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viernes, 29 de julio de 2016

HUGO PADELETTI: CÓMO SE LEE UN POEMA



Pido perdón por estas tres hojitas que voy a leer. Sé que la expresión improvisada es más vivida, aunque menos exacta, pero en estos siete años de alejamiento de los claustros universitarios he olvidado casi todo lo que aprendí y me cuesta extraer como de un pozo lo poco que sé. El tiempo elástico de la escritura me ayuda a lograrlo. No voy a hacer por lo tanto una exposición doctoral de cómo debe leerse un poema. Eso, como dije, ha quedado atrás. Actualmente me considero sólo un poeta. Además, he hecho ejercicios de origen budista para vaciar mi mente del exceso de conceptos, para tenerla disponible para lo que se presente en el momento. Ustedes conocerán probablemente la anécdota del erudito occidental que fue a visitar a un sabio budista para preguntarle por el sentido del budismo. Mientras el monje preparaba el té, el erudito se explayaba en la exposición de sus innumerables conocimientos. Cuando el té estuvo listo, el monje pidió al occidental que acercara su taza y fue vertiendo el té hasta que éste desbordó de la taza, llenó el platillo y amenazaba con chorrear sobre el suelo. ¿Qué pasa?, preguntó el erudito, ¿no ve usted que la taza está desbordando? Así está su mente, contestó el sabio. ¿Cómo podría entrar en ella el sentido del budismo? No sólo el sentido del budismo requiere una mente vacía -o vaciada- sino también el sentido de un poema.
Cuando voy a leer un poema me presento a él con la mente libre de pre-conceptos. Primero hago una lectura global no analítica para tener una primera impresión. Generalmente basta para saber si el poema es bueno o no. Cuando éste está escrito en una lengua extranjera que no domino completamente pero cuyas estructuras fundamentales conozco, como me ocurre con el inglés, lo primero que observo es la construcción sintáctica; es la armadura, el hueso del poema, su columna vertebral. Luego observo la constelación de imágenes; ésta me da el clima del poema. Finalmente hago una traducción, que es mi lectura de ese poema. Si éste está escrito en mi propia lengua, el proceso es el mismo, sólo que no tengo que hacer la traducción. Si la estructura sintáctica es coherente y animada, el poema tiene vida. Casi seguramente, también tiene una buena estructura sonora, porque la sintaxis determina el fraseo, que es -más allá de la métrica- el verdadero ritmo del poema. Luego veo si la constelación de imágenes es realmente una constelación; es decir, si es coherente, si las imágenes se apoyan y refuerzan mutuamente o si chocan y se neutralizan. En este último caso el poema es malo. Luego trato de ver si hay una ilación conceptual explícita o si el sentido está en la constelación imaginaria y sonora.
Hay tres clases básicas de poemas: 1) los que tienen un hilo conductor conceptual, generalmente con disminución de los elementos imaginario y sonoro; 2) los que consisten esencialmente en imágenes, con probable disminución de los aspectos conceptual y sonoro; 3) los que ponen el acento en la música de las palabras: en la métrica, el ritmo, asonancias, consonancias y disonancias, paronomasias y juegos de vocablos en general, subordinando esto al sentido conceptual y en parte al imaginario. De más está decir que estas tres categorías rara vez se dan puras sino combinadas. Los tres elementos fundamentales del lenguaje: concepto, imagen y sonido pueden entrar en combinaciones múltiples, como lo prueba la apabullante variedad de la poesía a través de las lenguas y los siglos.
Si se trata de un poema principalmente conceptual, los conceptos nos guían desde el principio hasta el fin, las imágenes ilustran los conceptos y el ritmo los va articulando. Pero ojo, que un poema conceptual, pese su claridad, que a veces se complica en deliberada oscuridad y dificultad, puede ser muy poco poético. Si el poema está compuesto básicamente de imágenes, es importante ver si hay una buena organización o simplemente una acumulación de ellas, la acumulación incoherente de imágenes es el recurso favorito de los malos poetas. Si el poema es esencialmente sonoro hay que descubrir si es significante, si no es un mero juego de vocablos. Hay un tope que este último tipo de poesía no puede sobrepasar: la anulación del concepto y de la imagen; si esto ocurre no hay ya lenguaje y por lo tanto tampoco poesía; ciertas experiencias extremistas lo han probado. Si el poema, como ocurre en la mayoría de los casos, consiste en una dosificación variada de los tres elementos constitutivos, importa ver qué papel juega cada parte en el conjunto y saber apreciarlo.
Un problema que se plantea frecuentemente es el del hermetismo de cierta poesía. Un poema puede ser hermético porque es incoherente, o porque tiene una articulación muy compleja de concepto, imagen o sonido, o de las tres a la vez, o porque intenta comunicar experiencias inefables. Está el hermetismo sintáctico de Góngora, el hermetismo por elipsis de ciertos sonetos de Mallarmé, el hermetismo esotérico de Lubicz Milosz y el hermetismo transparente, al menos para el que tiene siquiera una vislumbre de la experiencia mística, de San Juan de la Cruz. Hay una clase de hermetismo que sólo se da, creo, en la poesía contemporánea: es el de los poetas que parecen esforzarse intencionalmente por no decir nada: construyen una textura verbal vacía en el vacío. En este último caso, especialmente, pero en todos los casos hasta cierto punto, un recurso muy efectivo es el de la familiarización: aprender de memoria el poema hasta que forme parte de nuestro propio ser.
Recuerdo una experiencia que hice cuando era estudiante de filosofía en la Facultad de Filosofía y Humanidades de Córdoba. La materia Metafísica consistía exclusivamente en la lectura de cuatro libros. Uno de ellos era la Introducción a la metafísica de Heidegger. Yo era alumno libre desde Rosario, y no contaba con la ayuda constante del profesor, que era excelente: nada menos que Juan Adolfo Vázquez, entonces director de la colección de filosofía de Sudamericana. Recuerdo que leí tres veces la traducción al castellano y copié en un cuaderno las partes más difíciles sin lograr ningún avance. Conseguí entonces una versión francesa autorizada por el mismo Heidegger y continué mis lecturas con la ayuda de un amigo filósofo que había estudiado a Heidegger en Alemania y en alemán. Él me hizo la traducción literal de los pasajes más significativos. Aquí hay que recordar que Heidegger es un filósofo-poeta que crea de cabo a rabo su propio lenguaje aprovechando la ventaja de que el alemán, lengua aglutinante, permite formar siempre nuevas palabras por yuxtaposición de otras o partes de otras. Después de todo este esfuerzo, no puedo decir que haya logrado traducir a Heidegger a un lenguaje filosófico convencional, pero sí que la obra se abrió dentro de mí y toda ella me resultó luminosa. Fue casi una experiencia mística.
Éste es el esfuerzo que nos exigen los poetas auténticamente herméticos:que hagamos nuestra su poesía por la incansable relectura y, algunas veces, memorización. En ciertos casos también hace falta análisis, información, leer las notas del poeta y de sus exégetas y los libros que influyeron. Pero hay una clase de hermetismo que no se justifica estéticamente; es el hermetismo por exceso de individualidad: cuando el poeta, en vez de símbolos universales utiliza símbolos exclusivamente personales y alusiones a sus propias experiencias privadas que no se explican en ninguna parte. Éste, además de la abundancia de material no poético, es el defecto que hace ilegibles, salvo fragmentos, los Cantos de Ezra Pound, el más importante ejemplo de este tipo de hermetismo. Habría que leerlo con un diccionario explicativo, si pudiera hacerse, pero aun así sería muy engorroso .
A mí los poemas que más me gusta leer son los intensamente líricos y a la vez metafísicos, de forma más bien cerrada que invita a volver sobre ella. Me cuestan los poemas narrativos y los poemas-río, que empiezan en cualquier lado, fluyen largamente en cualquier dirección y terminan inesperadamente en cualquier momento. Siempre he considerado importante -como en los buenos cuentos- el final del poema, un final que lo cierra definitivamente pero que al mismo tiempo lo abre para la relectura, que nos reenvía al primer verso, haciéndonos recorrer innumerables circunferencias en torno a un centro, circunferencias que encierran la pulpa sabrosa que no se consume al comerla sino que cada vez tiene un sabor distinto y como enriquecido. Estos poemas esféricos que vuelven sobre sí mismos se mueven internamente, para decirlo con las palabras de Eliot, 'como se mueve un jarrón chino inmóvil / perpetuamente en su inmovilidad'.
Como habrán observado, he hecho hincapié en la lectura intuitiva del poema. Pero no ignoro que el análisis puede arrojarnos a la boca frutos sabrosísimos. Recuerdo que hace unos diez años yo dictaba en el Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional de Rosario una Integración Cultural de cuatro años que culminaba en un curso de Estética y que comprendía un año de Poética. Empezábamos con Bécquer y terminábamos con los Cuatro Cuartetos. Recuerdo la decepción de los alumnos cuando empecé con la lectura y análisis de 'Del salón en el ángulo obscuro...', un poema tan fácil, tan simple y resabido. Pero me llevó más de un mes analizar la riqueza de las sonoridades en relación con el sentido, las correspondencias entre concepto y concepto, imagen e imagen, concepto e imagen. Recuerdo también el asombro de los alumnos al ver convertirse la humilde semillita de mostaza en semilla del universo. Creo que no olvidarán en su vida que todo poema, como el Lázaro de la rima, necesita una voz que le diga: -Levántate y anda-. Lo único que no puede hacer, desgraciadamente, la buena lectura es transformar un poema malo en un poema bueno. Esto sólo puede hacerlo Berta Singerman (y no es broma).
Quiero recordar, por último, que un buen poema es una obra de arte. Que más allá de lo que el poeta dice -información, concepción del mundo, comunicación de experiencias, 'mensaje', como se decía antes- el poema es un objeto de belleza, la función de la belleza en la vida de un individuo y de una cultura es incomparable e irreemplazable. Por eso quiero terminar recordando los versos del Endymion de Keats: 'A thing of beauty is a joy for ever; / its loveliness increases; it will never / pass into nothingness'. Que más o menos puede interpretarse: 'Un objeto de belleza -una obra de arte- es un gozo para siempre; su encanto se acrecienta, nunca pasará a la nada. O, para decirlo con palabras de una poeta contemporánea (Marianne Moore): 'Beauty is everlasting and dust is for a time'. La belleza es eterna; el polvo sólo por un tiempo.

