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viernes, 20 de mayo de 2016

VLADISLAV FELITSIANOVICH KHODASEVICH: LA MONA



El calor era feroz. Grandes bosques estaban incendiándose. El tiempo arrastraba los pies en el polvo. Un gallo cacareaba en un terreno cercano.



Mientras abría el portón de mi jardín vi a un costado del camino un vagabundo Serbio dormido sobre un banco, su espalda apoyada contra las empalizadas. Era magro y muy negro, y a lo largo de su semidesnudo torso colgaba una pesada cruz de plata, que jugueteaba con el goteante sudor.



Encima del cerco que estaba sobre él, ataviada con una enagua carmesí, su mona estaba sentada mordisqueando ávidamente las polvorosas hojas de un arbusto; un collar de cuero

estirado hacia atrás por la pesada cadena se hundía profundo en su cuello.

Oyéndome pasar, el hombre se revolvió, se limpió la cara, y me pidió algo de agua.Tomó un sorbo para ver si la bebida no estaba demasiado fría, y colocó un platillo sobre el banco, e, instantánemente, el mono se deslizó hacia abajo y tomó el platillo con ambas manos hundiendo los pulgares; entonces, sobre las cuatro patas, bebió, sus hombros presionaban sobre el banco, su mentón tocando las tablas, su espinazo arqueado más alto que su pelada cabeza. Así, seguramente, hizo Darío, agachándose sobre un charco del camino mientras huía de las estruendosas falanges de Alejandro.

Cuando la última gota fue sorbida la mona barrió el platillo del banco, y alzó su cabeza, y me ofreció su pequeña mano negra y mojada. Ah, he estrechado los dedos de grandes poetas, líderes de hombres, mujeres claras, pero ninguna mano había sido tan exquisitamente moldeada ni había tocado la mía con tal emoción de familiaridad, y los ojos de persona alguna habían mirado dentro de mí con tan profunda sabiduría... Leyendas de eras perdidas se despertaron en mí gracias a esa deslucida bestia y de repente vi la vida en su plenitud y con un tropel de viento y olas y mundos la música de órgano del universo detonó en mis oídos, como había hecho antes en bosques inmemoriales.

Y el Serbio entonces siguió su camino, golpeando su tamborín: 
sobre su hombro izquierdo, como un príncipe Indio sobre un elefante, se balanceaba su mona. Un inmenso sol carmesí pero sin sol colgaba en la lechosa niebla. El sofocante verano fluía interminablemente sobre el trigo marchito.

Ese día se desató la guerra, ese mismo día.



Vladislav F. Khodasevich
1886- 1939

(De la versión en inglés de V. Nabokov)

Nabokov publicó un artículo titulado "Sobre Hodasevich", firmado con el seudónimo "V. Sirin", que es el nombre que usaba en los 20's y los 30's, en Berlín y en París, -mencionado en "El orientalista"-, el excepcional estudio de Tom Reiss, que publicara Anagrama. En él dice Sirin/Navokob: "Este poeta, el mayor poeta Ruso de nuestro tiempo, el descencien-te de Pushkin en la línea sucesoria de Tyutchev..."
Fuente: Robert Rivas - inutilesmisterios.blogspot.com


Vladislav Felitsianovich Khodasevich (en ruso: Владислав Фелицианович Ходасевич; 16 mayo 1886 a 14 junio 1939) fue un poeta ruso influyente y crítico literario que presidió el círculo de literatos Berlín de emigrados rusos. 

Khodasevich nació en Moscú en una familia de Felitsian Khodasevich (en polaco: Felicjan Chodasiewicz), un noble polaco, y Sofiia Iakovlevna (de soltera Brafman), una mujer judía que se convirtió al cristianismo. Dejó la Universidad de Moscú después de entender que la poesía era su verdadera vocación. Las primeras colecciones de poemas de Khodasevich, la juventud (1907) y un Feliz Little House (1914), se descartaron posteriormente por él considerarse inmaduro.
Fuente:poemhunter.com

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