EDITORIAL
El análisis de esta semana debiera ser un cuestionario donde usted, amigo lector, me señale un político con altruismo
Por Walter R. Quinteros
Aunque en Cruz del Eje no se consigue, mire que los hay. Por ejemplo, en la provincia de Córdoba, hay dos o tres intendentes o jefes comunales que donan su sueldo, que exhiben los movimientos de dinero, que se sienten servidores públicos. Le estoy hablando de solo dos o tres en más de trescientos. Pero vivimos en una especie de incultura política, personajes que hasta ignoran nuestra historia. Tipos que no les hace falta precalentar para la gimnasia diaria de mentir, de embaucar y de llevar toda la agüita que puedan para su represa. La mentira, las falsas promesas, han sido, son y serán sus tácticas electorales.
Quien esto escribe, no intuye, sabe perfectamente de la perversa suma de intereses que los rodea y las consignas que los convierten en malandras que solo buscan poder como el único fin que persiguen. Salvarse económicamente y salvar a su familia. De ahí tenemos la figura clara de personas a la que les importe un bledo su ciudad, provincia y nación.
Queda en claro entonces que en política, lo que importa es apropiarse del poder, no para servir, no para cumplir las promesas con las que nos saturaron en las campañas, sí para, una vez arriba, cambiar la reglas, hacer las reformas que les convenga a los que los apoyaron económicamente, a la familia y, a sus amistades. Y, es tan profunda sus ambiciones que hasta sueñan con perpetuarse en sillones prestados por los votos, en nombre de ese difuso personaje al que curiosamente ellos llaman "pueblo" y que supieron confundir.
En editoriales anteriores mostré, por ejemplo, las promesas del intendente de Cruz del Eje, que de esos pocos puntos nada ha hecho. Lo salva una turba de correligionarios que dicen que el otro, el anterior, robaba. Bien, pero tampoco los he visto desfilar por Tribunales con las denuncias correspondientes. Al intendente Renato Raschetti le perturban los plazos, le incomoda la crítica, no soporta que alguien le haga notar su tremenda falta de operatibilidad. El solo aspira a lo absoluto de creerse dueño de la verdad única, del derecho único, de la imagen eterna de buenito que gestiona —aunque solo le permiten raspar la olla en Córdoba—, y que es honrado y transparente. Cosas que no ha podido demostrar. Tampoco tiene una oposición que represente dignamente a ese personaje difuso al que curiosamente ellos también llaman "pueblo". El intendente de las fotitos, solo vende espejitos y humo, mucho humo.
Tenemos entonces que si hacemos memoria y hurgamos bien, nuestros políticos locales han desplazado una serie de valores, ya que sus mentiras esgrimidas se han hecho dogmas, y nuestra democracia es ahora una versión falsa de la idea original del poder del pueblo. Pasa porque cuando uno vota para elegir, parece que pierde toda capacidad de control y toda posibilidad de crítica. El que critica pasa a ser un desestabilizador, un traidor y todas esas cosas que, con diccionario en mano, ellos arremeten para desprestigiarlo, sin dar lugar a atender la justeza de cada opinión y, la libertad de expresión.
Es cierto que hay personas —no nos cabe duda quiénes son— que apelan al anonimato para publicar algo con mucho tufillo a verdadero, se esconden en páginas falsas con perfiles falsos. Nada que ver con este medio que represento. Pero eso son coletazos, ya que son nuestros políticos, los que demuestran claramente que solo están detrás del poder y que muestran un tremendo desprecio a la racionalidad, a la prudencia y a lo que supieron prometerle al ciudadano. Al estar en boca de todos por fechorías que se comentan, y de no contestarlas, no es creer que el ninguneo, el no darle valor a eso, solo les hace propaganda gratis, al contrario, los expone como personas de muy baja hombría. Para caminar estas calles con la frente alta, hay que tener algo de dignidad.
Elige mal Renato Raschetti, porque ha preferido en su cazcalear, inducir la opinión de la gente por medio de la propaganda a través de locutores pauteros, y la transformación de alguna dudosa entrevista en un espectáculo circense, donde no esclarece conceptos ni programas, mucho menos planes de trabajo. Convengamos que tampoco se lo preguntan, por eso son pauteros, sino que solo busca captar ingenuos. Con esa finalidad, demuestra sus ansias de poder, de vivir en el poder.
Y busca con eso, que sus mentiras de campaña y lo que dice ahora sean una proposición tenida por cierta, un principio innegable. Pero solo para unos pocos, para los que no ven la realidad de esta ciudad en la que vivimos.
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