería, después hermandad.
Y después no va a ser nada.

Sin embargo, esta noche está feroz de amor, y con ganas de
rogarle. Te olvidaste bastante, dice, por favor no me mientas,
dice, qué es, le pregunta.
Él siempre pregunta.




Motivo, metáfora


La lluvia
gotea negra
horas, días,
así que me escondo acá.
En esta jaula estrecha.
Las palabras son barrotes
que confinan, pero
allá me ahogaría.
Me ahogué.



Joyce Carol Oates

Narradora norteamericana, nacida en Lockport (Nueva York) en 1938. Célebre por las generosas dosis de violencia que ha volcado en sus cuentos y novelas, está considerada como una de las más destacadas seguidoras de la corriente narrativa inaugurada por William Faulkner.
Tras comenzar sus estudios superiores de Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad de Siracusa, acabó completándolos en la de Wisconsin, de donde egresó con el título de licenciada. Posteriormente, obtuvo el doctorado en dicha materia por la Universidad de Rice, al tiempo que compaginaba esta especialización con su dedicación al cultivo de la literatura de ficción.Uno de sus primeros relatos fue seleccionado, con mención de honor, para formar parte de una antología de los mejores cuentos escritos por autores norteamericanos, lo que orientó definitivamente a Joyce Carol Oates hacia el género de la prosa de ficción.
En 1963 dio a la imprenta su primera recopilación de relatos, publicada bajo el título de Junto a la puerta del Norte, vio la luz. Un año más tarde, animada por la buena acogida dispensada por críticos y lectores, la joven escritora presentó su primera novela extensa, titulada Un otoño tembloroso (1964), obra a la que siguió un nuevo volumen de relatos, Sobre un torrente arrollador, aparecido en 1965.
Tan vertiginosa carrera literaria apuntó entonces hacia un objetivo mucho más ambicioso: la publicación de una trilogía narrativa. En efecto, en 1967 vio la luz la primera entrega de esta serie, Un jardín de delicias terrestres, inmediatamente continuada por Gente adinerada, que fue galardonada con el Premio Nacional de Narrativa de 1968. Un año después, Oates volvió a asomarse a los escaparates de las librerías con la tercer y última entrega de su trilogía, titulada Ellos (1969), novela que vino a culminar una espléndida muestra de la mejor prosa de ficción norteamericana de los años sesenta.La crítica se apresuró a subrayar las mayores virtudes de la prosa de Oates, entre las que sobresalen la densa experiencia vital acumulada por sus personajes y el desconcertante ámbito en que la autora los sitúa: un espacio literario donde el realismo social convive en perfecta simbiosis con los mejores ingredientes de la novela gótica, y en el que se genera una torrencial corriente de violencia que con frecuencia desemboca en un final sangriento, marcado por el asesinato o la aniquilación de los propios elementos destructores. La mayoría de sus personajes son mujeres, a través de cuyas vivencias Oates realiza un interesante análisis sociológico acerca de la violencia que ejercen sobre ellas los hombres y la propia estructura social del país.
Tras un largo período de silencio literario, a finales de la década de los setenta Joyce Carol Oates volvió a las listas de libros más vendidos con su novela Bellefleur (1980). Posteriormente, ha publicado El tiempo pasará (1988), Porque es amargo, porque es mi corazón (1990), Agua negra (1992), Confesiones de una chica de la banda (1993), Zombi(1995) y ¿Me querrás siempre?(1996), obras en las que continúa sosteniendo su constante denuncia de la degradación moral en que ha caído una gran parte de la sociedad norteamericana contemporánea. En 2000 publicó Blonde. Una novela sobre Marilyn Monroe.
Fuente: elplacard - biogafiasyvidas - Foto: elplacard



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