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viernes, 30 de octubre de 2015

APOLINARIO FITZGERALD "CHUÑI" BENITE: EN LA CARNICERÍA DEL NEGRO MOREIRA


No sencontrábamo con el Ñacaniná Albare en la carnisería del negro Moreira, esperando que le deje de atendé a Doña Maurisia, cuando dentró Doña Cala con toda esa mala onda de siempre, arrugando la jeta por el olor que ay siempre en el local del negro, como si él tubiera la culpa de que la gente no le compra eso ígado y esas tapa de asado que tiene desde enero del año pasado en las batea questán debajo del mostradorsito lento.
-Buenos día, porque cuando ay educasión se saluda- dijo con su vos de cotorra, la boca to torsida y al lado la empleada con el delantal poronga que le ase usar a la pobre desde que ase cuarenta año vio a la asistenta de Mirta Legran y quiso tener una igual.



-¡Ey, Doña Cala, felis día!- le contestó Doña Maurisia.



La gorda le dio dos beso ruidoso en la mejilla pero la vieja carachenta saludó con esos beso de mierda que dan las tipa angaú finoli, que son en realidá beso al aire, porque asen todo lo posible pa que los labio no se apollen en la jeta de la otra persona, y si ase falta tuersen todo el pico asta casi tocarse la oreja con el yurú.



-Grasia, me contaron que está estrenando un eletrodoméstico- dijo la vieja.

-Ay, sí –se agrandó Ña Mauri-, se re jugó el nene, ¡sunamor!

-No savia que ya estaba en libertá-le tiró la vieja chota mobiendo la cejita derecha como cada ves que lestá por cagar el día a algien.

Ña Mauri sintió el impato vamoecí, pero se iso la que no le dolió.

-Se, se, seee, por supuesto, el jué le dio la escarselasión ensegida, si el Choli no tubo nada que ver, los cana jueron lo que le plantaron todo eso pa joderle nomá.

-Debe sé que tiene tiempo libre la policía pa podé plantarle 87 bisicleta en el patio…

-Como mucho eran 84, Ña Cala.

-En el diario salió que eran 87. Pero debe ser que la prensa miente je je je.

La vieja de mierda se reyía con esa sonrisita venenosa della. En la carnisería asta las mosca iban bajando el bolumen. Ñacaniná me codió como abisando que no quédemo porque podía aber quilombo, que siempre viene bien pa tené algo que contá en las choriseada con lo vago.

-A mí también el Julián me homenajió por el Día de la Madre –retomó la guampachata-. Flor de sorpresa me dio: me trajo un esplí Sansun de 5.000 fregoría sistema frío-calor 24 programa y control remoto. Anaranjado el control, ensima.

Ña Mauri segía contra las cuerda. Ensima justo el negro le pregunta qué va llebar.

-Tresiento de molida-contesta en vos bajita.

-No será tresiento peso, ¿no? Je je je

-Nooo ja ja - la risita de Ña Mauri rebela el intinto asesino insipiente.

-¿De la espesial?-pregunta el negro.

Ña Mauri siente la miraba filosa de la otra.

-No, don Moreira, la común nomá, la otra tiene muchos produto químico, escuché en las radio.

La Cala é como un tiburón que persibió sangre. Le mete otro estiletaso.

-A mí, mi estimado carnisero étnico, por fabor vaya preparándome dos kilo de lomito. O capas que tré.

Ña Mauri respira agitaba. Las teta de unos ocho kilo cada una suben y abajan bajo el vestido floreadito. El pelotudo de Ñacaniná pela el célu y empiesa a filmá descaradamente. Lejo de intimidarse por la videorrealisasión vamoecí, la Cala vuelbe a embestir.

-¿Y a usté qué eletrodoméstico espesíficamente le regaló el Choli?

Ña Mauri tranpira. La frente le brilla como narí de borracho.

-Eeeh… Un… un coso… un… un despositibo generador de flujo eólico circulatibo intra-abitasional vamoecí.

-Claro, un ventilador, como me dijo el Juli. Porque él justo dentró al Fábrega cuando el Choli salía con el venti. El Juli ay jue que me compró el esplí de 5.000 fregoría con control. Control anaranjado. Lleno de botonsito é. Al contado. ¿El Choli tubo que aser con Credicompra, no?

