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viernes, 14 de diciembre de 2018

WALTER RICARDO QUINTEROS: CORAZONCITO

Cuando por aquí ya no esté y se les de por revisar mis cosas, por curiosa rutina que la circunstancia imponga, encontrarán archivadas y cronológicamente guardadas, un montón de fotografías.
Más éstas que quedan a la vista.
Me verán de chiquito, guitarrita en mano, sonríe pibe... ¡clic!
Me verán con un moño de seda en el traje de la Primera Comunión, sonríe pibe... ¡clic!
Me verán jugando al fútbol con la camiseta del Estrella Roja, sonríe pibe... ¡clic!
Me verán como Soldado de la Patria, fusil al hombro, el Máuser es tu primera novia. ¡clic!
Me verán contrayendo matrimonio, quietos, miren a la cámara... ¡clic!
Me verán junto a mis hijos, a ver gurises, digan whisky... ¡clic, clic, clic, clic, clic!

Cuando aquí ya no esté y se les de por revisar mis cosas, por curiosa rutina que la circunstancia imponga, encontrarán archivadas y cronológicamente guardados un montón de escritos.
Más éstos que quedan en la máquina.
De cuando llegó el divorcio... ¡taca taca!
De cuando pateaba tarritos... ¡taca taca!
De cuando te conocí... ¡taca taca!
De cuando te declaré mi amor... ¡taca taca!
De tu particular manera de decirme que si... ¡taca taca!
De mis dolencias no declaradas y detectadas por un médico delator...¡taca taca taca taca taca taca!

Cuando aquí ya no esté y se les de por revisar mis cosas, por curiosa rutina que la circunstancia imponga, van a iniciar el reparto acordado y quizás, en buenos términos decidan darles un buen destino.

Espero que no quieran despojarse de esta máquina, fiel compañera y, que piensen que sus teclas, le dieron forma a mis pensamientos, con ese ruidito que hacen cuando apoyo mis dedos, así... ¡taca taca!

Espero que, no quieran despojarse de todas estas fotografías, pensando en los lugares que he conocido, en el viento que me ha llevado, en el agua que me ha mojado, en los caminos que he recorrido, en las risas, en las lágrimas, en el calor o en el frío, sonriendo a la cámara así... ¡clic clic!

Indefectiblemente, confundidos y cansados de curiosear, tirarán a suerte el destino a repartir.

Sin embargo y ante tanta expectativa, el amigo médico delator de algunas de mis dolencias, me aseguró casi paternalmente, que por ahora mi corazón seguirá latiendo así...
¡Taca taca clic clic!
¡Taca taca clic clic!
Mientras la maquinita de mi corazoncito -me dijo-, instalada en el tren que me lleva, largue el humo de los cigarrillos, a lo largo de las vías que aún me faltan por recorrer, y esta maquinita, se pierda en la distancia, hasta hacerse chiquitita así, así. 
Y deje de funcionar.



Walter Ricardo Quinteros




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