OPINIÓN
Me refugié en la política española y encontré un enigma: ¿por qué elegir un idioma que hablan pocos?
Por Osvaldo Bazán
Desde que la realidad argentina se puso tan “lo cruzó”, “picante”, “te cerró el orto”, “me chupa un huevo”, “la meó” y —lo peor— “mogólico”, lanzado desde lo más alto del poder hasta las cloacas de las redes (que no quiere decir que toda la red es cloaca, sino que simplemente tiene cloacas como todo edificio), decidí saltarme toda la porqueriza argento y me refugio en la política española.
Les digo que es fascinante ver ese espejo que atrasa, ese sanchismo kirchnerista.
Y una cosa que me llamó la atención todo este tiempo es que puedo estar escuchando los programas de televisión mientras hago otra cosa hasta que aparece un diputado catalán.
Ahí los tipos para hablarle a España le hablan en catalán.
Entonces tengo que mirar la tele y leer la traducción.
Han exigido los legisladores catalanes hablar en catalán en el Congreso, para lo cual el Estado español tuvo que gastar un montón de plata en traductores y cucarachas. Vascos y gallegos también podrían hablar en sus lenguas, pero prefieren no hacerlo, eligen la comunicación.
Los españoles necesitan traducción para escuchar a los legisladores españoles.
Desde acá a 10.000 kilómetros de distancia se ve como un capricho pero tendrán sus razones, pensé.
Voy a simplificar bastante, eh, quienes tienen el tema mucho más claro que yo sepan disculpar. Últimamente hay unos contubernios muy divertidos (para verlos desde afuera) entre el gobierno “progre” de Sánchez y una fuerza “de extrema derecha” como es la catalana Junts.
Como el PSOE de Sánchez está en minoría parlamentaria, precisa de los votos de Junts (comandados por Puigdemont, prófugo de la justicia española por el intento de secesión de hace algunos años, que está escondido en una localidad que se llama… ¡Waterloo! ¿Compartiremos guionista con España?) hace todo tipo de concesiones para que el prófugo desde Waterloo lo apoye y le dé sus votitos.
El Pedrosánche es un enamorado del poder, es lo único que le interesa y sabe cómo quedárselo.
Y claro, Junts, sabiendo que sus votitos son fundamentales, los hace valer. Ahora pidió tener control sobre la inmigración, tema sagrado para las almas nobles del PSOE que a cualquier control le llaman “racismo” y así les va. Bueno, no parece ser tan sagrado el tema porque han firmado un documento en conjunto en donde el Estado nacional le cede algunas gestiones a Junts. Es gracioso porque Junts dice que ese tratado le da más poder del que le da y el PSOE dice que le da menos poder del que le da. O sea, cada cual exagera para su lado y todos contentos.
Lo cierto es que el documento conjunto, una proposición de ley, iguala a los extranjeros (o sea, los que no nacieron en España) con quienes no nacieron en Cataluña y se preocupa por “el impacto que supone para la lengua y la cultura catalana que un 25% haya nacido fuera” de Cataluña, que no de España.
Les preocupan a los catalanes los españoles no catalanes que viven en Cataluña.
Sabemos que es difícil desde las repúblicas jóvenes de América entender el funcionamiento de las viejas monarquías europeas.
Ni estábamos en pelotas acá cuando allá ya se venían matando desde hacía varias generaciones.
Eso debe constar en algún ADN.
Que también compartimos, pero bueno.
Con esto en la cabeza veo en X un tuit de una señora en catalán diciendo no sé qué pero, como además incluía a Pilar Rahola, habitual invitada a opinar sobre temas argentinos, se me ocurrió preguntar por qué, si saben español y con esa lengua podrían comunicarse con 950 millones de personas en todo el mundo, insisten en comunicarse entre ellos y dejarnos a todos los demás afuera. Entiendo que quieras preservar tus raíces y todo lo que signifique algo importante para vos, pero… ¿es necesario para eso autovetarse la posibilidad de comunicarse con millones de hispanohablantes? ¿No te perjudicás? “ES PREGUNTA”.
Me parecía una pregunta procedente.
Para qué.
¡La puerta que abrí!
“Tocaste un hueso”, me dijo alguien y parece que tenía razón.
Debo decir que con lo que me gusta viajar, Barcelona nunca estuvo en mi menú. Ya sé, Gaudí, Miró, Dalí, Serrat, Montserrat Caballé, Eduardo Mendoza, Pau Casals, ok, ok. Divinos todos. Pero eso es lo que tienen las ciudades, gente talentosa a través de los años. Sin ir más lejos, acá en Salto Grande, en Santa Fe, tenemos a Ricardo Cinalli, pintor internacional, así que lo menos que se le puede pedir a una ciudad histórica es que tenga luminarias y grandes nombres. Es probable que sea un tonto prejuicio mío pero por ahora, paso.
