TRADUCTOR

viernes, 30 de agosto de 2019

ANNA AJMÁTOVA: POEMAS

Leyendo a Hamlet

A la derecha del cementerio hay un sembradío estéril;
detrás, un río de azul centelleante.
Tú dijiste: —Está bien, vete a un convento
o cásate con un necio...
Era la clase de cosas que siempre dicen los príncipes,
pero son palabras que nunca se olvidan.
Deslícense cien siglos en una querella como un manto de armiño bajo sus hombros.

(1909)


A la muerte

Vendrás de todos modos. ¿Por qué no ahora?
Cuánto he esperado. Vienen los malos tiempos.
He apagado la luz y abierto la puerta
para ti, porque eres mágica y sencilla.
Asume, por tanto, la forma que más te plazca,
apunta y dispárame un tiro envenenado,
o estrangúlame como un eficiente asesino,
o bien inféctame —el tifo sería mi suerte—,
o irrumpe del cuento de hadas que escribiste,
aquél que estamos cansados de oír día y noche,
en el que los guardias azules trepan las escaleras
guiados por el conserje, pálido de miedo.
Todo me da lo mismo. El Yenisei se arremolina,
la Estrella del Norte cintila como cintilará siempre,
y el destello azul de los ojos de mi amado
está oscurecido por el horror final.
Ya la locura levanta su ala
para cubrir la mitad de mi alma.
¡Ese sabor del vino hipnótico!
¡Tentación del oscuro valle!
Ahora todo está claro.
Admito mi derrota. El lenguaje
de mis delirios en mi oído
es el lenguaje de un extranjero.
Inútil caer de rodillas
e implorar piedad.
Nada que cuente, excepto mi vida,
es mío para llevármelo:
no los ojos terribles de mi hijo,
no la cincelada flor pétrea
del dolor, no el día de la tormenta,
no la tribulación en la hora de visita,
no la querida frialdad de sus manos,
no la sombra agitada en los árboles de lima,
no el fino canto del grillo
en la consoladora palabra de la partida.

(1940)


Esta época me ha desviado

Esta época cruel me ha desviado
como a un río fuera de su curso.
Desviada de las riberas familiares,
mi cambiante vida fluyó
a un canal hermano.
Cuántos espectáculos me perdí:
el telón alzándose sin mí
y cayendo también. Cuántos amigos
que nunca tuve oportunidad de conocer.
Aquí, en la única ciudad que puedo llamar mía,
donde caminaría dormida sin perderme,
cuántos cielos extranjeros pude soñar
que no rendirían testimonio a través de mis lágrimas.
¡Y cuántos versos fui incapaz de escribir!
Sus coros secretos me acechan
muy de cerca. Un día, acaso,
me estrangularán.
Sé los comienzos y también los finales.
y la vida-en-la-muerte y alguna otra cosa
que mejor será no recordar ahora.
Cierta mujer
ha usurpado mi sitio
y usa mi verdadero nombre,
dejándome sólo un apodo
con el que he procedido lo mejor que he podido.
La tumba a la que vaya no será la mía.
Pero si pudiera salir de mí misma,
y contemplar a la persona que soy,
sabría, por fin, qué es la envidia.

(1944)

Anna Ajmátova

Poeta rusa nacida en Odessa el 23 de junio de 1889.
Hija de una noble familia de origen tártaro, estudió latín, historia y literatura en Kiev y en San Petersburgo. 
Se casó con Nikolái Gumiliov en 1910, el más sobresaliente escritor del grupo acmeista, con quien viajó por Italia y Francia. Lectora incansable, leía en sus lenguas originales a Baudelaire, Dante, Horacio y Shakespeare.
Durante muchos años fue silenciada por el régimen soviético. Sus poemas se prohibieron, fue acusada de traición y deportada. A su regreso a Leningrado, en 1944, produjo su obra más importante, "Requiem", publicada apenas en 1963. En 1965 fue nombrada Doctor Honoris Causa por la Universidad de Oxford.
"El correr del tiempo", su última obra, es un balance de su trayectoria de 1910 a 1965.
Falleció en Moscú en 1966. Fuente: A media Voz / Foto: Un Café Nocturno
Versión de Kyra Galván

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El comentario estará sujeto a la aprobación del equipo y su administrador. Gracias.