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jueves, 29 de diciembre de 2011

IBARRECHEA: CARTITAS

Querido Niñito Dios  dos puntos
Siempre te escribimos para decirte que nos traigas cositas lindas para poner en el arbolito de Navidad  coma  a veces acertás con nuestras pretensiones  coma  a veces pasás cerquita así  coma  pero a veces le errás feo  punto
Yo recuerdo mi queridito Niñito Dios  coma  que una vez descubri que vos te llamabas Exequiel Antonio  coma  porque me mandaron a pagar la cuenta de la libreta del almacén de ramos generales  punto 
La historia fué así   coma  yo te había pedido  coma  Niñito Dios  coma  un revólver  de lata que apretaba cebitas y que al explotar estas cositas  coma  hacían bang  coma  bang!  punto 
Oh Niñito Dios  coma  no recuerdas que te lo pedí en letras góticas?
Me trajiste un vaquero FW porque parece ser que me hacía más falta que el revólver  punto
Y que en un descuido  coma  mi madre me dio la plata y la libreta  para pagar la cuenta mensual  coma  y el almacenero me preguntó si me había quedado bien el regalo que me compró mi padre para Navidad  punto  punto  punto

Ahora te escribo de nuevo  coma  Niñito Dios  dos puntos
Y es para agradecerte que a pesar de las adversidades  coma  te pedí que álguien me abraze  punto
Te pedí que me hagan sentir bien  punto
Y vos  acertaste  punto
Me llenaron de abrazos  coma  me hicieron sentir bien  coma  muy bien  punto
Gracias mi queridito Niñito Dios  coma  por tu regalito de Navidad  punto
Prometo portarme bien  punto final

Ibarrechea

viernes, 23 de diciembre de 2011

IBARRECHEA: EL PIBE

Veamos, busquen a alguien para darle un abrazo.
Aunque sea el monitor de la compu, a falta de un osito de peluche.
Ya está?
Bueno, ahora cuenten conmigo.
1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12,13,14,15,16,17,18,19,20,21,22,23,24,
25,26,27,28,29,30,31,32,33,34,35,36,37,38,39 y 40.
Esos son los segundos que duró nuestro abrazo entre Piruchina y Yo.
Y después de aquel abrazo le mostré la foto del Pibe.

Un dia antes de eso, cargué mis pertenencias en el auto, y salí despacio por las calles empedradas de Itapeva y una nubes esperanzadoras sobre mi cabeza.

En la ruta, busqué una compañía para llenar el asiento vacío.
En la billetera, apretujada entre estampitas y tickets, aparece la foto del pibe.
El pibe se sienta adelante y va mirando el paisaje.
El pibe de la foto que ocupaba un lugar entre San Expedito y el carnet de socio del Club All Boys, fué tomada hace muchísimo tiempo por mi mamá.
La vieja era fotógrafa profesional, tomá vos.

El pibe aparece sonriente, con una sonrisa que se lleva todos los premios y aplausos.
Enternecedora imágen.

El pibe está sentado en una sillita de madera, tiene pantalones cortos, camisa de marinero, y una guitarrita entre sus manos.

El pibe me dijo que le dijeron que le hacían cantar el vals "desde el alma" y que todos se mataban de risa.

Piruchina, mi prima de Santa Fe, al mirar la foto del pibe, también se moría de risa.

Ahora hablo del viaje.

El pibe se asoma entre las cosas de la billetera y me dice.
- Aquí falta álguien.
Le digo que si, que de ahora en más viajaremos nosotros dos solos.
El pibe me mira, mira hacia afuera y se suceden por el paisaje Brasilero, las enormes plantaciones de bananas, de palmeras palmitales, de casas coloridas, la vista de las lagunas, del mar, de las sierras.

El pibe escucha que la funcionaria del Posto de combustïvel, eencha el tanque de gasolina Ipiranga.

- Tá indo embora? Pregunta ella.
- töu sim. Le respondo.

El pibe me dice que le causaban tristeza todas las despedidas, la misma tristeza de cuando miraba por las ventanillas del tren, las vacas amontonadas contra el alambrado.

¿Puede alguno de ustedes ayudarme a describir la mirada de las vacas?
Las miradas de las vacas tienen toda la tristeza del mundo, envuelta en dos enormes círculos negros.

- Creo que es porque siempre están mirando en contra del viento.
Me dijo el pibe.


- La señora que viajaba siempre aquí no paraba nunca de hablar.
Dice el pibe pasando sus manitos por el asiento y agrega.
- Te acordás cuando te cebaba mates? Cuando te hacía café para que no te duermas? Cuando vos subías un bolso y ella seis? Cuando te decía "que linda vista desde acá" y vos estabas pasando a tres camiones a 140 Km por hora? Y cuando se pintaba las uñas aquí? También andando a cien te hacía unos sanguchitos bárbaros... Te acordás que acomodaba la canasta del mate entre las piernas? Que se tapaba del sol con una toalla colgada en el vidrio? Y la noche que se quedó dormida? Esa noche hiciste el recorrido en ocho horas...
- Sí, me acuerdo. Pibe.
- Y todas esas otras cosas que soñaron, planificaron, pensaron, estudiaron etc. etc. que ella y vos hablaban mientras manejabas?
- Sí, me acuerdo. Pibe.

El pibe se acomodaba en el asiento.
- Mirá, aqui hay manchas de pintura para las uñas..
Y nos largamos a reir.
-Y aquí cuando se le cayó el edulcorante sobre la alfombra!
Reimos hasta largarnos a llorar.

- Cuando puedo entro a Internet y leo su blog, escriba algo sobre nosotros.
Me dice la Cabo primero de Gendarmería, Vanessa Gómes, en la Aduana.

Y el pibe me pregunta si de nuevo estamos en Argentina.
Le digo que si.

Entonces se acomoda de nuevo en la foto, toma la guitarrita entre sus manos y me dice.
- Yo quería mucho a la señora que se sentaba aquí.
- Yo también, muchísimo.
- La voy a extrañar.
-Yo también, muchísimo.

Entonces, el Pibe, se tapó con los tickets de los peajes y se quedó dormido en el auto.
Adentro de la billetera.














Ibarrechea
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viernes, 16 de diciembre de 2011

IBARRECHEA: EL EMBOTELLADOR DE SUEÑOS

Sueño y a cada sueño le asigno un frasquito.
Por la mañana, tapo los frasquitos con un corchito.
A los frasquitos los guardo en la biblioteca.
La biblioteca está encima y a los costados de la mesa del escritorio.
Sobre el escritorio una compu.
Abajo al costado, derrotada, exhausta y en trámites de jubilación, descansa una Olivetti.
Sin destapar ningún frasquito que me cuente nada, miro por la ventana hacia el cielo.

El que no ve nada en el cielo, es porque no tiene alma de escritor.

Algunas nubes tienen formas de dragones.
Otra, de una princesa asustada que mira desconcertada a los dragones.
Y más allá, otra nube se parece a un castillo.

Entonces desenfundo mi lapicera y concurro en defensa de la desprotegida princesa.
Los dragones, sorprendidos por mi arrogancia, huyen entre rayos y centellas.
La princesa, agradecida, me dice que no la deje sola. No esta noche, Caballero.

El que no ve nada en el mar, es porque no tiene alma de escritor.

Algunas olas tienen forma de piratas.
Otra, de una sirena asustada que mira desconcertada a los piratas.
Y más allá, otra ola se parece a un barco.

Entonces desenfundo mi lapicera y concurro en defensa de la desprotegida sirena.
Los piratas, sorprendidos por mi valentía, huyen entre los oleajes espumosos.
La sirena, agradecida, me dice que no la deje sola. No esta noche, Bucanero.

Por eso escribo nena, para que me pidas que no te suelte la mano, no esta noche.

En algunos frasquitos tengo sueñitos locos.

"Todos mis hijos me llaman para preguntarme en qué lugar del mundo estoy escribiendo.
El celular pierde la señal en el medio del mar.
Entonces me siento en la balsa, les escribo una carta.
Y arrojo la botella en el océano."

"El señor que arregla máquinas de escribir, se pone los anteojos.
Examina la Olivetti.
Me mira con sus ojos tiernos y cansados.
Yo entiendo y cubro mi máquina con una sábana."

En algunos frasquitos tengo sueñitos relocos.

"Algunos de mis personajes me reclaman más protagonismo.
Otros esperan para salir a escena.
Los lugares que recorro me hablan al oído."

"Pero el mejor de todos y que se repite en todos los frasquitos de este embotellador de sueños.
Es aquel en el que tú me dices. Después de la ducha juntos. Después de volver a acostarnos.
Que no te suelte las manos. No esta noche, amor."

Por eso escribo.

Ibarrechea.

martes, 13 de diciembre de 2011

IBARRECHEA: EL PEQUEÑO DIDU

Fué así  qué  todo comenzó, señor escribidor, el circo entró por allá, por la calle del fondo.
De allí mismo y de mañana temprano se podía ver como entraban al pueblo, primero el señor Scanattini con su saco rojo y sus botas de montar golpeando el látigo contra el suelo, levantando la tierra, atrás de el,  toda una banda tocando marchas,  después los acróbatas, el mago, los payasos, las jaulas, los elefantes, un burro y los coloridos camarines.

Entraron por allá y con semejante barullo nos tuvimos que levantar. Yo tenía que trabajar, pero le dije a ella que se quedara en la cama, que solo era un circo más que llegaba  al pueblo, no me hizo caso y salió como todo el mundo a la vereda, incluso con el pequeño Didú, descalzo.
Al final todos se alborotaron, nadie sabía nada que venía un circo y menos a esa hora en que recién sale el sol. Lo armaron en el baldío al lado del río.

La primera noche ella no aguantó y fué a ver la función, dicen que estaba lleno, me contó el pequeño Didú, que a ella la hicieron participar y se tenía que parar de espaldas a una tabla y que un tipo le tiraba cuchillos y que por suerte no le acertó ninguno, pero cree Didú que después se hizo la que se desmayaba y el tipo la llevó a su camarín.

A mi ella no me contó nada de eso porque yo estaba dormido cuando volvieron y ellos estaban dormidos cuando me fui a trabajar de nuevo al otro día.
Solo por la tarde, hablaba con Didú, porque ella a la tarde se iba al circo como empleada de limpieza.
Eso si me dijo, que limpiaría los camarines de los artistas y que por eso le pagarían bien, y que después se quedaría a la función como voluntaria.

Durante tres días más hizo de ayudante del lanzador de cuchillos, pero, me dijo Didú, que se conchabó con el mago, parece ser, siempre según Didú, que el tipo hacía que la serruchaba y la partía al medio, entonces después de los aplausos, se desmayaba de nuevo para que el mago la llevara a su camarín.

Yo hablé con ella, señor escribidor, le dije que no vaya más al circo, que se quede a cuidar a Didú y que la gente hablaba demasiado de sus desmayos seguidos como ayudante, ahora,  del domador el señor Scanattini que la tuvo toda la noche reanimándola porque vestida de india africana, dicen que la metió en la jaula con los tigres, fíjese usted, señor escribidor.

