TRADUCTOR

viernes, 15 de octubre de 2021

ENTREVISTA A ELMA SUELDO

 "Si alguien llega a mi, es porque anduvo golpeando puertas"

Por Walter R. Quinteros

Escritora, poeta y docente de reconocida trayectoria, se inserta bien en ese cuadro que admiramos de cerca todos aquellos que nos gusta la cultura. Y ella la vive en forma intensa.

Nos hubiese dado cierta esperanza que nuestra Elma Sueldo, ocupara el cargo de Cultura en el gabinete municipal, pero me asegura que no, que no quiere sentirse parte de la política, "son puestos que debieran ser Ad Honorem", afirma.

"Fomentar nuestra cultura tiene un peso gravitante —me dice—, Cruz del Eje tiene personas reconocidas en el país y en el mundo entero, Marcelo Balat, Jairo, Cacho Buenaventura, por ejemplo. Pero también están los de aquí, los que quizás no tuvieron el apoyo necesario para ser reconocidos en otros lados. Se ha trabajado muy mal en eso y se sigue trabajando mal. Aquí somos como cambiantes en nuestras opiniones, preferimos muchas veces lo extranjero, a lo nuestro".

Pero Elma Sueldo tiene una visión de nuestra cultura, tanto en lo literaria como en lo artístico que apunta a crear la conciencia del cruzdelejeño. Considera que se debe trabajar en lo inmediato, o en el futuro mediato, porque cultores como "la profe" Elma, son personas con cierta audiencia, con un aura de respetabilidad y con la capacidad suficiente para hacerse oír.

¿Crees que la cultura es generadora de identidad? 

—Si, claro que si, hay que abrir espacios culturales para todos, sin relegar a nadie, considero que la cultura es un punto de encuentro y no la esquina de un desencuentro, vos fijate una cosa, el cruzdelejeño siempre quiere volver, valora su tierra y eso también es cultura.

Sos la precursora del Café Literario "Locos de la Estación".

—De poetas y de locos todos tenemos un poco, A partir de esa frase surge el nombre del Café Literario, un lugar donde todos aquellos que tienen interés por escuchar, por leer, que reúna a los amantes de la lectura, donde cualquiera, tenga su espacio. Claro que ahora, con esto de la pandemia estamos un poco restringidos pero si, se puede decir que estuve desde el comienzo, llevaba y traía las cosas necesarias, estaba en todo, lo hacía con entusiasmo, con gusto.

¿Me recordás la fecha en que se inaugura?

—El 10 de febrero del año 2018. Pero la idea surge en la Feria de Libro, allí veíamos que nosotros podíamos crear y mantener nuestro espacio, un lugar que nos reúna, un espacio donde mostremos nuestros escritos, nuestras obras, donde nos escuchemos. Te cuento que todavía seguimos, todavía estamos. De una u otra forma. Y nos hicimos conocidos, cuando somos invitados a otros Cafés, nos presentamos como integrantes de los "Locos de la Estación", los de Cruz del Eje.

¿Sabías que sos más conocida como "la profe" Elma?

—Ya estoy jubilada de una profesión que amo, le dediqué mucho amor a la docencia, como a todo lo que hago. Enseñé Literatura, Castellano. Y también aprendí, porque ser docente significa estar continuamente adquiriendo conocimientos, ya sea por medio del estudio o de la experiencia con sus alumnos.

¿Dónde comenzaste como "profe"?

—Con el título de Profesora de Castellano, Literatura e Historia, ejercí en La Cumbre, en el Instituto Nuestra Señora de Lourdes, fui a cubrir una vacante, después estuve quince años en Villa de Soto, en el Instituto Santo Domingo, en la Ernesto Molinari Romero de San Marcos Sierras, y aquí en Cruz del Eje en Escuelas Públicas, IPEA, Arturo Capdevila, la Normal, en el profesorado y como dice Marga Espeche, en la gloriosa ENET N° 1. He pasado treinta años de mi vida en la docencia

La veo, la escucho, Elma viaja en el recuerdo, le abre la puerta a su memoria y suelta anécdotas que invaden el local de una cálida nostalgia. Se emociona cuando le viene a la mente aquella niña aplicada en sus estudios y comienza ella misma a dibujarse en el aire.  Y ahora es aquella joven que prestaba atención para entender, aprender, para lograr buenas notas, y al  evocar aquellos años, parece correr tras las palabras y atraparlas para llegar a este, su tiempo, el de aquella mujer que subió al ómnibus para llegar a su primer trabajo, y vivir a partir de ahí, el vertiginoso día a día entre resplandores y crepúsculos. Hasta que se jubiló. 

¿Qué harías de nuevo y qué no?

—Una pasa por tantas cosas, las hay buenas y también malas, me hiciste recordar una vez que uno de mis hijos me dice, "mami, quisiera volver a tener diez años..." ¿Si? le contesté, pero no conmigo querido... (nos reímos). Haría de nuevo todo lo que hice, lo hice con mucho amor, entregué todo por la docencia, por la familia y lo sigo haciendo, tengo tres hijos, cinco nietos y mi libro, "Páginas entrelazadas". En lo posible trato de ayudar, siempre pueden contar conmigo. Muchas veces digo que "si alguien vino a mi, es porque anduvo golpeando puertas". Me gustó mucho participar en el coro, estudiar teatro, en fin. En cuánto a qué no haría, creo que no fue un comienzo bueno mi suplencia en La Cumbre, ellos tienen una idiosincrasia distinta a la nuestra. Me costó un poquito adaptarme.

¿Qué hace ahora Elma?

—Ahora hago de todo, salgo, camino, saco fotos desde el celular, me encanta eso, tejo, hago costuras, las tareas habituales de la casa, escribo, voy a bailar salsa y hago ejercicios de pilates.

¿Tuviste una infancia feliz?

—Si, vivíamos en la calle Libertad, una casa amplia, grande, donde jugaba con mis hermanos. Hice los estudios primarios en la Escuela Nacional 277 y el secundario y terciario en la Escuela Normal República del Perú. En las vacaciones mi padre nos llevaba a Ischilín, más precisamente al paraje Ojo de Agua, muy cerquita del pueblo que pintó Fader. Estuve acompañada siempre por mi familia, era feliz, muy feliz.

Disfrute amigo lector, dos poemas que nos regala Elma Sueldo, y que reflejan su infancia.

Parque

El baldío es mágico.
Atrapo los colores, 
sorbo la música 
como un chupetín de nostalgia.
Mis zapatos Guillermina 
se asustan del polvillo,
se opacan de angustia. 
El algodón de azúcar 
se enreda en mis manitos
y desaparece, conejo de galera.
Estreno una vuelta al mundo. 
Cenizas de miedo
giran conmigo.
Lo miro,
sostiene mi mano.
No caeré, 
mi padre sonríe.

Recuerdito                                                                              

Sobre  una silla 
a los cuatro años,
veía  mi futuro 
entre candilejas.

Desgranaba fuerte
los versos de Darío
“Margarita está linda la mar” 
y mis regordetas manitos
en el aire dibujaban 
elefantes,
una estrella, 
un prendedor. 

Mis oídos  guardan aún
los aplausos 
y me envuelven los azahares
de la atrevida princesa.

La ausencia devana 
sonrisas en el  recuerdo.

¿Naciste en Cruz del Eje?

—Si, este es mi lugar en el mundo. Nací, crecí, vivo y creo, voy a morir aquí.

(Walter R. Quinteros / La Gaceta Liberal / Fotos: LGL y archivo diario La Idea)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El comentario estará sujeto a la aprobación del equipo y su administrador. Gracias.