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viernes, 22 de noviembre de 2013

DESAPARECIDA DOS VECES


De la infancia guardo el recuerdo del guardapolvo blanco almidonado, con moño a la cintura, tableado a la usanza de la época. Un rostro trigueño,  cabello atado en colita.  Su casa era, una verdadera mansión, de dos plantas,  larga como  una vivienda holandesa, con un gran jardín. Ocupaba una manzana. Típico solar veraniego de la zona.

Su  madre  era joven y elegante, en tanto su  padre era del Perú y  mucho mayor de edad.
Un día, a aquella se la vio corriendo desesperada por las calles. 
Su  esposo había secuestrado a sus dos hijos.  Habían desaparecido. Estuvo muchos años buscándolos haciendo lerdos trámites en la Justicia.
Hasta que dio con el paradero.  Estaban en el Perú. Más trámites todavía.  Finalmente  partió en la búsqueda. Regresó con sus hijos, Graciela, la mayor y Ernesto, el menor. Ambos ya adolescentes.

Graciela hablaba un perfecto castellano, con el “tú”  intercalado a cada rato, cuando  contaba la vida allá en Lima, Perú. Con esa tonadita que le había quedado comentaba la comida, las costumbres, las distintas palabras de los peruanos  para designar las cosas.
Había crecido, era  una verdadera mujer, hermosa, cutis trigueño. Aparentaba más de su edad. A la belleza de su sonrisa grande, perfecta, se agregaba ahora su tonadita al hablar. Cabello largo negro, ojos enormes y bellos. Pero lo que más se destacaba en ella era su sonrisa, siempre su sonrisa.
Recuerdo una foto en frente de  la casa, con un conjunto celeste. Estaba con mi hermano  José Luis ¡Que se habrá hecho entre tantas mudanza!

En uno de los cumpleaños, la casa  estaba toda iluminada, los arboles, las  flores  las estatuas del jardín, todo relucía así como la fuente de agua rebosante. Mucha gente, sus amigos y amigas de la J.P., la gloriosa como la llamaba. Estudiaba periodismo y militaba. Anunció que se iba a Rio  Cuarto, estaba de novia. Cantamos y reímos hasta la madrugada. Las canciones de Silvio y Pablo, las de Patxi Andión. Amaba hasta la locura a Violeta Parra. Se sabía todas sus canciones de memoria y conocía cada anécdota de su biografía.  Sobre todo esa que hablaba de los mineros y que arriba quemaba el sol.
Nuestros caminos se separaron.

Graciela se fue para  el sur de la Provincia. 

Recuerdo haber ido al  hogar de su madre  y ver un gran cuadro de Evita en el living, y como era costumbre en esa época, tenia velas prendidas. Era ese cuadro de Evita con cabello suelto, la Evita Montonera.
Una vez nos cruzamos casualmente en el centro. Había sucedido ya  el golpe del 24 de marzo  de los  milicos. Estaba más delgada,  pero no menos bella. Dijo que estaba asustada. Que se iba al exterior. Habían secuestrado en  la calle a su novio hacía dos días. No sabía dónde estaba. No tenia donde ir.  Su madre había enfermado. Se iba al Perú, donde su  padre.
Nunca más la vi. 
No supe nada. 
Ni de su madre, ni de su  hermano.



Al recorrer el Archivo de la Memoria,  miro y veo: NUMERO…,  del Registro General de Personas de Córdoba Desparecidas y/o Asesinadas por la Represión Ilegal y el Terrorismo de Estado: Graciela X, FECHA : JUNIO 1976. DF. 20 AÑOS. ESTUDIANTE DE CIENCIAS DE LA INFORMACION (FACULTAD DE DERECHO). SECUESTRADA EN RIO CUARTO ( Fte: NM). EN EXPTE DEL 9/3/76 FIGURA CURSANDO MATERIAS DE CIENCIAS DE LA INFORMACIÓN. (AGH, EXPTE. 42-76-00639).


*DF-Desaparición Forzada.  (DF dos veces, desaparecida dos veces)















Eduardo Alberto Planas
para http://diceelwalter.blogspot.com
PASEN Y VEAN
Eduardo Alberto Planas; Director del Boletín Literario BASTA YÁ 
www.boletinliterariobastaya.blogspot.com

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