TRADUCTOR

jueves, 17 de diciembre de 2015

PLÍNIO CAMILLO: LA NIÑA LENINHA Y EL NEGRO MATEUS

Senhora_escravos_1860

Podía terminar diciendo que fueron felices para siempre.
No se si es mentira.
O verdad.
Lo cierto es que no se como termina.
Ni si termina.
Nadie lo sabe.
Todo comenzó cuando éramos niños. Niños que hasta los seis años estábamos todos juntos, desnuditos.
Los blancos y los negros.
Pido pido, subir a los árboles, trepar a los montes, eran nuestros juegos.
Éramos compañeros, Mateus, yo, el chiquinho y la Niña Leninha.
Ya crecidos, a eso de los siete años, los negros entrábamos a trabajar.
Unos en el campo.
Otros con el ganado.
Otros en la casa, los de piernas finas.
Estuve en el criadero.
Y Mateus en la huerta.
Ya los blancos iban a estudiar.
Primero en la casa. Piano, buenos modales, costuras y lenguas.
Después en la ciudad. Números, cuentas y libros.
Después en la capital, los hombres, letras y leyes.
Las mujeres no iban, no. Andaban por los terrenos, mirándonos y a coser. ¡Vigilaban, eso sí!

Todos juntos estábamos solo los domingos.

Los blancos dentro de la Iglesia.
Nosotros afuera.
Arrodillados y estando parados.
Resurrexit Sicut Dixit

Reco-reco, Chico dice.
Después todos volvemos.
Los blancos adelante.
Los negros bien atrás.
En algunos momentos conseguíamos cambiar algunas miradas.
Sonrisas, recuerdos de las trepadas a los árboles.
Niña Leninha está muy bonita..!
Una señorita..!
Qué piel tan linda..!
Blanca como la Virgen María. Pura como el Manto de Nuestro Señor Jesús Cristo.
Ya llegando, nosotros corríamos para hacer rendir nuestro día.
Trabajábamos con nuestro ganado.
En nuestras casas.
Con nuestras creaciones.
En nuestras huertas.
Al formarse la noche, bailábamos un poco.
Batucadas.
Mateus y los otros negros bailaban la danza de la Zebra aprendida de un cantor que pasó por aquí.
En el centro los niños pequeños zapateaban.
Saltaban.
Lundum entonando.
Cachamba silbando.
Maringa cantando.
Chocalho ritmando.
Todo el cuerpo festejando.
Hasta el alma sonreía.

A veces los blancos nos venían a ver. Arriesgando una mirada y pidiendo más.
Un día, la niña Leninha quiso coliflor fresco.
Las negrinhas salieron en polvorosa. Andaban de un lado para otro como hormigas en el piso caliente.
Solo había picadas,
La niña quería entonces picadas pero nuevas.
Las negrinhas corrieron atrás de Mateus para que busque y recoja una.
Fue ligero fue.
Fue. Coliflor en la mano, y se quedó arrebatado con la mirada que la Niña Leninha le dispensaba.
Lo recuerdo contando que estuvo primero avergonzado.
Aquella mirada de mujer para un hombre no cabía en la Niña Leninha.
Después, estuvo feliz. Porque eso le iluminaba la vida.
Y triste en la hora en que Donana entró..
Tuve que hablar mucho con el negro: estaba teniendo voluntades que solo hacen que el hombre se equivoque.
Tuve que usar palabras fuertes para colocarlo en su lugar.

