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viernes, 16 de agosto de 2013

"CÚTER" (Algunas imágenes del pelotón del sargento Tavares)



Parte tres
I
- Aquella mañana que inspeccioné al pelotón y le impartí las directivas finales de su misión, quedé gratamente sorprendido por la instrucción que tenían los suboficiales asignados y por la capacidad y el entrenamiento de los soldados seleccionados, señor periodista. - Me decía por teléfono el Coronel retirado Benavídez. - Si, recuerdo que era una mañana lluviosa, como los días anteriores y el piso era un fangal maloliente, porque salieron por el portón de las caballerizas y cerca de los retretes de campaña. Pero como dice el informe que luego se hizo público, ellos tenían las botas lustradas, los uniformes de combate, impecablemente limpios y planchados. Como era de rutina reglamentaria. Si, yo mismo le entregué en sobre cerrado al Sargento Cipriano Tavares, las instrucciones de la misión. 
Si me da un tiempo para coordinar mis recuerdos, le diría que de aquel suboficial, recuerdo su mirada triste, su saludo militar enérgico y el modo paternal con el que se dirigió al resto. 
Si señor, creo que tendría entre veintiocho o treinta años aproximadamente.
Si, apenas eran cuatro hombres, aquí tengo los datos, tal cual acordamos previamente. - Me dice desde su lejana voz por el teléfono. - El tal Tavares, el cabo primero Guillermo Jensen, y los soldados Leopoldo Vizgarra y Jorge Colque, ambos eran tiradores excepcionales. 
Ellos habían sido reclutados para aquella misiòn por sus cualidades, sus particularidades, sus potenciales demostrados en todo el período de instrucción. Adaptados perfectamente a la selva húmeda y carecientes de una familia bien constituída.
Así es señor periodista. Todos eran solteros y gozaban de mala fama en los bares. Consta también eso en los informes de aquellos años. 
No, los pelotones no llevan oficiales. En ése momento yo tenía el grado de Teniente antiguo y era el jefe a cargo de la Compañía.
Como consta en los juzgados y los informes que tuve que elevar, la tarea pesada era de Tavares, el explosivista, en cambio, Jensen era el comunicante, y los soldados eran expertos en el uso de armas de fuego de largo alcance.
La última imagen de ellos con vida fue retratada por el fotógrafo del diario “El Regional” un señor Carrizo, que estaba invitado a retratar algunas actividades, pero no puedo recordar qué oficial superior le autorizó.
Usted tiene también una foto, señor Arenas, donde no se ve claramente a Tavares, pues está entrando a la selva, si en cambio, se aprecian las manos haciendo una señal que no entiendo, de Jensen bajo el sombrero de lona, la cara sonriente del soldado Colque, que se da vuelta a saludar, Vizgarra, en cambio es el que ya ha desenfundado el machete y se ve su enorme espalda de hachero, casi en un primer plano. A partir de allí empezaron a cantar. 
Si, ellos empezaron a cantar pero no  recuerdo qué.
No, a mí no me consta que ése Sargento Tavares que estuvo a mis órdenes haya sido el mismo que la Justicia estuvo buscando por asesino durante tanto tiempo. Sólo se, que recibí instrucciones inmediatas de retirar su legajo y enviarlo por Correo al Estado Mayor y al de Jensen también. A los dos los di por desaparecidos en mi informe final.
Lo que pasa. ¿Cómo me dice? No. No es así, lo que ellos tenían era claras instrucciones de llamar dos veces por día. Durante el primer día, las comunicaciones se efectuaron sin novedad, al segundo no hubo forma de entablar contacto, esta todo eso escrito en los libros que fueron resguardados de las comunicaciones. Sí, así es, nosotros pensamos que era por la fuerte tormenta de agua y viento que azotaba toda la región, pero al tercer día, en que hubo tiempo despejado, mandé otro pelotón a auxiliarlos, con equipos nuevos. Ellos trajeron la fatídica noticia de los cuerpos muertos de los dos soldados y del tiroteo en Naranjillos. No se porqué fueron a parar allá. Pero así es cómo comenzó la guerra.
Creo que un día y medio después encontraron el cuerpo del Soldado Vizgarra, con un tiro certero en la cabeza que le entró por encima de la oreja izquierda y le reventó el cráneo, cayó de costado, sin soltar su machete y con el fusil colgado del hombro.
Así es, señor Arenas, murió asesinado mientras caminaba abriendo paso por el follaje. Sin saber siquiera que su hermana menor estaba embarazada. De eso nos enteramos cuando llevamos a entregar su cuerpo. El Mayor Castro y yo. El soldado Colque en cambio, fue encontrado con los cargadores de su fusil vacíos. Tiró todo, incluso los proyectiles de la pistola de Jensen, a su alrededor encontramos cuatro cadáveres más, todos indocumentados y con armas de grueso calibre. Colque murió como mueren los soldados, como me hubiese gustado morir si estuviese en actividad y no me hubiese fracturado la pierna derecha. No señor Arenas, nunca combatí, todos fuimos relevados. Terminé mi carrera en los escritorios.
Así es. Parte del equipo de Jensen fue encontrado junto con los restos del puente que finalmente volaron aparentemente ellos dos.
Yo recuerdo que la búsqueda estaba a cargo del entonces Mayor Castro. Fue infructuosa, durante más de dos meses por el río y sus canales, por el monte y poblados cercanos. Nunca supimos más nada de ellos. Pero si recuerdo que cada cadáver que encontramos de nuestros enemigos, tenían la marca de Tavares. Un cúter clavado en la garganta.
Ah, ¿Usted no sabía que a él le decían cúter desde antes? Si, era así porque tenía una gran puntería en el lanzamiento de cuchillos, llevaba tres en cada borceguí y ganaba los torneos lanzándolos contra muñecos de estopa. Había que zurcirlos siempre en el cuello.
Pero hubo algunos cuerpos mutilados según describe en su informe el Mayor Castro. Hubo ensañamiento, quizás antes de seguir hacia el puente los suboficiales se metieron al poblado y mataron todo lo que encontraron vivo, se llevaron documentación y probablemente, torturaron gente. Vaya uno a saber. Pero estoy convencido que allí murió Tavares. Probablemente álguien ocupó su lugar, por aquellos lados todos eran cuchilleros. Trato de convencerme de ello. - Su voz parece quebrarse -
Creo que el río finalmente se los llevó a los dos, para siempre. El que mataron en la puerta de aquella casa, veinte años después, era mas petizo y no tenía las señas particulares de su legajo. Cuando dije eso me salió el retiro. Adiós, señor. - Colgó su teléfono y pienso que se sentó a mirar por la ventana de los recuerdos, creo, que por la misma ventana que entran los aromas que el tiempo devuelve cada tanto, mansamente.