Hugo Padeletti

Hugo Padeletti
El poeta y artista plástico Hugo Padeletti nació en Alcorta, provincia de Santa Fe, en el año 1928.
Si bien tenía treinta años de edad cuando se publicó su primer libro, el autor argentino ya había comenzado desde su adolescencia a transitar por los caminos artísticos donde, tiempo después, este joven que cursó sus estudios en ciudades como Córdoba y Rosario, lograría destacarse.
De forma paralela a esa actividad literaria, Padeletti también fue sumando experiencia en el ámbito de las obras de arte. En este sentido, cabe destacar que, a comienzos de la década del 60, fue becado por laProvincia de Santa Fe para poder estudiar en Berna, Suiza, el trabajo del artista plástico Paul Klee y, en 1962, fue designado Director del Museo de Bellas Artes santafesino Rosa Galisteo de Rodríguez.
Por esos años, el poeta ya había publicado “Poemas” y estaba a punto de dar a conocer el ensayo titulado “Arte y poesía en Heidegger”. Tiempo más tarde, su obra literaria, que ha sido traducida al inglés y al portugués, se vería complementada con otros libros tales como “12 poemas”, “Poemas 1960/1980” (por el que recibió el Premio Boris Vian), “Parlamentos del viento”, “Apuntamientos en el Ashram”, “Textos ocasionales sobre plástica y poesía”, “La atención” y “Canción de viejo” (distinguido con el Premio Mayor del Fondo Nacional de las Artes).
Con una gran experiencia alcanzada tanto en el ámbito poético así como también en el de las artes plásticas (campo que le permitió dar a conocer sus obras en diversas exposiciones desarrolladas en distintas regiones argentinas), este autor que se radicó en Buenos Aires en 1984 fue reconocido a lo largo de su trayectoria con el Premio Konex de Platino y Diploma al Mérito en el rubro “Poesía: quinquenio 1999-2003” y beneficiado, en 2005, con una Beca Guggenheim
*Leído en un encuentro de poesía realizado en Buenos Aires.
Fuente: Jorge Santkovsky - otrascriaturas.blogspot.com - Foto y biografía: poemas-del-alma.com

DENISE LEVERTOV: POEMAS

El Crecimiento de un poeta

Hacer poemas es encontrar
una silla vieja en una zanja,
y traerla a casa
a la cueva del desván;
un caballo extraviado del corral,
un barco a la deriva en las malezas de la orilla,
fosforescente.

Luego en la mecedora rota 
escaparse —a la realidad—. 
Al reino de ambrosía y mendrugos 
no se llega con esfuerzo y ahínco.

Recién cuando los pies comienzan
a danzar, cuando la silla
cruje y galopa,
se abren las puertas
y uno
se descubre 
adentro 
del reino sin rey.


(Traducción de Cynthia Mansfield)




El Hilo

Algo tira de mí muy suave,
invisible, silenciosamente,
un hilo - o una red
más delgada que una telaraña
pero así de elástica.
Nunca probé qué tan fuerte es. 
Ningún anzuelo
me punzó y desgarró ¿Fue
hace poco que este hilo
empezó a tironearme?¿O
hará siglos? ¿Habré 
nacido con el nudo en el cuello
como una brida? No es miedo
sino una ráfaga de asombro
lo que me hace
contener el aire al sentir
el tirón cuando ya lo creía yo
desatado y perdido.


(traducción de Sandra Toro)



Denise Levertov 

(n. en Ilford, Essex el 24 de octubre de 1923 – fallecida el 20 de diciembre de 1997) fue una poeta inglesa, nacionalizada estadounidense.Nacida en Ilford, Inglaterra, su madre, Beatrice Spooner-Jones Levertoff, era galesa. Su padre, Paul Levertoff, inmigrado desde Alemania era un judío hasídico sefaradí, quien se había convertido en sacerdote anglicano. Siendo educada en su casa, Levertov mostró entusiasmo por escribir desde pequeña. Cuando tenía cinco años de edad, declaró que sería escritora. A la edad de 12, envío algunos de sus poemas a T. S. Eliot, quien le respondió con una carta de dos páginas, animándola. En 1940, cuando tenía 17 años, Levertov publicó su primer poema.

Durante el Blitz, Levertov sirvió en Londres como enfermera. su primer libro, The Double Image, fue publicado seis años después. En 1947 se casó con el escritor estadounidense Mitchell Goodman y se mudó con él a los Estados Unidos al año siguiente. Aunque Levertov y Goodman, finalmente, se divorciaron en 1975. Tuvieron un hijo, Nikolai, y vivieron principalmente en Nueva York, pasando los veranos en Maine. En 1955, se convirtió en ciudadana estadounidense.

