EDITORIAL
"No pienses qué puede hacer tu ciudad por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tú ciudad"
Como para ir calentando el ambiente en estos días fríos, me viene a la mente aquel discurso inicial que supo enviar John F. Kennedy al pueblo estadounidense en 1961: "No pienses qué puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tú país". Tome, no recuerdo exactamente dónde lo leí. Pero cuando lo dijo yo iba a primero superior. Mi mundo en aquellos años, era conseguir bolitas, o canicas, para jugar. Miren, sobre la tierra y con un dedo, hacíamos un círculo, el demonio disfrazado de criatura con pantalón cortito que sacaba la mayor cantidad de bolitas del círculo era el ganador. Era el año que Racing se consagraba campeón y papá con mamá bailaban "Senza Fine", de Gino Paoli, en el living de casa.
Aclarado ese punto que los recuerdos siempre me traen para alejarme de lo que quería decirles; vuelvo al tema: "No pienses qué puede hacer tu ciudad por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tú ciudad". Entonces sucedió. Hasta la hora 5:30 de la mañana en que pasan los barrenderos, las bolsas de basura que no entraron en los escasos canastos de esta calle, se enconntraban rotas y desparramadas por los perritos callejeros. "No pienses en la falta de operatividad y compromiso con esta ciudad que tiene esta actual gestión municipal. Saca la escoba, y vuelve a embolsar todo, porque es la ciudad donde vives".
Ya que estamos en la calle, y con el afán de comprar cigarrillos, caminé por la cuadra y conté los comensales de los comercios gastronómicos a la hora 22´del domingo pasado. Entre los siete, había solo 34 personas consumiendo en más de 100 mesas disponibles. Les estoy hablando de una calle céntrica de Cruz del Eje. Esta es una ciudad que vive sin industrias, sin turismo. Para una idea mayor me remito a una amiga que vive en Córdoba y que supo tener el coraje de visitarme hace un tiempo, me dijo luego de una caminata por el "centro", que había visto lugares tristes, pero como esta ciudad, no recordaba.
En Deán Funes, ciudad distante a 70 km de aquí, una empresa se puso las pilas y así, desde el 2021, ahora esa ciudad tiene en su Parque Industrial, alguien que fabrique neumáticos. Otra rompe los huevos. Si, rompen los huevos, la cáscara va a las industrias farmacéuticas y la clara y yemas a los fabricantes de cositas dulces. Ahora, un medio local de aquella ciudad, señala que una empresa llega para romper el mercado de indumentaria familiar. Mucho gusto, no me diga. Si, los asiáticos van a vender prendas con precios de liquidación que oscilarán entre 8 mil y 20 mil pesos. Se instalará a escasos metros donde nací. Buen dato.
Las comparaciones son odiosas, pero allá es como que hay más compromiso. Y si alguien tiene algo que decirme, tiene por cierto, su derecho a réplica. Pero puede ser que el empuje por querer mejorar las cosas para todos, en un lado parece que estuviese mal visto, y en otro, no.
Volviendo a aquellas viejas épocas de hombres que sabían arengar a las masas, sin regalar platos de locro, Martin Luther King se dirigió al pueblo estadounidense, allá por el '63 —cuando Independiente salió campeón goleando a San Lorenzo 9 a 1, y mis padres compraban mi primera bicicleta—, y les dijo: "Yo todavía tengo un sueño, un sueño de unión y fortaleza, es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano". ¿Cual es la diferencia entre aquellas personas y estos personajes políticos locales de ahora? Creo, que reside en el obtuso pensamiento que tienen al pensar solo en sus salarios, en no aceptar convocar a los que pensamos distintos. En que viven sus tiempos como si fuese la era del ombliguismo máximo, ya que creen que su pupo es el centro del universo, y que por algunas opiniones —especialmente de quién esto escribe—, se sienten ofendidos. Ah, pero usan a "los abuelos" para sus actos demagógicos por un plato de locro. Y esperen, porque se viene el Día del Niño, me imagino a estos "funcionarios" utilizando la inocente y tierna sonrisa de nuestros pequeños para sus propósitos políticos, y a algunos papis ordenándoles, "decile gracias, dale un beso".
No alcanza con decir que "a mi, este intendente no me representa". Se trata de hablar y de decidir por el conjunto de la población de esta ciudad. Y una ciudad es el lugar donde debemos sostenernos unos a otros, tejiendo una red entre vecinos que cuanto más sólida, más segura, más cómoda y más perdurable sea, nos beneficiará a todos. Y eso, no es otra cosa que traer trabajo. No alcanza con ir a manguear programas al gobierno provincial, ni jueguitos infantiles para las plazas y decir que "les estoy cumpliendo sueños", como demagogos en su máxima expresión. Hay que destacarse en obras y servicios, hay que ser digno, hay que tener mando, conducción y objetivos claros.
Entonces opino y firmo lo que escribo; Aquí hay que empezar por estudiar qué es eso de la presión fiscal que ajusta, sofoca, y es un freno de mano, un impedimento puesto para quienes quieren emprender, invertir o crecer en esta ciudad, antes que andar repartiendo baratos platos de locro para la foto.
Y pregunto ¿Por qué nadie, en absoluto, quiere emprender aquí?
Justificar algunos números
¿Cuántos tributos municipales entre tasas, aforos y derechos pagan los comerciantes?
¿Cuantos cargos políticos tenemos que se destacan por no agregar utilidad a la sociedad?
¿Quién ha pensado en eliminar tributos para simplificar trámites y crecer en desarrollo?
¿Quién incentiva y ha previsto reintegros para aquellos que amplían, refaccionan o instalan comercios e industrias y toman personal en blanco?
¿Quién hizo algo desde la municipalidad de Cruz del Eje para activar la economía local, generar empleo, respaldar e incentivar al que se anima a producir más?
Pero claro, si volvemos a los primeros párrafos, les he hablado de dos líderes a nivel mundial, y no es solo para memoriosos. Lo que quiero decirles es que por esta ciudad andamos escasos de líderes opositores y encima, tenemos un intendente que solo se mira el ombligo como toda tarea. No hay por este rincón del mundo, personas con un claro liderazgo que tengan algo de compromiso con la buena administración. Y una buena administración empieza por ser austera, que construye, proyecta, acompaña, facilita y sobre todas las cosas, no entorpece.
Pero me parece que es como pedirle peras al olmo.
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