MISTERIO O ENIGMA

OPINIÓN

Un cachorro humano abre por primera vez los ojos en este mundo al que es arrojado. La palabra parece fuerte pero es real

Por
Guillermo Javier Nogueira

Nada ha sido decidido por él. No tiene opciones, más aún, lo conmina con una palmada, un zamarreo y un baño. Respira, chupa, traga o muere. Viene desde otro mundo donde todo le es dado, la vida. En él tuvo algunas sensaciones que cual ensayos, aprestamientos, lo vinculan de modo fundacional e irreversible con el fondo biológico cultural que le fue, es y será dado en una inacabable cadena evolutiva.

Lo llamamos azar por ser de tal magnitud que parece infinito. Arbitrariamente datamos el comienzo de esta cadena cuando sucesivos encuentros entre homínidos de diferente sexo logran reproducirse desde que se tiene memoria. Lo consiguen haciendo que entre millones de espermatozoides, solo uno encuentre a su vez un óvulo en el lugar y momento preciso.

Al encuentro sigue la fusión ensamblando una hélice de moléculas con el código que pondrá en marcha una estructura tan compleja como es cualquier ser vivo, más aún el humano. En la fusión va la continuidad, la identidad que hoy podemos rastrear hasta el continente africano; también la diversidad. Azar, milagro, diseño divino, ensamble atómico molecular merced a una fuerte descarga de energía, leyes de la termodinámica, son intentos de respuesta para la gran pregunta.

Consuelo y estímulo de caminantes asombrados de pensarse, indagarse a sí mismos. Bendición y condena al mismo tiempo. Lo inescapable, una dualidad material y al mismo tiempo intangible; determinismo versus lo impredecible, incognoscible. Descartes tuvo en claro esto y salió del paso postulando el dualismo estructural a ser abordado por campos de conocimiento diferentes. La res extensa y la res cogitans.

Desencadena un inacabable debate con aquellos que sostienen la unidad en la dualidad, entre ellos Spinoza. Hoy lo vemos desde la complejidad y el reduccionismo, necesario pero peligroso.

Así es que ese naciente ser humano posee aquello que le permite ser curioso, preguntar, aprender y vincularse, pero también descubrir que no tendrá todas las respuestas; a lo sumo podrá inventar algunas con las que armará andamios, certezas o creencias útiles para sobrevivir.

Menuda tarea que depende de cómo construya su identidad, aquella que lo mantendrá invariable para sí mismo a pesar del constante cambio de su propia estructura y de su entorno. Se autoconfigura respetando ese plano originario y único por el cual podrán encontrársele semejanzas, pero será irrepetible. Tiene elecciones posibles, probables, grados de libertad dependientes tanto de la biología como de la cultura. De ese modo será configurado en aquello que lo distingue como especie; tiene una mente, piensa, razona más o menos bien y así sus elecciones serán inteligentes, apropiadas según posibilidades y circunstancias, o todo lo contrario. Lo hará mejor que cualquier otro animal. Filósofos, chamanes y algunos sacerdotes señalaban la cabeza como sede de eso que lo distingue. Un reduccionismo ya cuestionado en esos tiempos señalando al corazón como partícipe con los sentimientos y los humores (fluidos) signatarios del carácter.

La ciencia moderna ahora integra todo en un cuerpo cuyas partes contribuyen a la unidad funcional respetando la diversidad estructural y funcional de cada parte aislada. La suma de las partes no es necesariamente igual al todo, puede ser tanto más como menos. Ya no es apropiado hablar de cerebro sino de sistema nervioso con múltiples componentes organizados en redes con una arquitectura y conectividad abismal, entrevista genialmente por Cajal.

Vivir es un tanto más simple pues no requiere mucho más que entrar en ese intercambio de energía, alimentarse para incorporarla, procesarla, utilizarla para funcionar y estructurarse.

