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viernes, 27 de enero de 2017

CUENTOS DE MALI: PORQUÉ LAS PAREJAS SON LO QUE SON


¿Saben por qué el hombre de bien es a menudo el esposo de una mujer insignificante y la mujer valiente la esposa de un inepto? 
Es un hecho que comprobamos, pero cuyas causas se nos escapan. 
Esta leyenda peul nos explica las razones. 
Cuando Dios terminó de crear al genero humano, distribuyó virtudes y defectos tanto entre los hombres como entre las mujeres. Un día, hizo llegar a su lado a todas las mujeres. 
Les dijo: - "¡Mujeres ! Mirad al horizonte y decidme lo que veis. - Señor, respondieron, vemos un sol radiante alzarse sobre la tierra. Todo parece festejar su aparición. A medida que se va elevando recto hacia el ciclo, todo lo que parecía estar muñéndose renace de nuevo." 
Dios dijo: "¡Mujeres! Hasta aquí no habéis conocido más que momentos difíciles en la noche de los tiempos. Ahora, va a ser preciso que emprendáis el camino hacia el Paraíso. Unos ángeles velarán por vosotras a lo largo del recorrido; otros os recibirán a vuestra llegada. ¡Nada de desaliento ni lamentos y, sobre todo, ningún desfallecimiento!" 
"Yo fui, soy y seré siempre Aquél que advierte. También os aviso de que las casas suntuosas y las joyas de incomparable belleza os serán distribuidas por orden de llegada. Las primeras de vosotras serán las que tendrán mejor dote; poseerán la prioridad en cualquier cosa. Os recuerdo que el Paraíso es una estancia eterna... solamente las más insensatas de vosotras dejarán que otras las adelanten." "Así prevenidas, partid, mujeres, a la búsqueda de vuestra felicidad..." Las mujeres emprendieron el camino. Su largo séquito se desplegó y comenzó a fluir como el brazo de un río cuyo cauce va estrechándose. Las más valientes conducían la fila. Los ángeles comenzaron a cantar para ellas. Al final del tercer día, las indolentes ya no podían más. 
"¿Para qué envidiar la gloria de las andariegas? -murmuraron. ¿Quién sabe, a fin de cuentas, el destino que les espera a las primeras que lleguen? El Paraíso es tan grande como el conjunto de los cielos. Las moradas son allí tan numerosas como los granos de arena de todos los ríos y de todo el litoral reunidos. ¿No dicen que superpuestas unas sobre otras, esas moradas comienzan en los abismos y terminan casi en la cima del firmamento? ¿Por qué correr pues y hacer perder a nuestros muslos su suave redondez? ¿Por qué sudar y ensuciar nuestro cuerpo? Vayamos apaciblemente, hermanas, y conservemos nuestra frescura. Cuando lleguemos al Paraíso, siempre habrá una morada para cada una de nosotras. E incluso, aunque las primeras se alojen en habitaciones suntuosas la marcha forzada hará desaparecer sus carnes. Su aspecto esquelético apagará la belleza de sus moradas y el brillo de sus alhajas." Dicho esto, las mujeres indolentes empezaron a remolonear como patos demasiado gordos. Para acompasar su lento paso de tortuga, tararearon una canción: 
¿Por qué apresurarnos, por qué lamentarnos? 
¿Porqué gritar? Si, ¿por qué? Quien va hacia el Paraíso no va hacia una tierra árida en la que la hiena se apodera del cabrito, en la que el sato de la sabana asalta los corrales. entretengámonos por el camino, interroguemos los "mandamientos celestiales". 

Tres días después de la salida de las mujeres, Dios dijo: "Hace tres días y tres noches que las mujeres emprendieron el camino. Lancemos a sus hombres tras ellas." Dios hizo venir al grupo de hombres, Ies dijo: 
"No es bueno que el macho permanezca sin hembra. Así que he creado en vuestro honor unas compañeras. Ellas ya salieron hacia el Paraíso. Tienen tres días y tres noches de adelanto sobre vosotros, pero voy a haceros tres veces más fuertes que ellas y os lanzaréis en su búsqueda. "Cada uno de vosotros, añadió Dios, tendrá por esposa a la mujer que encuentre en su camino, y sólo podrá tener una. Los que se rezaguen por el camino se arriesgan, pues, a quedarse sin compañera. Será peor para ellos. Los condenaré al celibato, no conocerán ni la alegría del hogar ni el privilegio de la procreación, no serán elementos continuadores de la especie. La simiente que he depositado en ellos permanecerá como una semilla seca. Crisparé mi semblante para ellos, y se sentirán muy apenados- ...". 
Los hombres iniciaron el camino. Marchaban cantando: Cada ser tiene un origen, cada metal tiene una mina, cada hecho tiene una causa. Si bueno, el Eterno, nos pone en el camino que nos lleva hacia nuestras esposas, eso se debe a algo. Las que serán nuestras mujeres son, dicen, bellas y bien formadas. Son apasionadas sin desvergüenza y apasionantes sin perversión. Pondrán fin a la pena que ensombrece nuestros corazones. 
¡Vayamos! ¡caminemos con energía hacia el Paraíso! Allí encontraremos a nuestras esposas, ¡viviremos en la sabiduría! 
La Inteligencia divina se eleva allí como una montaña gigantesca de la que se extraen metales preciosos para adornar la frente de los valerosos y los sabios. ¡Vayamos! ¡caminemos con energía hacia el Paraíso! ¡Viviremos en la sabiduría, en la sabiduría, en la sabiduría!... 