II

Encontré en los archivos del fotógrafo Efraín Carrizo, aquella foto tomada hace muchos años atrás, cuya copia yo también tenía y que el Coronel retirado Benavídez hizo referencia. Carrizo, muy amablemente, entre pocillos de café, puestos en una bandeja para cama, me dijo que, el Periódico “El Regional” cerró sus puertas diez después de aquel acontecimiento y que la mayoría de los que allí trabajaban quedaron desempleados. La foto estaba algo arrugada y que varias copias habían sido entregadas a la Justicia, me dijo que no había sido una buena toma por la lluvia que había empezado a caer y que justo en el momento de tomarla, él se estaba resbalando en el barro, quizás por eso el soldado Jorge Colque se reía.
También entre gestos amables y un muy buen trato, el señor Efraín me contaba anécdotas de aquel pelotón a los que llamaron de “mártires.” Mucho tiempo después.
- Mire joven, de lo que yo sabía, ellos eran cuatro sujetos que desde que estaban juntos por la selección que hizo el sargento Tavares, tenían instrucción militar casi dieciséis horas por día, y ocho horas de divertimento. Estaban separados del resto de la tropa, pero parece ser que después de las duras jornadas, se iban a la casa de una catequista, la señora Corina Tapia de Sánchez primero, y que allí pedían por la salvación de sus almas y aprendían sobre cosas de la iglesia. Pero luego pecaban con las chicas malas de “La Rosa Blanca.” Un antiguo lupanar que ahora se llama “El Cabarute.” - Me contaba haciendo un gran esfuerzo, ya que ahora don Efraín Carrizo tiene ochenta y dos años. - Había algo que me llamó la atención, señor Arenas, yo no creo que en tan poco tiempo de instrucción, ellos se podían volver tan religiosos. Le cuento lo que recuerdo, los cuatro, al internarse en la selva por el sendero sur, empezaron a cantar una canción religiosa, con una mano sobre sus escapularios y sin temor a la muerte cantaban algo así como… “Vamos con alegría Señor. Cantando vamos con alegría, Señor. Caminando por la vida, Señor. Sembrando Tu Paz y Amor…" Increíble ¿No? Nunca más los vimos. Nunca más. -  Agregó el señor Carrizo.
Después de comparar las fotos y ver que no hubo retoques respecto de la original, el señor Carrizo me dijo que Tavares daba miedo.
A él le parecía que cuando caminaba había sobre él una especie de aura en su cabeza. Mire, era algo como  una luminosidad que la cámara no pudo detectar. Me dijo que le parecía que era como una sensación extraña. Lo mismo le dijo doña Corina, la catequista, una tarde que la retrató sentada con un gato en la falda y que, lamentablemente, falleció antes de ayer. La señora Corina pudo habernos contado algo más, pero ella nunca habló con nadie. Creo que se llevó su mejor secreto a la tumba. Me dijo, desde su cama de enfermo, mientras dejaba la bandeja con los pocillos de café en la mesa de luz y cerró los ojos, solo y olvidado.


