FOLCLORE DE LUTO: POR LA MUERTE DE FEDERICO CÓRDOBA

SOCIEDAD

Orán llora a Federico Córdoba: cientos de personas acompañaron sus restos en su último adiós

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Ayer sábado por la tarde, la ciudad de Orán le dio el último adiós a Federico Córdoba, fundador de Las Voces de Orán y emblema del folclore salteño. Tras un velorio multitudinario en la Casa de la Cultura del Bicentenario, comenzó el cortejo fúnebre hacia el cementerio local. Antes del sepelio, sus restos pasaron por la casa de su madre, en un gesto cargado de simbolismo. Familiares, amigos, autoridades, músicos y cientos de vecinos acompañan su partida con aplausos, canciones y un profundo respeto.

El municipio de Orán decretó tres días de duelo, y todo el norte argentino se une en el dolor por la pérdida de una de sus voces más queridas. Federico Córdoba deja una huella imborrable en la historia cultural y musical del país.

Nacido en Orán en 1951, Córdoba dedicó más de cinco décadas a la música popular argentina. Fundó Las Voces de Orán en 1969 y alcanzó notoriedad nacional en 1972, cuando el grupo ganó el Festival de Cosquín con la recordada “Chaya de los pobres”. Con una voz potente, un estilo inconfundible y una profunda conexión con sus raíces, llevó el canto del norte argentino a los escenarios más importantes del país.

Fue maestro, amigo y guía de muchos artistas, entre ellos El Chaqueño Palavecino, quien lo reconocía como su padrino artístico. “Tu voz se apaga, pero tu huella será imborrable”, expresó conmovido el cantante desde Uruguay. También Rubén Ehizaguirre, de Los Nocheros, lo recordó con afecto: “Se lo va a extrañar al Fede, al amigo, al compañero”. Por su parte, Zamba Quipildor propuso que Orán le rinda homenaje permanente: “Gracias a él se conoció la parte cultural de nuestra tierra; deberían hacerle un monumento”.

Con su carisma, humildad y pasión por el folclore, Federico Córdoba construyó un legado que trasciende la música. Su partida conmociona a todo Salta, pero su voz seguirá viva en la memoria popular de un pueblo que hoy lo despide entre lágrimas, guitarras y zambas en silencio.

(El Tribuno)