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viernes, 3 de agosto de 2018

WALTER R. QUINTEROS: ANOCHE SOÑÉ CON VOS

Anoche soñé con vos, querida. 
Es en serio lo que te digo. 
Vos estabas hamacándote en un columpio mágico que colgaba de las nubes y, que ibas de un cerro a otro como en un arco iris brillante.
Como siempre, yo tenía temor a que te lastimases.
Pero vos querida mía, vos solamente te reías. Sin preocupación alguna.

Te miraba. Veía cómo disfrutabas del viento en tu cara, y que tu melena larga iba y venía y que tenías descubiertas tus piernas largas y bellas que estirabas como alas. 
Me parece, y es cierto lo que te digo, me parece que eso a vos no te importaba. 
Cantabas alegres canciones de amor, vos cantabas en la hamaca mágica.

Hasta me pareció que me saludabas, mientras la imagen se alejaba hacia el cielo.
Recuerdo como tu, querida mía, te comportabas. Eras pensativa, quieta, distraída. Como quién espera un hecho, como quién espera un día. 
Anoche soñé con vos, querida. Pero ya no eras la misma. No eras la que mirabas pasar la luna por las ventanas. No eras la que apenas suspirabas. No eras la que en silencio, inundaba de plantas y flores nuestra casa. No eras la que me miraba con una sonrisa tierna y dulce mientras te amaba.
No eras la que ensimismada, escuchaba mis historias de platos voladores y marcianos que comían de mi mano rojas manzanas, ni de abuelas ni de madres ni de esposas ni de novias ni de hermanas que en puntas de pie oteaban el mar en busca de perdidas barcazas, ni de carteros temblorosos entregando tardíos telegramas. No.
No eras la que me hablabas de tu tierra, ni de tus ríos ni de tus mares ni de tus cielos ni de tus sueños ni de tus proyectos ni de tus esperanzas, con tu voz triste, con tu voz calma. 
No se cómo explicarte, que anoche soñé con vos. Pero que ya no eras la misma.
Recuerdo a tu abuela, cuando en voz baja me decía, "te llevas la niña buena, te llevas la niña frágil".
Recuerdo a tu madre, cuando en voz baja me decía, "has hecho bien las cosas, eres un buen hombre, gracias en nombre de mi hija".
Según me dijeron ellos, los médicos, cuando todos los demás se fueron, que vos ya no tenías fuerzas y que tu cuerpo ya estaba sin defensas. 

Entonces les pregunté por tus sueños.
Afuera, te cuento, juega muy divertida con sus amigas, nuestra niña.
Si, está abrigada, aunque no hace tanto frío.
Y yo sigo limpiando la casa, haciendo la comida, acomodando todo como vos lo hacías.
¿Te gusta? Hice ampliar tu retrato.
Debe ser por lo tanto que te extraño, querida mía.

Walter Ricardo Quinteros
(del "Cuaderno de las malas noticias")

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