Cuando se alejó la muchacha el macho no sabía como ordenar el universo Luego de estar en varios países murió clavado en el último despego de los labios en el barrio se lo veía con una corona de vino ardiente por eso al fin murió de fiebre calentando la tierra con intención de ornarla murió cuando el sol recién salía rompió relaciones con sus semejantes luego las mujeres reinventaron veces su anatomía su cadáver y su foto en la cruz son graciosos mientras el mocho como un pintor luminoso empluma en los tardes las nubes de colores para que vuelen los pájaros. De sal caerá la noche Será de lirios la noche sobre el camino cruzará en el sueño espléndido el verano besarán los labios dulces de la carne imposible en el mediocielo invadido por la espera en la estación blanca que tiene la música cantará el silencio el fondo de esta ausencia brillarán las banderas entre sus llamas no será voraz la vida cambiará el destino. Mar En mi corazón hay dos soles que han salido de la celebración de la fortuna ejecutaron la música alta de la noche pero el ruido del mar los ha partido el mar inmenso como después de los imperios quién sabe por qué yo no he logrado abatirte e inmolarte antes de huir del vaso que bebí bañado en las lejanías quién sabe por qué pero cuando yo parta llama a las gaviotas y creerás en ellas para siempre las hijas del cielo cegarán las nubes y los días continuos y yo me postraré ante los dos soles que sintieron las distancias y abrieron sus sangrientas horas en el mar. Los brazos de la hija La he visto retraída poniendo en el vaso el vino que fuimos bebiendo al acercarse la noche la he visto con el vestido de fiesta mirar hacia una distancia insituable, enteramente blanca la he visto sobrecogida del verano que apresura los astros a una hora en que cada partícula proviene de edades bárbaras la he visto en el retiro de la playa endurecer sus caderas que comienzan a ponerse rojas y a brindar a la altura de mi voz la he visto sonreír dichosamente desgranar su collar movida por los signos que me puedan sorprender. Ella Cuando la marea aprovecha el alto cielo de una playa secreta y escucho golpear en el seno de la tierra a las olas amadas y una vez que :han partido quedando en silencio las mujeres primitivas cuando ellas se encuentran reunidas para ser más suaves bajo la sombra que llora sus dulces caderas y en un momento lejanas o salvajes se hunden en el lago llevadas por algún motivo siniestro de mis intactos pensamientos cargados de la tristeza de la brisa espesa también mi madre regresa y se sienta allí en el fondo de la caverna que da al lago y viene a instruirme y a comunicar con ella todo mi pecho y no nos separamos y ella viene a darme su golpe y a dejar sus impresiones en el aire sólo entonces descansa y me encuentra bueno y acude soportando en silencio el dolor que en pos de nosotros arroja al mundo y no nos separamos y me peina medio dormido y me tuesta el pan por la mañana y vuelve a instruirme y me besa con su constancia y su corazón en llamas y viene a decirme que me volvería a dar a luz sin exhalar una sola queja. Armando Zárate
Poeta, ensayista, Doctor por la Universidad de California y Profesor Emérito de la Universidad de Vermont (Estados Unidos)
"En 2007, publicó su Álbum poético de Córdoba (Ed. Comunicarte), libro de exquisita factura editorial en el que amplía su anterior Memorial poético de Córdoba (Ed. del Fundador, 2000), agregándole otros textos relacionados con la provincia, aunque ya no necesariamente de autores cordobeses. El Álbum es una lectura de gran provecho para aprehender un derrotero (posible, entre tantos otros trazables) de la larga tradición poética de Córdoba. La muestra se presenta enriquecida con la mirada de otros poetas que pasaron por la provincia, como por ejemplo Pablo Neruda (del que Zárate selecciona dos odas: “…a las tormentas de Córdoba” y “…al algarrobo muerto”), o por un narrador como Daniel Moyano, que en el libro es capaz de sorprender con un poema: “El niño”. (Zárate me contó que una vez Moyano leyó este poema en público —¿en Vermont?—, y que apenas terminó, dejó caer el papel sobre la mesa y dijo con desdén: “no me gusta”). Moyano —que además de escritor, era músico, plomero y albañil— era muy amigo de Zárate, y le había hecho toda la cañería de su casa. Esto lo cuenta Armando en una entrevista que le hizo Rogelio Demarchi en La Voz del Interior con motivo de la publicación del Álbum. En esa misma casa vi colgado el cuadro de Manuel Reyna que ilustra la tapa del libro: la capilla de Candonga más linda que conozco (y eso que hay cientos de Candongas pintadas en Córdoba). La selección del Álbum poético de Córdoba realizada por Armando Zárate arranca con el mismísimo fundador, Jerónimo Luis de Cabrera; lo siguen, entre muchos otros nombres ilustres, Luis de Tejeda, Leopoldo Lugones, José Rivera Indarte, Hilario Ascasubi, el Conde de Lautréamont, Carlos Romagosa, Arturo Capdevila, Saúl Taborda, Enrique Banchs, Azor Grimaut, Enrique Luis Revol o Emilio Sosa López (que dirigió junto a Zárate la revista Mundi; antes Zárate también había fundado una revista de poesía, Cara verde). Para mi historial como lector, la inclusión más importante —porque en aquel entonces fue para mí toda una revelación— fue la de Romilio Ribero, que figura con dos poemas geniales: “Bailar en sal” y “Animales peligrosos”. Por estos poemas salí a buscar los libros de Ribero (toda su poesía está editada por Alción). También me impulsó la semblanza que Zárate hace del poeta: “Nadie sabía en Córdoba de qué vivía Romilio o de qué podría vivir. Un día, por mediación de un funcionario, le cedieron un cuarto de conserje en el teatro Rivera Indarte. Romilio, en las noches más frías y solitarias, se tendía envuelto por el alfombrado en las galerías y muy a gusto con los fantasmas del Coliseo”. También por ese descubrimiento le estoy agradecido a Armando Zárate. Que en paz descanse." Martín Cristal. Fuente: www.martincristal.com.ar - elpezvolador.wordpress.com - unaballenapodridaenlaplaya.blogspot.com Foto: Armando Zárate y Martín Cristal, tomada de: elpezvolador.wordpress.com |
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viernes, 27 de enero de 2017
ARMANDO ZÁRATE: POEMAS
Invasión a la eternidad
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