Ña Mauri tanbalea, todo asemo juersa pa que se recupere, pa que aguante contra las cuerda, pa que suba la guardia, pa que se banque la palisa y le calcule una mano, una sola mano, en el medio de la jeta que le tumbe a la vieja de mierda. No ay otra. Por punto está perdiendo por goliada. Tiene que noquiá. No queda otra.

“Sigan, sigan, no se callen pué que me estoy quedando sin batería”, reclama el Ñacaniná como si la sotra jueran atrise bajo su mando. A Ña Mauri le late too el cogote. La Cala ase golpesito contra el suelo con el pie, como midiendo el ritmo de la matansa.

Le miro al negro Moreira, que ase rato se quedó con la mano hundida en la carne molida y mira con cara de pedirle a la Cala que por fabor la mate de una vé a la pobre gorda, que no le aga sufrí má.

Ña Mauri, en un ejemplo de coraje y guapesa dicno de un boseador mejicano, no se rinde.

-A mí no me gustan los esplí, ni lo saire condicionado en general. Ese frior ase mal, porque no sé si usteden vieron –y nos mira como pidiendo ayuda- que si uno dentra a una piesa con aire, y despué sale, ajuera ay tanta calor que ese cambio de temperatura é terrrrrible… Yo me quedo toda la vida con el ventilador. Aparte é un Niclamar de 20 pulgada, cuatro paleta y tres velosidade. Botón de estoc también tiene, pa pararle sin tené que desenchufarle.

A todo nos conmuebe ese intento miserable de sacar la cabesa del agua. Moreira tiene lo sojo lleno de lágrima.

-En cambio a mí me dijo el Juli que el venti era de diesisiete pulgada y media, y tres paleta- cachetea la Cala, preparando la faena final- Y si quiere vamo a su casa y miramo...

Silensio total. Todo esperamo que Ña Mauri siga viva. Tranpira y respira, tranpira y respira, tranpira y respira. Ñacaniná le arrima el célu hasta dies centímetro de la jeta, pa registrá mejor la sufrisión de la gorda. El Catinga Ayala, que dentró resién, aprobecha la tensión pa pegarle una flor de apoyada a la mujer del dentista, que se ase la que no se da encuenta.

-Sí… puede ser… diesisiete, veinte… son todo número de dó dígito vamoecí- dise la pobre con una vosesita de grillo.

Él final. Ñacaniná, sin dejar de filmá, me mira como disiendo “agarrá el cuchillo de Moreira, tené piedá y cortale el cuello a la Mauri”.

-Lo otro –musita la vítima entre su súltimo estertore-… lo otro é que el ventilador parese que mejora los proseso de apareamiento de los mamífero. Porque fijesé Ña Cala que usté siempre tubo aire, y yo siempre ventilador, y a mí el Cacho me tiene bien bombeada por lo meno do vese a la semana todabía, y a usté no sólo que su marido no la toca ni con una tacuara, como me dijeron que usté contó en la peluquería de la Cesilia, sino que todo sabemo que ase como veinte año que le claba a la concuñada y todo se asen lo pelotudo nomá pa que no haiga quilombo.

Ña Cala se desfigura. Quiere ablar y no abla, dá un paso atrá, otro adelante, ase como que rebisa la carterita, tose, se pone violeta, se coloca la mano en el pecho, mira a los costado.

La Mauri ni le mira. Se arrima al mostrador, agarra la bolsita de molida, le pide a Moreira que le anote, y se va.

Ñacaniná le ensima haora el selu en la jeta de Ña Cala, que sige como muerta de pie. El Catinga aprobecha y se le apoya a ella haora. “Felí Día de las Madre”, le dise al oído, y una baranda talacastiana rebota por toda las parede de la carnisería.

Uno de los nocause má simpresionante que vi en mi vida.


Chuñi Benite
Literato
Chaco, Argentina.
Fuentes: Acsión Ñerética Resistencia - http://www.angaunoticias.com.ar
Foto: Subida por el autor en Facebook - Apolinario Fitzgerald Chuñi Benite 
Nota: Relato sin correcciones por la administración de este blog. 

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