EL LUGAR DONDE SE HOSPEDAN NUESTROS SUEÑOS

 EDITORIAL

El Centro Educativo Marcos Sastre de Cruz del Eje, cumplió 110 años. Relato en primera persona

Por Walter R. Quinteros

No voy a nombrar a nadie. A ninguno de los que ocuparon el palco ayer en el festejo de la escuela Marcos Sastre de Cruz del Eje. Arruinaron el festejo con sus egos y politiquería barata. Con excepción de la señora directora que entre otras cosas nos habló sobre la fecunda labor de este señor con todas las letras, uruguayo de nacimiento, pero con un alto sentido de pertenencia a nuestra patria, suelo que eligió para vivir y trabajar, llamado Marcos Sastre. Ella nos leyó que la escuela es "el lugar donde se hospedan nuestros sueños".

Hay un abismo notable entre las palabras que pronunciara la directora dirigiéndose a los "alumnos" y "exalumnos" con las que pronunciara el inspector de escuelas empleando ese mamarracho de dirigirse a ellos con eso de "chicos y chicas". Ideología de poca altura, parece.

Lo que quiero decirles que quien esto escribe tuvo el alto honor de ser alumno de "la Marcos Sastre", en el año 1968, donde concluía mi ciclo primario de aprendizaje escolar. 

Más allá de los emotivos momentos de ver "mi" escuela, de reconocer "mi" aula, de abrazar a mis excompañeros, de mezclarme entre la gente, de buscarme engominado y lustrado entre las caritas de los alumnos formados, vestidos con guardapolvos resplandecientes hasta hacernos doler los ojos, vi a una pequeña sociedad, y me dije, yo fui parte.

El entorno de mi infancia siempre estuvo protegido por una familia bien constituída y se extendía en "la Marcos Sastre", donde el ambiente era de respeto y admiración a nuestra maestra en el aula y con una estrecha relación que con mis compañeros experimentaba. Eso fortalecía y ampliaba mi círculo social. Mis nuevos amigos. Mis días felices.

Con aquellos alumnos de séptimo grado del año 1968 —mis excompañeros de aula—, podemos decir ahora, que aquellos docentes nos enseñaron a trabajar ayudándonos, sin ninguna mezquindad, en la solución de los ejercicios matemáticos, isósceles y escalenos, ortográficos, hiatos y diptongos, sujetos y predicados, mares y océanos, héroes y villanos, mapamundi y sistema solar, o de lo que sea, y en ese ámbito desarrollábamos nuestras habilidades, porque "la Marcos Sastre" era eso, era el lugar donde disfrutábamos el aprendizaje. Eso, amigos lectores, la hace una escuela inolvidable.

Rodeado de exalumnos, todos agradecidos, respetuosos y silenciosos que ordenábamos juntos tantas anécdotas revividas por nuestro paso en esta querida escuela, caí en la cuenta que hacía 56 años no le cantaba el feliz cumpleaños. 

—"Alumno Quinteros, baje de la luna y preste atención de una vez".

Ya no tengo prisa mientras camino. La sonrisa no me es espontánea. Pienso demasiado. Los recuerdos sacan número y esperan en fila que los atienda.

Pienso y pienso pero no puedo precisar a quién le pertenece esta frase que algunos atribuyen a un tal Jean Monnet, no estoy seguro de eso; "Los hombres pasan, pero las instituciones quedan". La escuché muchas veces, y hasta la leyeron cuando me retiré.
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Pienso en el primer día en "la Marcos Sastre", después de una mudanza a esta ciudad llamada Cruz del Eje, en mis compañeros varones que al primer recreo, me alcanzan una pelota de goma y me invitan a jugar palmeándome la espalda, y me preguntan si quería ser el capitán, "nosotros pateamos de acá para allá". Esta nota debió empezar aquí. Con este recibimiento en el primer día, luego de la bienvenida de la señorita maestra.

Uno, de pibe, no sabe de esas cosas que ahora le llaman interactuar y que desarrollar relaciones con compañeros nuevos nos hace significativos, ni que nos predispone a ser lo que hoy somos, con nuestra dinámica, con nuestra personalidad.

Al año siguiente, en la secundaria, me di cuenta que había dejado la infancia en "la Marcos Sastre, el lugar donde se hospedaban mis sueños", y que la corbata y el saco, el perfume y el cigarrillo, los discos y los libros, me habían despertado una mañana sabiéndome hombrecito.

Los niños crecen, las instituciones quedan, coso.

Feliz cumpleaños y muchas gracias, Escuela Marcos Sastre. 

P.D. Ojalá aparezca un Maestro de Ceremonias cada vez que la muni se entromete.




(Foto: Captura de internet)

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