EDITORIAL
Sucede que la libertad de expresión no les concierne solo a los periodistas
Por Walter R. Quinteros
Creo, que la libertad de expresión es un derecho fundamental de todo ciudadano que, a su vez, también tiene el de estar informado. Por estos días y hace un largo tiempo ya, tenemos que desde los gobiernos nacionales, se tilda al periodismo de "mentirosos", "delincuentes con micrófono" y "extorsionadores".
Hay que saber leer cada nota, porque allí está la base.
Cada nota periodística comienza con una "canastilla", donde se tipifica a qué se refiere el escrito. En este caso es un "editorial", es decir donde se escribe el pensamiento de este editor. Los columnistas tienen su "opinión", y los especialistas el suyo, "política", "economía", "deportes", "investigación", etc. Sabido esto, vamos a la inclinación informativa que un medio tiene, donde es necesario saber en algunos casos, a que Grupo Editorial pertenece y, hay que ser muy perspicaz para eso. Somos muy pocos los medios "independientes". Y los hay donde solo publican con el genérico de "Redacción", donde una noticia se recepta, se le formulan algunas apreciaciones y se publica sin crédito de autor.
El gobierno nacional nos tilda a todos o, a casi todos bajo términos provocativos, bajo exabruptos que desde mi punto de vista considero inaceptables. En el ámbito local, nadie ha podido demostrar que este medio, por ejemplo, ha mentido en alguna oportunidad o, ha dado información falsa a sus lectores. De ser así navegaríamos entre la pobreza por tantos juicios perdidos. Pero querer tildar en forma grosera al periodismo en general es algo que desde la lógica suena inadmisible. Si tenemos en cuenta que son los mismos funcionarios los que salen con sus declaraciones al aire, muchas veces escueta, y que, en las redacciones se le agregan detalles ilustrativos, gestuales, tono de voz, etc. Y, si el periodista quiere su crédito por la nota, agrega su opinión y firma. Lo que no lo hace mentiroso.
El Art. 19 de la Declaración de los Derechos Humanos es claro al señalar que: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". Es decir que, las expresiones de un líder político que contengan cierto grado de violencia, o estigmatizantes a este oficio, pueden llevar a que ocasionen la pérdida de confianza del público en los medios. Por eso, hay que saber leer cada nota. Pongo como ejemplo al periodista especializado en investigacion, Diego Cabot, de La Nación, que publicó la existencia de "los cuadernos" y que desató una ola de denuncias y arrepentimientos. Imagínese si ahora denuncia algo que encuentra entre quiénes lo aplaudían. O, al periodista Christian Sanz, de Tribuna de Periodistas, cuyos informes ocasionaron un escándalo que finalizó con la detención del exvicepresidente Amado Boudou. Unos medios callaron, y otros exaltaron el tema.
Ya se reportaron 37 agresiones contra periodistas entre abril y julio de 2024, un incremento del 24,34 % respecto al mismo período del año anterior, según el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA). Estas agresiones no son solo verbales. Hubo episodios en movilizaciones donde trabajadores de prensa fueron golpeados por fuerzas de seguridad y civiles, además de denuncias penales promovidas por autoridades contra periodistas críticos. Destaca el diario Norte.
Pero no es solo a nivel nacional, en Cruz del Eje, este intendente —escaso de palabra—, nos restringe el acceso a la información, en contra de sus promesas vertidas y, parece desconocer que una democracia auténtica no puede existir sin una prensa libre. Los medios con opinión independientes de toda pauta o línea que se le intente bajar, cumplimos una función a la que se puede llamar claramente de fiscalizadora. Nuestro deber es informar sobre sospechas de irregularidades, y de las concretas, la de cuestionar decisiones que en nada le sirvan a la ciudadanía y publicar aquellas voces disidentes que, en definitiva, no son actos de enemistad hacia los gobernantes, sino expresiones legítimas de un sistema en el cual queremos vivir. Intentar ocultar información, o intentar callar a los periodistas nunca silenciará los problemas, solo los ocultará por un tiempo, hasta que el periodismo independiente pueda hurgar bajo la alfombra.
Sin periodistas libres, la sociedad vive a oscuras.
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