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viernes, 9 de enero de 2015

NICO ESTEVELLE: AL ESPIGÓN


Eran las once de la mañana del sábado, hacía un calor de verano insoportable y me encontraba en la habitación, con todas las cortinas cerradas mientras, el pobre ventilador del techo no podía seguir dando más aire fresco pues, estaba a punto de colapsar, tan amodorrado me encontraba, que ni siquiera era capaz de saber en qué día estaba ni qué hora estaba viviendo.
De pronto, la somnolencia desapareció tras escuchar el ensordecedor sonido del celular, impaciente seguía sonando hasta que por fuerza espabilé y atendí la insistente llamada:
―¡Hola, buenos días! ¿Quién habla? ―interpelé. —¿Hola, sobrino? ¿Cómo estás? ―preguntó con un tono de voz muy alegre, mientras que del otro lado de la línea, podía oírse como mi tía le decía: «invita a tu sobrino para que venga con nosotros a la playa». Estaba tan contento que no me lo podía creer, tan cierto como que mi tía Elina me había invitado, entre incrédulo y sobre todo, feliz con la invitación, me quedé en silencio, tanto que mi tío Omar seguía al teléfono preguntando y yo, era incapaz de oírlo: —¿Nico estás ahí? ¿Te encuentras bien, sobrino?
—¡Sí tío!, me encuentro muy bien, solo es que la sorpresa me ha quitado el habla. 
—Bien. ¡Che, Nico!, ¿quieres venir con nosotros a la playa?… es que hoy la empresa de transporte en la cual trabajo, me dio un día de descanso, un día de franco. —Sí, sí tío, no hay problema, pero… espera… espera, porque le tengo que consultar a mi mamá. Cuando terminamos de conversar, dejé el teléfono en la mesita de luz y comencé a vestirme para la ocasión y con tiempo suficiente para estar preparado antes de que mis tíos pasaran a recogerme. La espera duró mucho para mi gusto, cavilando estaba, cuando llegó por fin un auto gris plateado tocando la bocina, me calcé rápidamente las zapatillas, tan rápido que no pude despedirme de mi madre y me fui raudo al asiento de atrás para cuidar a mi pequeño primo que no dejaba de mirarme con sus ojos negros, como si desconfiara de mí. ―¡Hola, sobrino! ¿Cómo estás?, ¿estás preparado para ir con nosotros al litoral? —¡Bien, tío Eduardo! Y sí, sí por supuesto, estoy preparado. ¡Hola tía!, ¡hola, Bauti! —¡Muy bien! Entonces pónganse los cinturones, Villa Turbeña Oro, allá vamos. ¿Villa Turbeña Oro? ¡Ah, sí ahora recuerdo!, ¡qué tonto soy!, Villa Turbeña Oro es una de las playas más bonitas y más visitadas por los turistas de todo el mundo, no solo por las comidas, los espectáculos, bailes y juegos que hacen anualmente los organizadores de los eventos, que consiste en entretener por un rato tanto a las jóvenes parejas como también a las personas mayores, casadas o solteras los cuales juegan a sostenerse, en tanto los hombres, dan besos en las mejillas como un símbolo de amor puro y eterno. —¡Buenas tardes, Villa Turbeña Oro! ¿Cómo están, queridos amigos? ¿Cómo están pasando esta hermosa tarde? ―inquirió con una gran sonrisa en su rostro, uno de los conductores del verano. —¡Biennn! —respondieron al unísono, todas las personas que se encontraban allí tomando mate, jugando con sus sobrinos, nietos, hijos pequeños o mayores o incluso jugando a las cartas en las sombras del lugar. —¡Así me gusta! ¡Que la estén pasando muy bien, queridos amigos!, ahora nos ha llegado un aviso de que Manuel Felipe se ha extraviado en la playa… por favor, los guardavidas o las personas que quizás puedan encontrarlo, regrésenlo con su familia, desde ya, muchas gracias por su solidaridad. ―¡Muy bien!, ya estamos aquí… ¡Cuidado, Bautista! ¡Cuidado hijo, te vas a lastimar con la sombrilla! —dijo
alzando a su hijo para ponerlo en uno de los sillones, mientras que mi tía debajo de la sombrilla nos replicaba a nosotros dos: ―Ustedes váyanse tranquilos al espigón a observar cómo se encuentra el mar, si hay muchas olas y aprovechen de sacarse fotos, mientras yo me quedo para cuidar a Bauti, luego intercambiamos, ¿sí, Eduardo? —consultó con voz de enfado, mientras que miraba cómo su esposo y su sobrino se sacaban muchas fotos durante la tarde. 













© Nico Estevelle.
Antología Micrófono Abierto - Anaquel Literario
Nico Estevelle
Córdoba – Argentina
http://anaquelliterario.blogspot.com/…/antologia-microfono-…

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