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viernes, 26 de abril de 2019

WASHINGTON CUCURTO: POEMAS

Cuervo
Carver tuvo su cuervo.
Poe tenía un cuervo,
Borges tenía su cuervo.
Elvira Hernández tomaba café en el bar El Cuervo.
Teillier también.
Lemebel también bebía en el bar el cuervo.
Cortázar vio al mundo convertido en un cuervo gigante
cuando se le fue Carol Dunlop.
Marechal decía que Perón era un cuervo justiciero y social
Hoy se me apareció un cuervo
frente a la facultad de odontología
mordía una extraña soga blanca,
se me acercó dando pasitos inofensivos.
Ni me miró.
Cuando quiso levantar vuelo
le pegué un mochilazo que lo dejó tonto.
Un viejo me gritó: ¡no es un cuervo, es un tero!
Y se murió.

Canción de la muerte por el barrio

La muerte pasó por Santa Cruz de Barrahona.

Se llevó cuatro tíos y tres primos
preguntó por mi y siguió camino.

La muerte anduvo por Hato Mayor de Higüey.
Preguntó por mi, ¡Mamagüey! y siguió camino,
antes se llevó tres parientes cercanos y tres parientes lejanos.

La muerte mortaraz anduvo por Berazategui. 
Halló a mi padre y a mi hermano (Cacho)
vendiendo remeras por los barrios.

Les dijo: "Vengan conmigo muchachos,
los voy a llevar a un lugar donde
todo el mundo usa remeras..."

Después se arrepintió, los miró bien:
“El infierno está lleno de quemados".
Por mi ni preguntó, y siguió de largo.



Y he contribuido al bienestar nacional…

Cierto es que añoro los tiempos
en que el monzón pasaba sacudiendo
mis cabellos y de mi salía un dulce
olor a duraznos y lo mejor ocurría
cuando las papayas florecían
en el fondo de mi patio.
Y no hay escala mejor para el amor,
que cuando las papayas florecen
sobre la hierba seca y dura
en el fondo de tu patio...
Ah, lejanos tiempos en lima la horrible 
o atendiendo una ferretería
en la bellísima Panamá.
Me han amado y me han dejado:
como corresponde a todo lo bien amado.
Tuve tres hijos en Panamá
y seis en Venezuela. ¿Qué más puedo pedir?
No me quejo del amor
ni de sus cuidados,
me ha dado más que a muchas.
He gastado treinta largos años,
para adquirir experiencia
y a mi poca sabiduría la tengo bien atendida
y cotejada. Ya basta, ya no soy una florcita,
estoy próxima al polvo de los cincuenta
y lejos de la silueta.
Soy la respetabilísima, la dominicana.
He pagado los impuestos con mis ahorros.
He contribuído al bienestar nacional.
Y todavía conservo el orgullo
de afirmar que ninguno
ha sido infeliz en esta cama.
¿Me escuchas? ¿Estás ahí?
Te estoy hablando , pelotudo.



Washington Cucurto

Seudónimo de Santiago Vega, Washington Cucurto nació en Quilmes en 1971 y es, además de poeta y narrador, dibujante y editor en Eloísa Cartonera, proyecto cooperativo situado en el barrio de la Boca, en Buenos Aires, Argentina, pionero y replicado en decenas de países. "Fabricamos libros con tapas de cartón. Para esto compramos el cartón que los cartoneros juntan en la calle. Nuestros libros son de literatura latinoamericana de los autores más bellos que hemos conocido en nuestra vida de trabajadores y lectores", reza la página web del proyecto. Cucurto es autor de libros como La máquina de hacer paraguayitos, Hatuchay, Veinte pungas contra un pasajero, Fer, Las aventuras del Sr. Maíz y su obra fue traducida y antologada en libros como 100 poemas (Interzona). 
Fuente: Washington Cucurto / elciudadano 

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