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viernes, 28 de enero de 2022

MARCELO LUIS DUGHETTI: POEMAS


Cuando muera
mi padre
haré un agujerito en la tela que tapa su cabeza
y lo dejare respirar
exhalará todo
el silencio
las hormigas entraran por ese túnel
continuo
hasta el vacío
entonces lo habitaran
cosas buenas
no tendrá frío
quedaremos a mano


Te contaré en las puertas de tu sueño
la historia del mal, cierra los ojos.
Sobre cristales azules una niña camina dormida.
Trepa la joroba de la tarde,
un cerdo le devora los dedos, la niña no llora.
Hay mirra, incienso, miel
ofrendas de pederastas arrepentidos.
Hay poetas que arrastran un campanario entero.
Hay escarabajos brotando de los ojos de su madre.
Hay esqueletos de gatos donde las hormigas levantan un
templo.
Hay un buey que muge desconsolado.
Hay niños que muerden al buey.
Hay un ángel soldado, con una espada roja sobre el pesebre
y en la noche de diciembre
un coro de abuelos
cantando villancicos
en cajitas.


El poeta se hunde en el sonido del agua
Ya no escucha la cantinela de otros nadadores y sus
preparadores físicos
Se hunde dormido como espera que lo asalte la muerte
Busca tocar el fondo
de un sueño que comenzó en la infancia.


Los cuadernos que supiste leer
para las fechas especiales.
Las llaves del infierno junto a las botas.
La ventana abierta.
El armario atorado de cadáveres.
El tiempo y su limosna amarilla
mendigos de la memoria
el rostro de la niña,
el ídolo sobre la repisa
los cuatro miedos arrodillados
en plegaria.


El ídolo abrió sus sellos redentores.
Por fin tus plegarias han resuelto que vuelva.
Escuchas acaso la insistencia de los llamadores.
Despierta mujer, descorre el velo
hay que barrer las cenizas,
despejar las sábanas de los muebles,
un mesa nueva, que no sienta que hemos sufrido
en la puerta una noche larga
nos está llamando.


Fumo, escucho los troncos que abraza el fuego
como en la prehistoria de la humanidad
los caballos pueblan la pared de la escalera.
¿Qué de todos aquellos hombres ha venido a buscarme?
El aire de la estufa agita los caballos y sus llanuras,
Isabel duerme a tu lado en la cama grande, tiene fiebre.
De la calle los sonidos del tren, risas, sirenas, disparos
pero es otro tiempo, un cangrejo inalterable.
El pájaro despierta posado en el respaldar.
Isabel dibuja en su delirio animales que no veo.
Le besás la mano y la nombrás como a un fantasma.

Marcelo Luis Dughetti

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