RELATOS
Ella me dice que las mujeres de la limpieza escuchan todo, y por eso saben todo. Y que también roban
Por Walter R. Quinteros
Pero no esas cosas que les ha costado tanto a la
gente para la que trabajamos. Lo que una se lleva al final son las boludeces, eso es lo que tienta. Una señora donde yo trabajaba antes, Walter, era una mujer que hizo correr el rumor de que para poner a prueba la honestidad de nosotras, había que dejar un poco de dinero bajo los ceniceros. En cuanto me pongo a trabajar, antes que nada compruebo dónde están los relojes, los anillos, las carteras, porque cuando vienen haciéndose las distraídas, y me preguntan, les contesto tranquilamente: "Usted las dejó debajo de su almohada, o al lado del inodoro". Creo que lo único que les robé, de hecho, son pastillitas para dormir, pastillas relajantes. Siempre hay que tener de esas, no es bueno dormir sola en estos días de lluvia, don Walter.
La última vez que me quedé con algo de ellas, fue un paquetito de comino, esta mujer tenía como una docena y nunca cocinaba, bueno, ahora tiene uno menos. Si, si fumo, gracias. Le cuento que una vez nos juntamos varias en la puerta de la escuela esperando por nuestros niños, y a una de ellas se le dio por contar que de la casa de la señora Fulana se había llevado un rollo de papel higiénico y pinturas para las uñas, cosas que la Fulana no usaba. Algunas decían que hay cosas que les regalaban, lo cual es cierto. Pero eso, sabe ser una trampa.
Ahora le cuento señor Walter, espere que termine de pasar el paño con cera en la mesa. No compre más de esta marca, no sirve para esta madera, ya nos tomamos ese cafecito que quiere tomar y tendrá una historia para contar.
Resulta que una vez a la Miriam, la casada con el gordo Prieto, ¿no lo conoce? Prieto, el que la supo dejar por la verdulera trola de la calle 24 y después con una mano atrás y otra delante volvió con ella, "por los chicos", decía, y que ahora hace changuitas de albañil. ¿No? Usted no conoce a nadie don Walter. Bueno, a ella, una Mengana que es casada con un empresario famoso de la calle Eva Perón, que usted seguramente si lo conoce, o al menos lo ha sentido nombrar. Por que a usted, por lo que alcanzo a escuchar, por ese celular lo tienen al día no solo en cuestiones políticas y de asuntos policiales, le cuentan de todo. ¿Le sirvo otra tacita de café?
Bueno, a la Miriam, la señora Mengana, le "regaló" un reloj, un par de aros, una pulsera y una cartera porque decía que ya no los "usaba", pero como le dije, nosotras vemos de todo, escuchamos de todo y sabemos de todo, Miriam sabía que ella andaba con deudas de juego y parece que pagaba algunos favores sexuales a chicos jóvenes porque su marido, con tantos problemas encima y esa enfermedad que tiene, y la edad, y esas cosas, ya no le prestaba atención en la cama. De ahí es que la Miriam dudó de ese regalito, se hizo la agradecida, soltó unas lágrimas y guardó todo en una bolsa del supermercado. Pero al primer descuido de la Mengana, volvió a guardarle todo pero en otro lugar. No, no se llevó nada.
A la tarde le cayó la policía con una orden de requisa a la pobre Miriam. Tuvo que confesar todo, todo lo que sabía de la Mengana y cómo le mentía a su marido, y resulta que tenía razón. Pero anduvo como dos meses sin que nadie le de trabajo, encima le sacaron una mezcladora al gordo Prieto que no supo justificar de dónde carajo la había conseguido.
Pero bueno, sucede que una no es tan instruída como algunas y tenemos que hacer algo, y en eso de hacer algo, es que aprendemos a cuidarnos. Porque nos cuesta conseguir trabajo, porque nos cuesta comer, y porque nos cuesta dormir solas a las mamás solteras con todos estos putos problemas y encima sin comer una para darle al nene.
Bueno, ya me voy don Walter. Si, siempre les digo a las chicas que es preferible trabajar para hombres que viven solos, son más educados y discretos, hasta para mirarnos la cola, y les digo que siempre que pueda, yo nunca más vuelvo a trabajar para mujeres y mucho menos para las que se la dan de amigas. Porque tarde o temprano se molestan por algo y porque desconfían de todo lo que escuchamos, cuando una ya sabe demasiado de su vidas.
muy bueno!!! gracias Walter
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