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viernes, 5 de diciembre de 2014

BERENICE WEBER: ESCRITOS Y MÚSICA RELACIONADAS CON EL SEÑOR JOSÉ ANTONIO

1
ROBOT
Me programaron para que ame,
y amé.
Una, dos, tres,
intensamente.
y muchas más,
apasionadamente.
Algo salió mal la última vez.
Ahora debo esperar,
por nuevas instrucciones.


2
LIMITACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD
En ningún caso querida mía, seré responsable ante tu corazón y tu almita por daños causados por la utilización o el mal uso de los servicios que he de brindarte. 

Esta limitación de responsabilidad se aplicará para impedir daños indirectos, incidentales, especiales, ejemplares, (incluso si yo te hubiese advertido de la posibilidad de tales daños). 

Esta limitación de responsabilidad se aplicará si los daños surgen del uso o mal uso de y la confianza que entre los dos acontezca, o de la interrupción, suspensión o finalización de nuestro amor. 
Por la presente, nosotros, nos abstendremos de los reclamos, demandas, pérdidas, daños, derechos, reclamaciones y acciones de cualquier tipo, directa o indirectamente relacionada con nuestro amor.
INDEMNIZACIÓN. Es entonces que aceptamos defendernos, indemnizarnos y mantenernos de, y contra cualquier reclamación, responsabilidad, daños, pérdidas y gastos, que surjan de nuestra relación.

3
RUTINA
Buen día, día.
Desayuno.
Ascensor.
8,7,6,5,4,3,2,1,0.
Cierre despacio.
Puerta, vereda, calle.
Camino.
Buen día.
Llaves, luces.
08:00 Horas
Oficina de soluciones rápidas y efectivas.
Mantenga limpio el lugar de trabajo.
Papeles. Listados de personal, Remitos, Ordenes de compra, Stock.
18:00 Horas
Apague las luces.
Mantenga limpio el lugar de trabajo.
Hasta mañana.
Camino.
Calle, vereda, puerta.
Cierre despacio.
0,1,2,3,4,5,6,7,8
"Hola amor, hoy no he dejado de pensar en ti."
Cena.
Buenas noches, noche.

4
SOUVENIR DE PARÍS




5
EL REGALADOR DE SONRISAS
Ahora les voy a contar como es que me siento cuando está por terminar el día y ella no me ha llamado todavía. 

No se si han fijado en la cara de espanto de los monos que deambulan por las rejas verdes de las jaulas del zoológico. Esa es mi cara, despeinado y con la misma sonrisa del yacaré de la fosa, al fondo a la derecha entrando por la puerta principal. Bien.

Habrán visto ustedes cuando se rompe un espejo. Bueno, las mil astillas despedazadas equivalen a la cantidad de sueños multiplicados a una razón de siete por noche, que no podrás soñar porque ahora no hay quién te devuelva esa porción de alma que estaba escondida atrás del vidrio y que vamos dejando un poquito todas las mañanas cuando nos levantamos. 
Absoluta cara de perdedor.  Ya  lo saben.

Algunos tipos que venden billetes de loterías debieran decir que tienen en sus manos el billete sin premios, en un acto de total sinceridad y mostrar mi foto con ojos espantados, bigotes de pandillero mexicano que llegan hasta aquí y números ilusorios. 

Hola amigos soy el escribidor de La Cañada. A ver si saben quién no me ha llamado todavía.

Cuando se espera, hay que tener a mano papel y lápiz, y escribir con mucho encanto esto es lo bueno,  y esto es lo malo de esperar animosamente.

Ahora les voy a contar que es lo bueno.
Lo bueno de esperar es tener un corazón que aguante semejantes atropellos. 
Una mente que lo acompañe sin decirle  nada, ni siquiera: alto ahí maldito, no fumes.

Ahora les voy a contar qué es lo malo.
Lo malo es tener un corazón que no aguante nada de nada. 
Una  mente perversa  que  te haga pensar esto: oye, que tal un disparo entre ceja y ceja. 

