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viernes, 10 de mayo de 2019

DANIEL SALZANO: POEMAS



Algunos pibes de esta ciudad / llevan las manos en los bolsillos / al anochecer / parecen diablitos / con el pelo largo / y los ojos llenos.

Todos los hemos visto / al anochecer / debajo de una estatua / esperando una señal de los padres de la patria.

Algunos pibes de esta ciudad / saben silbarle a la Luna / al anochecer / parecen dibujos / sentados al borde de la Costanera.

Todos los hemos visto / al anochecer / en la puerta de la cancha / esperando el momento de hacerse invisibles.

Algunos pibes de esta ciudad / observan el infinito / al anochecer / parecen maestros / contando las luces / que cruzan el cielo.

Todos los hemos visto / al anochecer / abrir una chipaca / untarla con aire y chuparse los dedos.

Algunos pibes de esta ciudad / se acuestan pibes / al anochecer / se levantan hombres al amanecer / y nunca más / volvemos a verlos.

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No me gustan los gritos / Ni los tipos que hablan por teléfono en el bar y se echan para atrás diciendo ¿me escuchás? / Me gustan las palabras / Me gustan los nombres:/ Ambrosio Olmos / Fino Pizarro / Osmar Maderna / Argentino Peñarol.

Otra cosa que me gusta es el corazón / El corazón de los elefantes mide cincuenta por cincuenta / el de los gorilas está rodeado por unos surcos que lo envuelven / como un matambre / son los famosos llamados de la selva / Me gusta mi corazón tal como lo radiografiaron / en el Hospital Italiano / en 1978 / parece el puño de un niño / enojado.

En una película / BODAS REALES / Fred Astaire / se levantaba se bañaba se secaba con la toalla / ponía un disco / empezaba a bailar / y cuando terminaba / ya sabía qué camisa / debía ponerse/ Fred Astaire es otro nombre / que me gusta mucho.

No he visto nada más hermoso que un niño dormido / No he visto nada más hermoso que KING KONG / la versión de 1933 / me gustaría encontrarlo alguna vez / y preguntarle si valió la pena amar hasta morir / Acabo de advertir que las películas que más me gustan son en blanco y negro : / El BUSCAVIDAS / EL HOMBRE QUE MATO A LIBERTY BALANCE / y una que vi en el salón de actos de Unione e Fratellanza: un padre y un hijo / robaban una bicicleta.

Me gusta llorar/ y las mujeres que lloran / Me enamoré de una lágrima propiamente dicha / asomada a los ojos de mi mujer.

¿Han escuchado alguna vez a Bix Beiderbecke? / Cuando Bix tocaba / las chicas comenzaban a bailar / y desaparecían en el aire / A veces me peino como él / y salgo a caminar con el diario enrollado debajo del brazo/ Así llevaba él la trompeta Me gusta / Beiderbecke.

Cada vez que veo una revista vieja le paso la mano por la tapa / En la del Rayo Rojo salía Colt Miller / en la del El Gráfico salía Pedro Salas / y en la de Radiolandia salía Amelia Bence / De grande me hubiera gustado ser como Armando Bó / y tener una novia como Gene Tierney / ¿Es verdad lo que andan diciendo por ahí Gene Tierney que te has muerto?

Odio subir escaleras / estar solo / y perder al ping pong.

Y ahora / hablemos de sexo / Hacer el amor contra la tapia del colegio de las hermanas / con la luna ahí nomás / eso me gustaba.

Me gustaría robar la foto de César Vallejo fumando en París que tiene la Biblioteca Nacional / Me gusta fumar / Me gusta París.

Hay veces que pienso en el pasado y no sé si me gusta o no me gusta / ¿A quién no le gusta tomarse un cafecito en la vereda del Sorocabana ? / El Sorocabana es un bar que me gusta mucho / Una vez estaba solo / en la vereda del bar / y empecé a llorar / Pero eso ya lo dije / me gusta llorar / y odio estar solo.

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Enfundado en una camiseta que originalmente debió pertenecer al Club Atlético Huracán pero que la vida ha transformado en un banderín del Deportivo La Miseria, el pibe se detiene frente a un tacho de basura instalado por disposición municipal en la esquina de Deán Funes y Vélez Sársfield. Como Indiana Jones frente al Arca Perdida, antes de abrirlo lo rodea, lo estudia y lo analiza. Por fin se decide y lo abre. ¿Qué va a hacer? Hurgar, claro, izado sobre la punta de sus pies descalzos mete la mano y lo primero que saca es una botella de cerveza del color de los anteojos de la Garbo. La pone a contraluz. ¿Queda? Si queda. Glup, empina el codo y la descola. Se limpia la boca y los mocos con el codo y en un gesto de inesperada violencia la estrella contra el piso. A la hora de la siesta el estallido altera la paz de los sepulcros de la iglesia de Santo Domingo. La gente lo mira y no lo mira. La gente es gente y nada más. Él sigue investigando. Una media de lana. Se la pone. Una bolsa de plástico. Se la mete en el bolsillo. Una etiqueta vacía de Marlboro. La huele. Sonríe. Tiene dos dientes. ¿Dónde están los demás? Tira la etiqueta. Tira todo. Un cacho de diario con la foto de Diego Maradona. Gira la cabeza para verlo al derecho. No tiene idea. Una pila. Un peine sin dientes. Un alambrito. Una lata de Coca. La sacude, le pasa la lengua por la tapa y después, como un relojero, mira a través del agujerito. Plink. Más cosas. No quedan más cosas. Momento. Si, queda. Hace un esfuerzo memorable y emerge del fondo con un desodorante en aerosol. Apreta el botón. Pffft. El olor lo embriaga. Pffft. Cree que es un insecticida y cuando pasa una mosca le apunta y le dispara. La mosca se vuelve. Quiere guerra. Mientras él gira sobre sí mismo disparando su pistola perfumada, ella vuela sobre su cabeza dibujando en el aire la aureola de un santo.


Daniel Salzano

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