LA NIEBLA DE LA GUERRA JUDICIAL Y EL NAUFRAGIO DE LA POLÍTICA

OPINIÓN

Mientras el proceso judicial a CFK se usa como espectáculo y pantalla de humo, el Gobierno reforma los restos del Estado de Derecho por decreto


Por Lucas Arrimada

“Lucha por la vida. Naufragio.” – 1893 – Henry-Eugène Delacroix.

Confusión generalizada y supervivencia.

1. El naufragio de la oposición a Milei

“La niebla de la guerra” (Fog of war – 2003) es un documental dirigido por Errol Morris que se concentra en el testimonio de Robert McNamara, Secretario de Defensa bajo los presidentes Kennedy y Johnson (1961-1968). Muchos hitos hacen a McNamara uno de los actores claves de la segunda mitad del Siglo XX. La guerra fría, la tensión nuclear y Vietnam resaltan en perspectiva.

Tanto la filmografía como la biografía accidentada de Morris es igual de compleja, atípica e interesante. Alumno de Thomas Kuhn en Princeton y gran lector de Ludwig Wittgenstein, Morris ganó el Óscar por este documental pero su reconocimiento ya tenía casi dos décadas con clásicos como “La delgada línea azul” (1988). Su vocación por “reconstruir la verdad” es hoy contracultural.

En este documental se analiza mucho más que “Once lecciones” de McNamara. Desde su título se evoca la sombra lúcida de Clausewitz y su libro “Sobre la Guerra” (1832). Utilizarlo en el repaso de la traumática historia política de Argentina debería ser obligatorio. Nadie lo hará porque la distracción y la reacción pavloviana subordinó a una generación política. La confusión generalizada y la sobreestimulación narcisista son herramientas útiles tanto en la guerra tradicional como en la híbrida.

La desorientación de toda la clase política tiene factores autoprovocados y otros inducidos. El contexto de un plan económico ilusorio, de un empobrecimiento social sin igual, de abierto desconocimiento de la Constitución Nacional y de un cinismo judicial sin límite parece prólogo para otra de nuestras tragedias históricas en un clima internacional de tensión máxima.

La celebración vacua y publicitaria del “Juicio a la Junta” puede ocultar que el próximo “mal absoluto” quizás esté cerca, más en un futuro próximo que en ese pasado, allá medio siglo atrás, en 1976. Combatir un horizonte amenazante con nostalgia de un juicio idealizado de manera acrítica es una forma de negar un proceso de deterioro y degradación, de empobrecimiento, como el que estamos viviendo. En estos tiempos cínicos únicamente los hechos, las acciones concretas y disciplinadas, pueden frenar lo que asoma.

El Juicio a las Juntas juzgó valiosamente los delitos de lesa humanidad del mal absoluto después de una derrota militar y un fracaso económico rotundo. Nunca analizó las trampas económicas que ese mismo mal absoluto dejó al retirarse en el sistema económico, la matriz productiva y el modelo de acumulación. Ese plan oligárquico tuvo una delegación militar pero una ideación en una elite invisibilizada, en sus internas, facciones y complejidad. Esa clase oligárquica, que va mucho más allá de las Fuerzas Armadas, es la que le diseñó la cancha inclinada a la clase política que Milei derrotó en 2023.

2. La ejecución de una sentencia como pantalla de humo.

El ecosistema de streaming refuerza una tendencia endogámica que no puede dejar de reaccionar a todo, que no distingue lo banal de lo letal. Su audiencia y su influencia seguirán bajando e impactando negativamente en un año electoral que traerá más sorpresas.

Mientras se hace espectáculo con los pormenores de la decisión judicial, el Gobierno profundizará su marcha con nuevas tandas de reformas legales y políticas. En ese contexto desde los Ministerios de Economía, Desregulación y Seguridad se tomarán decisiones sin que el sistema político pueda evitarlo ni la sociedad se entere.

La oposición se hunde en una impotencia peligrosa e irresponsable. El oficialismo gana tanto en su retórica intensa como en sus acciones concretas.

El Gobierno agradece la pantalla de humo y aprovecha a dictar decretos de expansión del Estado policial. El decreto 383/2025 para la órbita de la Ministra Bullrich no es liberal ni libertario, no es republicano y mucho menos constitucional. Es todo lo contrario a destruir un Estado. Es crear un Estado policial que se puede usar selectivamente.

Ahora que la Corte cumplió expeditamente con lo que le pidieron desde las sombras, puede empezar a salir de su silencio con Milei y profundizar su supremacía decisionista. Lo puede hacer terminado el ciclo electoral pero también puede hacerlo antes. Para dejar en claro quién gobierna a los que gobiernan. Por si quedan dudas.

El autor es abogado y profesor de Derecho Constitucional.

(Diario RIO NEGRO)




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