DESDE EL PUENTE DE CRUZ DEL EJE

 OPINIÓN

Esto comenzó hace algunos años, me decían, cuando el tren dejó de salpicar la vida con ese perfume a fueloil quemado, que la piadosa escarcha quitaba de los rieles en las madrugadas

Por Walter R. Quinteros

Una vez me contaron los muchachos de la mesa del bar, que en Cruz del Eje hay un sendero dónde a determinada hora de la tarde, las mujeres solas caminan una atrás de otra, para ver si entre los hombres que las miran, encuentran aquel que fue el amor de sus vidas.

Los hombres solos van a esperarlas, porque tienen la remota esperanza que entre ellas, aparezca aquel amor que supieron perder, y hoy buscan recuperarla.

A veces, sucede que un hombre y una mujer parecen reconocerse, se miran pero no se hablan, aunque parpadeen con el mismo color de sus ojos, pero, que temerosos de enfrentar los viejos demonios, no dejan despertar la esperanza que guardan entre sus sueños de reconcilio. 

Siempre ocurre —me aclaraban—, que la mujer sigue caminando y cada vez más rápido, como atropellando recuerdos que les trae la polvareda de la cancha de Independiente, y el hombre, sigue buscando con la mirada a las demás, antes que todos los olvidos juntos, les hagan volver a equivocarse.

Esto comenzó hace algunos años —me decían—, cuando el tren dejó de salpicar la vida con ese perfume a fueloil quemado, que la piadosa escarcha quitaba de los rieles en las madrugadas.

También me señalaron que nunca nadie pudo reconocer al amor de su vida en la pasarela del puente cruzdelejeño. Es por eso que cada uno vuelve solo, como siempre, a su diaria rutina. Es por eso que las caras que vemos, parecen de condenados al desamparo y sudor de los fastidios lentos.

Los empleados de alumbrado público, conmovidos ante esta situación, anunciaron que colocarán luces más potentes en toda la pasarela triste. Eso, ante algunos airados reclamos de que el crepúsculo del atardecer, conspira contra las ansiosas miradas.

Mañana, en el mismo momento en que todas vayan, yo me pondré en la fila de los que esperan. En una de esas la veo, y para recordar cuánto la amaba.