Los primeros dos libros de Levertov se concentran en las formas tradicionales y el lenguaje. Pero al convertirse en habitante de Estados Unidos, se volvió más tendente al habla estadounidense. Se influenció con los poetas de Black Mountain y con William Carlos Williams. Su primer libro de poesía escrito en Estados Unidos, Here and Now, muestra los inicios de su transición y transformación. Su poema “With Eyes at the Back of Our Heads” estableció su reputación.

Durante los años 1960 y 1970, Levertov se volvió mucho más políticamente activa en su vida y trabajo. Como editora de poesía de The Nation, podía apoyar y publicar el trabajo de poetas feministas y activistas de izquierda. La guerra de Vietnam fue un foco importante de su poética. También en respuesta a la guerra, Levertov se unió a la Liga de Resistencia a la Guerra.

Gran parte de la vida de Levertov tras esos años fue dedicada a la educación. Luego de mudarse a Massachusetts, Levertov enseñó en la Universidad Brandeis, MIT y Universidad Tufts. En la Costa Oeste, tuvo un trabajo como profesora de medio tiempo en la Universidad de Washington y por 11 años (de 1982 a 1993) profesora a tiempo completo en la Universidad de Stanford. Luego de retirarse de la enseñanza, viajó por un año realizando lecturas de poesía en Estados Unidos y Gran Bretaña.

En 1997, Denise Levertov muere a le edad de 74 años por complicaciones relacionadas con el linfoma. Fue enterrada en el Cementerio de Lake View en Seattle, Washington.
Fuente: es.wikipedia.org - otrascriaturas.blogspot.com - Foto: emilydickinson.org




DARO LEIVA: POEMAS

LA CITA

Te espero en el diámetro solar
sobre el vértice galáctico de encuentro
la cita será allí y no lo dudes
a la margen derecha de las fauces del cielo.

Habrá sinfonía de peces sollozantes
luciérnagas etéreas en planos paralelos
mariposas de agua danzando por periplos
arañas de tinieblas arrancándose el velo.

Y yo te esperaré en el lugar arcano
perímetro turquesa de poetas en vuelo
allí donde diagramo mi plan y mi estrategia
para incrustarle amor a cada uno de mis versos.




QUIZÁS HOY

Hoy, quizás sólo hoy
acariciaré tu rostro, así, con mi mirada
pinceles en mis ojos delinearán tu boca
espejos mis pupilas reflejarán tu cara.

Te llevaré conmigo a cualquier otra parte
a decirte mis versos sin emitir palabra
he de besar tus labios sin posarte los míos
y ocuparé tu sombra con ansia y esperanza.

Hoy, quizás sólo hoy
me transforme tal vez en tus sábanas blancas
vagaré por tus sueños, silencioso, expectante
y haré mío tu pelo, porque seré tu almohada.

Intentaré acercarme a tus límites proscriptos
ingresaré en secreto, a tu corazón, a tu alma
y obtendré suspiros extraviados por ti
con ese tibio aroma de nardos y lavanda.

Tal vez hoy, sólo hoy
desnude la verdad que mantengo guardada
y me anime a expresar el amor que te tengo
porque ya no soporto esperar a mañana.





Daro Leiva
Darío Horacio Leiva
Poeta y compositor autodidacta, nacido en Bs. As. Reside en Córdoba Capital desde muy niño y desde su infancia tomó contacto con las raíces de la cultura popular a través del recitado y la danza folklórica argentina.
Desde 1988 es Agente de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre los años 1998 y 2002 obtuvo numerosas distinciones tanto en Concursos Literarios (género poético) como en Certámenes Foklóricos (canción inédita)
Tiene editado tres libros de poesía: Tan Sólo Sentimiento (2002) - Nada Como El Amor (2006) y Equinoccio XXV (2008).
El autor ha publicado sus trabajos en periódicos, revistas, antologías, poemarios y trípticos.
Participa de Encuentros Literarios de carácter Provincial, Nacional, Sudamericano e Internacional. Sus obras han sido presentadas en Córdoba Capital e Interior y además en otras provincias: Tucumán - Catamarca - Bs. As. - La Rioja - Santiago Del Estero - Mendoza y San Luis e Internacionalmente en La Serena - Chile. Ha sido socio de SADE Seccional Córdoba, SALAC Nacional y de la Asociación Cultural La Solapa. Fue fundador y miembro de la Junta Promotora de api (artistas y pensadores independientes). Fue miembro del Consejo Directivo de SALAC Nacional. Visita los Grupos Literarios: ¨Fogón Literario del Centro Cultural San Vicente, Abrapalabra, Grupo Norte del CPC Avda. Colón, Ciudarena, El Andén de Los Juglares, Noches de Poetas en el Aljibe, La Bandada, Jueves Culturales de SALAC Central¨en Córdoba capital. ¨La Magia de la Palabra¨ y ¨Arte A La Carta¨ en la ciudad de Villa Carlos Paz y ¨El Café de Las Malas Compañías¨en Alta Gracia. Colaborador de SALAC Filial Villa General Belgrano y Filial Villa Carlos Paz. Se presenta ininterrumpidamente desde el año 2003 en la Feria del Libro de Córdoba. Actualmente trabaja sobre su próximo poemario.

extraídos del libro: "Nada como el amor"

LUIS BENÍTEZ: POEMAS

VEO A UNA MUJER MAQUILLARSE

Veo a una mujer maquillarse cualquier mujer y cambia
primero está pensando en otra cosa (porque cuando una mujer
comienza a maquillarse aún no ha separado este acto del resto del día)