Mis compañeros de trabajo se burlaban de mi gracias al comportamiento de ella.

Pero dicen que fué el trapecista el que le enseñó a volar, practicó una noche entera con la piola entre las piernas y al final después de girar varias veces se soltaba y giraba en el aire sin caer.
La gente pagaba el doble para verla a ella haciendo ese espectáculo.

Entonces no aguanté más, me enojé y fuí a hablar con ella, porque por culpa del circo había abandonado a nuestro pequeño Didú. que se acostaba solito y se levantaba solito.
Que por culpa del circo la gente inventaba habladurías y se me reían en la cara, que si bien yo sabía que aquí hablan porque si y de más, que quedaba feo escuchar eso y le pedí que no le diera motivos a nadie, además yo me levanto temprano a trabajar y vuelvo cansado a la noche y no encuentro nada listo para comer.
Didú seguramente tampoco la pasaría bien asi es que yo le preparaba todo al pequeño para que comiera, se bañara  y se cambiara de ropa.

Ella se me reía, señor escribidor, mientras yo enojado le decía de todo, se me reía y bailaba como las gitanas porque había aprendido eso también y los hombres del pueblo pagaban tres veces más para mirar sus carnes mientras bailaba. Bailaba y levantaba vuelo.

Pensé en llevarme a Didú conmigo al trabajo, pero el me hizo saber que había visto llorar un payaso y que se hicieron amigos asi es que se quedaría dos horas en el circo y que luego hablaría con su madre para que volviesen juntos.

Esa noche fue la atracción máxima, inolvidable, el circo estaba totalmente lleno, no entraba un alfiler en la carpa, me contaron después y que aún así había una fila de tres cuadras por esta calle para una tercera función, dijeron que ella volaría entre las gentes y haría un jueguito especial con el mono. Qué me dice.

Entonces ocurrió la desgracia, el fuego se inició cerca de los camarines y el viento lo fue llevando a las jaulas primero y a la gran carpa después, la gente se pisaba por salir, gritaban desesperados, hubo muchísimos heridos, pero no muertos porque la lona incendiada no cayó sobre la gente, fueron los animales sueltos que antes de escapar al rio, lastimaron a algunos.

No quedó nada.

Hubiese visto usted, señor escribidor, cuando al día siguiente se fué lo que quedaba del circo de Scanattini.
Yo ví que el iba al frente, con sus ropas llenas de hollín y todas mojadas.
La banda silbando, sin instrumentos.
Todos los artistas, con sus ropas destruídas, avanzando lentamente ante nuestros ojos.
Las jaulas vacías y quemadas.
La chatarra que antes eran camarines, humeaban arrastadas por los tractores.

Ella también se fué.
Cerraba ese triste desfile.
Iba volando alrededor del burro, cuando empezó a llover.

Me dijeron que por la madrugada, antes de irse, una gitana puso la mano sobre la cabeza de mi pequeño Didú, señor escribidor, y que le dijo que a ésta,  a ésta se la iba a pagar.

Ibarrechea.

IBARRECHEA: MARIA Y YO

    Si te trepás al dique de Cruz del Eje, y caminás por el paredón haciéndote el macho, sabrás que de un lado está el agua y del otro, el viento que lleva los ángeles al cielo.

    Después de eso puedes pescar, sacar fotos, llorar y otras bestialidades que se te ocurran, mientras nadie te vea.

    Recuerdo que mi señorita maestra me había encontrado la pareja ideal.
    Con Normita bailábamos, hacíamos obras de teatro, representábamos a Próceres, oh, discúlpen por favor, San Martín, Belgrano, Sarmiento y Martín Fierro, Remedios, Merceditas, y La Cautiva. Y que, por culpa de ello, no advertía la presencia extraordinaria, llena de toda belleza, de María.

    María se sentaba a mi lado, me alcanzaba la goma de borrar, me decía cuál de las palabras llevaba hache, me prestaba el compás, me acomodaba el guardapolvo, se reía de todos mis chistes, me dictaba en las pruebas, le sacaba punta a mi lápiz, pasaba el papel secante en mi carpeta, acomodaba mis útiles en los recreos y nos espiaba desde la puerta cuando Normita y yo ensayábamos.
    Ellas no eran amigas.

    Los ojos de María eran dos faroles con luz alta encendida, mientras vos venías de contramano. Pero al acercarte, bajaban la intensidad, pestañeaban, alumbraban al piso y daban la vuelta. Entonces sólo te quedaba el perfume de sus manitos en tu solapas arregladas.

    A veces caminábamos por las calles de la Ciudad, la mismas calles que caminó Don Arturo Illia, sólo para que ella riese a carcajadas, para que tomemos un helado, busquemos mi bicicleta estacionada en la plaza y trepemos de un salto como el Sundance Kid.. Ella sentada en el caño y con los piés cruzados a la altura de los pedales, sus manos en el manubrio y las mías en sus hombros. Yo silbaba "Gotas de lluvia sobre mi cabeza" de Bucharach y Davis.

    En su casa vivían, ella y su mamá, nadie más.
    Al año siguiente, ella estudiaba en la Escuela Normal y yo en la ENET.
    Su mamá nunca la dejó salir a bailar. Allí ponía luz baja en sus ojos y se le empañaban los cristales.

    Aún así, tenía la sana costumbre de ayudarme con algunos ejercicios de matemáticas.
    Entraba a casa atropellando y con luz alta, con autoridad manifiesta del que sabe y susurrando cada una de sus palabras, poniendo distancia, marcando la cancha, para que el indio escondido que tengo, no se me despertara cuando quedábamos solos.

    Tres años más tarde me fui a vivir a la ciudad donde vive la mujer más linda del mundo.
    Al verme llegar, Jerónimo Luis de Cabrera desenfundó su sable made in Toledo, y me mandó a encerrar a la altura del kilómetro cinco y medio de la ruta veinte para que estudie como debe ser.

    Del puesto de guardia para aquí, órden, disciplina, y reglamentos varios.
    Del puesto de guardia para allá, a María se le moría la madre.
    De ahora en más, viviría sola.

    Nos vimos por última vez, el verano del setenta, mientras me trepaba al tren y la saludaba con la mano en alto por la ventanilla, diciéndole que me espere.
    Después del beso en la mejilla, ella cruzó todos sus dedos y con la palma de las manos hacia abajo y a la altura del bajo vientre esbozó aquella sonrisa inolvidable, sus ojos iluminaron la estación y permaneció quieta hasta que nos perdimos de vista, camino a Deán Funes.

    Nunca más vi a María.

    Cuando ascendía por los ciento cuarenta escalones del paredón del dique para ver el agua color verde oliva, me contaron que murió.
    Sola y señorita.
    Siempre esperando.

    Entonces caminé por el paredón haciéndome el macho, sabiendo que de un lado está el agua y del otro el viento que lleva los ángeles al cielo. Si algún día andan por allá y ven algo, me avisan.










Ibarrechea.
diceelwalter@gmail.com
copyrigth2011

jueves, 8 de diciembre de 2011

IBARRECHEA: LOS LUNES CERRADO

Las formidables escenas de pugilato y lucha libre que se registraban en las calle Jonas Salk, para conseguir las pizzas y empanadas de La Cabaña, era simplemente porque para todos no había.
Me contaban algunos clientes que hubo hasta familiares que dejaron de dirigirse la palabra por aquel motivo.

Llegan hasta hoy, comensales de otros pueblos vecinos a San Francisco, atraídos por el inconfundible sabor.
Trataron algunos perversos de copiar las secretas recetas.
Argumentaban algunas gitanas que se debía a la calidad de la harina.
Otros brujas decían que era la proporción de aceite en la masa.
Que las aceitunas estaban embrujadas, replicaban los chef de vanguardia.
Que la comida era afrodisíaca, consta en actas de algunas descuidadas.

Guardado el secreto bajo siete llaves, como la de una bebida cola, las insuperables pizzas y empanadas se venden ya sin los sobresaltos del comienzo, me decía un señor gordito que merodeaba el lugar.

Según una tía del vecindario, resulta ser que todo allí se hace con amor, con mucho amor, siempre se agrega esperanzas, humor, desafíos, humildad, comprensión, sueños y una lágrima de felicidad y otra de agradecimiento, no es fácil, me aclaró.

De aquellas escenas de pugilato del comienzo, ahora es una ordenada fila que avanza por la vereda, bajo un murmullo de sibaritas, aunque llueva.
Eso si , no hagan como yo, que fuí un día lunes.
"Los lunes cerrado."
Reza un cartel en la puerta.

Ibarrechea.

IBARRECHEA: FELIZ NAVIDAD

En el pasaje Israel, de mi querida Ciudad de Córdoba, unos mayoristas me vendieron cien banderitas Argentinas insertadas en un frágil mástil de plástico blanco, a cinco pesos.
Esa Nochebuena, algunos niñitos internados en el hospital infantil, entre otras cosas lindas, recibieron mis banderitas. Éramos varios voluntarios.
- Feliz Navidad.
- Feliz Navidad.

Treinta y tres años antes de la peor desolación a la que pueda ser sometida una Madre, María paría a Jesús, su hijo, eso es señores la Navidad, el nacimiento de Jesús, de ahora en más, Niñito Dios.

El Niñito Dios hizo que pasara un colectivo cuarenta minutos antes de la medianoche de la Nochebuena y que desde arriba del colectivo, a travéz de las ventanas yo pudiese ver la alegría de los festejos de la gente en fuegos artificiales, brindis y deseos de esperanzas.
- Feliz Navidad.
- Feliz Navidad.

La mujer más linda del mundo no sabía eso.
Los bomberos estaban atentos.
El policía no bajaba la Guardia.
Algunos presos lloraban.
Las copas chocaban entre sí.
Mi perra se escondía en la galería.
Los médicos estaban atentos.
Los enfermeros controlaban que todo esté en órden.
Alto el fuego.
- Feliz Navidad.
- Feliz Navidad.

Pasé algunas Navidades solo.
Oh, Jesús Cristo! Feliz Cumpleaños.
Señor almacenero, quiero un pollo deshuesado, algunas ciruelas, jamón, queso, nueces, pimientos morrones y aceitunas negras y para tomar, para tomar algo que haga olvidar. Me bañaba, me ponía la mejor ropa, la cena estaba lista y me sentaba en la mesa preparada para la ocasión, con mi invitada especial.
Una estampita.
- Feliz Navidad.
- Feliz Navidad.

Una Familia amiga no soportó más verme solo, señoras y señores, dos Navidades siguientes las pasé rodeado de buena gente, que me hizo los mismos regalos durante esos dos años.
La mesa estaba bien servida, el colesterol hizo nido en las nubes.
Los niños jugaban a mi alrededor.
El teléfono mudo.
Volvía a casa y me acostaba a ver televisión.
- Feliz Navidad.
- Feliz Navidad.

