TRADUCTOR

viernes, 14 de diciembre de 2018

ALI AL HAZMI: POEMAS




Ella perdió las llaves de su pasión
Una hembra sola,

lucha el azote de la primavera,

con manos desnudas,

de la suerte, de los familiares, de los amigos.

El otoño robador de los árboles escondidos,

lejos de los pasajeros.

Cuan miedo tiene del pasado,

de un sueño que no le vuelve dos veces,

cada vez que las mariposas del alba

circunden sus manos,

la mano de la ausencia

hace desvanecer sus sombras en el viento.

Ya no considera la partida de los pájaros,

en la noche de su balconcillo.

La vida le enseñó cómo prescindir

de los placeres de su encanto temprano,

que no estrechara su mano a frutos maduros,

en los ramos de los cuerpos,

que no intentara despertar su temblor

en la inclinación de la noche.

Perdió las llaves de su deseo,

en las fronteras de un silencio,

dando esperanzas a un pájaro

que sangraba de su alma.

Con dos ojos carentes

de calor, de amor y de esperanzas,

permanece remando en el río vacío,

circunda su soledad en la última hora.

Voluntariamente, entregó sí misma

al dolor por el cansancio del extraño

sin advertirse una flauta

que mece las brasas de los incendios desde lejos.

Una larga noche pasa

sobre el silencio de su aislamiento metálico,

mientras los sufrimientos presentes en los espejos

asoman

no hay ningún sentido franco

para este dolor

que reside en su cabeza,

el otoño ya se fue,

y la mañana de mariposas

a punto de recuperar sus pasos,

a una orilla en lo lejano,

no hay lo que impide el río

de perseguir la vía de sus tobilleras

en los llanos cercanos.

¿Volvería ella a reanudar su ambición

de alabar los párpados lejanos?

¿Podría ella hilar un paño del sol

para el frío de su feminidad?

¿De una nueva mañana?



Tu mundo fuera de su alta muralla

Has optado por vivir tu vida como un extranjero,

quien pasa por la puerta de la ciudad,

sin reproches de un pasado lejano y de su gente,

¿hacia qué camino se dirige?

Allí se irá…


Pasaste tu vida entre el desierto de tus años,

luchando contra preguntas

cada vez que tus visiones se colman

de recuerdos y viejas ansiedades,

¿por qué esperas tu mundo?

Fuera de su muralla alta, ella corrió,

hacia el brillo del himno y su alba,

en el viaje de tu imaginación,

tenías el niño de tu sueño,

así subiste al infinito por escaleras de plata,

lo cansaste con la neblina en el ardor de tus

senderos

y él te cansó a ti.

No pudiste vivir la vida

sobre escombros de planetas invisibles,

te habían seducido las fronteras,

con sus capas y su lejanía,

te vas y preguntas:

¿Qué te aisló?

Sin que tu alma consiguiese la adaptación de sus nubes.

No consideras la falta de una suerte

que abandonó tus pies,

estando en la trampa del infinito.

Te endureció aquel a cuya estrella pretendiste subir

y te hizo bajar.


Duermes para soñar en las lejanías,

y en los crecientes del cielo de Alá,

lo que tenías del rocío de tus ojos,

lo suficiente para hallar en su glamor,

una pobre fuente para llegar a tus visiones,

creíste en el significado del calor,

en el seno de los amantes,

apostaste por un tiempo para sus sombras,

te abandonó aquel a quien diste cobijo,

en la llanura y el pulso de la ternura,

optó por alejarte donde el recuerdo,

para que te conviertas en otro,

y de su vida,

le elegiste eternamente para que se convierta,

en tu primero.

Un hilo tenue de la pregunta metálica,

arrastra tu lejano pasado a su fin,

y tú entre las dudas y el extraño,

no te guiaste hacia la cúpula de los últimos árboles,

no miraste hacia la primavera de quienes te amaban.

Tú, dividido tu corazón en dos mitades,

desparramados tus pasos en pleno viento,

colgado en un eco,

de una sombra que asume la fatiga de los años…

que te acariciaba.


Vistas del recuerdo en tus ojos,

no proveen a la verdad,

un puerto sólido,

para que los barcos del más allá,

vacíen en silencio su carga,

se inclina al olvido en la fatiga del camino,

no llegarías al árbol del sueño,

en que perdiste tu vida loando sus sombras.

No habías prendido fuego en la leña de las preguntas,

la retirada del alba del pie del inicio… no te esperaba.


Si el resto de tu vida

sabrás lo que perdiste de ella y su enjambre,

la lejana orilla de la esperanza,

no aguantaba tus pasos,

la tierra te despojó de su alheña,

no ahorraba ni una sola razón,

para que su voz volviese de la noche oscura,

no hubieras podido llegar

a las fronteras de tu ser,

en el crepúsculo como el alabastro

de la melodía de las palomas.

Las plumas tenues de los recuerdos

te originaron un pesar.

El viaje te elige a ti,

ponte en su camino posible,

lejos del rocío engañoso.

No llevas el vasto desolado

a las fronteras de la sal en el infinito.

El viento tiene alas,

preñen el fuego de la sed vieja.

¿Quién se fue a buscar una fuente clara?

En su sombra carente de una súplica… falleció.


