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viernes, 15 de noviembre de 2019

QUINTEROS: LA VISITA



Abrió la puerta de un golpe, entró como siempre, sin muestras de pena ni compasión por nada, ni por por las desgracias ni por cualquier sufrimiento ajeno, así de despiadada y arrogante, destilando soberbia y ese profundo desprecio que tiene por los demás. Caminó por el zaguán, abrió la otra puerta, pasó con ese aire engreído que manifiesta en cada ocasión por la sala, llegó hasta mi escritorio y, recién allí, miró a su alrededor. Entonces volvió sobre sus pasos, entró a la cocina, siguió por el comedor, observando con cierto disimulo mis muebles nuevos y adornados, tocó a las cortinas meciéndose por la brisa de las ventanas. Seguramente, escuchó un poco de música y, tuvo ahí la cautela de no ser descubierta en su contrariedad. Entonces subió al dormitorio. 

—¿Qué hacés acá malasuerte? — le dije—.

— Bajá, tenemos que hablar.

Walter R. Quinteros

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