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viernes, 11 de diciembre de 2015

IBARRECHEA: EL NIÑO QUE ERA ENCANTADOR DE PÁJAROS

Me contaba Berenice que le contaron a ella la historia de José, el niño que era encantador de pájaros en el barrio La Loma. Dice que tenía una abuela que se llamaba Ana y que siempre le decía: Corre niño corre, que el que no corre, vuela. Y que José tenía montones de jaulas que eran de madera y alambre y que hasta había algunas de caña. Porque José espiaba entre las ramas, y las hojas de los árboles y que sabía que por allá andaban todo tipo de pajaritos y sentía que al final, sus tramperos los entrampaban.

Los pajaritos de José cantaban todos juntos, cuando José les cantaba. 
Las jaulas se colgaban en las ramas de los árboles.
La mamá de José, no quería saber nada con tanto bullicio, cuando José cantaba.
Y de noche las jaulas se amontonaban en la galería del patio.

¿Cuántos pájaros hay en todas tus jaulas José? -Le dijo Humberto, su papá-.
-Cientos -contestó por él Enrique, el mayor de sus hermanos-.
-No lo sé señor -dijo José-.

-Fíjate de una vez por todas que vas a hacer con ellos, ya no hay que darles de comer -le dijo la señora Dora Eufemia, su mamá-.
-Les daré mi comida, mamá.

-Pero es que alborotan a todo el vecindario -le recriminó María Susana, su hermana-.
-Los haré callar para que duermas, hermana.

Con el tiempo, había más jaulas llenas de pájaros en el pasillo y en las tapias linderas a los vecinos, y en los muros del baño del fondo y en las columnas de la habitación sin terminar.

-Lo mejor será soltarlos José, ¿no te parece?-le dijo su papá-.
-Si, José de una vez por todas -le dijo su hermano-.
-Quédate con cuatro o cinco, nada más -le dijo su mamá-.
-Elije los más lindos y listo -le dijo su hermana-.

Dicen que el trencito de lata quedó escondido entre los tallos de los geranios.
Que el "yo-yo" colgaba de un clavo que asomaba en la pared de la galería.
Que el camioncito de madera estaba en el pasillo y estorbaba el paso de las personas que lo buscaban.

-Siempre le dije que el que no corre, vuela -alcanzó a decir Ana, su abuela, cuando se enteró que José no desayunó, que tampoco fue a la escuela, que nadie sabía a que hora salió o se lo llevaron y que ya no había ni un solo pajarito en las jaulas vacías.

El sargento Ramírez, de la policía, no entendía nada.
Le contestaba a quién le preguntaba que:  estamos buscando al niño por el barrio La Loma, por el barrio Malvinas, el Cortadero y los otros barrios que dan al norte, también se destacó algunos efectivos por el monte, por las sierras y los arroyos -aclaraba señalando con los dedos un mapa-.

¡José se fue con la bandada!
Dicen que sus hermanos gritaban.
-Ya debe estar lejos, lejos. 
Dicen que su mamá lloraba asustada.
-Debe andar por aquellos cielos.                           
Dicen que su papá lo llamaba con calma.
-Y en otras alas.    
Dice Berenice, que José volaba.
















Ibarrechea
diceelwalter@gmail.com

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