III

- Nosotros, sus compañeros de promoción, lo buscamos, adentrándonos en la selva, aún cuando sabíamos del peligro, pero nunca nos dimos por vencidos, necesitábamos, ver el cuerpo de Cipriano. - Me dijo el suboficial mayor retirado Eugenio Quiroz, una tarde ventosa en la que lavaba su auto, luego de un día de pesca.
Nunca lo encontramos, nunca vimos ni un pedazo de ropa de su uniforme, nada. Es mentira de ése oficial que dijo que pusieron el máximo esfuerzo por tratar de localizarlo, los compañeros de Jensen también estuvieron buscándolos, pero en otra dirección. Ellos fueron los que trajeron parte del equipo de Jensen, algunas partes manchada con sangre y ellos aceptaron que murió en la explosión y que fueron despedazados y gran parte de los cuerpos, supusieron, fue arrastrado por el río o que fueron comidos por las fieras salvajes o buitres. En cambio, nosotros sabíamos de que madera estaba hecho Tavares, y pensamos que de alguna forma habría sobrevivido. Nunca obtuvimos datos reales de su muerte en aquel combate. Había un oficial, un tal Castro, que hizo cagadas tras cagadas, hasta metió todos los cadáveres de Naranjillos en una fosa común. Mire, había cada uno. En el Ejército lo dieron por desaparecido en acción. Para mis jefes murió allá. Para mí, anda por ahí, matando a los que escaparon.
¿Qué hicimos cuando nos enteramos de que ese tal cúter el acribillado, era nuestro ex compañero? Mire, le cuento que formamos una comisión que pidió acceso a las investigaciones que se realizaban, pero encontramos un montón de  obstáculos, nos denegaron todos los pedidos y viajamos por nuestra cuenta a esa ciudad de mierda. Las fotos del cadáver eran de una persona irreconocible, no tenía rostro visible. No tenía nada que lo identifique, solo el peinado parecido. - Hace una seña sobre su cabeza el suboficial retirado Quiroz - Cipriano se peinaba con una raya al costado y usaba bigotes finos. A simple vista parecía él. En las fotos de un cuerpo despedazado, sin rostro daba la sensación que era él, excepto por un detalle, la cicatriz de la pierna, en las fotografías no sale.
Así es, Tenía una larga cicatriz en la pierna izquierda, no sabemos cómo fue que se la produjo pero siempre  la vimos y creemos que nunca habló de eso, pero era visible. Debe haberse lastimado en la época en que vivió con los niños expósitos, al morir sus padres, antes de ingresar al ejército, supongo que fue allí que se lastimó. Quizás con un cuchillo. Para nosotros no era Cipriano aquel cadáver, pero las conclusiones de la Justicia y de quienes lo mataron, los hermanos Barragán, así lo aseveran. - Decía con un cierto tono de duda. - Es triste saber que haya desaparecido así una persona, muerta a treinta y seis tiros por la espalda. Fuese quien fuese.
De sus familiares sabíamos poco,  sus padres habían fallecido mientras él no se encontraba en el país, era soltero, mujeriego, bebía, fumaba, jugaba a las cartas, llegaba tarde siempre, contestatario, rebelde, pero buen amigo. Un gran compañero. - Saca cuentas con los dedos, mientras pasa el trapo mojado sobre la carrocería del auto. - Tenía treinta y dos años cuando desapareció en la selva, al cadáver acribillado le calculaban unos cincuenta. Sólo los asesinos lo reconocieron. Festejaban haberlo matado, cuentan.
¿La tal señora Beatriz Pereda? Así se llamaba, es cierto. Ni idea tenemos de quién podía ser ésa mujer, la dueña de la casa acribillada que dijo que era un ladrón al principio, pero que ese ladrón tenía una carta para ella, y varios dimes y diretes sobre ella, pero fíjese una cosa, nosotros le conocimos varias de sus amistades mujeres y si es como dicen, que eran amantes, realmente Cipriano había perdido el juicio. No era su estilo de dama. No, no joven, para nada. - toma agua y me alcanza un poco, el agua está helada - 
Veo que está bien informado, de todos modos ya la historia de Cipriano se contó una vez, pero es cierto, su domicilio fue siempre la unidad militar donde  revistaba. 