Averigua la sombra de quien abandonaste,

las canciones de la neblina,

una cuerda que se extiende

en las praderas del silencio en tus ojos,

averigua tu presencia,

en el enjambre, la ausencia, y en el eco.


Habrá una última flauta errante.

Una flauta alegre cada vez que se pierde

en el caos mundano,

a tu alma, te llevó.



La seda se casa con sí misma

En la noche de un otoño,
ungidos con jazmines, higos y canciones,
borran los recuerdos
las flores secas de las palabras
en el patio de la casa…
meciendo las sutiles plumas de la pasión.

Los años saturados de muchas mujeres,
que prendían fuegos en tu noche serena,
ya te abandonaron.
No miraron atrás para saludar de nuevo
al eco en tu lejanía.
Aquí estás solo sin alternativas,
huyes donde el sueño
con párpados hinchados del vacío.
No más dedos blancos
que acarician tu cabello cálido
por el desborde de su deseo de mármol,
nada de racimos de un labio
cuyo jugo es la pasión,
cuyas viñas en los vasos,
nada de doncellas
cuyos cuerpos se arrogan
de suma pasión en tu lecho.
Volverás a tu angustia como los vencidos
que perdieron la edad, el amor, y los amigos.

La muchacha con que te encontraste
en la primavera de tu pasión,
del esplendor de cuyas corolas
brotó una flor en tus manos,
te quería más que su alma,
te quería sin pensar en la negritud de tu piel,
en el desengaño de tus ojos
cuando contempla el silencio desde muy lejos,
te eligió de numerosos muchachos
que la cortejaron en muchas noches… y no lo advertiste.

Acaso el afecto no había tenido
un rito singular en aquellos tiempos.
El encuentro de los dos amantes
fue como el viento perfumado
por un deseo que abraza el eco.
Quienes te querían en estos tiempos
bastaban para ahogar tus ojos
en una neblina de pura pasión
tú… no te lo advertiste.

No eras fascinante
para atraparla de una sola mirada
no eras ingenioso en improvisar
un diálogo de amor frívolo
para cautivar a su oveja extraviada.
No tenías una gran imaginación
para enriquecer las manos del área
con su compañía,
sin embargo, ella siempre te quería
sin clara raíz de preguntas de cercanos,
de su mismo secreto, se cayó adrede
en tus redes, sin advertirse.

La muchacha con adornos exagerados
te encontró a la orilla del río,
adornó su cuerpo con cadenas de plata,
para abrazarte,
embelleció sus trenzas con cintas rojas
que sirven al amor más que nada.
No podía revelar con rapidez,
algunas chifladas ilusiones,
cuando grabó letras de tu nombre
al lado de su ombligo
en una belleza abundante.

La muchacha que no comparte el sueño con sus hermanos
pasa la noche pensando en ti,
y en un caballo blanco
que se acercará de ramo de su balconcillo,
en una tarde cercana,
ni tú has venido,
ni ha asomado una sombra ciega de este caballo.

La muchacha que bailaba,
con una madera inclinada
en tu ausencia,
permanecía cantando tu noche.
Un paño alegre de melodías,
no se percató de vasos de vino
contemplando un labio
en cuyo seno proliferan fases de sed.

La muchacha que fracasa la noche
en entender su deseo,
en abrazar la seda de su almohada,
se derramaron las fuentes de su angustia,
en corales que asoman donde estás,
y no te diste cuenta
Cada vez que lanza la flecha de su afán
hacia la neblina de un sueño anhelado,
no afligió más que el extraño de las pupilas,
en la fractura de los espejos.

Tú percibías que el tiempo pasaba,
y ya no eres lo que fuiste
en la primavera de la edad.
En su presencia hoy,
no podrás subir a la cima,
para alcanzar la muwashaha de su pasión en la tarde,
ya no puedes combatir el caballo de su feminidad,
lo perderás, sin duda alguna, al umbral de la noche,
cuando se desborda el horizonte de los ojos,
contemplas el flujo de su calor y sigues con sed.


Ali Al Hazmi 
(Arabia Saudí, 1970), Licenciado en lengua y literatura árabe de la facultad de la lengua árabe de la universidad de Om Alkora (1992). Invitado a participar en el XIV Festival Internacional de Poesía de la Habana, en 2009. Participó en XII Festival internacional de poesía Costa Rica, 2013. Ha publicado los libros de poesía: Portal del cuerpo (Editorial Dar Almádina, Geddah, 1993); La pérdida (Edito¬rial Dar Harquiat, El Cairo, 2000). La gacela bebe su imagen (Editorial Centro Cultural Árabe, Beirut, 2004); Estando seguro al borde (Editorial Dar Riad al Rayes, Beirut, 2009); Antología (CD) (Club Hael de Literatura árabe, 2010). Han publicado sobre él los siguientes libros: Elementos de la creación artística y estética en la poesía Ali Al Hazmi, escrito por Dra. Layla Shbily (Editorial Dar Al Watanya Al Gadidah, Al Jobar, 2012). El pájaro del fuego. Un estudio crítico en la poesía de Ali Al Hazmi, escrito por el crítico marroquí Ibrahim Al Kahwaygui (Editorial Al Dar Al Arabia para la ciencia, Club literario de Gazan). 
Fuente y foto:crearensalamanca.com - Traducción:Abeer Abd El Hafez.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El comentario estará sujeto a la aprobación del equipo y su administrador. Gracias.