Mecanicismo puro de la biología obediente a las leyes de la física y la química. Denominamos instintos a esta predeterminación. En ellos no hay elección. Se mata o muere por conseguir alimentos u oportunidades de apareamiento. Vivir, existir, matar, morir son partes de una cadena recursiva con variantes y alternativas que se mantiene inexorable en los seres vivos.

Dualidad, concatenación, configuración, recursividad, tangible, intangible son aspectos que al conceptualizarlos nos llevan a las grandes preguntas que solemos dejarlas de lado con palabras que nombran sin dar cuenta: azar, Dios, creacionismo, inmanencia, a cuya sombra, cual fantasma, las siguen: ignorancia, misterio, enigma. Podemos decir entonces que ese cachorro, potencial ser humano que comenzó a existir por el deseo, es humanizado al ser sostenido, reconocido, nombrado, cuidado e introducido en una cultura.

Su verdadero existir comienza a partir de ese momento clave en que mira, aunque borrosamente, el rostro de quien ha posibilitado su existir y se responsabiliza de ello, su obra. Se ve reflejado en esos ojos que lo miran y en una meteórica carrera de asociaciones comenzará a configurar otro aspecto de su ser, la mente. Decir espíritu, alma, creo alude a lo mismo. Fiel al sendero de la neurociencia prefiero el primer término, mente. Los otros términos tienen neta raigambre religiosa que al proponer un acto de fe, llevan al callejón sin salida de lo indemostrable; un creador sin testigos.

La ciencia también puede convertirse en fe religiosa compartiendo el mismo encierro cuando postula que lo desconocido hoy será indefectiblemente conocido en algún futuro. Todo es cuestión de recursos y tiempo. El límite original es el mesomundo, fijado por las capacidades sensoriales que el hombre posee. No obstante, la capacidad de procesar información es tal que permite simbolizar e imaginar, variantes desarrolladas asociando de forma diversa, a veces novedosa, fragmentos de lo existente. Desarmar y rearmar de novo creando. Diseña y construye prótesis con las que puede explorar más allá del límite de sus sentidos; desde el cosmos a los átomos, desde los años luz a lo nano y el attosegundo. El mesomundo se ha expandido y asomándose a la física cuántica comienza a pensar en la posibilidad del multiverso. Desfilan filósofos, pensadores, científicos que avanzan, tropiezan, corrigen, pero esencialmente dudan.

Desconfían de la realidad. Hay preguntas inquietantes con respuestas parciales. Popper enseña: serán válidas en tanto puedan ser eventualmente refutadas. Ptolomeo, Copérnico, Galileo, Newton, Einstein, Plank, Böhr, Heisenberg, Schrödinger, Dirac, son claros ejemplos de ello. La ciencia plantea el problema como un laberinto ¿homólogo del enigma?, ¿un misterio trascendental? No casualmente Borges piensa y discurre sobre estos temas. En un diálogo sobre la causalidad confiesa que

es posible aceptar y creer en la brujería como causa de un infortunio; el problema es explicarlo. En un párrafo sintetiza la diferencia entre creencias y demostraciones científicas. Mente, razonamiento, ideas, pensamientos, son intangibles de los que intentamos dar cuenta pero cuya esencia aún se escapa. Podemos decir cómo, cuándo, dónde, porqué, para qué, pero trastabillamos al intentar decir “cómo es que”.

Generamos conductas, decidimos y ejecutamos pero al momento de dar cuenta solo podemos generar hipótesis, teorías, modelos y explicar una parte, no necesariamente la mayor ni la más importante. Daniel Dennett insiste en que esta es la pregunta correcta para poder realmente conocer y comprender ese fondo oscuro en que se pasa de lo material, el cerebro, a lo intangible, una idea. En otros términos intentar resolver el problema mente-materia. Sabemos que existe un mundo interior donde se opera la transducción y lo localizamos primordialmente en el cerebro como su estrella.