El Niñito Dios, había nacído en un pesebre.
Nosotros recordábamos aquella Navidad, incluso bebiendo sin parar.
Algunos Cristianos se peleaban recordando viejas y nuevas disputas.
La luna bostezaba indiferente.
Y yo.
Yo me preguntaba mientras esperaba la gracia de dormirme.
Dónde estuvistes cuando más te necesité?
- Feliz Navidad.
- Feliz Navidad.

Ibarrechea




jueves, 24 de noviembre de 2011

IBARRECHEA: POBRES DIABLOS

La mañana se presentaba esplendorosa.
Se olía el aire de primavera.
Sólo la brisa que lanzaba las aspas del helicóptero en pleno vuelo, refrescaba la humedad de los sudores marcados en los uniformes verdes.

("...El casco de acero, lleva debajo otro de fibra de plástico y allí tiene un arnés que lo ajustás al tamaño de tu cabeza y todo eso te lo sujetás con el barbijo para que no se te mueva más.")

Abajo, el espeso follaje se sacudía al paso de la nave y mas allá, se divisaba la silueta de un pequeño río, que se asemejaba a una cicatriz llena de brillo por los rayos del sol.

("...A los borceguíes hay que usarlos con dos pares de medias, es mejor,  tampoco debes dejar ningún ojal sin utilizar, tienen que estar bien acordonados, especialmente si tenés que saltar.")

Aparece en el paisaje un camino de forma irregular, por momentos parece solo un estrecho sendero, una simple huella  a la que le arrojaron grandes ramas para ocultarlo.

("...El cinturón de tu correaje, nunca debes estar flojo, recuerda que allí llevas la pistolera, los porta cargadores, la vaina de l cuchillo y fundamentalmente, te sostiene el pantalón de combate.")

Pero entre el verde intenso de los altos árboles de la selva, se observa una especie de campamento, hay varias chozas de lona y ramas, no hay animales, no hay corrales, no hay flores, no hay ropa tendida al sol, ni vehículos, ni tanques para el agua.

("...En los bolsillos de la camisa llevas normalmente la etiqueta de cigarrillos y el infaltable encendedor, el viento del vuelo te dificulta  la maniobra, pero logras encenderlo cuando el piloto hace el viraje, para volver a inspeccionar, ése lugar perdido entre los mapas.")

Ah! Maravillosa e inolvidable imágen de los verdes cerros, del lejano lago artificial, del río serpenteante, del verde intenso del valle, de aquellas lejanas nubes blancas dispersas sobre el celeste del cielo, de las aves que se desplazan mansamente, en armoniosa formación que se pierde en el horizonte.

("...Te tocan el hombro, vos viajás sentado en el piso, al frente del soporte de la ametralladora Browning, vas pisando los patines de apoyo y ésa señal es que tenés que quitarle el seguro al arma. Te señalan el campamento y te palmean el hombro dos veces más, entonces hundes tus pulgares en los disparadores y te sacudes mientras el humo del cigarrillo que fumas, se mezcla  con el humo de la pólvora de los proyectiles trazadores y perforantes, con el humo de los escapes del motor y con el calor de las vainas que saltan.")

Mientras tanto, desde abajo, aquellos pobres diablos escondidos en el mato, te tiran con todo lo que tienen.
No se guardan nada.
Era una mañana esplenderosa.
Era un paisaje de matices deslumbrantes.
Una postal de conmovedora belleza.

Ibarrechea

lunes, 21 de noviembre de 2011

IBARRECHEA: POLA

El acontecimiento extraordinario que me sucedió en aquel verano de mediados de los años sesenta, por la Ciudad de Santa Fe, fué que conocí a Pola.

Sucedió entonces que al verla, sentí que cincuenta mil mosquitos paralizaron mi cuerpo.
Me quedé sin habla.
Se me caían las babas por mi boca abierta y apenas pude balbucear un imperceptible y simple, hola.
No podía moverme, cada paso que intentaba dar era como arrastrar descalzo un riel de las vias del tren.
Señoras y señores, con ustedes, el famoso pibe de gelatina.

Pero la estrella indiscutida de esta melancólica nota.
El astro rutilante que iluminó aquel verano.
La princesa que después de las doce no se convertiría en calabaza.
La dueña por derecho propio de mis afiebrados sueños por mucho tiempo.
Era prima de mis primas.

Les voy a contar un secreto estimados amigos lectores, en mi escritorio, tengo esta máquina, una lámpara para iluminarme de noche, una serie de fotografías de mujeres desabrigadas y hermosas, como las que llevan los marineros en sus camarotes, catorce libros, la foto de Gardel, dos diccionarios, dos ceniceros, útiles de oficina y una palabra de cuatro letras escrita con tinta roja, que me recuerda la contraseña para entrar al Pasen y Vean, escondida abajo del abrochador.
Adivinen cuál.

Pola merodeaba la casa de sus primas que también eran las mías, desde la mañana temprano hasta altas horas de las calurosas noches, allá, en la calle Candiotti.
Una vez, levanté la vista de mi plato de sopa para verla, sentada delante de mí, en la mesa familiar.
Ella sonreía, hablaba, hacía gestos, movía la cabeza y a esos momentos maravillosos, de los almuerzos y las cenas compartidas, yo, el pibe de gelatina, los guardaría bajo el rótulo de momentos inolvidables.

Aún retengo en mi memoria, su flequillo largo y negro que se encargaba de acomodar con un soplido.
De sus inmensos ojos negros, que aparecían pestañeando sin pedir permiso.
De sus graciosos hoyuelos, cerquita de la fábrica de sonrisas que eran sus labios.
Del movimiento de sus manos, llevándose la fruta del postre a su boca.
Y de que no había mas nadie ni nada en nuestro alrededor, mientras conversábamos, después que rompí el delgado cascarón de la timidez.

Una tardecita, caminamos desde el puente colgante a lo largo de la costanera de la laguna Setúbal, tomados de la mano, sin soltarnos, con la complicidad cargada de sonrisitas y cuchicheos del resto de nuestra barra.

Oh Dios, nunca unas vacaciones de verano se me pasaron tan rápido.

Sorpresa.
Cuarenta y tres años después y en uno de mis tantos viajes, paré a comprar algo een el supermercado que está en el puerto de Santa Fe.
Si álguien hubiese vendido los números de una rifa cuyo primer premio era "Para mi que es ella". Le hubiese comprado todo el talonario y me llevaba el premio con la absoluta certeza de que acertaba.

Sucedió que entre las góndolas, un nene le pedía a su abuela que le compre nosequécosa.
La abuela "Para mi que es ella" entonces, se le acerca, lo levanta entre sus brazos, se corre el flequillo largo y negro con un soplido hacia arriba, se coloca los anteojos de lectura, se le forman dos enormes y graciosos hoyuelos, toma nosequécosa, se lo entrega al nieto y los dos se alejan.
Los sigo de cerca.

El nene le dice a un tipo, algo parecido a mi, que mire lo que la abuela le acaba de comprar.
Luego se toman de la mano y entre los tres, empujan el carrito de las compras, pasan por la caja, suben la mercadería al baúl de un auto y salen de la playa de estacionamiento.

"Para mi que es ella" desde el auto en movimiento, gira la cabeza y me observa a través de las ventanillas, con sus inmensos ojos negros.
Nos miramos el tiempo suficiente, hasta que el semáforo se puso verde y la vorágine del tráfico, hizo que se perdieran entre tantos autos.

Estoy seguro que si ella hubiese comprado tan sólo un número, de la rifa cuyo primer premio era "Para mi que aquel es el Pibe Ibarrechea"...
Acertaba y los dos ganábamos.

Algunos nenes llaman a las abuelas por su nombre.
Otros mocositos, no.
Que los parió.

Ibarrechea

viernes, 4 de noviembre de 2011

IBARRECHEA: BORGES Y ALVAREZ

"...Estaba una familia reunida a punto de comer, se sienta el tipo en la cabecera de la mesa, se sienta su mujer, se sienta su suegra, se sienta su hija de dieciocho años y el boby se queda esperando. El tipo levanta la copa para brindar, cuando de repente entran a la casa unos delincuentes, con los ojos saltones, rojos de furia, les caia baba de la boca a los guasos, sin decir una palabra le pegan al tipo, lo reducen a patadones y lo atan a la silla... Entonces le agarran la mujer la tiran sobre la mesa y le dan...
- no!
- si!
- y a la madre del tipo tambien ...
- no!
- si!
- y con la hija se hacen un festín!
- no!, no puede ser y el tipo qué hacía!
- El tipo estaba paralizado...
- será por los nervios, pobre hombre...
- no se, o el cagazo qué se yo Alvarez no me interrumpa..
- La cuestión es que cuando se la iban a dar al pobre Boby, éste sale corriendo entre las sillas y se escapa al patio.
- No me diga que al perro también...
- Si Alvarez, el boby se salvó de milagro, pudo escaparse, pobre animalito...
- Y que pasó con la mujeres?
- Las matan delante del tipo...
- Pobre hombre, Borges...
- Entonces los tipos se sientan a comer, comen de todo y el jefe de estos delincuentes pide un poco de ketchup para ponerle a la carne y cuando sacude el envase, le mancha la corbata al pobre infeliz...
- Y qué pasó?
- Allí se volvió loco y empezó a gritar y les decía que si se escapaba  de esas ataduras los iba a perseguir por todo el mundo y se las iba a hacer pagar...
- No me diga...
- Si, así les dijo. Después de dos años, el tipo los encuentra, acompañado del perro fiel... Los delincuentes estaban en un restaurante comiendo pastas con salsa de los cuatro quesos, al pesto, así como le gusta a usted... con un buen vino y rodeado de mujeres hermosas, entonces se les acerca, lo mira al jefe de la banda, mete la mano al bolsillo del saco...
- Saca una pistola!
- No, mientras se acerca los demás escapan y el boby los persigue a los mordiscones así ...
- Cómo hacía el boby?
- No se haga el vivo Alvarez... así,  guau, guau!
- Bueno y qué pasó, cuénteme...
- El tipo se le acerca, lo mira a la cara y le dice... Al fin te encontré hijo de p... y saca del bolsillo un envase con ketchup y le mancha la corbata al delincuente diciéndole... A vos te gusta que te manchen la corbata ?

Homenaje a Alberto Olmedo y Javier Portales
"Borges y Älvarez"
Sobre una idea del genial Hugo Sofovich
Acompañados con la música de Michael Fugain "Attention medemes e monsieur"

Ibarrechea

miércoles, 26 de octubre de 2011

IBARRECHEA: EL HOMBRE QUE ESPERA

El hombre que espera, se cambia lentamente, se peina, se perfuma, se asoma a la ventana y mira hacia a calle, pero no ve a nadie.

Ha preparado la cena para dos.
La cena está lista.

Entonces, el hombre que espera abre la puerta, va hasta la vereda y mira hacia la calle, pero no ve a nadie.

