Y HABLA QUE TE HABLA

Por Walter R. Quinteros

Que menos mal que no hay vientos en la Luna, sino tendría el doble de trabajo, porque tener que limpiar las letras huerfanitas de palabras esparcidas por el piso de mi vivienda más el polvo suspendido de mis pensamientos con lo que venga del cielo, sería un trabajo de locos. Habla, a veces dice cosas mundanas, pero habla que te habla.

Que las comillas son más difíciles de limpiar que las comas y los puntos, porque señalan las telarañas de mis sueños mientras se hamacan en cada abrir y cerrar de puertas y ventanas. Que los puntos suspensivos entre palabras dejan huellas en los muebles como deja un tropel de caballos galopando en el barro, y que yo no se nada del lío que tiene para sacarlas. Que para ella lo más maravilloso es que no quiero que se acerque con sus artilugios limpiadores a mi escritorio que necesita de solemnes exorcismos. 

Que la ayudan las escasas decoraciones, pero que señalan en este vacío, una tenue luz crepuscular que se cuela por las hendijas dentro de esta caja blanca habitada por mis mansas soledades, y que se van enredando en escritos sin la ternura que entregan los colores. Que para ella soy como esos árboles que se deshilachan en los espasmos de mis otoños contínuos, mientras las ramas vacías de mis dedos huérfanos de senos por acariciar, esperan los brotes verdes de esperanzas nuevas. Me habla y sigue con eso de que, para ella, hasta lo que bebo le sabe tan amargo como muros pintados en tristes grises de lejanos inviernos, me dice, porque es de las mujeres que habla entre asertiva y simple, pero que habla y habla.

Y me dice la señora que limpia, que le gusta la música que escucho mientras escribo. Que a ella le sabe como el olor de las frutas de las verdulerías, que la siente como el aliento del viento sacudiendo las olas de mar sobre las arenas calientes de las playas. Que experimenta una inmensa alegría en la pausa del café porque nos arrancan vestigios encarnados de nuestros pasado y que a otros jamás les contamos. Que le encantan ciertos detalles en el trato de un hombre solo que la escucha, sin preguntarle nada, y que el clima de confianza le va creando un caos en su cuerpo que sacuden sus músculos mientras le fermentan burbujas en la sangre que la rutina le ha dejado quietas, en calma. Me habla y habla.

Que como aquí nadie la ve se anima y abre los brazos para girar y bailar como una ballerina de cajita musical mientras friega que friega, y que quiere empapar su cuerpo en la tinta que salpican con sus historias estas viejas teclas, como la mojaba aquella niebla de aerosol del agua cuando saltaba salvaje desde las cataratas. Me dice que hay cosas que le evocan aquellos días de su luna de miel que aún guarda, porque segun ella, son como puntadas de hilos felices, que hilvanan y zurcen cualquier desesperanza. Porque ella habla y habla.

ELECTRIC LIGHT ORCHESTRA: "Último tren a Londres"


(diceelwalter.blogspot.com)
(foto: infosalus)


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