CARAS Y CARETAS CORDOBESAS IV

CULTURA

Dos poemas de autores que no suelen ser recordados en la historia cultural cordobesa del siglo veinte, se reúnen en esta página debido a que ambos figuraban, en diciembre de 1915, en el semanario porteño, destacados en el seno de la literatura mediterránea 



Por Víctor Ramés

Jóvenes y doctos poetas del año 15 (Cuarta parte)

El tucumano Juan Aymerich y el alemán Augusto Schmiedecke formaban parte, para Caras y Caretas, del ambiente literario destacable o expectable de la Docta, aunque sus nombres hoy no tienen eco en la memoria local.

Aymerich era mencionado por Rafael Alberto Arrieta, al memorar una época cordobesa vinculada a un grupo de amigos entre quienes se contaban los hermanos RaúI y Arturo Orgaz, Rafael Bonet, Arturo Capdevila y el pintor Octavio Pinto, entre otros. Decía el autor: “Sólo en horas aisladas me buscaba la dulce hurañía de Juan Aymerich. Mayor que todos nosotros, cincelador de cien sonetos heredianos, injustamente olvidados en su antiguo cofre (Joyeles, 1907), vivía alejado de los círculos literarios y universitarios. Desempeñaba un cargo en el magisterio, y al terminar la tarea íbase a su mesita del café «La Cosechera».”

También es citado en un escrito del crítico literario nacido en Italia, Roberto Fernando Giusti, quien vivió desde niño en Argentina. Giusti comentó poemas del libro Joyeles, de Aymerich, su obra más conocida. En la revista porteña Nosotros, Tomo I, número 4, noviembre de 1907, decía Giusti: “Los cien sonetos que Joyeles contiene, están trabajados con maestría suficiente como para merecer el respeto de todos los cultores del difícil arte en estas tierras.”

Caras y Caretas dedicaba a Aymerich los siguientes datos biográficos:

“Juan Aymerich. Nació en Tucumán, el año 1885. Radicado desde hace muchos años en Córdoba, ha distribuido las horas de su vida entre las tareas del magisterio y el cultivo de la poesía. No ha publicado más que un libro de versos: «Joyeles» (1907), un volumen de cien sonetos, que fue elogiosamente considerado dentro y fuera del país.

Se ocuparon de esta obra, en artículos encomiásticos, entre otros, Francisco García Godoy, Vicente Blasco Ibáñez, Juan Más y Pí, Pedro César Dominici, José Fabio Garnier, F. Villaespesa, Max Nordau, Manuel Ugarte y Arturo R. de Carricarte, y otros. Ha colaborado constantemente en las principales revistas de arte de hispano-américa y tiene dos libros de versos inéditos. Su vida ha sido siempre silenciosa y aislada y su credo poético podría sintetizarse con estas palabras: no ha perseguido ni persigue ninguna tendencia literaria; ama la belleza dulce y nostálgica de las cosas que lo emocionan, las cuales ha tratado de reproducir sinceramente en sus versos. Desempeña actualmente la dirección de «La Revista de Educación» y de la Biblioteca del Consejo de esta ciudad.”

Publicaba Caras y Caretas, de Aymerich, el soneto “Tedio”:

“Cansancio, fatiga... / Desfilan las horas / angustiosamente. / Y el recuerdo hostiga / las penas traidoras / que el ánima siente. / Hastío profundo / de la vida y todo / lo que nos rodea. / Errar por el mundo / en perpetuo éxodo / el alma desea.

La voz de las cosas / es triste, tan triste / cual una elegía. / El huerto, de rosas / pálidas, se viste / cuando muere el día. / Cual leve sudario / entra a mi aposento / la penumbra vaga, / y con ritmo vario / la canción del viento / solloza y se apaga.

Mariposa errante, / la quimera loca / sus alas despliega. / Voluble, inconstante, / mis sueños evoca, / con mis penas juega. / Tediosa, borrosa, / declina la tarde, / la tarde otoñal. / Y la lluvia glosa / con ritmo cobarde / Mi incurable mal.”

De Augusto Schmiedecke, por su parte, se encuentran referencias no todas centradas en sus dotes literarias. Era ingeniero civil, escritor, poeta y periodista. Dirigió la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba a partir de 1923 y colaboró con diversos periódicos y publicaciones culturales y estudiantiles cordobesas. Aparecía vinculado a episodios de la Reforma del 18, en tanto referente de un grupo reformista de la facultad de Ingeniería, durante el conflicto. También fue fundador de la Asociación Mutualista del Docente, en 1919, cuando era presidente del Consejo de Educación de la Provincia. Y aparece en la comisión de bienvenida al científico Albert Einstein, en su visita a Córdoba en abril de 1925.

Se sabe que, en 1907, Schmidecker fue obligado a abandonar las cátedras que tenía en la Universidad, por escribir en el periódico La Verdad. También fue autor de una novela breve.

Caras y Caretas, el 4 de diciembre de 1915, publicaba sobre él la siguiente referencia:

“Es alemán de origen y argentino de corazón. Vino muy niño al país, y en él vive sus días rudos

y gratos. «Ubi bene ibi patria»...

Las adversidades de la vida le obligaron a aprender diversos oficios manuales e intelectuales. Ha sido mecánico, carpintero, tornero, aserrador, y llegó a ser dibujante en los talleres del F.C.C.C. Se hizo después maestro de escuela y hoy profesa la ingeniería y el periodismo. Desde hace más de diez años trabaja activamente en la prensa, y su labor está dispersa en las publicaciones nacionales y provinciales. Publicó un libro de versos, que después substrajo a la circulación por divergencias con la escuela literaria que inspiró sus primeros entusiasmos. Considera que la literatura simbolista y el culto del preciosismo, son modas excéntricas del espíritu, como el «mal de Werther» fue, en tiempos de Goethe, una modalidad enfermiza del romanticismo.”

También incluye el siguiente poema del alemán cordobés, titulado “Libación”:

“Ante la vida, con fervor pagano, / libas el cáliz de tu dicha breve; / ante la muerte, tu dolor remueve / la hez salobre de tu llanto en vano. / Desde la mesa del festín profano, / hasta la alcoba de tu Parca aleve, / amada vida, ¿qué ilusión te mueve / a ser capullo de tu vil gusano? / Tu duelo y tu ansia, corazón, refrena: / ¡Vaso de aromas que jamás se llena; / nepente amargo que jamás se agota! / Un gozo estoico de vivir te debo: / ¡Si en breve trago tu alegría bebo, / tu larga pena bebo gota a gota!”.

Alfil


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