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lunes, 30 de mayo de 2011

IBARRECHEA: EL SEÑOR DE LOS FANTASMAS

Mi vecino va acumulando perros callejeros a medida que camina por estas calles de Itapeva, se le van pegando a sus pantorrillas, buscando un amo, se van secando los mocos en sus pantalones, estos perros y con el movimiento de las colas, van tapando toda huella que hayan dejado a su paso entre las piedras y la fina arena.

El y los perros.

Cuando sale por ahí, saluda a gente que nadie más puede ver.
Yo lo espío desde la ventana, en la calle no hay nadie, no pasa nadie, pero el saluda a todo el mundo.
Parece esperar la luz verde de un semáforo inexistente y cruza por la senda peatonal no marcada de las esquinas, conversando con sus fantasmas.
En una oportunidad discutía con ellos creo, los titulares del Jornal do Mar, hacía así, golpeteaba con el dorso de la mano derecha la tapa del periódico y acaloradamente ponía órden a la situación planteada.

El y sus fantasmas.

Inicia la marcha diaria, mi vecino, levantando el pié izquierdo, mientras sube el brazo derecho a la altura del pecho, quiebra el codo y coloca la palma de esa mano paralela al suelo, luego baja el brazo y lo coloca perpendicular al suelo, a una cuarta de la espalda, cuando el que está arriba es el pié derecho.
Creo que lleva un soldado desfilando y escondido adentro de su mente, ó en su cuerpo.
Eso lo hace casi siempre, antes ó después de saludar, no se a quién, efusivamente.

El y sus soldados.

El señor de los fantasmas vive solo.
A veces mueve las manos como espantando recuerdos, en manotazos que quiebran la bruma suspendida en el aire de Itapeva.

Por las dudas, cuando levanta la mano y saluda desde la esquina a los cuatro vientos, yo hago como que no lo veo, no vaya a ser cosa que...

Ibarrechea

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