Juego de no se sabe que designios
azar furtivo o pertinaz porfía,
travieso albur de inciertas estructuras,
equilibrio inestable de partículas,
éramos nada, ni siquiera sombras,
antes del gesto que nos concebía.
Y a nada individual pueden llevarnos
los manantiales turbios de la vida:
con ojos mortales, por un tiempo,
vemos el sol, la frágil luz del día,
y hallan los pies la tierra que, muy pronto,
vendrá a cegar nuestras expectativas.
Un poco de conciencia entre dos nadas:
tal lo que encierra la sabiduría.
La nada nos precede y nos retira
del duro hacer, de la perpleja vía
del existir, de los insomnes ojos,
del estupor de tantas agonías.
Por la nada bregamos lo que somos,
vueltos en cuerpo y alma a la ceniza.
Cuando ella nos recobre, dispensándonos
del error lamentable de estar vivos,
ni tan siquiera habrá de atormentarnos
el misterio pasmoso de haber sido.
Ricardo Casterán
poesía-tucumám.blogspot.com
Ricardo R. Casterán (1/12/1921-4/5/2001). Profesor universitario de francés y de historia del arte. Poeta, colaborador de la Gaceta Literaria. Escribió en francés y en español.
"Las dos nadas", 12 Dic. 1993
Publicado en LA GACETA, 21/2/2010
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