Pero luego disponiendo los objetos varios que la ceremonia
determina preciosamente en su exacto lugar en torno de sus manos
la mujer sabe que algo ha ingresado de nuevo a este mundo
Se abstiene sin embargo de nombrar eso que viene
Polvos cremas pinturas para la delicada construcción
lápices que escribirán otras palabras que estas
palabras que intentarán decir a la que esconde
La otra como ella se ve debe ser dibujada por esta la que se asoma
al espejo para verla
Ella está como tímida ante su hermana mayor que insiste insiste
“sácame de la nada invócame haz que nuevamente sea
entre los seres las horas y las cosas
haz que sea nuevamente entre los hombres
sí sobre todo haz que nuevamente sea entre los hombres”
Y la pequeña se somete al llamado de la grande y la saca y la dibuja en el spejo
Del otro lado se queda ella colocada en el dibujo
Polvos cremas pinturas lápices el instrumental es el mismo
de todas las ceremonias semejantes
quien fabrica estas cosas sí que sabe lo que hace
Veo a una mujer maquillarse y me fascina
Por su parte y como siempre la mujer sólo está fascinada por sí misma
Nada ni nadie existe ni cuando se acerca al espejo
ni cuando está ante el espejo ni cuando se quita de él
Extraña especie tan cantada y sorda
Navega por la vida atada a su poder y lo puesto en sus oídos
lo colocado ante sus ojos lo concentrado en su boca la salva de caer
Será por eso que ante una estamos siempre solos
Enigmas de lo que no puede caer
Ahora traza una línea ha dudado no por no saber sino porque
conociendo el significado de la ceremonia goza de lo preliminar
ahora traza una línea y divide el día en dos
Ya fue hecho lo demás es desarrollo una línea azul oscura apenas un trazo
sobre el ojo izquierdo que ha sido completamente transformado
Ya no es un ojo humano no es el ojo que vino con ella del vientre que sabía
que paría a una mujer sino un ojo de ella
definitivamente suyo
El ojo mira al resto en el espejo y está satisfecho
parpadea para alentar a la mujer
La otra la mira desde ese ojo donde ya se asoma y vigilante
la obliga a lo demás
Sin embargo la mujer hace una pausa a medias maquillada bebe
una taza de té hay un placer en eso de andar
a medias maquillada por el mundo
Paralelamente es como demostrarle todavía a la otra un diminuto poder
una ligera potencia que alcanza a diferirla pero que no podrá evitarla
Cosa que ambas saben y agradecen
Pero finalmente también el ojo derecho cambia y la otra ya ve
perfectamente en el espejo ahora es ella la que ve
y la primera mujer se va yendo lentamente trazo a trazo
Hay unas cremas castañas untuosas con las que las mujeres cambian de piel
no oscurecen la suya sino que sacan la otra piel de las mejillas la dejan asomar
Ignoro por completo el nombre de ese ungüento como ignoro los nombres
de los otros elementos de la ceremonia porque ellos y sus nombres
pertenecen por completo al otro mundo
El que convive con el del hombre en esta tierra y en la historia
Nombres cosas términos precisos que no podemos comprender
que vienen de otra lengua que son dichos en otra lengua
mucho más sugestiva que la nuestra
una lengua que está hecha para usarla en voz baja casi susurrándola
Porque no pertenece al universo de las grandes expansiones sino
al de la reserva al de lo íntimo lo cerrado
En esa lengua hablan entre sí las mujeres y hablan ante el espejo con la otra
Donde un gesto quiere decir otra cosa donde ninguna palabra
se corresponde con las nuestras allí en esa lengua una mujer se maquilla
y nosotros creemos que se adorna
Ante el espejo todo ha sido consumado y la otra ya está en este mundo
la mujer anterior se ha ido y esta es la que se mira entera
Mueve alternativamente un músculo sonríe levanta o inclina la cabeza
como un actor que calcula sus fuerzas y ensaya previamente movimientos
Esta mujer otra mide ante el espejo sinuosidades gestos pausas
A solas previas únicas estas gesticulaciones son como los arquetipos
que viven perfectos en el mundo de las ideas pero luego se plasman en número
Repeticiones de cada uno de estos movimientos serán lanzadas
con alevosa precisión sobre el mundo de las cosas
Se incorporarán a él sin perder su condición de extrañas
La mujer no es sólo ella sino también sus gestos además del cuerpo
ocupa el alrededor del cuerpo la habitación el lugar
entero donde se encuentre
Como esta mujer la otra que todavía se mira un poco más en el espejo
máscara de la máscara ficción se cree que completa



LAS VIDAS ASOMBROSAS


Muchos son los rostros que habitan
el enorme país de la distancia.
Largas caravanas han partido y luego otras,
las guiadas por dioses imprevistos,
han colocado extranjeros a nuestro lado:
ellos nos han mostrado
sus telas multicolores, sus palabras,
los exóticos animales de la infancia
y algunos, sólo algunos,
flores de oro irremediablemente perdidas
entre vagas memorias y sentencias.

Trabajadas lejos, en vidas asombrosas.

Quién lograra cubrir a grandes pasos
el enorme país de la distancia,
ver el conjunto de los rostros
y oír en la noche sin asombro
el coro de las voces,
el coro de las voces que retumban allá lejos,
en los ignotos campamentos
que preparan sus caravanas para venir a vernos.

Ir más allá de sus fuegos,
de sus distantes señales,
llegar antes que Dios
al pecho de los hombres.





Luis Benítez
Nacido en Buenos Aires el 10 de Noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, (EE. UU.) con sede en la Columbia University, de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina. Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su obra literaria, entre ellos el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires,1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Tercer Premio Eduardo Mallea de Narrativa (Buenos Aires, período 1995-1997); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accésit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008).

Sus 24 libros de poesía, ensayo, narrativa y teatro han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, México, Venezuela y Uruguay y obras suyas fueron traducidas al inglés, francés, alemán, italiano, flamenco, griego y macedonio.
Fuentes: poemas-del-alma.com - wikipedia - Foto: archivo del blog


ENRIQUE JARDIEL PONCELA: EL AMOR TOMADO DEL NATURAL



LA DAMA 
La mesa de al lado estaba vacía. Pero estuvo vacía poco tiempo. 
Porque una mujer joven y elegante entró en el café, miró a su alrededor, dio unos pasos, vaciló, se detuvo, dudó y, por fin, vino a sentarse a la mesa de al lado. 
La dama se ceñía con un abrigo negro, y llevaba debajo del abrigo dieciocho gramos de vestido verde. 
El verde del vestido era «verde jade». 
El negro del abrigo era «negro Flemming». 

Despedía una intensa atmósfera de perfume de Laissemoi-mon-vieux; parecía muy orgullosa del rubio frenético de sus cabellos, y tenía -resueltamente- el aire de una persona que no pierde el aplomo jamás. 

Me miró al pasar. Me miró como hubiese mirado a un paraguas que alguien se hubiera dejado olvidado en el asiento. Miró también las cuartillas que, a medio escribir, yacían desparramadas por la mesa, y en sus ojos claros hubo un cabrilleo fugaz en el que descubrí sus ideas. La dama estaba pensando indudablemente: 

«¿Quién será este idiota y qué majaderías estará escribiendo?». 

Porque la misma mujer desconocida que, al leer vuestras cosas, va a quedar de pronto ensimismada y tratando de imaginarse vuestra vida, si os ve escribiendo esas mismas cosas pensará de vosotros que sois unos imbéciles. 

El café entero, por su parte, la miró a ella, y todos los ojos se dilataron por el asombro y el deseo. En cuanto a mí, me limité a echarle una sola y levísima ojeada, y para mis adentros le dediqué este parrafito: 

«Finge, engaña a los demás, adopta actitudes desdeñosas e interesantes de falsa emperatriz en el destierro. Te aseguro que trabajas en balde. Sé que por dentro has de ser igual de tonta, igual de vanidosa e igual de aburrida que otra mujer vulgar cualquiera. Por mi parte, puedes seguir fingiendo…». 

Y yo me quedé tan ancho, y volví a ocuparme de mis cuartillas. 


El CABALLERO 
Al poco rato entró en el café el caballero con quien estaba citada la dama. Era un individuo corriente: ni tan viejo que hiciera pensar en el hombre de Cro-Magnon, ni tan joven que mereciese que se le regalara un triciclo; elegante también. Y provisto de un bigote que se atusaba de vez en cuando, para convencer a la gente de que era suyo. 


EL DIÁLOGO DE AMBOS 
El caballero se sentó junto a la dama. Sonrisas tiernas. Un largo apretón de manos. 
Y comenzaron a hablar en un tono tenue, pero no tan tenue que no llegase a mis oídos, impidiéndome seguir trabajando y obligándome a atender a su diálogo. 

Oíd la clase de cosas que se decían: 

ÉL. - ¿Qué hiciste anoche? 

ELLA. - Me acosté temprano. 

ÉL. - ¿Pensaste en mí? 

ELLA. - Hasta dormirme. 

ÉL. - ¡Amor mío…! 

ELLA. - ¿Y tú? ¿Qué hiciste anoche tú? 

ÉL. - Me acosté en seguida de comer. 

ELLA.- ¡Embustero! 

ÉL.- Te lo juro. 

ELLA.- ¿Sí ¿Y pensaste en mí? 

ÉL.- Me dormí con tu retrato bajo la almohada. 

ELLA.- ¡Nene…! 

En este instante yo bostecé por primera vez. 

ÉL.- Sé que anteanoche fuiste al cine… 

ELLA.- Sí. Con mi hermano. 

ÉL.- ¿De veras que fuiste con tu hermano? 

ELLA.- ¡Qué celoso eres! ¿Con quién iba a ir? Tú sabes que, si no es contigo, no soy feliz con nadie. 

ÉL.- ¡Chiquilla...! 

