TRADUCTOR

viernes, 14 de febrero de 2014

LA OTRA MITAD

Carmela sube al ómnibus recién bañada y perfumada.
Su madre paga el pasaje y ambas se sientan mientras el coche avanza.

Como todos los sábados a la tarde, ellas van al mismo lugar.

Mira a través de las ventanillas, el paisaje que le brinda el recorrido y que ya le es habitual.
.
Se imagina que los asientos de los pasajeros debieran ser tres juntos. Pero uno esta allá, en la otra ventanilla, el pasillo que separa y los otros dos asientos acá. Llegan como siempre al mismo lugar, y descienden. 

Todo estaba lleno de luces y de gente que iba y venía y a ella le gustaba eso.
La madre la toma de la mano y le dice que no se vaya a ningún lado, que aquí debía esperar.
Carmela mira que por las escaleras mecánicas del "shopping," las personas subían y bajaban conversando, riendo. Ve que algunas señoras, lucen enormes collares y llevan carteras en una mano y bolsas de compras en la otra, que se detienen en vidrieras a mirar zapatos y vestidos coloridos y ella siente ganas de arrimarse a la vidriera de los juguetes.

La madre mira la hora y accede a acompañarla, entonces la niña ve su carita reflejada en el vidrio y más allá, un mundo lleno de fantasía donde convivían ositos de peluche, que parecen mirarla, trenes a cuerda, autos de competición, pequeños autos de paseo, soldados, bicicletas, pelotas, cocinitas, muñecas de plástico, de tela, juegos electrónicos y recuerda que muchos de esos juguetes aguardan por ella en su habitación, que casi los tiene a todos.

La distrae un momento un niño que llora porque no le quieren comprar un helado.
Ella cierra los ojos un momento y sonríe. Se imagina volando sobre el elefante de enormes orejas y repartiendo helados a todos los niños. Se ve entre la gente corriendo y que cientos de perritos de tela juegan a su alrededor mientras canta y baila.

Se imagina que sube tomada de la mano a un colectivo urbano que tiene tres asientos juntos.  

La madre la interrumpe en sus pensamientos y le dice que espera que se porte bien, que no se ensucie tanto como la última vez, en que tuvo que lavar la ropa dos veces para sacar las manchas de barro y de comida, y que recuerde que el pañuelo para los mocos está en la mochila, junto con la bombachita, una remera por las dudas, las zapatillas para que juegue, y que no cuente tantas cosas que ella hace porque eso a nadie le interesa y que se cuide de decir esas palabrotas que ha aprendido por ahí.

Ella asiente con la cabeza y la besa en la mejilla.
Si má, hasta mañana mamá -le dice-.

Reconoce inmediatamente al hombre que aparece entre la gente y le sonríe, le abre los brazos y ella le suelta la mano a su madre,  abraza y besa a su padre que le dice que espera que se porte mal y que haga lío y que le cuente muchas cosas de lo que hizo en la semana y que además tiene un plan maravilloso para la tarde que consiste en ir primero al cine, comprar una casita para que guarde sus muñecas, y cenar una hamburguesa gigante después.

Entonces caminan de la mano y trepan de un salto al segundo escalón de la escalera mecánica que sube.

Carmela se da vuelta, busca a su madre entre la gente y le parece verla rodeada de todos sus juguetes que corren saltan y bailan a su alrededor, mientras ella se aleja.














diceelwalter@gmail.com
imagen:crecercontigo.com.cl
Google

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El comentario estará sujeto a la aprobación del equipo y su administrador. Gracias.