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viernes, 17 de noviembre de 2017

IBARRECHEA: NAVEGANTES

El pequeño Dasgui, presentó sus papeles en la borda a la guardia y acomodó el equipaje de marinero donde su superior inmediato y los demás le indicaron, tomó su puesto de segundo vigía de proa y esperó por las órdenes del Oficial de Cubierta.

Estaba nervioso, impaciente.

Mientras tanto, siente el inquietante sonido "floap, floap" que lanza la vela mayor cuando flamea, en el barco de su Majestad.

Todos los Gavieros trepan por los palos para sujetarla.
En lo alto, el Observador anuncia a los gritos.
-¡Viento en popa!
Los marineros sueltan las amarras.
-¡Viento en popa!
Agrega el Timonel.

Todas las velas se hinchan y despiden un estruendoso "floap, floap" que sacude a la veterana embarcación.

El pequeño Dasgui sabe entonces que debe levantar su mano derecha, y el primer vigía también para anunciar que todo está en orden.

El Cabo de Cubierta grita ahora.
-¡Leva la proa! ¡Leven anclas!

Y los Oficiales se dirigen a formar junto al Capitán, que mira hacia el cielo azul de aquella primavera.

El Capitán luce un uniforme blanco hielo, con insignias y atributos dorados y su barba larga, oculta la corbata negra de reluciente seda.

La gente, amontonada en el puerto, se agolpa a saludar la partida del barco de su Majestad, que intentará conquistar al séptimo cielo. 

La nave dibuja una línea de espuma en el mar y las velas van sonando en un monótono "floap, floap". 

Entonces, el barco de su Majestad, mas allá, se desprende del mar.

Se eleva chorreando agua.
Y el agua se hace lluvia sobre algunos caseríos lejanos.
Y el barco penetra entre las nubes.

Ahora todo queda lejos allá abajo. 
El capitán ordena a sus contramaestres que cada uno de los tripulantes ocupe su lugar. 

Solo queda una luz encendida, donde los navegantes leen las cartas astrales, mientras el pequeño Dasgui, marinero de primera, huérfano de papá y mamá, siente mareos y ganas de llorar, mientras crujen los maderos, mientras las blancas velas del barco espacial, siguen sonando así, "floap, floap".

Y después, mucho tiempo después, el barco de su Majestad, alcanza las estrellas.



Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com

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