Segundo bostezo mío y primera náusea contenida. 

ÉL.- ¡Qué bonita vienes! 

ELLA.- ¿Te gusto hoy más que ayer? 

ÉL.- Infinitamente más. 

ELLA.- ¿Qué te parece este sombrero? 

ÉL.- Estupendo. 

ELLA.- ¿Y el vestido? 

ÉL.- Maravilloso. Y además pienso que... 

Unas frases del caballero al oído de la dama. 

ELLA.- Poniéndose encarnada con una facilidad escamante. ¡Calla, tonto! Si alguien te oyera... 

Me revolví nervioso en mi asiento. 

ELLA.- ¿Y los zapatos? ¿Te gustan? 

ÉL.- Son divinos. 

ELLA.- ¿Y el abrigo? 

ÉL.- Precioso. 

ELLA.- ¿Este broche? 

ÉL.- Es una filigrana. 

ELLA.- ¿Y las medias? 

ÉL.- Encantadoras. 

Suspiré profundamente y comencé a hacer esfuerzos para no oír tanta simpleza. Pero nuevas simplezas siguieron martillando mi cerebro. 

ÉL.- ¿Me quieres todavía un poquito? 

ELLA.- Te adoro. 

ÉL.- Pero no tanto como yo a ti… 

ELLA.- ¡Más! 

ÉL.- ¿Más? Más es imposible. 

ELLA.- ¡Adulador! 

Me puse, nerviosísimo, a tararear un cuplé. 

ELLA.- ¡A cuantas les habrás dicho lo mismo! 

ÉL.- Sólo a ti. 

ELLA.- No me gusta que mientas. 

ÉL.- Arrellanándose en el diván. Dime, mi cielo, ¿me querrás siempre como ahora? 

ELLA.- Siempre.

ÉL.- ¿Eternamente? 

ELLA.- Eternamente. 

Segunda y tercera náuseas por mi parte. 

ÉL.- Si yo muriese algún día, amor mío, ¿volverías a amar? 

ELLA - Nunca. 

ÉL.- Nunca, ¿verdad? 

ELLA.- Jamás. 

ÉL.- ¿Qué harías? 

ELLA.- Iría a diario al cementerio, a llevarte flores y a llorar... 

ÉL.- ¡Mi tesoro! Besándola en las manos. ¡Mi gloria! ¡Mi reina! 

Fue entonces cuando me levanté y llamé al camarero, que era un joven de veintitantos años. 

Acudió el mozo; le puse una mano en el hombro, y con la otra mano señalé a la pareja. Y hablé así: 

-Querido camarero y amigo: ahí tienes el amor... Míralo bien; grábalo a fuego en tu memoria: no se te olvide nunca... Ese espectáculo estúpido es lo que vienen cantando desde hace siglos los poetas. 

ÉL y ELLA alzaron los rostros y me miraron sorprendidos. Yo continué como si tal cosa: 

-Eso que tienes delante de las narices, querido camarero, es el amor, y, en la opinión de mucha gente, la única razón de la existencia. Obsérvalo, estúdialo a fondo. Amor es decirse mentiras y bobadas apretándose las manos por debajo de una mesa... Amor es preguntar a qué hora se ha acostado uno... Amor es jurar que, fuera de la persona amada, lo demás no existe... Amor es llamarse celoso mutuamente... Amor es elogiar los vestidos y los sombreros de la elegida... Amor es discutir, en un diálogo irresistible, quién quiere más al otro... Amor es afirmar que se tiene la eternidad en la mano... Amor es decir que se va a ir al cementerio a diario a llevar flores... ¡¡Amor es creerse todo eso!! 

Levanté los brazos al techo en una actitud de héroe griego, y grité: 

-¡Y pendiente de semejante pamema vive la Humanidad desde que el planeta comenzó a voltear por los espacios! ¿No es para reaccionar violentamente? ¡¡Sí!! ¡Sí lo es! ¡¡Mira!! 

Y cogiendo en alto una silla, la dejé caer sobre la cabeza de la dama y luego sobre el cráneo del caballero. 

Y sólo cuando los vi desvanecidos y tirados del revés en el diván abandoné el café satisfecho de mí mismo y con aire de filósofo en la escuela contundente.


Enrique Jardiel Poncela
(Madrid, 1901 - 1952) Dramaturgo y novelista español. Partió de una literatura de raíces vanguardistas, y fue el renovador de la comedia y la narración humorística. Se dio a conocer a través de colaboraciones en la revista La correspondencia de España y en diversos diarios. Su obra, de profunda inspiración vanguardista, supone una nueva orientación del teatro de humor, de la que también son representantes autores como Antonio de Lara, Tono; E. Neville y J. López Rubio.

Antes de la Guerra Civil estrenó, entre otras piezas, Usted tiene ojos de mujer fatal (1933),Angelina o el honor de un brigadier (1934), Un adulterio decente (1935) y Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936), en las que a través de una comicidad desorbitada buscaba la sorpresa y el desconcierto del público. En sus novelas de esta etapa emplea como recurso primordial la caricatura de personajes y ambientes, así como un lenguaje certero y brillante en el que se aprecia el magisterio de R. Gómez de la Serna. Así se comprueba en Amor se escribe sin hache (1929), Espérame en Siberia, vida mía (1930) Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes? (1931) y La tournée de Dios (1932).

Su propósito fue desterrar al olvido el anticuado humorismo costumbrista hispánico, y aprovechar las infinitas posibilidades de lo inverosímil y lo fantástico. Por ello, no es de extrañar que sus estrenos desencadenasen grandes polémicas y que la crítica, en su mayor parte adversa, le reprochase sus apresurados desenlaces, en los que se veía obligado a hacer creíbles los brillantes y desquiciados planteamientos previos.
Fuentes: biografíasyvidas.com - ciudadseva.com - Foto: revistaatticus.es

MIGUEL MIHURA: EL AMIGO DE ÉL Y ELLA


Él y Ella estaban muy disgustados en el Paraíso porque en vez de estar solos, como debían estar, estaba también otro señor, con bigotes, que se había hecho allí un hotelito muy mono, precisamente enfrente del árbol del Bien y del Mal.

Aquel señor, alto, fuerte, con espeso bigote y con tipo de ingeniero de Caminos, se llamaba don Jerónimo, y como no tenía nada que hacer y el pobre se aburría allí en el Paraíso, estaba deseando hacerse amigo de Él y Ella para hablar de cualquier cosilla por las tardes.

Todos los días, muy temprano, se asomaba a la tapia de su jardín y les saludaba muy amable, mientras regaba los fresones y unos arbolitos frutales que había plantado y que estaban ya muy majos.

Ella y Él contestaban fríamente, pues sabían de muy buena tinta que el Paraíso sólo se había hecho para ellos y que aquel señor de los bigotes no tenía derecho a estar allí y mucho menos de estar con pijama.
Don Jerónimo, por lo visto, no sabía nada de lo mucho que tenía que suceder en el Paraíso, e ingenuamente, quería hacer amistad con sus vecinos, pues la verdad es que en estos sitios de campo, si no hay un poco de unión, no se pasa bien.
Una tarde, después de dar un paseo él solo por todo aquel campo, se acercó al árbol en donde estaban Él y Ella bostezando de tedio, pero siempre en su papel importante de Él y Ella.
—¿Se aburren ustedes, vecinos? —les preguntó cariñosamente.
—Pchs... Regular.
—¿Aquí no vive nadie más que ustedes?
—No. Nada más. Nosotros somos la primera pareja humana.
—¡Ah! Enhorabuena. No sabía nada —dijo don Jerónimo. Y lo dijo como si les felicitase por haber encontrado un buen empleo. Después añadió, sin conceder a todo aquello demasiada importancia:
—Pues si ustedes quieren, después de cenar, nos podemos reunir y charlar un rato. Aquí hay tan pocas diversiones y está todo tan triste...
—Bueno —accedió Él—. Con mucho gusto.
Y no tuvieron más remedio que reunirse después de cenar, al pie del árbol, sentados en unas butacas de mimbre.
Aquella reunión de tres personas estropeaba ya todo el ambiente del Paraíso. Aquello ya no parecía Paraíso ni parecía nada. Era como una reunión en Recoletos, en Rosales o en la Castellana. El dibujante que intentase pintar esta estampa del Paraíso, con tres personas, nunca podría dar en ella la sensación de que aquello era el Paraíso, aunque los pintase desnuditos y con la serpiente y todo enroscada al árbol.
Ya así, con aquel señor de los bigotes, todo estaba inverosímilmente estropeado.