Hola amigos, soy el escribidor de La Cañada, A ver si saben quién no me ha llamado todavía.

Ahora les voy a contar lo que haré mañana, cuando me levante. 
Anoten para que luego me lo hagan recordar, por si lo olvido: Dejaré un pedazo de mi alma dormida en el espejo. Caminaré por el centro de mi Córdoba,  incluidas las calles peatonales. 

Cruzaré la plaza de la feria de los libros, como si fuese Ulises regresando a Itaca, después de las guerras de Troya, y  me sentaré a desayunar en el Sorocabana. 

-Hola regalador de sonrisas, ya le traigo el cafecito.

Leeré la cartelera del Teatro Real. Cruzaré de nuevo la Plaza de la feria de los libros, como si fuese el hombre de acero con corazón inoxidable y venderé mi teléfono celular. 

Ya sabe amigo, -le explicaré-  tiene hasta "guai fai." La garantía dura hasta el primer llamado, pues como sabrá usted, es un teléfono que sólo espera. Buenos días, buena salud.

Ahora les voy a contar como es que me siento cuando está por terminar el día y ella no me ha llamado todavía.  

Atropello todo y lanzo manotazos al aire como King Kong que estaba enamorado de la rubia, y quería voltear los aviones que lo rodeaban. Con el aliento que tiene el león hambriento que no durmió la siesta, al fondo a la izquierda, entrando al zoológico por la puerta principal. Bien.

Habrán visto ustedes el aplomo que tiene un payaso cuando se desviste y guarda prolijamente la ropa, y la cara real que aparece del mismo payaso que se quita lentamente el maquillaje frente al cuadro de los sueños, hasta la próxima función. 
Absoluta cara de tristeza. Ya lo saben.

Pero un regalador de sonrisas no se rinde porque una bella mujer se olvidó de él. Jamás.

Yo voy a pensar en las madres parturientas que esperan internadas en los hospitales. 
Y en la resignación de los guardias nocturnos mientras esperan el relevo. 
Y en los niños que esperan los escasos momentos de ternura.

No niño, ¡detente! 
No te atrevas a crecer.


6
EL SEÑOR JOSÉ ANTONIO TUVO UN SUEÑO
El señor José Antonio tuvo un sueño. No lo recordaba con exactitud cuando se despertó,pero le pareció que eran como puertas que se cerraban y de puertas que se abrían. Se sintió bien descansado. Desayunó un café fuerte, oscuro, casi sin azúcar y luego de la ducha de la clara mañana se afeitó lentamente. Eligió unos jeans, zapatillas y campera para salir. El aire frío de esa hora golpeaba su rostro, puso las manos en los bolsillos y caminó por la avenida que lo llevaba hacia el centro. 

Y se perdió entre la gente.

A esa hora, una de sus amigas acomodaba el escritorio de su oficina, repasaba papeles escritos a mano, mezclados con formularios y se dispuso a dejar su lugar de trabajo impecable. En uno de los cajones, encontró un viejo poema de su amigo el escribidor, lo leyó llena de nostalgias,  recordó aquellos momentos vividos a su lado y cobijó la esperanza de volverlo a ver. Ahora se mostraba decidida, quizás hasta de animarse a decirle lo que alguna vez calló. Buscó su número. El llamado tropezaba con una casilla de contestador automático.

Algunos manifestantes hacían sonar los redoblantes y lanzaban bombas de estruendo para hacer sentir sus reclamos. El tránsito se interrumpía y el ensordecedor tumulto originado por las arengas contínuas de los líderes que impulsaban la protesta, sumergieron al señor José Antonio en sus viejas épocas de obrero del transporte. Ése recuerdo le hizo sonreír y por ello, acompañó sin rumbo a los manifestantes por unas cuadras, hasta que recobró el camino anterior, absorto en sus expectativas.