Se impaciente y mira la hora, camina hasta la esquina, mira un poco para allá, mira un poco para acá, pero no ve a nadie.

Al final se decide y da toda la vuelta a la manzana de su casa, cruza la calle, camina hasta la parada del colectivo, espera, fuma y se vuelve sin haber visto a nadie.

Cruza su jardín resignado.
Abre la puerta y la encuentra sentada, sonriente.
Esperándolo.

IBARRECHEA: BURBUJA

Si te paras a ver como anochece sobre Porto Alegre, desde Guaíba, verás cómo lentamente se encienden los casi cinco millones de lámparas que parecen juguetear en la distancia.
Como burbujas alegres y rutilantes.
Hasta que una de ellas, de repente, parece escaparse entre los morros para llegar al cielo.
Y se hace grande y redonda.
Se esconde entre las nubes de agua que vienen desde el mar.
Y aparece nuevamente.
A esa burbuja la llamamos Luna llena.
Sabes una cosa?
Dentro de una hora, iluminará tu pelo, allá en Córdoba, preciosa.

IBARRECHEA: A LA DAMA ANÓNIMA

Cómo qué donde me puedes ubicar para conocerme, dama anónima?

Es fácil, si me quieres encontrar en el verano, camina por la orilla del mar, desde Torres hasta Praia Paraíso, en Brasil.
Te vas a dar cuenta rápido, pues soy el que lleva un libro bajo el brazo y el que procura encontrar algo de poesía en las huellas que dejo en la arena.
Y soy el que va tras el canto de las sirenas y al que siguen atentamente con la mirada, las ballenas con sus crías, por las dudas.

Ahora, si me quieres encontrar en San Antonio, estoy a pocas cuadras del cielo de Córdoba.
Te vas a dar cuenta rápido, pues soy el que lleva un libro bajo el brazo recorriendo el río y saltando entre las piedras procurando algo de poesía, bajo la sombra de los árboles.
Y soy el que va tras el murmullo encantado de las sierras y al que siguen atentamente con la mirada, los perros del lugar, por las dudas.

También, si quieres encontrarme en la Ciudad de Córdoba, dama anónima, te será fácil.
Te vas a dar cuenta rápido, pues soy el que lleva un libro bajo el brazo y que camino por su avenidas y peatonales en procura de la milagrosa poesía urbana.
Y Soy el que va tras el aroma del perfume de la mujer más linda del mundo y el hombre que sigue de cerca el Capitán Jerónimo, su fundador, con su sable sacando chispas por el asfalto, por las dudas.

IBARRECHEA: R/P

Carolina y Alejandro son mis médicos en Argentina, llenos de buenas intenciones y con un halo de profesionalismo envidiable, coincidían en el diagnóstico de mis males.
Hicieron una detenida lectura de los estudios solicitados.
Pusieron a la luz las radiografías, y se manchaban el dedo índice que se desplazaba contorneando mis huesos.
Me dijeron que diga treinta y tres.
Me hicieron toser.
Aspire, exhale.
Electro a las una, electro a las dos.
Coincidieron en la medicación apropiada.
Aquí vamos, es necesario querido Pasenyvean, que suspendamos el cigarrillo, evitemos algunas comidas, tus malos momentos sobrecargados de rabietas y algunas bebidas.

Esas ojitas blancas que encabeza un llamativo R/P (Recepte y Prepare) dirigida a los farmacéuticos, las arrojé al viento desde el puente, volaban en claro descenso, graciosamente, hasta caer en las mansas aguas del rio San Antonio, que se las iba llevando jugueteando entre las piedras.

¿Acaso eso no es poesía?

Total, en la suma de nuestros desaciertos y los designios del Señor, está esa cosa ...
que llamamos destino.

IBARRECHEA: LEVANTA CADÁVERES

Eran unos pobres diablos temerosos, señalados ante  toda adversidad, que al final, aceptaron aquel trabajo.

A los tipos los enfundaron en mamelucos color naranja que los cubrían de los cuellos hasta los tobillos y los subieron a la parte trasera de una camioneta blanca.

El sol les daba de lleno en la ruta y cada tanto, tenían que bajar, inspeccionaban el animal, juntaban sus partes, lo embolsaban en oscuros sacos de plástico y lo depositaban en el mismo lugar donde viajaban.

Así, por cuatro horas de mañana y por cuatro horas en la siesta.

Al final, en una zanja, arrojaban todas las bolsas del día, las rociaban con gasolina y les prendían fuego.

Los encontré a eso de las siete de la tarde, me acerqué hacia ellos, observé sus ojos rojos de desencantos y miserias y cuando sintieron mi presencia, sin decirme una palabra, me alcanzaron un trago de cachaça a cambio de algunos cigarrillos.

El aroma del tabaco, mitigaba el tufo mortuorio de sus ropas.

Al otro día, los turistas recorrerían la ruta limpia y luego de pocas horas, llegarían al mar, sin contratiempos.

martes, 26 de julio de 2011

IBARRECHEA: RESPLANDORES EFÍMEROS

Antes de los lunes, los días se llaman domingo.

Los domingos a la mañana yo me ponía los pantalones cortos, las medias para jugar y me calzaba las "championes".
Desayunaba con mis viejos rapidito y salía corriendo hacia el Sportivo, para llegar temprano.

Los domingos a la mañana, nosotros, los pibes de la categoría "cebollitas", nos matábamos corriendo atrás de la pelota de fútbol en la cancha reglamentaria.

Al pibe que no era "cebollita", se lo veía merodear por la Iglesia esperando que el cura de su discurso religioso, en la misa de las diez.

Vos elegías, nene.

El Quacker y la cascarilla que te encajaban en la semana, te hacían patear los córners con tal fuerza, que la pelota volaba y se bajaba del cielo, apenas donde empieza el área grande, a mitad de camino del segundo palo del arquero.
No había caso, ché.

Cuando el árbitro daba por terminado el partido, algunos rencorosos te esperaban a la salida para cobrarse con sus propias manos, alguna patadita injusta derramada al pasar.
Trifulca en la calle y las piñas iban y venían mientras se escuchaba la musiquita de la marcha del deporte de fondo y los gritos de los que te venían a separar.

Vos elegías, nene.

Los días domingo, toda la familia junta, almorzabamos en "la casa de la abuela"
Antes, nosostros los pibes, decíamos así.

Entre mi abuelo y mi padre me sentaba yo, bañado, perfumado, con "curitas" en los rasponazos de las rodillas y untando por puro placer, el pan en la salsa.

A la siesta, mis tios practicaban juego de naipes varios.
Mis tías, practicaban chismes varios.
Mientras mi abuelo, papá y yo, el cebollita, controlábamos la boleta de "la polla" de pronósticos deportivos con los resultados de los partidos que lanzaba al aire la Cabalgata Deportiva "yilé"

El sol de los domingos, pasa por el cielo más rápido que en los otros días, entonces, había que volver a casa porque el otro día es lunes, y había que trabajar, según parece.

Tenías que despedirte de tus santos abuelos con un beso y pedirles la bendición.
O estabas a punto de ligar un soberano tirón de orejas.
Es así que sentías que ellos apoyaban sus manos entre tus rulos y te decían en la puerta, que Dios lo bendiga pequeño granuja, que Dios lo bendiga.

Vos elegías, nene.

Los días domingo, a la tardecita, volvíamos caminando a "la casa de la mami"
Antes, nosostros los pibes, decíamos así.

Entre mi padre y mi madre iba yo, levantando la tierra de la calle y con la camisa manchada con salsa.

Ya estaba oscuro cuando papá subía al tren que lo llevaba a Buenos Aires a trabajar.
Las mariposas de los faroles del andén, compungidas me ayudaban a despedirlo.
Si te la dabas de macho, no podías andar mariconeando en una estación de trenes.
No había caso, ché.

Vos elegías, nene.

Mamá me esperaba y cenábamos un rico café con leche y pan con mortadela.
Después, me mandaba a dormir.

Estos resplandores efímeros, que iluminan el túnel de mis recuerdos, traen también, el claro murmullo de la plancha sobre el almidón de mi guardapolvo, el monótono ritmo del roce del cepillo con pomada en mis zapatos y el sublime beso de mi madre en mi frente, mientras yo, me hacía olímpicamente el dormido.

Después del domingo, los días se llaman lunes.

Los lunes a la mañana, las señoritas maestras, tenían por costumbre, pedir que sacásemos una hoja en blanco, lápiz y la goma de borrar. para la temible prueba escrita.

Oh Dios mío, porqué existen los lunes..?

Ibarrechea

sábado, 23 de julio de 2011

IBARRECHEA: WINKELBAUER

Nunca habiá visto unas piernas tan blancas, tan bien formadas.
Don Joseph, le lavaba los piés a sus dos hijas, agachado sobre el enorme fuentón, luego se los secaba lentamente mientras ellas reían por las cosquillas que sentían, nos decían.
Después, pisaban la madera de una escalera, subían a una alta tarima, introducían los pies, en una gran batea llena de uvas negras y empezaban a saltar sobre ellas al compás de una música de la Europa del Este.

Esta escena se desarrollaba en el patio de la casa de don Joseph, en Deán Funes, una vez cada año hasta que la menor, se casó.

La mayor, mantuvo su soltería por unos años más, fue entonces que don Joseph, su padre viudo enfermó.
Los parrales del fondo también enfermaron y un fuerte viento de otoño los tiró al piso, donde fueron hallados, sin vida, por los perros de los vecinos.

Una vez entré a buscar unos papeles a la casa de don Joseph, lo hice a pedido de una de sus hijas, que me dijo que los recuerdos de esa casa afectarían su frágil salud.

Entré por la puerta del fondo porque era la única puerta con llave y picaporte, en cambio, la entrada principal, estuvo clausurada desde el fallecimiento de su madre y ostentaba colgajos de telarañas con hojas y tierra de muchos otoños anteriores.

Daba miedo.

Cuando llegué a la cómoda del cuarto de don Joseph, abrí temeroso, el primer cajón, el manojo de papeles que buscaba, estaba ahí, eran las partidas de nacimiento de ellas dos, perfectamente acomodadas entre un montón de viejas fotografías.

Por curiosidad, abrí el segundo cajón, al levantar una camisa blanca vi una pistola Lugger, un birrete gris y una Cruz de Hierro, colgando de una cinta negra, con algo de rojo y blanco, me parece.

Al salir a la luz del patio, me detuve a recordar a don Joseph, parado en el lugar donde lo encontraron muerto.

Me parecía oir nuevamente aquella música que dormía en los surcos de un disco, me parecía ver las piernas largas de sus hijas saltando sobre la uva, me parecía verlas levantándose la pollera y la enagua con sus manos, me parecía ver el nudo de los pañuelos en sus nucas, me parecía verlo a él con su cómico bigote, acomodándose los tiradores del pantalón, mientras brincaba y golpeaba sus palmas acompañando y me parecía que en algún momento del año, le ayudé a atornillar un cajón de madera de pino con seis botellas adentro, que luego sobre los tornillos quemaba el lacre y los sellaba porque se iban a la europa, me decía y que en ése lugar, unos dias antes de embalar las botellas, yo mismo con mis manos, les había pegado las etiquetas que decían simplemente... Winkelbauer.
Nada más.