Más la Niña Leninha no ayudó.
Domingo de Alegría.
La negrada festejando por tener horas sin trabajo para los blancos.
Batucada acompañando al corazón.
Mateus bailaba con los ojos iluminados.
La Niña llega sola.
Se queda en la esquina. Como queriendo no ser vista. O solo por Mateus.
Abrimos camino.
Allá fue Mateus, moviéndose lentamente hasta quedar cerca de ella.
La tomó de la mano y la trajo al centro del terreno.
Bailaban como si estuviesen solos.
La Niña Leninha todavía recordaba los pasos de nuestro tiempo de pequeños..!
Suerte fue que Bertoleza entró y se llevó a la Niña para la casa.
Con una lluvia de sopapos tuve que colocar a Mateus en su lugar.
Le pegué hasta el día que la Niña Leninha lo mandó a llamar al zonzo para llevar un carro a la ciudad.
No es servicio de Mateus, es de Tomás..!
Nadie me oyó y se fueron.
Solos, volvieron bien de noche.
Mateus con una enorme sonrisa en la cara.
LLevó mucho tiempo de batuque y baile, para que el cuente.
Habló de los besos.
De los juramentos.
De su piel suave.
De sus gritos.
De la explosión y del impulso.
Se llevó unos insultos de todos nosotros.
A mi me parecía que no iba a durar mucho.
Valentim encontraba que era cosas de locos.
Luis acreditaba que era el fin del mundo.
Isaura la consideraba una linda historia.
Expedito juzgaba que era un amor imposible.
Aparecida no quería saber nada.
André decía que era cosas del demonio.
Adelina suponía que algo estaba fuera de lugar.
Almerinda admitía que Mateus era un galán.
Antonio confiaba en Dios.
Bertoleza acataba las órdenes de los señores.
Fátima temía por el diluvio.
Jorge sentía envidia de Mateus
Tadeu sentia envidia de la Niña Leninha.
Mas nada grave aconteció de verdad.
Apenas que un día, cuando Mateus estaba mostrando su danza, vino el capataz, y le pegó más de trescientos azotes. Diciendo que ahora eso era prohibido.
No se podía bailar más!
La Niña Leninha le pasó alcanfor en sus heridas.
Mateus mostrando dolor, pidió que los dejasen solos.
Al dia siguiente los dos desaparecieron.
Yo creía que los dos se habían matado.
Valentim acreditaba que huyeron para Europa.
Luis afirmaba que se fueron para Botucatu.
Isaura consideraba una linda historia.
Expedito sabía dónde quedaba África.
Aparecida no quería saber nada.
André se bendecía diciendo que era cosa del demonio.
Adelina decía que todo estaba en su lugar, gracias a Dios.
Almerinda admitía que Mateus era un buen mozo
Antonio confiaba en Dios.
Bertoleza imploraba que ellos se hayan ido para un caserío cualquiera.
Fátima temia por el dilúvio.
Jorge sentia envidia de Mateus
Tadeu sentia envidia de la Niña Leninha.

PLÍNIO CAMILLO
Escritor nacido en Ribeirao Preto actualmente residiendo en la ciudad de San Pablo, Brasil.

Plinio Camillo sabe o que fala. Depois de intensa pesquisa, ele nos traz histórias em que o negro é o protagonista e a partir do qual as histórias são narradas, e esta é a grande novidade que ele nos propõe. Ora o escravo é o oprimido, ora o opressor. Sim, por incrível que possa parecer, escravos em melhores posições oprimiam os de baixo e podiam ser igualmente cruéis. Neste livro construído a partir de uma sequência de contos cuja narrativa muitas vezes flerta com a sonoridade do poema, Plinio Camillo nos transporta para variados cenários e enredos, desde a vinda nos navios negreiros e o trabalho nas fazendas, passando pelos “negros de estimação”, até os alforriados que trabalhavam nas cidades e os mestiços protegidos pelos pais que não os podiam assumir e moravam nos fundos da Casa Grande com certos privilégios. Ioiô, Madalena - que nasceu sem os braços, Zumira - que teve os seus filhos vendidos, Ifigênia – a cozinheira desdentada, o acorrentado sem dedo, João Criolo – o escravo faiscador (segundo o dicionário, valente, destemido), Conceição - a mulata trigueira talvez filha do patrão ou do judeu que passou por ali, Antonio - o negro alforriado e Bilal - o condenado a 24 dias de açoites. Estes são apenas alguns dos personagens que conhecemos nestas páginas escritas com muita potência e capazes de tornar o autor Plinio Camillo porta-voz de uma etnia que matiza 52% dos brasileiros.

Fuente: Outras Vozes - negrosoutrasvozes.wordpress.com - Coletânea de contos ficcionais que tratam do cotidiano do negro escravizado no Brasil.- 11editora.com.br

Foto: Plínio Camillo - Facebook
Traducción: Ibarrechea

2 comentarios:

El comentario estará sujeto a la aprobación del equipo y su administrador. Gracias.