Él y Ella no comprendían, no se explicaban aquello tan raro y tan fuera de razón y lógica. No sabían qué hacer. Ya aquello les había desorganizado todos sus proyectos y todas sus intenciones.
Aquel nuevo y absurdo personaje en el Paraíso les había destrozado todos sus planes; todos esos planes que tanto iban a dar que hablar a la Humanidad entera.
La serpiente también estaba muy violenta y sin saber cómo ni cuándo intervenir en aquella representación, en la que ella desempeñaba tan principal papel.
Por las mañanas, por las tardes y por las noches don Jerónimo pasaba un rato con ellos, y allí sentado, en tertulia, hablaban muy pocas cosas y sin interés, pues realmente, en aquella época, no se podía hablar apenas de nada, ya que de nada había.
—Pues, si... —decían.
—Eso.
—¡Ah!
—Oveja.
—Cabra.
—Es cierto.
De todas formas no lo pasaban mal. Él y Ella, poco a poco, distraídos con aquel señor que había metido la pata sin saberlo, fueron olvidando que uno era Él y la otra Ella. Y hasta le fueron tomando afecto a don Jerónimo, que, a pesar de todo, era un hombre simpático y rumboso. Y los tres juntos hacían excursiones por los ríos y los valles y reían alborozados de vivir allí sin penas, ni disgustos, ni contrariedades, ni malas pasiones.



Una vez don Jerónimo les preguntó:

—Ustedes ¿están casados?

Y ellos no supieron qué contestar, ya que no sabían nada de eso.
—¿Pero no son ustedes matrimonio?
—No. No lo somos —confesaron al fin.
—Entonces, ¿son ustedes hermanos?
—Sí, eso —dijeron ellos por decir algo.
Don Jerónimo, desde entonces, menudeó más las visitas. Se hizo más alegre. Presumía más. Se cambiaba de pijama a cada momento. Empezó a contar chistes y Ella se reía con los chistes. Empezó a llevarle vacas a Ella. Y Ella se ponía muy contenta con las vacas.
Ella tenía veinte años y además era Primavera. Todo lo que ocurría era natural.
—La quiero a usted —le dijo don Jerónimo a Ella un atardecer, mientras le acariciaba una mano.
—Y yo a usted, Jerónimo —contestó Ella, que, como en las comedias, su antipatía primera se había trocado en amor.
A la semana siguiente. Ella y aquel señor de los bigotes se habían casado.
Al poco tiempo tuvieron dos o tres chiquitines que enseguida se pusieron muy gordos, pues el Paraíso, que era tan sano, les sentaba admirablemente.
Él, aunque ya apreciaba mucho a don Jerónimo, se disgustó bastante, pues comprendía que aquello no debía haber sido así; que aquello estaba mal. Y que con aquellos niños jugando por el jardín aquello ya no parecía Paraíso, ni mucho menos, con lo bonito que es el Paraíso cuando es como debe ser.
La serpiente, y todos los demás bichos, se enfadaron mucho igualmente, pues decían que aquello era absurdo y que por culpa de aquel señor con pijama no había salido todo como lo tenían pensado, con lo interesante y lo fino y lo sutil que hubiese resultado.
Pero se conformaron, ya que no había más remedio que conformarse, pues cuando las cosas vienen así son inevitables y no se pueden remediar.
El caso es que fue una lástima.


Miguel Mihura
Miguel Mihura Santos (Madrid, 21 de julio de 1905 – Madrid, 28 de octubre de 1977) Dramaturgo, narrador e historietista. Formó parte de la Otra Generación del 27,
Este cuento fue publicado en diciembre de 1942 en la revista Sí, el suplemento semanal del diaro Arriba.
Fuentes: yovivoenella.blogspot.com - wikipedia

MÚSICA: SHANGO





"Ese es mi equipaje"
Subido Por: José Lara
Gentileza: You Tube estándar




"Day after day"
Subido por: billbadford
Gentileza: YouTube


Shango fue un grupo de la decada 70 conocidos inicialmente por su hit Day after day, Despues grabo Trampin, disco que para mi es una joya y reliquia de la epóca, lleno de una gran musica estilo garage, comparable con la musica de creedence , gues who etc, no entiendo por que se disolvieron tan pronto dejando un LP que nada se le pierde, tal vez si hubieran seguido hubiera sido reconocido como una de las grandes banda de la epoca, aunque para los que los pudimos disfrutar en la epoca sera siempre una de las cosas grandes que duran pco. ojala se pueda saber del destino de cada uno de sus miembros..

Shango was the decade a group of 70 initially known for his hit Day after day, Trampin After recording, record that for me is a treasure and relic of the wave, filled with a large garage-style music, comparable with music creedence, gues etc, who do not understand that as soon dissolved, leaving an album that you have lost nothing, maybe if they had followed had been recognized as a major band of the time, but for which we enjoyed at the time will always one of the great things that last PCO. I wish to know the fate of each of its members ..

your great hist The time has come and Thast my bag..
In venezuela OUR formed part of musical history.
José Lara

viernes, 22 de julio de 2016

ANTONIS SAMARAKIS: EL RÍO



La orden estaba clara: queda prohibido bañarse en el río e incluso aproximarse a una distancia menor a doscientos metros. Así que no había lugar a confusión. Quien contraviniese la orden sería sometido a Consejo de Guerra. 

Se la había leído unos días antes el propio comandante. Convocó reunión general de todo el batallón y la leyó ante todos. ¡Una orden de la División! No era para tomárselo a broma.

Hacía aproximadamente tres semanas que se habían instalado a este lado del río. Al otro lado estaba el enemigo, los Otros, como muchos les llamaban.

Tres semanas de inactividad. Seguro que no se mantendría mucho tiempo esta situación, pero por el momento imperaba la calma.

Las dos márgenes del río, en una gran extensión, estaban cubiertas de bosque. Un bosque espeso. Tanto unos como otros habían acampado en su interior.

Su información era que los Otros tenían allí dos batallones. Sin embargo, no habían intentado atacar, quién sabe lo que pretendían hacer. Mientras tanto, los puestos de guardia de ambas partes estaban ocultos en diferentes lugares del bosque preparados para toda eventualidad.

¡Tres semanas! ¡Ya habían pasado tres semanas! No recordaban en esta guerra, que había comenzado unos dos años y medio antes, un intervalo igual a éste.

Cuando llegaron al río, aún hacía frío. Pero de unos días a esta parte el tiempo había mejorado. ¡Ya era primavera!

El primero en acercarse al río había sido un sargento. Se escabulló una mañana y corrió a tirarse al agua. Algo después, fue sacado por los suyos con dos balas en el costado. No vivió muchas horas.