Ibarrechea

miércoles, 13 de julio de 2011

IBARRECHEA: ANTI HÉROES

A través del enorme vidriado del bar, los que pasan por la vereda nos ven como si fuésemos peces en un acuario y tratan de identificarnos, nosotros, los muchachos vestidos de anti héroes, que estamos dentro, vemos como pasa la vida y caemos atrapados en las redes de la nostalgia, agachando la cabeza, sumergiéndonos en las noticias de los diarios, pero vaciamos el pocillo de café y deshojamos algunos recuerdos de nuestra lejana juventud, contándolos con los dedos.

Aquella música que escuchábamos y bailábamos, nuestros disfraces para el carnaval, nuestros vaqueros ajustados, nuestros encendedores a bencina, de repente nuestras novias, nuestras casas, nuestros hijos, nuestros nietos.

Nosotros, los muchachos, ahora nos palpamos el sobrepeso del alma, peinamos algunas canas y ocultamos la calvicie bajo un elegante sombrero.

Nadie, por más que se esfuerce, nos quitará las cicatrices que llevamos orgullosos.

Nosotros, los muchachos que por diversas razones carecemos de algunos privilegios, acudimos al espectáculo cotidiano de ver pasar a los otros muchachos, que aún conservan sus imágenes llenas de color.

Ellos van sonrientes con sus hijos, con sus nietos, a sus trabajos, caminan tomados de la mano con sus reinas de Córdoba, hablan por teléfono, comen en familia, hacen proyectos, están insertados en el sistema.
Se saben seguros, constantes, felices y descansan en noches mágicas.

A nosotros, los anti héroes, nos parece que eso es lo que les sucede.

Finalmente, nosotros, los muchachos que carecemos de algunos privilegios, salimos despedidos en distintos rumbos desde la puerta del bar, como tiernos cazadores melancólicos, en busca de romances.

Algunos buscan la calle Independencia, otros van por San Jerónimo a 27 de Abril, los demás suben por Buenos Aires y Rivadavia.

Yo, particularmente, cruzo la Plaza San Martín, con el diario bajo el brazo.
El mozo,que limpia mi mesa para otro comensal, observa por el ventanal, como las palomas irrespetuosas y alborotadoras, desdibujan mi silueta, a medida que me acerco a la peatonal, repartiendo soledades.
Repartiendo todas mis soledades.

Ibarrechea

jueves, 7 de julio de 2011

IBARRECHEA: NARANJITA

El Narí, camina entre los autos estacionados, cruza la calle cien veces, hace señas para que salga uno, hace señas para que entre otro, sonríe, pregunta por la famila que no conoce del conductor, es un acto amable, puro de la cortesía del Narí, algunos pasan y lo saludan con un bocinazo, otros levantan la mano, ó simplemente le gritan ¡¡¡chau, Narí!!!.

El Narí, sabe del tiempo, porque le preguntan si lloverá, entonces el dice que si, ó dice que no, mirando al cielo.
El Narí, sabe de política, porque escucha la radio mientras los demás hacen trámites y contesta mirando al suelo.
La radio del Narí está instalada en el bolsillo de arriba del chaleco naranja, compartiendo su estada con algunas lapiceras.

Mas allá, se le va un auto sin pagar y resignado, me mira y me dice... abogado tenía que ser....

- Córdoba está lleno de guachos, me dice el Narí, abogados, doctores, políticos, jé, andá a cobrarles y sigue hablándome
- Es más fácil que un pobre jubilado te pague y te dé propina que estos guachos, interrumpe su monólogo para cruzar nuevamente la calle y acomodar una gran camioneta de reparto.

El Narí, tiene una cuadra cerca de Tribunales, para estacionar y cuidar coches.
- Levantái unas dos luquitas al mes si te ponés las pilas. Me dice.

Desde el bar de la esquina, lo miro, el Narí sigue moviéndose entre la gente, entre los autos, sigue saludando, hace reverencias, cuenta chistes, pone apodos, ayuda a una señora mayor a cruzar la calle, se le escapa otro auto sin pagar y hace una pausa.

Busca en su bolso el termo con café, desenrosca la tapa, se escapa el vapor humeante por el pico vertedor, lo inclina sobre la misma tapa que usará de pocillo y veo que de allí sale el café caliente.

El Narí, que vive en Ampliación Matienzo, coloca el termo en la vereda, saborea lo que ha tomado pasando la lengua por los labios, cierra el termo, lo guarda en el bolso, busca un cigarrillo, lo enciende y la primera bocanada de humo parece formarle una aureola sobre su cabeza, como la que llevan algunos santos y que rápidamente se diluye.

El paisaje de la Cañada mirando de abajo hacia arriba es así.
Un espejo de agua donde se reflejan todos los colores de Dios, rodeado por piedras grises, la hilera de árboles Tipas, se visten de color verde, los carteles luminosos y los colores de las paredes de los rascacielos, hacen juego con la Ciudad, tus ojos se destacan, cariño, entre los ojos de la gente, te digo esto por si no lo sabías, las luces de los autos que van, son rojas, las luces de los autos que vienen, son amarillas, las luces de los semáforos son iguales a los colores de los otros semáforos y el color naranja de los chalecos de los cuidacoches, es igual al chaleco naranja del Narí de Goma, que te dice que..
- "Si no tení ahora, pagame mañana, Pasenyvean."

Y la aureola que le forma el humo del cigarrillo sobre su cabeza, permanece más tiempo y se ve desde lejos.

Ibarrechea

miércoles, 29 de junio de 2011

IBARRECHEA: JOHNY, DE RINCON AL FONDO

Johnatan F. fue finalmente detenido bajo el cielo del mes de Agosto, cerca del rio Suquía y cuando levantó la vista y alzó las manos, alcanzó a ver algunas borrosas imágenes del Barrio San Vicente. Le temblaban las piernas sudorosas cuando agachó la cabeza para entrar al patrullero y en todo el trayecto solo observó el logotipo de la marca del vehículo policial impreso en la alfombra de goma que cubría el piso.

Después, cuando era juzgado en la Sala, a pocos metros del salón de los pasos perdidos, el Tribunal le recordaba sus antecedentes delictivos que, desde temprana edad, había cometido y por los cuales la policía de la provincia, lo procuró intensamente durante varios años.

Mientras duró el proceso, Johny no levantó la vista del suelo, como buscando en los mosaicos de granito, una figura para tatuarse en el cuerpo.

Sentía sí, la presión de las manos de los policías en su brazos esposados y al final, solo atinó en el desórden que se produce al escuchar la sentencia, a buscar de reojo entre la concurrencia, la presencia de algún familiar, algún vecino, algún amigo.

El llanto de su hermana mayor, fue lo que oyó nítidamente y reconoció.
La buscó con la mirada que empleaba para seguir la trayectoria de la mira y el guión de sus armas y la vió yéndose por la inmensa y pesada puerta del Juzgado.

Johny, recordaría que muchos años antes, su hermana entraba corriendo al rancho donde vivían y gritaba.
- Mamá, mamá, miralo al Yoni, miralo al Yoni, que se está echando mocos!
La madre, al correr la cortina, alcanzó a verlo destruyendo a pedradas el alumbrado publico.
La paliza fue tan grande, que con sólo siete años se escapó y nadie supo más de él.

Aquel recuerdo de su primer gran castigo, se fué diluyendo a medida que, a sus espaldas, se cerraban las puertas de la cárcel de Bouwer.

Johny, de la calle Rincón al fondo, esbozó una sonrisa de agradecimiento, cuando le alcanzaron un cigarrillo.

Ibarrechea

miércoles, 15 de junio de 2011

IBARRECHEA: ADIOSES

Antes, te conté que mi corazoncito latía así: Taca taca clic clic.
Un poco por mis escritos en mi vieja Olivetti. (taca taca)
Otro poco por esas fotos guardadas. (clic clic)

A ver ahora si recuerdo algunos nombres que jugaban en el equipo de Sesenta Palabras por Minuto.
Olivetti, Olympia, Lexicom, Remington, Hammond, Hermes, Sholes & Gidden, Oliver, Royal, Adler, Smith y Godrey & Boyce.

A los hinchas y barra bravas de este equipo, se los llamaba Mecanógrafos.

La mujer más linda del mundo también escribía sesenta palabras por minuto.

Yo, para escribir, ponía el papel por las guías que estaban dispuestas a tal fin por el carretel de caucho, giraba las perillas y el papel aparecía con cara de yo no fuí.

Yo, lo alineaba, apretaba la tecla espaciadora y empezaba así.


      Muy señora mía.
      Hace usted muy mal, señora de los ojos color setiembre, en disfrutar del martirio inmenso en que
      somete a mi almita enamorada.
      La sabia naturaleza, no la adornó a usted, como la mujer más linda del mundo, para que se convierta
      en un instrumento que me cause extraños e incomprensibles suplicios.
      No me tiene usted en cuenta, a pesar que la admiro y además con sus ingratos y crueles desdenes, ni
      siquiera le interesa mi dolor.
      No sabe usted, señora de los ojos color setiembre, de sus triunfos por predilecta y hermosa y por ser
      la reina absoluta de mis afectos, que ellos se rinden como vasallos sumisos ante su belleza.
      No sabe usted, señora de los ojos color setiembre, que en cada uno de sus triunfos con su cetro de
      reina, deshace los sueños que germinan al calor de su mirada en mi alma, que, en silencio, le da a usted,
      todo, pero todo mi cariño.
      Señora de los ojos color setiembre, si quiere alfombrar su paso con estas letras que ahora le regalo.
      Si quiere por corona en su cabeza esta prosa, si le halagan los aromas de la eterna adoración de este
      esclavo suyo, no olvide, que debe despejarse de esa crueldad soberana conque usted me trata.
                                                                                   suyo, J.A. Ibarrechea

Yo, usaba el Liquid Paper por algunos errores en la escritura y jabón blanco para lavarme las manos después de cambiar las cintas del carretel.
Que a veces eran de color negro, a veces de colores rojo y negro.

Las máquinas de escribir tenían un armazón, carro. cinta, carretel, espaciador, fijador, palancas, teclas y sueños, muchos sueños.

Han cerrado la última fábrica  que quedaba en el mundo.

Se me escapa una lágrima, se me moja el multimedia KB-2200 y se va a caer el sistema.
Mi corazoncito sigue latiendo así: taca taca, clic clic.

Gracias por todo.

