Carmela toca el brazo de su abuela y le pregunta:
- ¿Vos sabías que en las montañas hay nieve, abu?
- Claro Carmela, en las montañas altas dónde hace mucho frío, siempre hay nieve. -le contesta su abuela mientras teje un saquito para su segundo nieto-.
- Te voy a contar un cuento, abu.
- Dale, contámelo que te escucho - le dice la abuela sin sacar los ojos del tejido-.
- Una vez, hace muchos años -la niña se acerca, gesticula, quiere que su abuela le preste atención-, estaba un hombre sentado en una piedra, mirando las montañas llenas de nieve y ¿sabes qué? Llegaron en un auto, cuatro muñecos de nieve.
La abuela levanta la vista del tejido, la mira.
- Dale, contámelo que te escucho - le dice la abuela sin sacar los ojos del tejido-.
- Una vez, hace muchos años -la niña se acerca, gesticula, quiere que su abuela le preste atención-, estaba un hombre sentado en una piedra, mirando las montañas llenas de nieve y ¿sabes qué? Llegaron en un auto, cuatro muñecos de nieve.
La abuela levanta la vista del tejido, la mira.
- Ellos se bajan del auto, uno era muy grande y tenía una zanahoria que era su nariz, otro tenía botones grandes como los de tu tapado, pegados en el pecho, después había otro que tenía una bufanda roja y un bonete de papel brillante en la cabeza y el otro tenía unos guantes marrones en los bolsillos. ¿Sabés lo que hicieron, abu?
- A ver, cuéntame Carmela -le dice la abuela dejando de tejer y observando a la niña-.
- Entre los cuatro muñecos, levantaron al hombre que estaba sentado en la piedra mirando la nieve y lo ataron y lo subieron arriba del auto y lo pasearon por toda la ciudad de los muñecos de nieve, hasta que todos los otros muñecos vinieron a verlo.
- ¡Qué barbaridad!
- Entonces, algunos muñecos cuando lo vieron, le tiraban nieve, otros lo querían romper con piedras, y otros, los más traviesos, le adornaban la cabeza para sacarse fotos con él.
-Dios mío, pobre hombre, Carmela -le dice la abuela con un gesto de asombro-.
-El hombre estaba muy asustado abu, sabía que tenía un gran problema, porque en una de esas se congelaba, o a lo mejor, quién sabe, se derretía. ¿No te parece?.
- ¡Qué barbaridad!
- Entonces, algunos muñecos cuando lo vieron, le tiraban nieve, otros lo querían romper con piedras, y otros, los más traviesos, le adornaban la cabeza para sacarse fotos con él.
-Dios mío, pobre hombre, Carmela -le dice la abuela con un gesto de asombro-.
-El hombre estaba muy asustado abu, sabía que tenía un gran problema, porque en una de esas se congelaba, o a lo mejor, quién sabe, se derretía. ¿No te parece?.
- ¿De dónde sacaste eso Carmela?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
El comentario estará sujeto a la aprobación del equipo y su administrador. Gracias.