Decir sabemos es una declaración muy presuntuosa pues el saber, conocer, informar, poder dar cuenta, son manifestaciones de la conciencia a la que aún no podemos explicar. Borges sonríe. Del mismo modo, sabemos ahora que el procesamiento de todas las señales, se hace en su mayor parte en forma inconsciente.

La génesis de aquellos actos que llamamos voluntarios, es precedida por la actividad cerebral identificable con ellos bastante antes que tomemos conciencia de lo que estamos haciendo. Tan sencillo y tan difícil como poder explicarles a los lectores mientras están leyendo este párrafo los procesos que generaron las ideas, la decisión de expresarlas, la manera de hacerlo guiando mis manos, al mismo tiempo que lo estoy haciendo.

Puedo decir estoy escribiendo, respuesta consciente del final de la acción, o dar interpretaciones post facto de todo lo demás a través del lenguaje del que tampoco podemos dar una explicación profunda. Incluso las interpretaciones post facto procederán de memorias múltiples construidas y reconstruidas a riesgo de sesgos, ilusiones, u olvidos, caldero del inconsciente. Lo de voluntario queda limitado a la motivación que paradojalmente puede, tampoco, ser consciente. Una vez más misterio o enigma.

Otra paradoja es que estos nuevos saberes se han dado a partir de estudiar con métodos cada vez más sofisticados el funcionamiento del Sistema Nervioso. Eureka, nos separan unos 250 milisegundos, entre una manifestación cerebral específica para una conducta y la consciencia de la misma. Una enormidad en términos de transmisión de estímulos entre las neuronas, pero imperceptible para el ejecutante.

Por eso creemos que decidimos, somos libres y las cosas suceden cuando nosotros tenemos voluntad, queremos que sucedan. Freud ingeniosamente valora lo fundamental de aquello que sucede en cada ser humano fuera de su conciencia y que realmente determina sus conductas.

En realidad algo se sabía, él lo valoriza y señala los caminos para poder explorarlo. El inconsciente. Su trascendencia queda grabada en su frase “el hombre no es amo en su casa” Ahora enfrentamos las mismas incógnitas con mucha más información y conocimientos, pero subsiste la imposibilidad de saber con certeza las causas finales y menos aún las primigenias. Considerar al ser humano como un animal único e irrepetible.

Evolutivamente ha llevado su capacidad de procesar información a un nivel de abstracción, por ahora insuperable y hasta cierto punto incognoscible. Lo hace constantemente, por ello puede variar, acertar, equivocarse, corregir, crear, actuar sobre el medio modificándolo en su beneficio, o sufriendo las consecuencias. Diversas variantes de energía son captadas como señales, información, que derivarán en conocimiento y por último saberes disponibles para el uso apropiado en tiempo y forma.

La recursividad es clave, por ella procesa, transmite, controla en un ida y vuelta constante. Aprende la mayor parte del tiempo, pero no siempre y con magnitud decreciente según la edad y el medio. La atención condiciona la recepción de los estímulos según múltiples variables y contrariamente a la suposición vulgar lo hace prioritariamente inhibiendo. Entre múltiples opciones impide las que cree inapropiadas y deja libre la favorable. La memoria es la base donde quedan grabadas

todas las entradas y su ensamblado, para luego pasar a ser parte del reservorio evocable. Borges aportó con Funes el memorioso la idea del olvido como base de la memoria, la útil, funcional. No confundir con amnesia que es la pérdida definitiva del registro. Las maneras de evocar, recuperar, actualizar, tienen en el fondo la misma biología. Los afectos son el aglutinante que une, valora y las posibilita. Direcciona en sentido de aceptación o rechazo, placer, displacer, seguridad o peligro, ataque o huida, alimentarse o aparearse. Existen varios modelos de funcionamiento del sistema nervioso, fiel demostración de la escasez de explicaciones certeras y totalizadoras. Muchos caminos conducen a Roma dice el refrán. He ahí la complejidad muy bien planteada por Edgard Morin, no como obstáculo, sino como desafío provocador de la aventura del conocimiento.