Al día siguiente, dos soldados se encaminaron hacia allí. Nadie volvió a verlos. Tan sólo oyeron unos disparos, y después silencio.

Entonces llegó la orden de la División.

No obstante, el río suponía una gran tentación. Oían discurrir las aguas y se morían de ganas de bañarse en ellas. En estos dos años y medio les había comido la mierda. Habían dejado atrás un montón de placeres. Y, mira por dónde, aparecía ese río en su camino. Pero la orden de la División...

‒¡Al diablo la orden de la División! ‒dijo para sus adentros aquella noche.

Daba vueltas y vueltas en la cama sin conseguir encontrar descanso. El río se oía a lo lejos impidiéndole sosegarse.

Iría al día siguiente, por supuesto que iría. ¡Al diablo con la orden de la División!

Los demás soldados dormían. Finalmente a él también le ganó el sueño. Tuvo una pesadilla. Al principio lo vio tal y como era: un río. Un río que discurría ante él, aguardándolo. Pero él, desnudo en la orilla, no se adentraba. Como si una mano invisible lo retuviese. Después el río se transformó en mujer. Una mujer joven, morena, de carnes prietas. Le esperaba desnuda, tendida en la hierba. Y él, desnudo ante ella, no se arrojaba encima. Como si una mano invisible le retuviese.

Se despertó extenuado; aún no había amanecido...

Al llegar a la orilla se detuvo a mirarlo. ¡El río! Así que ¿existía aquel río? En algunos momentos pensaba que en realidad no existía. Que tal vez era una de sus fantasías, una ilusión colectiva.

Encontró una ocasión para encaminarse hacia el río. ¡La mañana era espléndida! Si tenía suerte y no se daban cuenta... podría darse un chapuzón, introducirse en sus aguas; el resto no le importaba.

En un árbol de la orilla dejó la ropa, y empinado sobre el tronco, el fusil. Echó dos últimas miradas, una a sus espaldas, no fuera a haber alguno de los suyos, y otra a la orilla de enfrente, no hubiera alguno de los Otros. Y se introdujo en el agua.

Desde el momento en que su cuerpo completamente desnudo penetró en el agua, ese cuerpo que llevaba dos años y medio padeciendo, que hasta el momento contaba con dos cicatrices, desde aquel instante, comenzó a sentirse otro. Como si hubiera pasado una esponja por su interior que hubiese borrado esos dos años y medio.

Nadaba a veces a braza, a veces a espalda. Se dejaba llevar por la corriente. Dio una larga zambullida...

Ahora era un niño este soldado de apenas veintitrés años, y sin embargo los dos últimos años y medio habían dejado una profunda huella en él.

A derecha e izquierda, en las dos márgenes, revoloteaban pájaros que le pasaban por encima saludándole de vez en cuando.

Ante él avanzaba ahora una rama arrastrada por la corriente. Intentó alcanzarla de una sola zambullida. Y lo consiguió. Emergió justo al lado de la rama. ¡Sintió un gran placer! Pero en aquel momento vio una cabeza delante de él, como a unos treinta metros de distancia.

Se detuvo e intentó ver con más claridad.

El tipo que estaba nadando también lo había visto a él, también se había detenido. Se quedaron mirándose.

Volvió a convertirse en lo que era antes: un soldado que llevaba dos años y medio en combate, que había ganado una cruz de guerra, que había dejado su fusil apoyado en el árbol.

No podía saber si el que estaba enfrente era de los suyos o de los Otros. ¿Cómo saberlo? Sólo veía una cabeza. Podía ser uno de los suyos. Podía ser uno de los Otros.

Durante unos segundos ambos permanecieron inmóviles en el agua. Un estornudo rompió el silencio. Había estornudado él, y según su costumbre blasfemó en voz alta. Entonces, el de enfrente comenzó a nadar velozmente hacia la orilla opuesta. Pero él no perdió el tiempo. Nadó hacia su orilla con todas sus fuerzas. Fue el primero en salir. Corrió hasta el árbol en el que había dejado el fusil; lo empuñó. El Otro acababa de salir del agua. También corrió a coger su fusil.

Levantó al arma, apuntó. Le resultaba muy fácil meterle una bala en la cabeza. El Otro era un buen objetivo, corriendo así desnudo a tan sólo unos veinte metros.

No, no apretó el gatillo. El Otro estaba allí, en cueros, tal y como había venido al mundo. Y él aquí, en cueros, tal y como había venido al mundo.

No podía apretarlo. Estaban los dos desnudos. Dos seres desnudos. Sin ropa. Sin nombres. Sin nacionalidad. Sin su envoltura de color caqui.

No podía disparar. El río ya no los separaba; por el contrario, los unía.

No podía disparar. El Otro se había convertido ahora en otra persona, sin la O mayúscula, nada más, nada menos.

Bajó el fusil. Bajó la cabeza. Y no vio nada hasta el final, sólo alcanzó a ver unos pájaros que revoloteaban asustados cuando, desde la orilla de enfrente, salió el disparo y él se arrodilló primero, para caer después de bruces sobre la tierra.



Antonis Samarakis 
(Atenas, 16 de agosto de 1919 - Pilos, 8 de agosto de 2003) Escritor griego contemporáneo de la generación de postguerra. Su obra se caracteriza por su humanismo, su compromiso contra el peligro de los totalitarismos y la reflexión sobre la alienación del ser humano en el mundo moderno. Fue embajador de buena voluntad de la Unicef por su país en 1989. Samarakis estudió derecho en la Universidad de Atenas. Se ganó la vida como funcionario del Ministerio de Trabajo, puesto que abandonó temporalmente durante la dictadura de Ioannis Metaxás. Comenzó su actividad literaria publicando algunos poemas en periódicos y revistas literarias en los años treinta, pero pronto lo dejó para dedicarse a la prosa. Durante la ocupación de Grecia participó en la resistencia. En 1944 fue detenido por los alemanes y condenado a muerte, pena de la que se libró finalmente. En 1963 casó con Eleni Kurebana, a la que conoció durante la celebración del premio por su novela Me niego y con la que estuvo casado hasta su muerte. Dejó su trabajo en el ministerio para dedicarse enteramente a la escritura. Mantuvo su actividad política durante la Dictadura de los Coroneles y tras el restablecimiento de la democracia en su país publicó muchos escritos de carácter social y político. Trabajó como experto en la Organización Internacional del Trabajo de la ONU en muchos países y en 1989 fue nombrado embajador de buena voluntad de la UNICEF. Murió del corazón en su casa de Pilos el 8 de agosto de 2003. Su obra ha sido traducida a 33 lenguas. Su novela El fallo fue llevada al cine en 1975 por el director Peter Fleischmann.
Fuentes: wikipedia - www.geocities.ws - (c) Alfaguara. Traducción de Natividad Gálvez. Muestra que se distribuye en PDF de la excelente Antología del cuento griego con 35 cuentistas y un valioso prólogo de la compliladora, traductora y prologuista Natividad Gálvez.

MARÍA DEL CARMEN PÉREZ CUADRA: SIN LUZ ARTIFICIAL


Desde el fregadero se puede ver hacia la calle sin ser visto. El vidrio de la ventana es de doble acción, él siempre creyó que las revistas Vanidades dan buenas ideas. Los heliotropos se han marchitado y la niña de las flores hace ya casi una semana que no aparece. Muriel es un hombre maduro pero tiene la piel suave y firme, como las nalgas de un adolescente. Se ha rasurado el pecho para verse más provocativo, y se pasea a caballo  con la mitad del cuerpo desnudo, sus cabellos teñidos de rubio parecen naturales sobre su piel cobriza. Lo veo desde aquí, desde mi muralla de platos sucios. Conquistar nuevas mujeres, confiando quizá en que nadie puede verlo. No sabe, nunca ha entrado a mi cocina. Muriel vive frente a mi casa. A veces sus amantes se acicalan, como parte del rito furtivo, frente al espejo de mi ventana. Mido sus pechos con respecto a los míos, imagino si caben perfectamente en las manos tibias de Muriel. Observo detenidamente la curvatura de los cuellos sintiendo a veces el temblor tibio de sus besos… él es como un dios perverso que las ama y las desecha como estopas de naranja.

