CONDENADA, PERO SIN PENA

 OPINIÓN

La condena es la sentencia aplicada por un Tribunal, la pena es el castigo que conlleva. En el caso de CFK se le aplicó una condena exigua de solo 6 años por robarse un PBI, pero no una pena (hasta el momento)

Por: Rubén Lasagno 

Un condenado por la justicia está rodeado de características restrictivas muy particulares como es: encierro en una celda, prohibición de salir (restricción ambulatoria), limitación de recursos (acceso a internet, celular, régimen de visitas) y cumplimiento efectivo de la condena en un penal.

Esto es para cualquier ciudadano común que haya cometido un delito, no para los delincuentes de alta gama como la viuda de Kirchner, hecho que contradice los estúpidos fundamentos de que la justicia es igual para todos; una absurda utopía y la situación judicial de Cristina Fernández corrobora la premisa.

La condena es la sentencia aplicada por un Tribunal, la pena es el castigo que conlleva. En el caso de CFK se le aplicó una condena exigua de solo 6 años por robarse un PBI, pero no una pena (hasta el momento).

La señora sigue haciendo ridiculeces bailando en el balcón, le dieron una semana para que “aliente la tropa”, exacerbó los ánimos de muchos, está acomodando sus negocios políticos y le cedieron un protagonismo central en la escena diaria del país, permitiéndole alojarse en un sector céntrico de Buenos Aires, sin importarle a los jueces de turno, que la vecindad honrada, honesta y trabajadora, sufra las consecuencias de la adoración del fetiche llamado Cristina Fernández, por parte de cuatro fanáticos que padecen el síndrome de abstinencia de los planes Trabajar, los subsidios a la militancia o como en el caso de Pérsico, Moyano, Grabois, la izquierda del PO, los punteros barriales del kirchnerismo y los chorros que acompañaron a la ex presidente en su desfalco, se unen para ver si a través del caos, reinstalan parte de sus privilegios perdidos.

Sin pena no hay condena y en el caso de Cristina Fernández, los jueces tienen demasiado temor para tomar decisiones justas. Esta mujer debería estar presa en una celda, despojada de sus privilegios pensados para ex funcionarios honestos y decentes, no delincuentes comunes y más allá de respetarle los derechos de cualquier condenado, su pena debe estar acorde al delito cometido y si partimos de su condena que es irrisoria (obviaron los 12 años por asociación ilícita) y le sumamos todos los privilegios que los jueces podrían reconocerle, sin duda estamos ante un bochorno legal, de tres jueces cagones e inmorales a los cuales la propia viuda desafió, retó y amenazó en pleno juicio, cuando dijo que a ellos los iba a juzgar la historia y se mostraron apabullados, atribulados y miedosos, en vez de echarla de la sala, como hubiera correspondido o hacerla detener por desacato a la figura del Tribunal.

Sin justicia no hay justicia

La justicia argentina es una vergüenza en general, con algunas islas que se destacan en medio de tanta basura judicial, pero hay jueces en particular que deberían dejar su millonaria renta y dedicarse a otra cosa.

Son los fieles representantes de la teoría que alude a la justicia con la venda corrida y la balanza torcida, en clara alusión a que hay innumerables magistrados para quienes hay dos, tres y cuatro justicias, según la cara del cliente y el peligro en el que ponga su sillón, en caso de juzgar al poder político, al narcotráfico, a los chorros del Estado como en este caso o a un pobre infeliz que robó un pollo para darle de comer a sus hijos.La condenada Cristina Kirchner habla a la militancia escoltada por su hijo Máximo Kirchner y su cuñada Alicia Kirchner – Foto: Na

Por eso sostengo que Cristina Fernández es, hasta ahora, una condenada sin pena. Es necesario que la justicia tome una actitud concreta, fuerte y decidida, para comenzar a corregir sus errores. No importa si los lúmpenes K rompen y queman todo; allí el gobierno nacional que tanto alude al orden y la seguridad, tiene la obligación de intervenir, desalojar y meter preso a quienes subvierten el orden; si no lo hace, estaremos respirando cierto aire de complicidad preelectoral entre ambos (Libertarios y kirchneristas) que es tan infame, como la falta de pena a la rea y la mínima condena de la que fue objeto.

Golpe al bolsillo

El otro gran golpe (y casi diría el principal) que debe dar la justicia a la condenada, es al bolsillo, con la incautación de todos sus bienes, tanto de ella como sus hijos, sus testaferros y cómplices o la incautación de bienes disimulados tras maniobras de alzamiento de bienes o insolvencia punible, efectuados por la viuda (transferir o vender propiedades previamente para que no sean decomisados), quien, ante un posible embargo por alguna condena de los tantos delitos en los cuales incurrió, le cedió a sus hijos dinero y propiedades que ni ella y muchos menos Máximo Kirchner y Florencia, pueden explicar.

Sin embargo, los jueces tienen todavía mucho por demostrar. A la señora ex presidente corrupta le quedan aún por resolver las siguientes causas: Dolar futuro, Los Sauces, Hotesur, Memorándum, Cuadernos, Corredores viales, Gas Licuado, Coimas en el sistema ferroviario y Uso de los aviones presidenciales, entre otras.

¿En todas éstas causas los jueces aplicarán con tanta lenidad sus fallos? ¿En todos los casos bucearán en argucias y simplificaciones absurdas para disminuir los efectos condenatorios o literalmente hacer zafar de una condena a la viuda?.

Cristina Fernández y todo el kirchnerismo que la interpreta y defiende, usan los mismos argumentos estériles, desconectados de la realidad y extremadamente ridículos como la proscripción, la persecución judicial y la falta de justicia.

Si uno lee y repasa los discursos de cualquier kirchnerista en Santa Cruz y en el país, va a escuchar los mismos argumentos, todos laterales y anclados en un relato falso, pero ninguno de ellos y tampoco Cristina Fernández, se defienden con datos ante un tribunal; todas son excusas y ataques armados con un mensaje estúpido que pretende victimizar a quien ha sido y es una ladrona inconmensurable del Estado argentino y debería ir a una cárcel común a purgar todos sus delitos, junto a la banda que le quitó el futuro a varias generaciones de argentinos.

Son incapaces de contrarrestar la cantidad inconmensurable de pruebas, testimonios, documentación y los arrepentidos que hundieron las mínimas posibilidades que tenía la viuda de defenderse con la verdad. Sus secuaces políticos acá y allá, han decidido contrarrestar esas pruebas que no pudieron refutar en los Tribunales (más de 20 jueces) con el relato ridículo que los hace perder (tanto a CFK como a sus defensores) la poca dignidad que les queda, si es que alguna vez la han tenido. 

(Agencia OPI Santa Cruz)

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