Ibarrechea

martes, 14 de junio de 2011

MARÍA G. SILVA PIRES: MADRUGADAS

Nas madrugadas profundas
me encho de amor pelo infinito
e só agora compreendo...
que minhas mäos foram modeladas para conter-te,
trazer duas taças cheias e macias...
que elas sustentam trêmulas,
e erguem aos meus lábios sedentos...
Elas te servem a minha ansiedade
e aos meus desejos,
como um vinho de doçura
e delícias de indescritível sabor,
que meus lábios väo sorvendo
entre beijos e carícias de amor.
Na serena manhä que aconchega,
o orvalho já se faz presente
na relva macia.
Na doce paz de um ninho perfumado,
quero-te junto ao meu peito amante que...
Diz que näo se desfaz um sonho da noite para o dia
e nem todos os sonhos foram feitos
para serem desfeitos.

Maria Geovani Silva Pires

lunes, 13 de junio de 2011

IBARRECHEA: INVENTARIO

Sarmiento
Una vez.
Me llamaron de la Intendencia de un  pequeño pueblo de mi Provincia, para preguntarme si aceptaba la Presidencia de la Comisión Pro plaza a Sarmiento. Dije que sí.
Sarmiento tiene, en ése pueblo, su plazoleta al lado de la Terminal de ómnibus.
No se a quién se le ocurrió después, poner nuestros nombres en una placa en el pedestal del maestro inmortal. La última vez que fuí a ver aquel pueblo, fui a la plazoleta, estaba linda, con el pasto cortado y llena de flores, pero a Sarmiento, manos anónimas lo habían pintado de verde y con los labios rojos.
El río se desplaza mansamente, cien metros mas allá.

El último hombre en la tierra
Una vez.
Escribí un libro que se llama "El último hombre en la tierra", trata sobre un mercenario que acepta ésa forma de vida porque sabe que tiene una enfermedad terminal.
Que levante la mano el ladrón que se llevó la computadora con el disco donde estaban grabadas las trescientos diescisiete páginas de acción y amor.
Por suerte, la copia impresa, está a resguardo, acechando a que el tiempo pase.
Cuando se edite, me dijo un amigo, hará furor.
Las nubes cambian de forma suavemente, sobre mi cabeza.

Música
Una vez.
Conducía lentamente el interno seiscientos treinta y cuatro de la Línea ciento treinta y tres, desde Villa Martelli, hasta Constitución y Barracas.
"...Buen día señores pasajeros, con el permiso del chofer voy a hacerles entrega de un espectacular peine marca Pantera de cuarenta y dos dientes, de un plástico especial reforzado y antibacteriano que ayuda a combatir la caspa, este peine viene acompañado por una serie de cinco peines más, de distintos tamaños y medidas, que son de uso corriente en todas las peluquerías, o sea señores pasajeros, ustedes se llevarán estos seis peines a tan sólo cinco pesos, cinco pesos es prácticamente un regalo como verán, ya voy señor, y les estoy ofreciendo un producto de altísima calidad y que puede llevar en el bolsillo del caballero ó en la cartera de la dama, que no va a molestar."
Una señora me dijo al bajar por la puerta delantera, en Puente Saavedra, "Gracias por la música."

Un cacho de cultura
Una vez.
Se me ocurrió una idea brillante, hacer que entre todo el mundo a la Escuela de Aviación Militar y visite el salón de la Cultura, una muestra de Esculturas, Pinturas y Artesanías.
En la misma página, donde citaban todas las salas de arte, estaba " La Vocalía Segunda"
Por los teléfonos a veces se escuchan voces raras,  "Con quién quiere hablar?"

Rodilla
Una vez.
Mandaron un córner con viento a favor, yo jugaba de arquero, salté y atrapé la pelota con mis dos manos y caí al suelo abrazado a ella.
Y sentí un dolor y la sentí a ella que me decía "...no me sueltes más amor, no esta vez."
Si los médicos te dicen que hay que operar, hay que operar.

Amadeo
Una vez.
Mi padre me llevó a Buenos Aires en el Rayo de Sol, comí en el coche comedor, una milanesa con huevos, la soda Dry Canada, se corría por la mesa de aquí para allá mientras mirábamos las lucecitas de los pueblos al pasar. Las cuchetas eran confortables, papá dormía en la cucheta de abajo, yo en la de arriba, al otro día me tomó de la mano entre el gentío y viajamos hasta el monumental, esto no es Núñez, me dijo, aquí termina el barrio de Belgrano.
La gente y los papeles no me dejaban ver bien pero lo ví salir por el túnel, era un gigante de remera color gris con guantes en la mano y una gorra que vendían en la Tienda "La Victoria" Toda la gente gritaba Amadeo!, Amadeo!, Amadeo! y yo también .
En la revista Goles del martes, la remera gris se veía sepia clarita y el pantalón, sepia oscuro.
Los aviones pasan bajito por el Monumental, yo ví a uno salir de la caseta de Radio El Mundo y dibujar su sombra por el área grande que da al rio de la plata.

Subdirector 
Una vez.
Dispuse que había que agilizar el tránsito en la Ciudad de Jerónimo Luis de Cabrera.
Cambiemos las paradas y los recorridos de los ómnibus, dije, audaz y convencido.
Entonces, enojada, la mujer más linda del mundo preguntó quién fué el bolú, al que se le había ocurrido eso, mientras acomodaba sus carpetas entre los brazos y miraba espantada hacia la Plaza España.
A veces necesito un abrazo de los recuerdos... pero en silencio.

Ibarrechea

viernes, 10 de junio de 2011

IBARRECHEA: TODO SOBRE LOS TRENES

Cuando entré a preguntar si había un tren que llevara las cenizas de mi padre a su última morada, los sospechosos de siempre se mostraron sorprendidos.
Con ruidosa parafernalia politiquera, ensayaban torpes respuestas.
Algunos canallas me tiraron pistas falsas.
Tal es así, que quisieron hacerme creer que aquellos trenes que engrandecieron mi Patria, desaparecieron como si fuesen enormes dinosaurios de hierro.
Lo hicieron de un día para otro y sin aviso previo, se fueron de las vías sin dar explicaciones, me argumentaban sin culpas.
Pero que algún día, cuando encuentren las llaves de los portones de los depósitos, les harán sacar la tierra y el óxido acumulado y los expondrán en museos ó plazas de los pueblos, como un medio de transporte de otras épocas.
Lo afirmaban con una sonrisa irónica, ceremoniosa y gentil, bien estudiada para la ocasión y hasta me palmearon la espalda señalándome la salida, mientras sus dedos y lenguas se manchaban con el color del dinero que contaban afanosamente, obtenido por la siniestra venta de los "improductivos Ferrocarriles" a una oscura empresa multinacional.

Creo tener algunas certezas cuando mi padre fue limpiando su escritorio por última vez.
Cuando fue apagando las luces de su oficina.
Cuando dio las dos vueltas de llave en la cerradura.
Y finalmente, cuando cerró el candado de uso obligatorio.
Creo, que tenía la vista nublada y un nudo en la garganta.
Apuesto lo que quieran, a que ése día, el primero de su jubilación, no volvió a su casa en taxi, ni en omnibus.
Para mi, aquel ferroviario ilustrado, puso las manos en los bolsillos, las cerró con fuerzas y se volvió caminando por las vías, haciendo un inventario de los durmientes deteriorados, de los tramos de rieles a renovar y quizás por ahí, frente a una cruz de San Andrés que señala el Pare, Mire, Escuche, Cuidado con los Trenes, se aflojó la corbata.
Mi padre era eso.
Un ferroviario de los de antes.
Una enciclopedia ilustrada tras cuarenta años de servicio, dividida en varios tomos y titulada "Todo Sobre Los Trenes"

Cuando empecé a tener un poco de razón en mi pequeño mundo, aprendí que él era el Capataz de Vía y Obras.
Que tenía una cuadrilla de Peones a su cargo, una "zorra" a tracción humana, primero y una con motor después.
Pero que antes de eso, él había empezado como uno de esos Peones.
En una oportunidad, descubrí traviesamente, sus mamelucos con tufo a fuell oil, guardados por ahí y con estopa en los bolsillos, para que no se olvide de sus orígenes.
Pero lo recuerdo con saco, corbata y gorra.
Siempre con sus puños cerrados y el pequeño diccionario habitando el bolsillo trasero del pantalón.
Supe, mientras crecía, que además fue Revisor, Jefe de Revisores, Que trabajó en Tráfico, que fué Supervisor y finalmente Instructor.
Hasta ése día en que entregó las llaves, bajó por las escaleras, cruzó el andén y empezó a caminar por las vías desiertas.
Tengo plena certeza, que lo hizo con un nudo en a garganta, los ojos llorosos y los puños cerrados.
Apuesto lo que quieran a que, en algún bolsillo del sobretodo, llevaba el pequeño diccionario de hojas viejas, gastadas y sucias, como libreta de almacén y los distintivos clavados en la solapa.
Uno de "La Fraternidad"
Otro, que lo distinguía como "Personal Superior de los Ferrocarriles Argentinos"
Seguramente, ése dolor en el pecho, que debe haber sentido y que no le avisó a nadie, fue el comienzo de una fisura en su corazón.

Alguien me contó algo sobre mi padre, creo que me dijo que cuando entraba al aula a dar instrucción sobre mantenimiento de máquinas y vagones varios, en el pizarrón y con claramente legible, escribía la frase ·"Yo también fui uno de ustedes"
Después repartía los manuales, resúmenes y apuntes que se encargaba de corregir en su casa, por la noche, mientras ecuchaba sus discos de música clásica.
No sabía yo, de aquella obsesión que tenía, de marcar con una "X" con tiza de color amarillo, los vagones que él consideraba que debían ser revisados.
De la asistencia diaria del personal.
De los atrasos de las formaciones, tanto de pasajeros como de carga.
Los pedidios del almacén de repuestos.
Los inventarios del pañol.
Los pedidos de provisiones.
La señalética.
Los cursos a dictar.
Y a esta no la sabía nadie. Era motivo de abandono de hogar, si faltaba un plato de sopa en la mesa de un ferroviario.

Ahora entiendo porqué a mi padre no le gustaban las despedidas.
Una tarde de un día domingo, él viajaba a Buenos Aires y yo lo acompañé hasta la estación, él subió al furgón de cola, cuando el tren ya estaba en marcha.
Lo hizo de un salto.
Abrió la puerta trasera y dejó su valija.
Se asomó nuevamente.
Y levantó las manos para saludarme.
Yo corría por el andén, hasta el final de la plataforma, moqueando.

Al final, cansado, me quedé mirándolo hasta que el tren se hizo chiquitito así.
Como si juntásemos los dedos índice y pulgar, chiquitito así.
La tristeza me invadió tanto, que terminé cerrando las manos con fuerza y después me las guardé en los bolsillos.
Volví a casa silbando bajito y como quién va pateando tarritos.