Comenzar por el reconocimiento de las dificultades, las limitaciones y por sobre todo la propia ignorancia. Surgen y persiste las grandes preguntas; entre ellas qué es el hombre y sus conductas. El hecho sorprendente, quizás su limitante ontológico es que las formula sobre sí mismo poniéndose simultáneamente en rol de sujeto observador y objeto observado. Al hacerlo enancado en la ciencia, intenta ser el Dios creador como advierte Y. Harari. ¿Vana esperanza?

El hombre y sus conductas puede ser abordarlo tratando de responder a la esencia de ellas manifestada como norma merced al enfoque estadístico, o sus alteraciones vistas como desvíos, fallas, carencias. Muchas de las que dieron lugar a clasificaciones diagnósticas en Psiquiatría. Otro camino transitado por la Neurología ha sido el método anátomo clínico, hoy perfeccionado por las neuroimágenes. Comenzó buscando la correlación entre la lesión cerebral y la conducta resultante, interpretando la anormalidad como carencia de la función normal radicado en la parte lesionada.

Este localizacionismo útil como método diagnóstico mostró con el tiempo y las nuevas tecnologías no ser así. El conexionismo y luego las redes lo superaron. Con el tiempo también se vio que eran igualmente ilustrativas las manifestaciones por exceso, descontrol. La epilepsia fue la gran maestra. En todos los casos, aun con los estudios más sofisticados aplicados a sujetos normales, la imposibilidad de observar una compleja red en su totalidad dinámica, cambiante, en tiempo real, son metas solo parcialmente logradas.

Los ajustes de sensibilidad de los métodos y de su especificidad son variables a negociar que imponen limitaciones a riesgo de observar o ignorar artificialmente aspectos de la realidad. Se suma la dificultad epistemológica de la causalidad, pues es difícil si no imposible establecer orígenes o puntos de partida. Además estamos limitados por la complejidad desconocida tanto del observador como de lo observado. Llamativamente pueden funcionar en espejo e invertir sus roles; subjetividad y objetividad puestos en juego.

La subjetividad conduce al inconsciente con la incertidumbre de su certeza y credibilidad a través de las manifestaciones del lenguaje y sus interpretaciones. Pretenciosamente al indagar, comparamos las conductas o respuestas observadas con aquellas obtenidas en situaciones experimentales con sujetos supuestamente iguales (no lo son) que aparentemente comprenden y obedecen a la propuesta de pensar o hacer cualquier cosa sugerida, incluyendo no pensar ni hacer absolutamente nada. La ecología de la situación experimental termina siendo arbitraria o no es tenida en cuenta. Un laboratorio, consultorio o un resonador no son equivalentes al sujeto existente en su hábitat natural. A pesar de todo esto “la nave va” y progresivamente contamos con algunas piedras angulares sobre las cuales asentarnos para intentar el próximo paso. Hacer camino es lo importante. El horizonte siempre se corre porque saber más descubre nuevas ignorancias, por suerte generadoras de ese movimiento que es existir.

Somos puro y constante aprendizaje. Cada instante somos modificados tanto en la estructura material como en nuestros conocimientos y saberes. Aprendemos, construimos certezas, buscamos coherencia, confirmamos, actualizamos, cambiamos, reestructuramos. Hacemos y estamos hechos también de cultura. La pregunta es entonces en qué proporción, ya que somos duales en la unidad.

Vamos haciendo mundo y viviendo en él. Nada nos es ajeno. Entonces por qué hacemos lo que hacemos y nos pasa, sucede, lo que sucede. El ahora es preocupante. Históricamente han ocurrido catástrofes. Algunas por eventos incontrolables de la naturaleza, otras por la acción exclusiva de algunos personajes. Las primeras debemos aceptarla como provenientes de un universo que desconocemos en gran parte.

