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viernes, 28 de diciembre de 2018

NURIA RUIZ DE VIÑASPRE: POEMA INCORREGIBLE


Poema incorregible

Sin amor nada se puede
ni siquiera morir se puede sin amor
Vladimir Holan

¡Cómo es la muerte! Te clava los ojos -que ya no son tuyos- a un punto extraño de una habitación que tampoco es tuya, y ese mismo punto que te está mirando te inmoviliza hasta la expiración completa. Los que aquí quedamos nunca sabremos qué puntos son esos que los de allí ven con tanta claridad.
Ver cómo el padre miraba ese punto. Seguir la trayectoria de sus ojos fijos y ver que miraba una luz que le miraba fijo. Era una luz incandescente. La luz de emergencia de cualquier hospital. La luminosa muerte iluminándole. La luz que quemó su último sueño. El sueño del Fuego.
A las dos y cincuenta y uno de un día trece del mes más cruel, escribir cómo nos mira la muerte pero no concluir nada, porque la muerte nos rapta antes de concretar nada,
solo la muerte es inconcreta
vivir la muerte del padre
literal y literariamente te inconcreta

quedarse a solas con el padre a solas
el mundo desmundado al otro lado
al otro lado el río
y al otro del otro su cadáver expuesto
nunca expuesto

después
la quietud del silencio
los pegados labios indecibles
el pectoral izquierdo sobresaliente
como si la esperada muerte súbita
le cogiera con el aire levantado
como si el corazón le hubiera estallado
de amor correspondido
y fuera ahora una cordillera inmóvil
las no horas infravaloradas de ese órgano
el plástico en el que envolvieron su cuerpo líquido
recorriendo mis manos
el sonido de mis manos chocando contra el plástico
la dureza de su mandíbula deshaciéndose por lágrima
mis manos caminando como un ciempiés por cada músculo frío
cada centímetro detenido
cada célula muerta al fin

no sé cómo escribir la muerte
sí puedo escribir que un apellido tumbado tumba tu nombre

pero tú no eres nada
-me digo-
tu nombre solo es un nombre
anclado a tierra
pala cuerda y escaleras hacia el cielo
panteones que se alzan como construcciones hacia abajo
¿escalar hacia lo profundo es incalar
o recalar?
qué trabajo más extraño
el de levantador de tapas de ataúdes
echador de tierra en tierra
albañil que abre y cierra tumbas
y alquila y vende horizontales casitas
de madera

mis pies están enterrados
en dos cubos de cemento
mientras una cigüeña dibuja en el cielo su futuro nido
-hay una cigüeña sobrevolando a tu padre- me dices
quiere anidar vida sobre su caja féretra
yo miro la caja y la caja duerme
a orillas de un mar que ahora es río
su rostro se serena al sentir el vuelo cigüeñal
y el cielo deja de mover nubes

papá ha muerto
ha entrado un bosque en la habitación
y ahora hablo a solas en el cuarto
hablo y digo en alto papá ha muerto

las paredes se han agrietado
las células han transitado de un lado a otro
de un latido a otro de una nube a otra
me ha movido de una pared a otra
de la habitación
estaba escribiendo la palabra nube
mientras le tocaba la frente y le decía
-¿que miras tan fijamente papá?
pero él ya no me oía
solo miraba esa luz que le miraba fluorescente y calva
mientras su voz pedía que sentaran
su cuerpo para tocar la tierra con sus pies alados
tras tomar tierra descansó
con esa cigüeña-madre sobrevolando su cabeza
y sus aladas patas ya atadas

después el golpe seco
-dulcísimo pero seco-
su pierna cayendo de la cama
resbalando sin latido
como resbala el agua de la fuente o de la frente
mi ralentizada mano recolocando
su fémur mientras el mundo se paraba

su muerte me ha pillado
escribiendo
su
muerte

se han muerto sus brazos en mis brazos
en mis únicos brazos
en mis huérfanos brazos
qué quieto se queda el aire en ese abrazo
qué quieto se queda todo
qué silencio y qué tanto tan a solas

me duelen los dientes
del olor a mentol quieto y a asepsia
de tocar su traje nuevo plastificado
de seguir la trayectoria de sus huesos
de buscar contornos y formas
de tocarlo todo
hasta la toalla que amorosa sostenía su aorta
como si mis manos tuvieran que palpar su muerte
para ver que era real sin ser ya real
para volver a dibujarlo todo en la cartografía de mi mente
y sentir la soñada y fina lluvia
que pulverizó todo y a todos dentro de la casa

no quiero corregir este poema
quiero que permanezca tal cual fue visto y descrito
no quiero corregir su muerte
no quiero corregir su vida
es mi último acto de amor
incorregible.



Nuria Ruiz de Viñaspre 
nació en Logroño en 1969 y estudió Magisterio en Valladolid, ciudad donde reside. Aficionada desde muy joven a la lectura, se embarcó accidentalmente en el mundo de la creación literaria. Adepta de la literatura alemana de corriente romántica, donde el sentido trágico y dramático de las cosas resultaba exacerbado; es autora hasta la fecha de poemarios como El mar de los suicidas y otros poemas, Desiderium o el dolor de lo ausente.., ha publicado parte de sus poemas en diversas revistas literarias como Argaya y Alambique, y las electrónicas Letralia, Uñas negras y Ángeles o demonios. Formada por la lectura de autores como Plath, Woolf, Tsvistaeieva, Sexton, Pizarnik, Holderlin, Dickinson, Barnes, Eichendorff, Celan, poetas todos extraordinariamente presentes. Su poesía son sus mundos interiores, es por lo tanto una poesía intimista y de temáticas diversas, pero con unos denominadores comunes a los que siempre se mantiene fiel; temas como la muerte, la soledad, el suicidio, el desamor llegan a ser el mayor motivo de su obra y aunque en un primer momento pueda intuirse un gran escepticismo en su poesía, una recatada espiritualidad rezuma entre verso y verso. En 2004 obtiene el XX Premio de Poesía de Ciudad de Tudela y desde 2014 dirige la colección eMe - Escritura de Mujeres en Español en Ediciones La Palma. Fuente: cainabella - escritoras 

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