Otra de sus amigas intentó comunicarse con él. Lo hizo desde su casa, mientras miraba televisión y que le pareció verlo por los canales que trasmitían en directo la protesta. Pero no obtuvo respuesta. Pensó en insistir más tarde, mientras encendía la computadora para mandarle un mensaje por ese medio. Quería saber si ese hombre que caminaba entre tamboriles retumbantes era él y qué diablos hacía allí. De curiosa, nada más.

El cielo empezaba a nublarse. Desde el sudeste, algunas nubes amenazaban con su presencia inquietante. Y dos horas más tarde, todo estaba cubierto. El viento que soplaba desde el sur era más intenso. Las hojas de los árboles revoloteaban por las veredas y la gente se apresuraba a guarecerse. El escenario por donde él caminaba, tenía ahora otros aromas. Volvió a su casa mojado por la intensa lluvia.

La amiga que desde su escritorio abarrotado de papeles, lo había llamado, se retiró antes de su horario habitual, llegó apresurada a su casa y resignada por haber dejado las ventanas abiertas, empezó a secar el agua que había ingresado por ellas. Después hizo la comida para esperar a sus hijos y a su nieto, que cuidaba por la tarde. Olvidó por ello el llamado de la mañana, mientras que aquel poema encontrado, ahora dormía la siesta, esperando al lado del teléfono, en su cartera.

El señor José Antonio, preparó sus valijas, acomodó en ellas su ropa, sus zapatos y sus escritos para llevar a la Editorial. Recordó que no había guardado el perfume ni los elementos de su aseo personal,  que finalmente acomodó en su maletín, a lado de los regalos para sus nietos. Su computadora permaneció apagada todo el tiempo. A cierta hora, aproximó a la puerta todo su equipaje, desconectó las llaves del gas y del agua, y cerró con llave.

Salió a despedirse de su antigua amante.
Las calles y veredas estaban mojadas. Aunque el cielo de la tarde ya no tenía nubes para mostrar, cuando ellos, en silencio, caminaban hacia el parque. Eligieron una húmeda hamaca donde ella se sentó y él la balanceaba, como parte de la magia que habían perdido. La miraba y se preguntaba que telarañas escondidas en ella no pudo romper, mientras el vaivén del columpio se desdibujaba como una antigua fotografía expuesta al sol. 

Ella, en silencio, imaginaba su vida sin él. Con el mismo silencio que se dieron el beso de despedida, y con el mismo silencio en que lo vio cruzar la calle, cuando lo vio doblar en la esquina, y cuando lo vio perderse entre la gente. Intentó llamarlo y decirle que siempre lo quiso. Al cerrar la puerta, supuso aliviada, que los adioses eran así.

Él subió al taxi después de acomodar su equipaje, y le indicó el viaje hacia la terminal de ómnibus. Ya era de noche, y el andar sobre aquel vehículo le parecía interminable, mientras miraba las luces de las vidrieras y de las ventanas de los edificios. Golpeteaba suavemente los dedos contra el vidrio de la ventanilla, mientras tarareaba una canción. De repente, sintió la llamada a su teléfono celular. Una sonrisa apacible, mansa y llena de dulzura, como un amanecer, apareció en su cara. Por el espejo retrovisor y mientras esperaba la luz del semáforo, el taxista lo miraba atentamente.

Entonces él le indicó un nuevo destino, esta vez en dirección totalmente opuesta y le pidió que se apresure en llegar.

El Chófer hizo sonar varias veces la bocina del auto, hasta que salieron unos  jóvenes perturbados por los ruidos y a quienes les dijo: “Que el hombre que venía con él y la señora que abrió la puerta de esta casa, se abrazaron cuando se vieron, y que los dos salieron corriendo por la vereda, tomados de las manos, como si fuesen unos niños, como jugando a las escondidas... Me parece que se volvieron locos.”

Supongo que las bienvenidas son así. -Dijo uno de ellos.















Recopilación:  Berenice Weber
sobre escritos de: Ibarrechea
http://diceelwalter.blogspot.com
Tema musical Henry Mancini "lujon" 

 (Kynetic Monkeys Satin Soul Edit) Subido por:Manomonkeys)

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