Creo, con absoluta certeza, que al creador indomable de "Todo Sobre Los Trenes" le debo muchas cosas.
Si me prestan varias manos, no me alcanzarían los dedos para enumerarlas.
Pero voy a nombrar las que considero son mas importantes.
A mi viejo le debo: un abrazo, un beso, un fuerte apretón de manos, un te quiero, un gol.
Si, un gol.
En el lugar donde guardo mis insobornables fantasmitas del recuerdo, hay dos fotos en blanco y negro del equipò de fútbol llamado "Estrella Roja" donde yo jugaba.
Una foto, parados de izquierda a derecha, el técnico y seis pibes como yo, abajo en cuclillas, cinco pibes como yo, que soy el último a la derecha y con las manos sobre la pelota.
Otra foto, de izquierda a derecha, el técnico de brazos cruzados, yo al medio con la pelota bajo el brazo y mi viejo con la copa del campeonato obtenido, casi sobre mi cabeza.
Aquel día le ganamos al "Oncecorazones" y en una oportunidad quité la pelota en la mitad de la cancha, cargué mi almita de adrenalina y empecé a correr hasta el arco contrario, cuando salió a marcarme el arquero, saqué mi mejor puntapié, la pelota de cuero se elevó.
Por encima del arquero, por encima del travesaño, por encima del alambrado, por encima de la tapia y se fue... afuera.
Mi padre se comía la gorra.
-Eh! Doña, Doñita, eh señora! Me alcanza la pelota?

Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com, www.diceelwalter.blogspot.com

JOAO GILBERTO: DESAFINADO

Si tu dices que yo desafino, amor
sabes que a mi me provoca un inmenso dolor.
Sólos privilegiados tienen un oído igual al tuyo,
yo tengo apenas los que Dios me dió.
Si tu insistes en clasificar mi comportamiento de antinatural,
yo mismo mintiendo debo argumentar,
que esto es bossa nova, que esto es muy natural.
Lo que tu no sabes ni tienes presente,
es que los desafinados también tienen un corazón.
Te fotografié con mi "rolleyflex"
y se reveló tu enorme ingratitud.
No podrás hablar asi de mi amor,
este es el mayor que encontrarás.
Tu con tus músicos olvidaste lo principal,
que en el pecho de los desafinados,
que en el fondo del pecho golpea callado,
que en el pecho de los desafinados,
también late un corazón.

                                      Joäo Gilberto (Juazeiro, BAHIA 10 de Junio de 1931)

Se necesitan más palabras para destacar a Joäo Gilberto el padre de la Bossa Nova?
Eu acho que näo.
Gracias Joáo, feliz aniversario!!!!!

jueves, 9 de junio de 2011

IBARRECHEA: NORMA

Todos aquellos hombres que aún estamos enamorados de vos, te seguimos escribiendo, porque te recordamos como a nuestro primer amor, querida Norma, con la secreta esperanza de que al llegar a las puertas del cielo, vos querida, nos abras las puertas y que justo en ése momento pase algo bajo la nube que pisas y levante tu vestido de seda y vos querida, sueltes esa risa loca que nos hacia retorcer en las butacas del cine y que hoy querida, nos hace llevar el mate a la cama para volverte a ver por la tevé.

Todos aquellos hombres que aún estamos enamorados de vos, sabemos de memoria tu biografía.
Qué formulario debo llenar para entrar en el concurso, Todo sobre Norma?
No me importa el premio, señores de Hollywood.
Quiero participar.

Todos tus nombres, querida Norma, los tengo guardado atrás de tu fotografía.
Tu fotografía, preside mi escritorio, entonces veamos.
Te llamabas Nell Forbes, en la película:  Don`t Bother to Knock.
Te llamabas Rose Loomis, en la película: Niágara.
Te llamabas Lorelei Lee, en la película: Gentlemen Prefer Blondes.
Te llamabas Pola Debevoice, en la película: How to Marry a Millionaire.
Te llamabas Kay Weston, en la película: River Of No Return.
Te llamabas Sugar Kane Kowalzyk, en la película: Some like it Hot.

Solo por nombrar algunos, pero querida Norma, en tu cara de nena pidiendo abrigo, en tu fragilidad denunciada a travéz de tu mirada, en la inocencia de tu voz que nos exaltaba, allí, se escondían algunos diablos, que propiciaban tus diabluras.
94 centímetros de busto.
61 centímetros de cintura.
89 centímetros de cadera.

A veces, cuando camino pateando tarritos, me pregunto si yo hubiese nacido treinta años antes, y hubiese sabido que vos necesitabas tanto cariño, casi con certeza, me hubiese parado a preguntar que ómnibus me llevaría hasta Brentwood, California.

Vos te llamabas Norma Jeane Mortensen, pero vos querida, decías que eras Gilford.

Todos aquellos hombres que aún estamos enamorados de vos, cuando lleguemos al cielo, querida Norma, debemos preguntar por Sugar Kane? por Roslyn? por Amanda?
Ó simplemente, por Marilyn Monroe?

Ibarrechea

miércoles, 8 de junio de 2011

IBARRECHEA: DE REPENTE

Cuando camine por las callecitas de Córdoba y te busque en las miradas de otra gente, me confunda bajo las sombras de las incómodas pérgolas de Roca, con los vendedores de cosas útiles, gastadas, colorientas, con los vendedores de ilusiones, con los adivinadores de la suerte con el policía vestido como un civil que me relojea por mi barba y por mi gorra.

Y me meta atraído enormemente entre el tumulto de mujeres cordobesas apiñadas en las vidrieras, buscando ellas, lo nuevo, lo bueno, buscando entre las ofertas, siempre tan bellas y me entremezcle para sentir el aroma de sus perfumes,  entre el sonido de la risa de estas coquetas y que no te encuentre entre todas ellas.

Seguro que voy a sentarme en un bar de la peatonal, pediré un café rodeado de mi gente que va y viene sin saber, que en ese papel que tengo al lado del pocillo humeante, nacerá mi breve poesía para buscarte sin moverme, entre la gente.

Te busco entre la gente,
aún sin saber cómo eres.
Pero de algo estoy seguro nena,
que de ésta Córdoba eres.

Veamos Ibarrechea, con cuál de las manos haces un bollito y arrojas este papel con estrofa de música de Cuartetos por las canaletas.

De repente, ella viene hacia tí, te dice hola, te besa, se sienta, pide una de agua tónica, te toma de la mano y mirándote fijamente a los ojos te pregunta, si ése bollito de papel es para ella.

Ibarrechea, estás en un problema.

A ver si sabemos.
Cuántas arcadas tiene el Cabildo frente a la Plaza San Martín?
Cuántos pasos puedes dar al lado de una dama sin detenerte a mirarla de atrás bajo esos arcos?
Cuántas especies de árboles custodian las aguas de la Cañada?
Cuántas palabras necesitas para atraparla bajo ésos árboles?

Dónde trabaja la mujer más linda del mundo?
Dónde estudió la secundaria?
Dónde está la Universidad?

En qué esquina los muchachos de siempre te gritan chau cara è poio?
En qué esquina las banderitas de los clubes son más brillantes y más baratas?
En qué puesto del Mercado Norte te regalan un kilo si llevás mas de diez?

Cuál es el bar de lo poetas?
Cuál es el bar de las madrugadas?
Cuál es el bar de los nostálgicos?
Cuál es el bar de los que esperan?

Cuando camine por las callecitas de Córdoba y te busque en las miradas de otra gente.
Seguramente, veré a la Luna mangonear poesías nuevas a los enamorados, sentados cerca del Suquía.
Y también veré al Sol llameante, escondido entre las nubes, seguramente.

Mientras busque las llaves,
sabré que he vuelto a casa,
y de repente,
a pocas cuadras del cielo,
sabré si tus manos me alcanzen.

Ibarrechea

IBARRECHEA: CORAZÓN

Cuando aqui ya no esté y se les de por revisar mis cosas, por curiosa rutina que la imponga.
Econtrarán archivadas y cronológicamente guardadas, un montón de fotografías.
Más éstas que quedan a la vista.
Me verán de chiquito, guitarrita en mano, sonríe pibe...clic!
Me verán con un moño de seda en el traje de la Primera Comunión...clic!
Me verán jugando al fútbol con la camiseta del Oncecorazones...clic!
Me verán como Soldado de la Patria, fusil al hombro...clic!
Me verán contrayendo matrimonio...clic!
Me verán junto a mis hijos, digan whiskyyyy...clic, clic, clic, clic, clic!

Cuando aquí ya no esté y se les de por revisar mis cosas, por curiosa rutina que la imponga.
Encontrarán archivadas y cronológicamente guardados un montón de escritos.
Más éstos que quedan en la máquina.
De cuando llegó el divorcio...taca taca!
De cuando pateaba tarritos...taca taca!
De cuando te conocí...taca taca!
De cuando te declaré mi amor...taca taca!
De tu particular manera de decirme que si...taca taca!
De mis dolencias no declaradas y detectadas por un médico delator...taca taca taca taca taca taca taca!

Cuando aquí ya no esté y se les de por revisar mis cosas, por curiosa rutina que la imponga.
Van a iniciar el reparto acordado y quizás, en buenos términos decidan darles un buen destino.

Espero que, no se quieran despojar de esta máquina, pensando que sus teclas le dieron forma a mis pensamientos, con el ruidito que hacen...taca taca!

Espero que, no se quieran despojar de todas estas fotografías, pensando que van a encontrarte en alguna pose que te delate a mi lado, asi...clic clic!

Indefectiblemente, confundidos y cansados de curiosear, llegarán a la conclusión que tu foto jamás fue revelada y que a tu nombre no lo he tecleado.

Sin embargo y ante tanta expectativa, el amigo médico delator de algunas de mis dolencias, me aseguró casi paternalmente, que por ahora mi corazón seguirá latiendo así...
Taca taca clic clic!
Taca taca clic clic!
Mientras haya álguien que me susurre..
Hola cariño, buen día!

Ibarrechea

IBARRECHEA: ¿TODOS LOS PERIODISTAS?

A vos te lo debemos, Mariano Moreno.
La siguiente es una nota enviada por la editora de Radio Miami
Magaly Aguilera

Dia del Periodista Argentino
El Dia del Periodista fue establecido en 1938 por el Primer Congreso Nacional de Periodistas Argentinos, celebrado en (mi querida Ciudad de) Córdoba, en recuerdo del primer medio de prensa con ideas patrióticas.

El 7 de Junio de 1810 Don Mariano Moreno, fundó la Gazeta de Buenos Ayres, primer periódico de la etapa independentista argentina. La primera junta, creada luego de la Revolución de Mayo, decretó la necesidad de su fundación para poder anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales. Sus primeros redactores fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.

En el primer número, Mariano Moreno escribió: "El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con quien miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal."

Gracias, Magaly Aguilera.

Dado ha conocer el "Padrenuestro" de los Periodistas Argentinos.
Creo con total sinceridad, que algunos nunca leyeron esta directiva.