Las otras, verdaderos acontecimientos negativos, han sido desencadenadas por líderes con diferentes estrategias y motivaciones. Lo sorprendente (o no) es la repetición de aquellas que han arrastrado a generaciones de humanos con esas consecuencias, sin que se haya aprendido como evitar el penoso e irreparable costo. Interesan particularmente las desencadenadas en negación de lo humano, en su perjuicio. Ningún animal obra contra sí mismo o en perjuicio de su familia o especie, por el contrario la evolución perfecciona esos lazos. Siendo los más evolucionados, con una inmensa capacidad de control de la naturaleza y además poseedores de una mente privilegiada, cada tanto surgen líderes que van en sentido contrario. Se ha dado reiteradamente. Suelen ser revolucionarios, entendiendo por tal el intento de un cambio radical; sustituir destruyendo un orden por otro.

Se suele decir que arrastran pueblos, las masas, en forma analógica con las epidemias. Han producido guerras, genocidios, gobiernos autocráticos, dictaduras. También regímenes supuestamente democráticos que no fueron capaces de gestionar eficientemente aquellas organizaciones destinadas a prevenir, resolver pacífica, solidaria y democráticamente conflictos. Por ejemplo las Naciones Unidas, OEA, y otras organizaciones multinacionales. Los historiadores encuentran coincidencias en las condiciones preexistentes que posibilitaron cierto tipo de liderazgo. Otra mirada, la de aquellos vinculados a la salud mental, encuentran a su vez un hilo conductor en la personalidad que suele caracterizarlos. La combinación de ambas miradas lleva a conclusiones bastante sólidas. Aparecen como ejemplo las dos Guerras Mundiales, la Revolución Rusa, La Guerra Civil Española y el Fascismo en Italia. Punto de vista aportado por analistas políticos, historiadores, sociólogos y pensadores del humanismo y psiquiatras. Se han señalado como situaciones predisponentes gobiernos débiles, ineficientes, inestables, que llevan a las sociedades a un estado de deterioro socioeconómico, caos y búsqueda de liderazgos fuertes, diferentes.

La expectativa es que puedan producir cambios importantes e imponer orden. Predomina el hartazgo, la frustración que en el caso de Alemania por ejemplo se acentuaba por la derrota en la Primera Guerra y las condiciones leoninas impuestas en el Tratado de Versalles. Desde el punto de vista psicológico, Luigi Zoja, médico psicoanalista, presenta un interesan abordaje de este tipo de liderazgos en su libro “Paranoia. La locura que hace la historia”.

En esa categoría incluye entre otros a Hitler, Mussolini y Stalin. Cabe una digresión para aclarar en primer lugar que la paranoia es llamada también “locura razonante”, es decir los paranoicos pueden manejarse apropiadamente con la realidad y por lo tanto convivir exitosamente en sociedad. No carecen de inteligencia y de hecho todos la tenemos como un arquetipo Jungiano. Deriva de una función esencial de esa esfera de los Valores Preventivos propuesta por Goldar.

Es el temor o la desconfianza primitivos con los que nacemos. El cachorro humano mencionado al comienzo es muy inmaduro y vulnerable. La desconfianza es un mecanismo protector que merced al vínculo con su cuidador va atenuando al construir certezas gradual y progresivamente. Esta es una etapa fundacional. Un punto a destacar es que aquellos líderes considerados paranoicos han tenido carencias o traumas muy significativos en ese período.

