El paraíso es un árbol
De chica imaginaba el paraíso
como un árbol más grande que los reales,
con sus flores lilas, allá arriba. Melia
azedarach, cinamomo, agriaz,
había muchos en mi pueblo, enhebrábamos
collares con los estigmas de sus flores
y hacíamos tortitas con bumbulas amarillas.
Lila de Persia, orgullo de la India
con frutos purgantes, abortivos. Frente a la escuela,
había un patio repleto de esos árboles,
una mañana corrió entre los niños la noticia
y cruzamos hacia el cerco de ligustros
intentando ver la cuerda, el sitio oscuro,
hasta que la maestra nos devolvió a los gritos
al mástil, el himno, la bandera. Cuando voy
a la casa de mi madre, veo esos árboles
de frutos venenosos, vuelvo al vecino
que perdió una noche su sentido de vivir
y se colgó en el patio de la casa
esquina, la que tenía un bar
y un almacén.
Balidos
Balaban las madres
bajo los nubarrones de la víspera,
dóciles, fáciles de guiar. También
yo entré al corral. Ellas desconcertadas,
él con su ojo de águila. Lo vi manotear
a tontas y a locas. Le tocó a la cara
mocha, con algo de corriedale.
Un manotazo al cuero, a la enrulada
lana un manotazo. Después fue
atarle nomás las patas y colgarla
para que desangre. Prepará el mate,
dijo, y yo me distraje para no verla
cabeza abajo, la sangre en tierra,
la baba colgando, los perros
disputándose las tripas, bajo
el agudo balido de las madres.
Sólo escucho a la niña
Aprendí mucho de ellas, dice mi hija
por teléfono y comienza a nombrar
a abuelas, madres, tías… en la casa
que queda al pie del cerro, me enseñaron
a bordar, pirograbar, a hacer flores
de papel para los muertos. Me contaron
historias de mujeres, amores de ellas
mismas: alguien le decía mi tusquita,
otro entró a la historia del boxeo,
un cantor cantaba soy del treinta,
un gringo que pasaba por los campos,
una de ellas sedujo a un hombre joven,
otra se olvidó un día del marido,
y otra… las nombro como un mantra,
dice, Francisca, Cleofé, Petrona, Arcadia.
Laureana, Gregoria, Gioconda,
Juana, brotan sus nombres en el teléfono,
mientras la niña tapa con balbuceos
su voz de madre. Y entonces ya no escucho
sino a esa niña que habla con la fuerza
de lo que nace, como debe ser.
María teresa Andruetto
Nació en Arroyo Cabral, Provincia de Córdoba (Argentina), el 26 de enero de 1954, hija de inmigrantes italianos (piamonteses). Pasó su infancia en la localidad de Oliva, Córdoba.
Es la primera escritora argentina y en lengua española en ganar el premio Hans Christian Andersen (2012). Se licenció en Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba. Buenos Aires en 1975.
Cofundadora de CEDILIJ, donde trabajó durante una década como parte del equipo docente y ejecutivo.
Su narrativa ha sido editada en alemán, gallego, italiano, portugués, turco y chino, y continúa traduciéndose.
Sus poemas figuran en revistas y antologías nacionales, francesas, italianas, portuguesas, norteamericanas y lituanas.
Su obra se estudia en universidades americanas y europeas, y se realizaron a partir de ella libros objeto, cortometrajes, espectáculos poético-musicales, coreografías, espectáculos de narración oral escénica y adaptaciones teatrales. Desde hace treinta años trabaja en la formación de lectores, por lo que visita escuelas, profesorados y universidades y es habitual conferencista sobre literatura en general, literatura destinada a niños y jóvenes y construcción de hábitos lectores.
Su interés en la obra de otros escritores ha dado por resultado, entre otros, la traducción de poemas y cuentos de la escritora ítalo-brasileña Marina Colasanti (Ruta de colisión, Ediciones del copista, 2004; Un amigo para siempre, Calibroscopio, 2011), Ribak, Reedson, Rivera, Conversaciones con Andrés Rivera (Ediciones de la Flor, 2011) y la selección de poemas, introducción y entrevistas a la poesía de la poeta uruguaya Circe Maia (La pesadora de perlas, Viento de fondo, 2013).
Codirige la colección Narradoras Argentinas en la Editorial Universitaria de Villa María, EDUVIM (www.narradorasargentina.com.ar) en el deseo de rescatar y visibilizar la obra de escritoras argentinas ya desaparecidas que publicaron entre los años cincuenta y primeros noventa.
Está casada y tiene dos hijas. Vive actualmente en un paraje de las sierras de Córdoba en pleno contacto con la naturaleza.
Fuente: cervantesvirtual / eternacadencia /
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