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viernes, 20 de noviembre de 2015

CECILIA MEIRELES: POEMAS

"Hay personas que nos hablan y ni las escuchamos; hay personas que nos hieren y no dejan ni cicatriz pero hay personas que simplemente aparecen en nuestra vida y nos marcan para siempre".
Cecilia Meireles




REINVENCIÓN

La vida sólo es posible
reinventada.
Va el sol por los campos
y pasea su dorada mano
por las aguas, por las hojas...
¡Ah, todo burbujas
que brotan de hondas piscinas
de ilusión...  nada jamás.
¡Ah!, todo burbujas
Pero la vida, la vida, la vida,
la vida sólo es posible
reinventada.
Viene la luna, viene, retira
las cadenas de mis brazos.
Me proyecto por espacios
llenos de tu figura.
Sola, equilibrada en el tiempo,
me desprendo del vaivén
que más allá del tiempo me lleva.
Sola, en la tiniebla
permanezco: recibida y dada.
Porque la vida, la vida, la vida,
la vida sólo es posible
reinventada.


CANTARÁN LOS GALLOS

Cantarán los gallos, cuando muramos,
y una brisa leve, de manos delicadas,
rozará los bordes, las sedas
mortuorias.
Y el sonido de la noche irá transpirando
sobre los claros vidrios.
Y los grillos a lo lejos truncarán los silencios,
los tallos de cristal, fríos, largos yermos,
y el enorme aroma de los árboles.
¡Ah, qué dulce luna verá nuestra calma
haz todavía más calma que su gran espejo
de plata!
¡Qué frescura espesa en nuestros cabellos,
libres como los campos de madrugada!
En la niebla de la aurora
la última estrella
asciende pálida.
¡Qué gran sosiego, sin hablas humanas,
sin el labio de los rostros del lobo,
sin odio, sin amor, sin nada!
Como oscuros profetas perdidos,
conversarán apenas los perros en las campiñas.
Fuertes preguntas. Vastas pausas.
Estaremos en la muerte
con aquel suave contorno
de una concha dentro del agua.


ESTIRPE

Los mendigos mayores no dicen nada, no hacen nada.
Saben que es inútil y exhaustivo. Se dejan estar. Se dejan estar.
Déjanse estar al sol o a la lluvia, con el mismo aire de entero valor,
lejos del cuerpo que dejan en cualquier lugar.
Entretiénense en extender la vida por el pensamiento.
Si alguien habla, su voz huye como un pájaro que cae.
Y es de tal modo imprevista, innecesaria y sorprendente
que para oírla bien tal vez giman algún ay.
¡Oh, no gemían, no!... Los mendigos mayores son todos estoicos.
Pondrán su miseria junto a los jardines del mundo feliz
pero no quieren que, desde el otro lado, sepan de la extraña suerte
que los recorre como un río un país.
Los mendigos mayores viven fuera de la vida: se excluyeron.
Abren sueños y silencios y desnudos espacios a su alrededor.
Tienen su reino vacío, de altas estrellas que no cobijan.
Su mirar jamás mira y su boca no llama ni ríe.
Y su cuerpo no sufre ni goza. Y su mano no toma ni pide.
Y su corazón es una cosa que, si existiera, súbito olvidaría.
¡Ah!, los mendigos mayores son un pueblo que se va convirtiendo en piedra.
Ese pueblo, que es el mío.

Cecilia Meireles
Río de Janeiro-Brasil, 1901-1964
Cecilia Meireles nació el 7 de noviembre de 1901 en la Tijuca, Río de Janeiro (Brasil). Cuando Cecilia vio la luz por primera vez ya había perdido a su padre, Carlos Alberto de Carvalho Meireles, muerto tres meses antes de su nacimiento. Poco después, cuando solamente tenía tres años, falleció también su madre, Matilde Benavides Meireles.

Criada principalmente por su abuela materna, Jacinta García Benavides, la futura escritora vivió en soledad e introversión rodeada de libros.
Tras finalizar sus estudios trabajó como profesora, estudiando también canto y violín en el Conservatorio de Música.
Su primer poemario fue “Espectros” (1919). En el año 1922 se casó con el pintor Fernando Correia Dias, quien ilustró algunos de sus libros con apuntes místicos, como “Nunca Más… Poema De Los Poemas” (1924), y “Baladas Para El Rey” (1924).
Más tarde publicó el libro de prosa poética “Crianza, Mi Amor” (1927), al mismo tiempo que escribía en la Página de Educación del Diario de Noticias de Río de Janeiro, en donde redactó artículos de notoria resonancia sobre educación y política.
Con posterioridad colaboró con “La Nación” y “Correo Paulista”, y dirigió “Travel”. En el año 1934 fundó la primera biblioteca infantil de Brasil junto a su marido Correia Dias, quien se suicidó dejando viuda a la escritora. En 1940 Cecilia se casó con Heitor Grillo.
Un año antes, gracias a “Viaje” (1939), su obra más importante, Cecilia logró el reconocimiento crítico y popular como poeta.
En los años 40 impartió clases de literatura y cultura brasileña en la Universidad de Texas.
Sus siguientes obras poéticas fueron “Música Vaga” (1942), “Mar Absoluta” (1944), “Retrato Natural” (1949), “Romancero De La Desconfiada” (1953) y “Poemas Escritos En La India” (1961).
Cecilia murió en su ciudad natal el 9 de noviembre de 1964. Tenía 63 años. De manera póstuma apareció “Cántico". Fuente: rincondepoetasmajo.blogspot.com - alohacriticon.com - Foto: techtudo.com.br

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