De alguna manera su accionar es una consecuencia compensatoria, son sujetos infelices de risa poco abundante. Se han sentido débiles y con el tiempo reaccionan en exceso ante sospechas de amenazas tanto reales como imaginadas. Terminan por construir enemigos amenazantes para mostrar su fortaleza, tal vez traspasando su soledad, vacío, debilidad a los otros. El problema es que el fenómeno individual es contagioso y las muchedumbres pueden

actuar de la misma manera. La comunicación es esencial para ese proceso de generalización, pues el individuo paranoico con características de liderazgo fuerte, puede en circunstancias apropiadas generalizar y sobrevalorar amenazas reales o fraguadas que difundirá. Los medios de comunicación pueden ser clave para la generalización. Muchos psiquiatras ponen al delirio como la falla fundacional. Por el contrario, J.C.

Goldar discrepa. Opina que lo esencial no es en realidad el delirio, sino una idea sobrevalorada. Se pregunta si cuando deliran, el relato es la descripción de lo que realmente perciben o simplemente eso, una versión de algo imaginado. Megalomanía e

intolerancia al disenso son consecuencias explicables de este tipo de ideas. Por ser fruto de una buena capacidad razonante son herramientas persuasivas, convincentes, creíbles, movilizadoras y además difíciles de detectar como patología. Agrega a esta postura el hecho que muchos delirantes considerados paranoicos, por ejemplo San Francisco de Asís, Ezequiel y Juana de Arco, no desencadenaron catástrofes, todo lo contrario. Podemos agregar a Dalí, Artaud, Picasso, paranoicos que generaron y participaron en acontecimientos cuyo legado son maravillosas obras de arte. Goldar se pregunta además, si cuando deliran realmente ven o escuchan lo que dicen ver u oír. Siembra la inquietud a tener en cuenta por su vasta experiencia si es diferenciable locura de genialidad. Dificultad diagnóstica de la paranoia reconocida por diversos autores.

Existe un interrogante más y es sobre la verdadera génesis de este problema dada la dualidad humana. ¿Es una predisposición desencadenada en patología por algún evento del existir, hay un determinante genético que lleva a una falla biológica inevitable o finalmente es un aprendizaje culturalmente sesgado? Hay respuestas de todo tipo. Por otra parte el Síndrome de Hubris, descripto en parlamentarios ingleses, tiene puntos de contacto con la paranoia. No se sabe si es producido por el ejercicio del poder, desapareciendo con su final, o depende de una predisposición que aflora en esas circunstancias.

No sirve ante la abundancia actual de personajes con estas características empecinarse en un diagnóstico psiquiátrico a priori para juzgar sus conductas y las consecuencias. Si lo aceptamos como una patología, podemos caer en prejuzgamientos o prejuicios inútiles para prevenir y corregir, pero también si lo ignoramos podemos ser partícipes de un acontecimiento lamentable. Aplicando el análisis que han hecho los autores citados veremos presente en muchos de estos casos, sino en la mayoría, las causas ya mencionadas.

Por lo tanto es útil conocerlas. Ayuda el recorrido básico planteado hasta aquí que posibilita el intento de comprender, explicar y de ese modo, sabiendo las consecuencias, no caer en la trampa de un relato coherente a partir de premisas falsas. No es bueno responder en espejo a la rigidez cargada de irracionalidad de la fe religiosa extrema llamada iluminación, ni al fanatismo e intolerancia de las autocracias megalómanas. Etiquetar con el diagnóstico es un acto discriminatorio en algunos de estos casos ya que ignora las capacidades intelectuales, la inteligencia y las posibilidades que lo aparentemente loco y delirante, termine siendo genialidad.

Para terminar reconozco mantener la duda epistemológica frente a una más de las tantas posibles y peculiares conductas humanas: ¿misterio o enigma?

Referencias

-S. Kierkegaard “La vida no es un problema a ser resuelto, sino una realidad a ser experimentada”

-J. Krishnamurti “La vida es un misterio que debe ser vivido, no un problema que deba ser resuelto.

-El humano parece más un enigma o quizás en su dualidad existiendo sea ambas cosas.

(gjnogueira75@gmail.com IECE REVISTA DIGITAL N°18 - DIC 2024 / Notiar)


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