Vuelvo a las respuestas de los catalanes.
Lo primero que resulta sintomático: todos admitían saber castellano pero me contestaban en catalán.
Cuando les pedía que por favor contestaran en castellano me decían que ¿para qué?, si tenía la aplicación de la traducción en los xtuits.
Hasta les ofendía que se lo pidiese.
Lo segundo, les molestaba profundamente la pregunta.
Eso.
Sólo la pregunta ya les molestaba mucho.
Me dijeron “hipócrita” y “retardado”.
Me dijeron por qué no le preguntaba eso a un holandés o a un danés. Pero claro, un holandés o un danés no viven en países donde el español es un idioma oficial y lo conocen y estaban hablando con alguien que entendía español.
Me dijeron que si quiero vivir en Cataluña los debo respetar hablando su idioma. Pero nunca manifesté —¡Sálvame Dios!— la idea de vivir allí.
Me dijeron que todos los países que hablan en español son pobres. Acá me quedé sin respuestas.
Me dijeron que preguntaba por ignorante. Les contesté que sí, que era bastante lógico, si preguntaba era porque ignoraba. Pero como era ignorante no me pensaban contestar. Quizás si sabía la respuesta me contestaban, qué sé yo, gente rara.
Me dijeron que no tenían tiempo de hablar con tanta gente.
Me dijeron que no tenían interés en hablar con un argentino random. Se ve que no están interesados en que los conozcamos, además de que no sabía que “random” era palabra catalana, todos los días se aprende algo.
Me dijeron que el castellano se usó para robar. Un idioma ladrón, mire usted por dónde.
Me dijeron que no eran descastados y conservaban su dignidad. Dando por sentado que todos los hispanohablantes somos descastados sin dignidad.
Me dijeron que era la 13ª lengua hablada en Europa. No me enteré por qué consideraban ese dato como importante para no compartir el idioma que tenemos en común.
El tema de la dignidad y la historia y los valores fue constante.
No, el de la gentileza nunca fue tema.
Y finalmente me dijeron lo que subyacía en todas las contestaciones: “no somos españoles”. Les dije entonces que debería comunicarme con mi maestra del colegio que me enseñó el mapa de España. Me dijeron “hágalo”. Cuando les comenté que ya se murió no me dijeron nada más. Igual, no se murió pero quería ver qué decían.
Como ya me habían cansado un poco les dije qué hermoso país tienen, díganme dónde queda la embajada de ese país acá en Argentina así voy y pido folletos.
Ya sé, nada de esto tiene el mínimo valor estadístico ni nada. No está comentado como tal.
Sólo unos casos random, para usar una palabra catalana.
El independentismo catalán hoy no es mayoría en Cataluña.
El PSOE ha vuelto a ganar Cataluña y el independentismo se divide a la derecha con Junts y a la izquierda con Esquerra republicana.
Siempre sospecho de esos movimientos que buscan la pureza.
Uno de bigotitos buscaba también la pureza étnica, ¿no? y bueno, así nos fue. La gente, por suerte, es impura.
Barcelona era hace unos años, dicen, un faro cosmopolita, la puerta de entrada de Europa a España, la gran meca editorial de los hispanoamericanos.
Parece que ya no corre.
Lo más increíble es que estos movimientos europeos parecerían desconocer los constantes vaivenes de las tierras conquistadas.
Un poco de historia.
La palabra es Tarraconensis y, digamos la verdad, no suele salir en las conversaciones con los amigos o la familia.
Así se llamaba la zona hoy conocida como “Cataluña” cuando era una provincia romana. ¿Deberían los catalanes reivindicar el latín como lengua matria?
Claro que la historia no empieza ahí pero tampoco vamos a ir hasta la Guerra Púnica que se enseñaba en el secundario cuando íbamos los de la generación que vio el Mundial ‘78, no ahora que con hacer palotes alcanza para llegar al CBC.
Como todo en Europa vino uno, se creyó eterno, vino otro a terminar con la eternidad del anterior e inaugurar una nueva eternidad y otro, y otro, y otro y así hasta Trump. No, el fin de la historia no ocurrirá nunca mientras haya gente.
Pero cayó el Imperio Romano y entonces aparecieron los visigodos, algo así como un amigo que te saca la novia porque entraron en la península ibérica como aliados de los romanos para combatir a vándalos y suevos (¿deberían los catalanes reivindicar el vandálico, una especie de gótico germánico de donde viene, por ejemplo, la palabra “Vandalusía” convertida después en Andalucía o el suevo antiguo, otra variante del gótico germánico que se supone influyó el gallego y el portugués?).
