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viernes, 21 de febrero de 2020

ENRIQUE VERÁSTEGUI: POEMAS



Si te quedas en mi país

En mi país la poesía ladra
suda orina tiene sucias las axilas.
La poesía frecuenta los burdeles
escribe cantos silba danza mientras se mira ociosamente en la toilette
y ha conocido el sabor dulzón del amor
en los parquecitos de crepé
bajo la luna
de los mostradores.
Pero en mi país hay quienes hablan con su botella de vino sobre la pared azulada.
Y la poesía rueda contigo de la mano
por estos mismos lugares que no son los lugares para filmar una canción destrozada.
Y por la poesía en mi país
si no hablaste como esto
te obligan a salir
en mi país
no hay donde ir
pero tienes que ir saliendo
como el acné en el cascarón rosado.

Y esto te urge más que una palabra perfecta.
En mi país la poesía te habla
como un labio inquietante al oído
te aleja de tu cuna culeca
te filma tu paisaje de Herodes
y la brisa remece tus sueños
—la brisa helada de un ventilador.
Porque una lengua hablará por tu lengua.
Y otra mano guiará a tu mano
si te quedas en mi país.



Para María Luisa Rojas de Peláez

(muerta el 21 de agosto de 1969 en Cañete donde moran, a las cinco de la mañana en el estanque los ángeles de Jericó)

Ya puse estos versos como ramas de olivo sobre tu tumba oh mi abuela y me tendrás aquí para siempre –gritando, dando alaridos, llamándote, prosternado a tus maneras,
levantándome, maldiciendo a pesar de las prohibiciones y de que no debo hablar con locos
o pillar frutas en los mercados.

Estaré silencioso estos días como cuando hacia las 4 de la tarde cogías tu alfombra
para continuar tejiéndola con yerbas y ángeles de Jericó y rojos y verdes y dorados.
No fumaré ni saldré ahora a caminar con Mario hablando de Marx de la victoria.

Llegué hasta la tumba donde duermes y duerme una parte de mis años, de mi sueño
y permanezco como brasa bajo la lluvia o bajo el jazz de las discotecas escuchando cantar a Odetta.
meciéndome como la brisa como un murmullo de mariposas sobre mis rodillas,
sobre mi soledad.

Y no quiero estar solitario, no quiero ni puedo.
Tú viajas junto a mí a mi lado y soy la yerba por donde vas caminando sin que se noten tus ojos y tu canto
—en el patio deliro conversando con lo que eran tus pasos trazados sobre la noche
como por la constelación de mis labios sobre la frialdad del vidrio que daba a tu rostro en el ataúd.
y eso era todo o casi todo; yo volando por la ciudad con mis juguetes, enardecido como un ángel, con mis palabras de ángel.

Vi cómo te despediste de mí por última vez aquel día de agosto en Tigre cuando te trajeron a Lima a Neoplásicas y yo recién tanteaba mi ingreso en la universidad que ahora desprecio.

Toda la mañana de aquel día viajé en ómnibus, sudando, abochornado, desmayándome en los semáforos,
con una sensación de muerte en los labios, con el llanto.

Y eso era todo o casi todo, o nada.

Llegué hasta tu tumba cruzando amplios jardines —perdido entre otras tumbas
y chocándome a cada instante con viejos conocidos de cabellos de neón— amigos suicidas
—parientes parientes venidos a menos después de la lluvia— devorando frutas y palabras extrañas en los manicomios, en el fondo de cuartos que ya nadie recuerda.

Este es Jarry que retorna a tu álbum de recuerdos, a tu gusto; cargado de soledad
y sin sentido, hablando de cosas ininteligibles, blasfemando
—recíbeme abuelita soy yo el más engreído.

Agitaste tu mano desde dentro del automóvil, tu último saludo para mí —adiós al nieto que más querías
y a quien continuaste lavándole pañuelos y camisas aún cuando ya te sentías enferma
a 28 días de tu muerte y mírame colgado en la percha en la sala junto al estante de libros
entre la yerba y los ángeles de Jericó.
Hoy me levanté temprano y corrí a saludarte porque también toda palabra es un parque de sueños
y aquí estoy para siempre a tu lado, como las ramas de olivo que te puse ayer en la tumba.



Enrique Fidel Verástegui Peláez 
(Lima, Perú, 24 de abril de 1950 — 27 de Julio de 2018). Poeta, narrador, filósofo, ensayista, dramaturgo, matemático.
Entre sus más de cincuenta libros publicados destacan En los extramuros del mundo, la tetralogía Splendor (integrada por Monte de goce, Taki onkoy, Ángelus novus I y II, y Albus), Ensayo sobre ingeniería, El modelo del teorema, Teorema del anarquista ilustrado y Tratado sobre la yerbaluisa. Fuente: poetasdelfindelmundo / Foto: es-la.Facebook

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