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viernes, 13 de noviembre de 2015

IBARRECHEA: A MAY



Hoy es uno de esos días en que me despierto y mi alma se queda quieta, como el agüita de los estanques que atrapó a la luna y a las estrellas, y me parece que hoy, justo hoy veré a la gente que te rodea, sincera.



Entonces te miro, y veo la buena persona que eres, y veo también que te das el gusto de seguir siendo tan pero tan buena, que a pesar de estos problemas que la vida nos presenta diariamente, la caminas sin enojarte con nada, ni con nadie. 



Hoy, justo hoy, mientras estás dormida, le susurro a tu almohada que yo hubiese querido ser aquel que te hacía sentir el viento de las mañanas arriba de mi bicicleta, cuando íbamos juntos a la escuela. Me hubiese gustado ser el que te sacaba a bailar por las noches. El del primer abrazo, el del primer beso. El que te regalaba las rosas que se encogían en silencio, entre las hojas de tus libros.


Y en una de esas, quién sabe.


Pero la vida. 
Esa que ahora nos tiene caminando despacito, para que nadie nos alcance, nos envuelve en lejanos supuestos de lo que podría haber sido.

A esta hora, siento lejanos ladridos de perros anunciando que alguien vuelve a su casa. 
Que alguien abre y cierra sus puertas. 
Que hay bebés, que se sacuden en las cunas pidiendo teta.
Que hay quienes todavía se aferran a la cama, como atrapando sus sueños.
Que algunos motores se ponen en marcha.
El aleteo alborotado de los pájaros en los árboles perezosos.
Y la claridad del sol, que derrapa sin pausa desde los techos por las paredes, hasta inundar los patios del barrio.

Hoy, como todos los días de los siglos de los siglos, el mundo vuelve a girar.
Nosotros, los humanos que resucitamos a la noche, vamos a levantarnos. 
Y a poner la pava en el fuego, y el pan en la mesa para desayunar,  y para agradecer por esta nueva oportunidad de salir a buscar esperanzitas nuevas.

Y siento que nuestros corazones vuelven a latir conmovidos, y nos dicen en sus latidos que el camino para llegar a la muerte debe ser lo más dulce y sincero posible, porque no hay nada más triste que sentirse solo, sin afectos.

En cierta oportunidad, un amigo me dijo que: "Las personas no son como tienen que ser, sino como son, nada más".

Te veo dormida May, procurando que tus sueños, esos que están llenos de buenas intenciones, no se te escapen, y yo, tratando de ser parte de ellos, en este amanecer.

Pero en la serenidad de este momento, me sale así, de repente, una frase alentadora, sincera, honesta, que atraviesa tus desordenados cabellos y te despierta sonriente.
"Buen día cariño, que tengas un feliz cumpleaños".

J.A.I.



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