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miércoles, 13 de julio de 2011

IBARRECHEA: ANTI HÉROES

A través del enorme vidriado del bar, los que pasan por la vereda nos ven como si fuésemos peces en un acuario y tratan de identificarnos, nosotros, los muchachos vestidos de anti héroes, que estamos dentro, vemos como pasa la vida y caemos atrapados en las redes de la nostalgia, agachando la cabeza, sumergiéndonos en las noticias de los diarios, pero vaciamos el pocillo de café y deshojamos algunos recuerdos de nuestra lejana juventud, contándolos con los dedos.

Aquella música que escuchábamos y bailábamos, nuestros disfraces para el carnaval, nuestros vaqueros ajustados, nuestros encendedores a bencina, de repente nuestras novias, nuestras casas, nuestros hijos, nuestros nietos.

Nosotros, los muchachos, ahora nos palpamos el sobrepeso del alma, peinamos algunas canas y ocultamos la calvicie bajo un elegante sombrero.

Nadie, por más que se esfuerce, nos quitará las cicatrices que llevamos orgullosos.

Nosotros, los muchachos que por diversas razones carecemos de algunos privilegios, acudimos al espectáculo cotidiano de ver pasar a los otros muchachos, que aún conservan sus imágenes llenas de color.

Ellos van sonrientes con sus hijos, con sus nietos, a sus trabajos, caminan tomados de la mano con sus reinas de Córdoba, hablan por teléfono, comen en familia, hacen proyectos, están insertados en el sistema.
Se saben seguros, constantes, felices y descansan en noches mágicas.

A nosotros, los anti héroes, nos parece que eso es lo que les sucede.

Finalmente, nosotros, los muchachos que carecemos de algunos privilegios, salimos despedidos en distintos rumbos desde la puerta del bar, como tiernos cazadores melancólicos, en busca de romances.

Algunos buscan la calle Independencia, otros van por San Jerónimo a 27 de Abril, los demás suben por Buenos Aires y Rivadavia.

Yo, particularmente, cruzo la Plaza San Martín, con el diario bajo el brazo.
El mozo,que limpia mi mesa para otro comensal, observa por el ventanal, como las palomas irrespetuosas y alborotadoras, desdibujan mi silueta, a medida que me acerco a la peatonal, repartiendo soledades.
Repartiendo todas mis soledades.

Ibarrechea

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