Ibarrechea.

martes, 7 de junio de 2011

IBARRECHEA: JERONIMO

Consta en actas, lo hemos leído una y mil veces, nosotros los Cordobeses.
A ver, pase al frente alumno Ibarrechea y díganos a todos, quién fundó la Ciudad de Córdoba, cómo, cuando y porqué.
Me dice la señorita maestra Angélica, que agrega, el resto tome nota.
" Jerónimo, era Gobernador del Tucumán, designado por el Virrey Toledo, que estaba durmiendo la siesta en Cuzco, entonces Jerónimo se vino para acá, con sus soldados y sus cosas. Entre el gentío de la mudanza, contó uno por uno sus cinco hijos, tres varones y dos nenas, no vaya a ser cosa que le falte uno y su señora esposa, Doña Luisa Martel de los Ríos. Parece ser que entraron por Quisquizacate y ella le dijo.
Mira este paisaje, cariño mio, me recuerda a Córdoba de Andalucía, la tierra de mis padres, porque ella había nacido en Panamá.
Entonces Jerónimo, ni lerdo ni perezoso, le regaló a su queridísima mujer, aún vestida con deshabillé y viuda de Don Garcilazo de la Vega, la Ciudad de Córdoba, a la que llamó de la Nueva Andalucía, el seis de Julio de milquinientossetentaytres.
También leí por ahí, señorita Angélica, que por eso fue decapitado en Santiago del Estero un diecisiete de Agosto de milquinientossetentaycuatro.
O sea que, desde esa fecha los hombres pierden la cabeza por una mujer. Qué bonita se vino hoy, usted""
Ibarrechea tiene un seis, vaya y siéntese.
A ver querido Jerónimo Luis de Cabrera, si yo te digo que me gusta caminar por las calles de tu ciudad.
Si te digo que me encanta el aroma de sus árboles.
Si te digo que me encanta el murmullo de su gente.
Si te digo que que me apasiona el ruido que producen las medias de nylon, de la mujer más linda del mundo cuando camina por estas peatonales.
Si te digo que me encanta tomar un café cerca de las veredas.
Y si te digo, que una vez, después de trabajar en el Palacio Seis de Julio, cruzé la Cañada para saludarte y que vos estabas leyendo un diario y que yo me acerqué y te dije despacito, para que nadie me oyera, que ése dia había hecho las cosas, lo mejor que pude por tu ciudad, Jerónimo y que te pedí disculpas por alguna macana, te acordás, no?
Que eso también conste en actas.

Ibarrechea

lunes, 6 de junio de 2011

MARIA GIOVANA SILVA PIRES: MINHA TARDE

No silencio da tarde,
há qualquer coisa que näo compreendo...
Anseios de ternura,
desejo de amar,
murmúrios de quem ama,
queixumes de quem sente,
coraçöes emocionados,
poemas e amor inacabados...
Onde nossos amores...
Säo deuses, heróis e bandidos
presos pelo tempo,
que é crença, é erro e é verdade,
abafando o passado
na voz meiga e suave da cançäo.
No silêncio da tarde...
Há sempre uma voz comovida
que nos fala baixinho de amor...
Há um mistério que encanta
no olhar carinhoso,
como se a vida se chamasse saudade...
Num conjunto de coisas
que ninguém consegue explicar...
Como se alguém em algum lugar
esperasse a minha tarde passar.

Maria Giovana Silva Pires
(colaboradora)

sábado, 4 de junio de 2011

IBARRECHEA: PLEGARIA DE PESCADOR

Bajo este cielo que hoy nos toca, lo voy a buscar y entonces se despierta el baiano de su sueño reparador.

Qué te deparan los dioses en éste dia, baiano?
El eleva sus plegarias a Iemanjá ya Xangó.

Enciende las ramas secas en su fogao, el aroma del café invade su humilde vivienda de madera, la mira una vez más y me dice que si tiene buena pesca la va a pintar y se ríe y sus dientes blancos parecen estallar.
Se abriga despacio el baiano, con remera, con pullover, con el pantalón hasta las rodillas, con el sombrero de paja, que solo se quita para orar y para descansar y al salir, sin dejar de cantar, se calza las sandalias que deja siempre en la puerta y empezamos a caminar, lleva en sus manos la caña de pescar, la canasta, la cuchilla, los anzuelos y ése aura que llevan los hombres que viven del mar.

Qué te deparan los dioses en éste dia, bahiano?
El eleva sus plegarias a Iemanjá y a Xangó.

Mira el agua, parece que le quisiera hablar, hasta que encuentra un lugar, clava las rodillas en la arena, se quita lentamente el sombrero, eleva su vista al cielo que ya empieza a clarear, las nubes se dibujan en colores y el viento suave le cuenta secretos que el guardará, entonces abre sus brazos el baiano y empieza a orar.

Luego se pone de pié lentamente, "O, olha que vou fazer agora, sinhó Gringo" me dice el baiano mientras me enseña a pescar y toma la caña en sus manos, arquea el cuerpo hacia atrás, se impulsa hacia adelante y el plomo toma vuelo y allá va, rompiendo la bruma, en el aire va, sediento junto a los anzuelos van y con ellos también veo volar, a las frágiles esperanzas, a las firmes promesas y a los inalcanzables sueños.
Entonces, cuando ya amanece y bajo este cielo que hoy nos toca, mas allá, después de su majestuoso vuelo, el plomo y los anzuelos, se sumergen en el mar.

Qué te deparan los dioses en éste dia baiano?
El eleva sus plegarias a Iemanjá y a Xangó.

viernes, 3 de junio de 2011

IBARRECHEA: EL CAROLA

Oh, mortales de Córdoba.
Si ustedes caminaban el primer viernes de cada mes por el Barrio Carola  en horas de la noche y les daba por pasar cerca del club del mismo nombre, seguramente quedarían atrapados por el aroma de la carne asada a la parrilla y sumergidos en la espesa niebla del humo embriagador.

Seguramente, mortales de Córdoba, perderían el rumbo y probablemente, alucinados, equivocarían las llaves de las puertas de sus casas.

Ir a comer un asado en "El Carola" era tocar el cielo con las manos, era sentirse por esas horas uno de los dioses que viven en las constelaciones y que desparraman los meteoritos en el extenso universo con un simple tincazo.

No todos los mortales de Córdoba, tenían la puerta abierta en ese local predestinado a extraños aconteceres, fortuitos o planeados. Había que ganarse el status de habitué, en diferentes lugares de la ciudad, mediante el juego de naipes.

Cada uno debía llevar un mazo de cartas, abrirlo en presencia de los demás, contarlas, sonarse los dedos, arremangarse la camisa, contar los porotos blancos, mezclar y repartir empezando por la derecha, en las mesas de madera.

Quizás mas allá, sobre un paño verde, se desparramaban los huesos llamados dados, que luego de una ruidosa orgía en el cubilete, galopaban para mostrar el número de la suerte, Nunca el grupo selecto superadba la docena de jugadores / comensales.

Los cubiertos con mango de madera se venden en juegos de media ó de una docena en los bazares, nos decía el rey de los asadores, que a la vez contaba medio kilo de carne por persona, doscientos gramos de ensalada por persona, ciento ochenta gramos de postre por persona, pan para famélicos y dos litros de vino por persona.

En la efervescencia del juego, el rey de los asadores ponía la carne en la parrilla, con una mano, porque en la otra sostenía el vaso con vino tinto, que vaciaba antes de dar vuelta las delicias humeantes sobre las brasas.

Oh, mortales de Córdoba,pasaron por nuestras vidas épocas de bonanza y épocas de angustiantes malarias, pero nosotros, los dioses de los dedos mágicos y trasnochadores, que sabíamos cuántas estrellas tiene la Constelación de Escorpio, teníamos guardado en algún lugar secreto, el dinero para la reunión del primer viernes de cada mes.

Nos congregábamos en silencio, expectantes al juego, aturdidos por el aroma, con un cigarrillo en la oreja y llevando la cuenta de los porotos blancos con la precisión de los contadores del Banco Provincia.

Hasta que, (no se pierdan esta parte, mortales de Córdoba) el rey de los asadores nos llamaba a comer.

Entonces, como si fuese un ritual oriental, nos poníamos lentamente de pié, nos saludábamos y nos deseábamos suerte para la próxima vez, luego pasábamos al estrecho baño a lavarnos las manos viciosas y en fila india ocupábamos el lugar correspondiente a cada uno en el largo tablón y en este órden.
a) En la cabecera, el rey de los asadores.
b) Luego nosostros, los dioses.
c) Los reyes y las sotas de cada palo, sudorosos y estropeados.
Todos juntos y codo a codo.

Nunca en mi vida de sibarita buceador de las profundidades abismales y secretas de las parrillas de Córdoba, comí asados tan exquisitos como allí.

Oh, mortales de Córdoba, familiares y amigos, no desesperéis ante tal dictámen y no dejéis de invitarme a comer cuando me veais!

Les cuento que el rey de los asadores, preparaba de tal forma el asado que éste se podia comer aún con cucharita de plástico, tipo de las que dan en el catering de los aviones.

El rey de los asadores llevaba siempre el ritmo de la conversación, hablábamos de fútbol, porque el habalba solamente de fútbol, vos les preguntabas como formaba Talleres en el `76 y te lo decía con precisión de un reloj suizo, le preguntabas del Belgrano del `69 y no fallaba ni en las comas, le preguntabas de Instituto y te contaba tantas pero tantas cosas , que te daban ganas de llorar y además de cómo se forma una barrera y de como se hacía para embolsar un centro y que era ser back y que era ser half y que era ser un inside, un forward. Córner, cabezazo, golazo.

Oh, mortales de mi querida Córdoba, el rey de los asadores era la enciclopedia del fútbol con olor a chorizo y vino en damajuana y sabedores de eso, no se hablaba de otra cosa mientras comíamos aquel manjar, destinado para nosostros, los dioses de los dedos mágicos y trasnochadores.

A los postres y con otras bebidas mas espirituosas, el rey de los asadores, limpiaba sus oídos con los dedos meñiques, encendía un cigarrillo, nos estudiaba a todos con su mirada vidriosa y nos decía que ya era hora de hablar de mujeres.

Entonces, mortales de Córdoba, nosotros, empezábamos a confesar nuestros pecados.

Comenzaba el que estaba a la derecha y repartíamos nuestras palabras entre conquistas irrepetibles y desamores estremecedores, que nos obligaba a vaciar las botellas con inusitada ligereza.

Hasta que el rey de los asadores cerraba lentamente los pàrpados, apoyaba su cabeza en el tablón y el corcho que jugaba entre sus dedos, rodaba por la mesa hasta caer
y rebotar en el suelo
y caer nuevamente para esperar por la escoba homicida que lo arrojara finalmente,
al olvido del tacho de la basura.

Allí nos dábamos cuenta, que el rey de los asadores nos había bendecido.

Finalmente, como si fuese un ritual oriental, nos poníamos lentamente de pié, nos despedíamos y salíamos silenciosamente, en fila india, por el portón del Carola.

Libres de toda culpa.

Ibarrechea