Es verdad. Cuando logramos que se nos pague a nosotros, que éramos sus albaceas, todos los seguros correspondientes,  éstos fueron depositados directamente en la cuenta de una señorita que creo que era la hermana de uno de sus soldados un tal no me acuerdo. 
-Vizgarra, le recuerdo. - Si, ése mismo. Creo que esa es una larga historia.
No, usted no sabe, la burocracia militar era terrible, pero finalmente y de repente alguien firmó de conformidad y empezaron a efectuarle los pagos a esa chica, pero yo no estaba en eso, yo ya revistaba en otra unidad, en el sur.
Sí, después de casi ocho años de lucha, de repente salió todo. Todo lo que solicitábamos,  y que casualidad, fue justamente cuando aparecieron dos cadáveres más acuchillados en la vía pública de la capital. Los que tenían un cúter clavado en la garganta y los números veintitrés y veinticuatro escritos en los cuerpos. Eran dos maricas comunistas. ¿Usted se acuerda, no?
No teníamos en claro dónde fue que adquirió esa cualidad de cuchillero excepcional. ¿Sabe una cosa? pelaba una sandía como si fuese una naranja, a una velocidad increíble.
La larga historia de la que hicimos referencia siempre, es ésta. - Deja de repasar el auto, se seca las manos y me dice que espere, que ya viene. Entra a la casa y sale con unos papeles. 
- Cipriano era soltero, - lee - vivía solo y se hacía cargo de los hombres a su mando. En eso nos hacía quedar mal al resto pues nosotros le decíamos que él, al no tener familia, niños que atender, no se apuraba por volver a su casa, se quedaba en la unidad y por la noche visitaba y controlaba a los soldados y a sus subalternos. Hacía un mes que había llegado a la Compañía del Norte. Con los oficiales no tenía buen trato y ellos buscaban tener razones para sancionarlo, por su soberbia, más que nada. Si Usted quiere seguir escuchando la larga historia, se lleva este historial que tenemos cientos de fotocopias para que todos nosotros digamos lo mismo, siempre. - Me alcanza las hojas blancas, tipeadas y abrochadas.
- Guárdelas para que nadie lo confunda - toma màs agua y sigue con el relato - Cipriano llevaba un control total sobre su gente,  hasta era capaz de leer la correspondencia, antes que el destinatario. Le aclaro que nosotros le objetábamos todo, pero él solamente nos miraba, sonreía y parecía que nada le importaba. Pero haciendo eso, es que se entera que uno de sus soldados iba a ser tío. Parece ser que al soldado Vizgarra le habían embarazado la hermana. Y era uno de sus soldados seleccionados por la habilidad que tenía con los cuchillos y con las armas de fuego. Cipriano no quería que se enterase, pues se desconcentraría rápido el negro, nos decía, y ya era tarde para seleccionar otro. Así nos dijo una vez antes de partir y nos dejó algunas instrucciones, por las dudas.
No sé. En realidad no se a ciencia cierta si era un tipo previsor, o un adivino.
Pero dos días antes le contestó la carta a los padres del soldado Leopoldo Vizgarra, - señala en uno de los papeles - que si el novio de la niña no aparecía más, él se haría cargo. Aún sin conocerla y que su hijo, el soldado, volvería como un gran héroe.
Tome, llévese una copia, hable con quién hable, todos sus compañeros le dirán lo mismo. - se vuelve a secar las manos, esta vez en su pantalón. 
- Hágame un favor. - Me dice cuando trato de salir apurado por la hora de la noche, y ya pienso cenar en el hotel.- Hable bien de él. Hable bien de él. 
Y averigüe este otro dato: Porqué hay dos tumbas con su nombre.
Quiroz entra a su casa, cierra la puerta y enciende la luz de afuera. A lo lejos, unos perros ladran y yo llego a la esquina. 
Cansado, muy cansado.


Hasta la próxima entrega

Capítulo extraído del libro "CÚTER"
Copyright 2012 -2013
Ibarrechea & Al Ibarguren











diceelwalter@gmail.com; http://diceelwalter.blogspot.com
Canción "Machete" Intérprete NOVALIMA  Bajo licencia YouTube.



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