Después de unas horas de trayecto, los hombres se dividieron en tres grupos: 
Los Hammadi-Hammadi a la cabeza, los Hammadi en el centro, los Hammadi-náoí en la cola. Las mujeres también se habían repartido en tres grupos: las Mantaldé a la cabeza, las Santaldé en el centro, las Mantakapous en la cola. 
El grupo de los Hammadi-Hammadi, compuesto de hombres brillantes, prudentes, emprendedores y valientes, sucumbieron ante el grupo de las Mantakapous; es decir, las últimas mujeres en el orden de valores femeninos. Ignorando que las mujeres más valiosas estaban más adelante, eligieron a sus esposas entre las Mantakapous. 
Los Hammadi, grupo de hombres intermedios, sucumbieron ante las Santaldé, mujeres igualmente medianas con respecto a su valía. Tomaron sus esposas entre ellas. Durante ese tiempo las Mantaldé, mujeres de gran valía, habían adelantado a sus compañeras de los otros dos grupos y ya habían llegado a las puertas. Los ángeles vinieron a saludarlas y les expresaron sus mejores deseos de bienvenida. Cuando quisieron traspasar el umbral, los ángeles las detuvieron: "Perdón, mujeres, pero aún sois 'mitades'. Ahora bien una 'mitad' es algo incompleto, luego imperfecto, y lo imperfecto no tiene cabida en el Paraíso, esperad a que cada una de vosotras tenga un marido que la complete. Entonces entraréis por parejas, es decir por unidades humanas perfectas." 
Antes de que las mujeres se repusieran de su sorpresa, los HammadiHammadi se presentaron, acompañados de sus esposas, las Mantakapous. Ios ángeles exclamaron: "¡Qué misterio! ¿Éstas son las compañeras que Dios os ha reservado?" 
Los Hammadi llegaron a su vez, escoltados por las Santaldé. Finalmente los Hammadi-náoí, los últimos hombres, llegaron a las puertas del Paraíso con las manos vacías. Forzosamente, las mujeres Mantaldé, las más valiosas, tuvieron que entregarse a ellos para poder entrar en la Estancia celestial. 
Y así fue cómo los primeros hombres recibieron en suerte las últimas mujeres y cómo las primeras mujeres cayeron en manos de los últimos hombres. Ya en el Paraíso, los hombres más destacados fueron a quejarse a Dios. De común acuerdo con las primeras mujeres, reclamaron un arreglo. Dios dijo: "Yo no niego un derecho a aquél que lo merece. Pero la inteligencia de mis actos no está siempre a vuestro alcance." Mujeres valientes clasificadas como las mejores, aceptad de buen grado a los hombres poco valiosos. Y vosotros, hombres distinguidos, sufrid a vuestro lado las mujeres perezosas y vulgares. Lo he decidido así por sabiduría y paciencia. Si dispusiera todos los valores por un lado y todos los no-valores por el otro, los asuntos del mundo no funcionarían, como un fardo mal repartido a lomos de un buey de carga. No habría ni equilibrio ni estabilidad. En cada giro, el cargamento se volcaría hacia un solo lado y vuestro universo sería aún más difícil de dirigir de lo que ya lo es ahora. "Tal como os encontráis emparejados, los hombres de valía impedirán a las mujeres indolentes caer en manos implacables que les quitarían toda la levedad a sus párpados, las mujeres dignas y juiciosas serán el refugio de los hombres disminuidos a los que están unidas por el matrimonio." 
"He regulado todo siguiendo una pauta cuyo secreto únicamente lo conozco yo." 
"No os odiéis más. No os rechacéis unos a otros con el pretexto de que vuestros valores y vuestros estados son desiguales." 
"Amaos los unos a los otros, sobre todo entre mujer y marido. Y proclamad que entre las cosas que me agradan, a mí que soy Dios, el primer lugar lo ocupa la perfecta armonía entre los esposos."


Cuentos de Mali
Leyenda Peul 
(Traducción de: María de los Angeles Sánchez Hernández)
Extraído de: MOSAICOS DE CUENTOS AFRICANOS
Marie-Claire Durand Guiziou (Ed.)
Gobierno de Canarias, Presidencia del Gobierno, Dirección General de Relaciones con África 
COOPERACIÓN CANARIA, UNIVERSIDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, Servicio de Publicaciones.
http://www.webs.ulpgc.es/
Imagen: donde-esta.org

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