Desde el mueble de los platos de porcelana, que me opaca con su brillo veteado de madera preciosa, casi a escondidas y sin proponérmelo, escucho a mi esposo hablando con Muriel, que está orgulloso de mí que soy una mujer perfecta. Muriel se queja de mi silencio permanente. Mi esposo señala que es parte de mi perfección, «la sabiduría del silencio» dice. Porque Muriel no sabe qué es el silencio, cada conquista es relatada en su círculo de amigos con cada detalle de peso y talla. Aunque yo no los escucho, puedo leer sus labios desde mi cocina. El árbol que está entre su casa y la mía, casi en medio de la calle, es testigo del deseo de exhibir que tiene Muriel. Yo, en cambio, prefiero el silencio, mi privacidad.

La niña de las flores volvió con su sonrisa de hojalata a contarme que está yendo a la escuela por la tarde. Esa es la razón de su tardanza, me muestra un poema que ha escrito:
Rosa sangre de Cristo, llevo en las venas
Borrar las penas con azucenas,
el olvido con menta, aunque duela
para seguir, el camino en la suela
que señala el corazón y no la abuela

Me pregunta si me ha gustado. Ya es casi una mujer, es una buena idea expresar los pensamientos, ojalá que estudie y se supere. Mi esposo dice que las mujeres no pensamos, que solo flotamos para chocar con el filo de las ideas, que nuestra inteligencia la expresamos con las manos cuando cocinamos, bordamos o sabemos dar consuelo con el tacto. Que las mujeres estamos hechas de amor y llanto, las buenas, y de envidia y llanto, las malas. «Y qué saben Uds. las mujeres sino de filosofías de cocina». Le doy a la niña el consejo que siempre me da mi esposo:
—Leé libros de poesía, si creés que es lo que te gusta.

Los días pasan sin que ninguno se entere de que no soy ni buena ni mala, ni dulce ni salada, sólo soy yo, el compás de mi corazón, el brillo de mi piel, el color del cabello que va desapareciendo. Si sabe cómo, si toma conciencia de qué camino seguir, la niña de las flores llegará lejos. Le dará una lección a su propia madre.

Calor en madrugada lunar. La sed ha conseguido que me levante, el insomnio por sed no es aconsejable para nadie. Desnuda porque hoy cumplí con el débito marital, nadie que me vea, nadie que se entere de que existo en esta casa de nuevo rico en barrio de pobres. Mis cactus y mis violetas también necesitan agua. La luz de luna que entra por la ventana es abundante por eso no necesito luces artificiales. Quizás éste es el momento de libertad más importante de mi vida.

Frente a mis ojos está Muriel recostado junto al árbol de mangos, como siempre, ni se imagina que lo veo, esta vez apretándole las nalgas escuálidas a la niña de las flores. Los pechitos de botón de rosa y su escapulario no parecen indefensos en manos suyas, parecen perversos, jóvenes y envidiables. Las caricias grotescas, casi de animal, de Muriel le han arrebatado la falda, exhiben una curva suave de la cadera virgen, la apertura del trasero, el sexo tibio y palpitante. La migraña nocturna me azota las sienes. Mi vaso con agua cae al piso haciéndose añicos. La pareja se pone alerta al escuchar el ruido. Trato de recoger los vidrios rotos y sólo consigo ver mi sangre brotando de las heridas. Quiero llorar y no puedo. Ordeno, limpio, recojo, como siempre hago con todo. Me incorporo para ver lo que sucede afuera, es el padre de la niña. Los tres discuten casi en silencio pero con mucha tensión. El papá de ella andaba por allí de madrugada muy borracho, intenta pelear con Muriel, pero éste lo noquea casi sin esforzarse. El padre se va, una nube parece cerrar el espectáculo que veo desde el vidrio de mi ventana. Yo lo escogí así, mi esposo no lo ve como el espejo de Law and order porque no le gusta ver televisión. Yo me siento jueza, porque desde aquí puedo dictar el veredicto que jamás nadie escuchará. Entonces pruebo la sal de mi sangre y las puntas erectas de mis senos. Lo veo. Viene caminando despacio y seguro, ellos debían haberlo visto, la nube se fue, pero están demasiado entregados el uno al otro como para darse cuenta. Entonces el novio de la niña la arrastra y la separa de Muriel con fuerzas, sujetándola del pelo negro lacio ahora vuelto una maraña.

La niña trata de interceder pero es catapultada por su novio. El novio saca una pistola de su chaqueta y apunta hacia Muriel. ¿Pero qué podía yo hacer? ¿Hablarle a mi esposo? ¿Salir a la calle gritando como que Muriel me importara un poco? ¿Dejar que Muriel recibiera por fin su castigo? Mi reflexión es muy larga, el joven le ha disparado en el pecho a la niña de las flores. Madrugada de noviembre. ¿Quién diría Muriel, que morirías a causa de tus andanzas con un disparo en la frente y otro en el sexo?

Mi esposo llega a pedirme algo, me dice que vayamos a acostarnos, que hace frío. Le pregunto que si escuchó los disparos, me dice que no, que él se estaba duchando. «Imaginaciones tuyas» Se va a acostar nuevamente.

Bajo la oscuridad crepuscular entra una vecina por la puerta del patio que siempre dejo abierta. Enciende las luces. Que llame a la policía, hay un muerto en la calle.

Yo le contesto:

—Son dos, —llame usted porque yo estoy desnuda.

La verdad es que tengo las manos manchadas de sangre.


María del Carmen Pérez Cuadra 

(Jinotepe, 1971) es Licenciada en Arte y Letras y Máster en Literatura Hispanoamericana y de Centroamérica por la Universidad Centroamericana UCA, Managua. Es escritora y ha laborado como docente universitaria e investigadora de literatura centroamericana. Reconocimientos literarios: poemario Diálogo entre Naturaleza Muerta y Naturaleza Viva más algunas respuestas pornoeroticidas: mención especial del I Concurso Nacional de Poesía Escrita por Mujeres Mariana Sansón, 2003; Premio Único del II Concurso Centroamericano de Literatura Escrita por Mujeres Rafaela Contreras por su libro Sin luz artificial, rama de cuento 2004. En 2008 obtuvo el Primer lugar del Concurso Nacional de Poesía Inédita “El Cisne”, convocado por el Instituto Nicaragüense de Cultura y la Alcaldía de Ciudad Darío. Publicaciones: artículos y narraciones en medios nacionales e internacionales (La Prensa Literaria, 400 Elefantes, El País, El Ángel Pobre, Revista ANIDE, MARCAACME, La brújula digital, El Hilo Azul, L’ordinaire Latino-Américain, Pie de página, Trilce) y ensayos en Istmo, revista virtual especializada en literatura centroamericana. Ha publicado el libro de narraciones: Sin luz artificial (Managua: Fondo Editorial CIRA, 2004). Su trabajo ha sido publicado en Estados Unidos, Hungría, Francia, Argentina, Chile, Bolivia, México y Panamá. Actualmente dirige un taller de narrativa en Santiago de Chile. 
Fuente: nnic2000.blogspot.com - Foto: animalinedito.blogspot.com