Los visigodos (¿deberían los catalanes reivindicar este nuevo latín visigodo, distinto al latín romano?) llegaron en el 409 y parece que les gustó el clima, el jamón serrano o las canciones de Rosalía y se dijeron “bueh, nos quedamos”.
En el 415 el rey visigodo toma Barcelona y chau picho.
Se quedaría para siempre.
Eso creía.
Porque aparecieron los moros en la costa y los visigodos perdieron la batalla de Guadalete y ahí apareció el islam por primera vez en la península ibérica.
Acá las reivindicaciones lingüísticas catalanas se ponen un poco más difíciles. ¿Qué deberían reivindicar? ¿El árabe que fue el idioma oficial de los conquistadores moros de Al-Andalús, el territorio islámico de la península ibérica con la que manejaron la administración de las tierras? ¿O deberían reivindicar el tamazight, la lengua de los pueblos bereberes del norte de África que era de dónde venía el grueso de las tropas? ¿O la fusión entre árabe, tamazight y latín vulgar que se produjo entonces?
Los moros se quedaron con Barcelona en el 711.
Para siempre, claro.
Pero aparecieron los carolingios, más precisamente Luis, el Piadoso hijo de Carlomagno que, asesorado por los de marketing, creó la Marca Hispánica (sic) y el condado de Barcelona en el 801. Habría que volver a reivindicar al latín vulgar ya más parecido a lo que después fue el español, el francés, o el portugués. El primer conde de Barcelona fue Bera, un noble ¡visigodo! que se pasó a los carolingios, santo patrón adorado por Scioli, Francos, Bullrich, Valenzuela y tantos otros.
Pero bueno, a los carolingios le llegó su hora en el 988 cuando el conde de Barcelona dijo “pibito, corto mano corto fierro” y dejó de pagar al rey franco, que ya no era de la familia de Carlomagno.
¿Hay ahí una independencia catalana?
Ponele.
Aunque faltarían más de 100 años para que apareciera la palabra y 300 para que apareciera la crema catalana.
“Cataluña” aparece escrita por primera vez ahí por 1120. Y en esa época el latín ya iba virando hacia el catalán, pero tan antiguo que hoy ninguno de quienes me contestó por X lo entendería.
Y vamos a la parte LAM de la cuestión.
En 1137 el Conde de Barcelona y Girona, Ramón Berenguer IV se casa con Petronila de Aragón. Y tienen un hijito precioso: la Corona de Aragón que tuvo su primer rey, también hijo de Petronila y Ramón: Alfonso II.
Segundo bloque de LAM.
En 1469 se casan Isabel I de Castilla y Fernando VII de Aragón, los reyes católicos, se unen sus tierras y así se dio pie a lo que después fue la unificación de la península ibérica.
Claro que LAM no sólo se alimenta de casamientos, también de peleas.
En el 1700 se enfrentaron Felipe V de Borbón (apoyado por Francia) contra Carlos de Habsburgo (apoyado por Gran Bretaña, Países Bajos y Cataluña). Gana Felipe y Cataluña pierde parte de su autonomía.
Aún hoy muchos catalanes recuerdan con tristeza el 11 de septiembre, el día de la caída de Cataluña. De 1714.
Sí, lloran algo que pasó hace más de 300 años.
Bueno, nosotros todavía lloramos la conquista española, así que no parece tan grave. Le cuesta al hombre superar sus derrotas.
Durante la dictadura franquista se hizo de todo para impedir el uso de la lengua catalana, hubo hasta asesinatos y persecución de quienes hablaban catalán. Buscando la unificación de España sólo creó resentimiento y empujó el péndulo de la historia.
Hoy Europa está en problemas.
Necesitan estar más unidos que nunca.
Pero incluso en estas circunstancias, algunos dentro de un pedacito de uno de los 27 países reivindica su independencia, en nombre de la historia pero a contrapelo de la historia.
Sus problemas son sus problemas y desde acá se ve como un divertimento.
Lo que después de todo esto sigo sin entender es por qué si tuvieron la suerte de aprender la segunda lengua más hablada en el mundo eligen comunicarse con la número 56.
Es cierto que si se hablan entre sí tendrán menos discusiones. Quizás de esa manera terminen de una vez esa catedral que no terminan nunca. O esa lengua que parece a medio hacer.
Igual, catalanes, para nosotros, son todos gallegos.
(Revista Seúl)
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