EDITORIAL
Para ser sincero, no recuerdo la última carta que te escribí, o si te agradecí por mis seres queridos, o qué te pedí
Por Walter R. Quinteros
Quizás haya sido un pibe que navegaba la vida entre juguetes de plomo, madera y lata hace unos 60 y pico de años atrás.
No tengo muy en claro a esta edad, si los niños de ahora te escriben, como te escribía yo. ¿Sabés una cosa? Mis padres me enseñaban que primero debía agradecerte, luego me hacían poner que "tu luz nos ilumine" y al final el mangazo, "si vos podés traerme" tal o cual juguete. Es decir que mis viejos, Niñito Dios, me enseñaban que vos no estás para el milagro de darme lo que a mi se me antoje, sino, para pedirte algo "dentro de tus posibilidades".
¡Cómo pasa el tiempo!
Uno va aprendiendo, entre tantos tropezones —y hasta con la misma piedra—, que tu sabiduría es inmensa, profunda, "es una enseñanza sagrada sobre el valor de la generosidad y la piedad", como dice el psicólogo Dancygier.
Y la vida misma hace que vuelva a escribirte.
Aunque ya me encuentre algo viejo y cansado.
Y porque mis prioridades también han cambiado.
Voy a empezar por agradecerle a Nuestro Padre, Niñito Dios, a Tu Madre la Santísima Virgen y a todos aquellos que intercedieron por haberme traído hasta aquí.
Como sea, estropeado por donde se me mire, pero aquí estoy.
Quiero agradecerte por mi familia, por mis amigos, compañeros, conocidos y desconocidos por dónde sea que caminen y que me escribieron este año, y pedirte por el bienestar de la familia de todos aquellos que te llevaste al cielo.
Quiero agradecerte por todos los momentos, los hubo alegres y también tristes. Por mis sueños, los cumplidos y los truncos. Por los paisajes con sus colores que vi, por la calma que disfruté, por las tormentas que pasé, por las voces y la música que escuché. Por los alimentos que me alcanzaste.
Por la bendición de ver cada amanecer, por el sosiego de cada atardecer.
Pero déjame ahora empezar a pedirte por la salud de mis seres queridos, de mis amigos, de los lectores que hicieron grande a LA GACETA LIBERAL, al QUIÉNES & POR QUÉ. Mis criaturas donde enfrento las injusticias políticas que afectan a mi pueblo desde largos editoriales, y a toda esa gente que es imposible pueda conocer en el marasmo de mi vida.
Porque aprendí de la Biblia que Tu sanaste personas muy enfermas, imposibilitadas de ver o caminar. Quiero pedirte que los cuides a todos y, si enferman, que los cures. Ellos sabrán que deben agradecerte porque son buena gente, y también sabrán reconocer tus cuidados por todos nosotros, dentro de tus posibilidades.
Tu bien sabes que tal vez, no haya sido un buen cristiano, tampoco voy a preguntar quién se cree lo es, pero creo haber tenido cierta capacidad de amar y, hasta a veces, la de haber llevado algo de calma y solidaridad. Tú sabes como somos, a veces un poco sensibles, otras no porque la vida nos lleva a la supervivencia muchas veces a través de lo material alejándonos de ti. Dicen que nuestra carne es débil, pero no quiero justificar nuestros actos por eso.
Y ya que estoy en plan de pedirte, entonces te pido nos aumentes esa capacidad de querer, de ofrecer amor, tranquilidad. Que nos hagas andar por la vida repitiendo en cada momento, en cada acto eso mismo de amar y de brindar paz, solidaridad. De ser cada día buena gente. Con menos hipocresía, con mucha sinceridad, alejándonos de todo mal.
Te pido esto porque, pasa que la vida, tal cual se nos presenta, va dejando de lado a las familias. Sé que lo lamentas demasiado, por eso voy a pedirte también, que las protejas, la fortalezcas. Que tanto hombres y mujeres sigamos creciendo bajo tu amparo y protección, que podamos transmitir nuestro amor y devoción hacia Ti en nuestros hijos. Que aprendamos aunque nos cueste, a hacer el bien.
También sabes que muchas desavenencias familiares se presentan a diario y generan malestar o dificultan la convivencia en ellas. Y que estas disputas diarias pueden tener diversas causas, aunque sin entrar en tantos detalles, porque no soy quién para arrojar la primera piedra, te pido para que todos tengan trabajo. Todos por igual. Y, a los que puedan brindar empleo, te pido le sacudas el corazón y que los hagas más prósperos para que el crecimiento de sus empresas les requiera contratar más personal. Lo material ayuda, hoy en día.
Disculpame Niñito Dios, pasa que a la hora de pedir no tengo límites, por eso esta carta se va haciendo extensa, pero ayúdame a mi y a todos a ayudar a los pobres, para que aprendan el oficio de no ser pobres en libertad y prosperemos todos juntos, unidos bajo este mismo cielo.
Un poco en lo material, para que alcance.
Pero sobre todo en la pobreza espiritual.
Danos la fortaleza necesaria para mantener siempre viva la Fe, porque sin esa Fe que nos muestra un humilde pesebre, ninguno de nosotros puede aspirar a tener un futuro feliz. Mucho menos proyectar una familia.
Dame la certeza de que hago lo correcto, de regalarme un último aliento para que, desde mis escritos, defender mi creencia en Dios Nuestro padre, en mi Patria, en la gente, en la libertad. Y que el dolor que tengo acá, no me duela más.
En realidad, querido Niñito Dios, lo que quería era desearte un feliz Cumpleaños.
Y que nos hagas dignos de celebrar esta nueva Navidad.
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