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viernes, 4 de marzo de 2022

CECIL DAY LEWIS: POEMAS


Bombardero

A través de la vaga mañana, el corazón preocupado,
Un grano de sonido enterrado en el aire
Comienza y crece sin advertir todavía—
La temblorosa red del pescador.

Se distiende la semilla, y ahora apretados pimpollos de sonidos
Vibran, manteniendo sus flores triunfantes
Al sol. Hay abejas zumbando entre campánulas,
En el corazón se despliegan llamas escarlatas.

Niños miran hacia arriba, y los olmos ornados de primavera
Sacudiendo sus cabezas y marcados por el hacha.
Valerosos o angustiados, pero sin suerte—
Abajo, la tierra se estremece: imaginamos la pérdida.

Negros como sabandijas, arrastrándose escalonados
Bajo el piso de nubes, vienen los bombarderos:
Los pesados ángeles, llevando daño
En sus vientres desesperados por vaciarse de la muerte.

Esta es la semilla que crece para la ruina,
El embrión de hierro concebido en miedo.
Tarde o temprano su necesidad debe ser contestada—
En miedo parido y fuego crepitante.

Elige entre tu niño y este embrión fatal.
¡Llevará tu culpa armas, y los hijos que deseas
Serán condenados a morir por los poderes que pagaste
Y rondarán las casas que nunca construiste!


El Poeta

Para mí no hay consternación
Aunque los males se aproximan bastante.
He aprendido a contar cada día
Minuto por minuto de respiración —
Pájaros que a la ligera comienzan con esto,
Sombras que silencian su final —
Como los amantes cuentan para la suerte
Sus propios latidos y creen
En el bosque del tiempo y arrancan
La única hoja de Eternidad.

La luna está llena esta noche.
La luna llena es la hora del asesinato.
Pero miro a las nubes que la esconden —
La bahía debajo de mí es opaca,
Un vidrio irreflexivo —
Y me irrita que pasen las nubes,
Porque desearía que de repente
Me fulminara así me estremezco
En un río de doce brazos
De luz visionaria.

Por ahora imaginación,
Mi cisne real, impulsivo,
Con vuelo rasante — Puedo verla ahora —
Desciende, por así decirlo,
Un lago envuelto en un de hilo de nieve
Una ráfaga de rocío como la de un esquiador
Por la corriente. Otra vez siento
Que las aguas heridas se curan.
Nunca antes ella cruzó
Mi corazón con tanta exaltación.

Oh, en este borde dando pasos,
En esta campánula, altura de la calma,
Donde las intuiciones revolotean
Como gaviotas nidificantes y el conocimiento
Es libre como los vientos que soplan,
¡Por un pequeño rato sostenme,
Amor, hasta que se escuche mi respuesta!
El olvido ruge abajo,
El cordón de la muerte se estrecha: pero en vano,
Si se escapa la palabra portadora.

Al morir, cualquier hombre puede
Sentir la sabiduría armoniosa, fatídica,
En la punta de su lengua seca.
Todo lo que he sentido o cantado
Aparece ahora, pero la luna es intermitente
Duerme en una bahía nublada,
El vuelo inaugural del cisne, o la escalada
A la trémula cresta de la campánula.
¡Amor, arranca la canción de mi pecho!
Escaso, el tiempo es escaso.


¿Dónde están los poetas de la guerra?

Aquellos que en locura o mera codicia
esclavizaron la religión, los mercados, las leyes,
toman prestado nuestro idioma ahora y
nos piden que hablemos por la causa de la libertad.

Es la lógica de nuestro tiempo,
No hay tema para el verso inmortal 
Que los que vivimos de sueños honestos
Defendamos lo malo contra lo peor.

Cecil Day Lewis

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